Las pruebas de funcionamiento hepático (PFH) evalúan la función bioquímica, sintética y excretora del hígado y pueden indicar daño o disfunción hepática. Existen varios tipos de PFH que miden cosas como la lesión de hepatocitos, la capacidad de transporte y desintoxicación del hígado, y su función sintética. Algunas pruebas comunes son las aminotransferasas, fosfatasa alcalina y bilirrubina, las cuales pueden señalar causas de enfermedad
Torax normal-Oscar 2024- principios físicos del rx de torax
Pruebas de función hepática
1. Introducción
Las múltiples funciones bioquímica, sintética y excretora del hígado no permiten que una sola
prueba de laboratorio sea capaz de evaluar completamente dichas funciones. Sin embargo, existen
algunas pruebas bioquímicas para evaluar el funcionamiento del hígado de los pacientes con
sospecha o enfermedad hepática establecida. Este tipo de pruebas se conocen como pruebas de
funcionamiento hepático (PFH).
La interpretación adecuada de las pruebas de funcionamiento hepático en el contexto de un
interrogatorio y examen físico realizados cuidadosamente puede conducir a un diagnóstico
correcto y a guiar las futuras decisiones y evaluaciones diagnósticas. Las pruebas de
funcionamiento hepático (PFH) se consideran marcadores de daño o disfunción hepatocelular; sin
embargo, muestran ciertas desventajas como bajas sensibilidad, especificidad y bajo poder
pronóstico, ya que pueden resultar anormales en algunos trastornos que no se relacionan en
esencia con daño hepático (por ej., insuficiencia cardiaca, sepsis, por mencionar algunos
ejemplos).
Las PFH:
Señalan causa de la enfermedad hepática.
Valoran la gravedad del daño.
Ayudan a formular el pronóstico.
Evalúan la eficacia del tratamiento.
Pueden ser la primera indicación de enfermedad hepática subclínica.
Clasificación de las PFH
Para el estudio de los pacientes con enfermedad hepática resulta más sencillo utilizar una
clasificación de las pruebas de funcionamiento hepático dentro de la siguiente categoría:
1. Pruebas que reflejan lesión de los hepatocitos o conductos biliares.
2. Pruebas que evalúan la capacidad del hígado para transportar aniones orgánicos y depurar
sustancias endógenas y exógenas de la circulación.
3. Pruebas para medir la capacidad de desintoxicación del hígado.
4. Pruebas para medir la función sintética del hígado.
5. Otras pruebas (hepáticas y no hepáticas) que contribuyan a un diagnóstico más preciso de la
enfermedad hepática.
Pruebas que reflejan lesión hepatobiliar
Estas pruebas se pueden dividir en marcadores enzimáticos de daño hepatocelular y marcadores
de colestasis
2. Marcadores enzimáticos de daño hepatocelular
Estas pruebas comprenden aminotransferasas, deshidrogenasa de lactato, deshidrogenasa de
isocitrato, reductasa de sorbitol y deshidrogenasa de glutamato.
Aminotransferasas (normal: menor de 30 U/L en hombres y menor de 19 U/L en mujeres).
Las enzimas séricas aminotransferasa de alanina (ALT) y aminotransferasa de ácido L-aspártico
(AST) son los indicadores más sensibles y utilizados para el diagnóstico de lesión hepatocelular.
La ALT se localiza en el citosol de las células hepáticas más que en cualquier otro órgano y la AST
se encuentra como isoenzima mitocondrial y citosólica en varios tejidos, como hígado, corazón,
músculo esquelético, riñón, cerebro, páncreas, pulmón y células sanguíneas. Las
aminotransferasas se presentan en altas concentraciones dentro de los hepatocitos, donde
catalizan la transferencia del grupo amino alfa desde sus respectivos aminoácidos hacia ácido
cetoglutárico, lo cual da como resultado la formación de ácido oxalacético y piruvato más
glutamato. El incremento sérico de las aminotransferasas se presenta por daño celular o por
incremento de la permeabilidad celular
Las incrementos más elevados y agudos de aminotransferasas con predominio de ALT (más de 20
veces su valor normal, usualmente >1,000 U/L) se observan en hepatitis viral aguda, hepatitis
autoinmune, hepatitis isquémica, ligadura de la arteria hepática, obstrucción del conducto biliar,
necrosis hepática inducida por fármacos (por ej., acetaminofén) o toxinas.
Las grandes elevaciones agudas con predominio de AST se pueden deber a medicamentos o
toxinas en pacientes con daño hepático crónico por alcohol o por rabdomiólisis aguda. La AST
aumenta en infarto agudo del miocardio y enfermedades musculares, pero la ALT es normal, por
eso la ALT es más específica para enfermedades hepáticas que la AST.
Las elevaciones moderadas (5 a 20 veces su valor normal) se observan en los casos de hepatitis
aguda viral o inducidas por drogas (cocaína, metanfetaminas).
Los incrementos leves crónicos (menos de cinco veces el valor normal) se pueden encontrar en
personas con sobrepeso, hepatitis autoinmune, hígado graso de cualquier etiología,
esteatohepatitis no alcohólica, hepatitis viral crónica, uso de medicamentos y enfermedad celiaca.
Los valores normales de aminotransferasas no excluyen el diagnóstico de enfermedad hepática.
Por ejemplo, la ALT es normal en 50% de los enfermos de cirrosis alcohólica y la AST es normal en
25% de los casos.
La relación en suero de AST/ALT puede ser útil para el diagnóstico diferencial. En la mayor parte
de los casos de daño hepático agudo, la relación es menor o igual a 1. Una relación mayor a 2 con
ALT <300 U/L es indicio de hepatitis alcohólica, y una relación mayor a 3 señala de manera
categórica enfermedad hepática.
Deshidrogenasa de lactato (LDH)
Pocas veces añade información útil a la obtenida mediante la determinación de
aminotransferasas. Tiene poca especificidad diagnóstica para padecimientos hepáticos; posee una
amplia distribución tisular y se observan concentraciones séricas elevadas en casos de lesión en
3. músculo cardiaco o esquelético, hemólisis, choque, infarto renal y daño hepático agudo o crónico.
A menudo resultan aumentos moderados cuando hay trastornos hepatocelulares, como hepatitis
viral y cirrosis, y son menos comunes en afecciones colestásicas. Existen cinco isoenzimas de la
LDH, que en ocasiones son útiles. La situación en la que el aumento de LDH es útil en el
diagnóstico es en la hepatitis isquémica; cuando se acompaña de elevación de fosfatasa alcalina
podría haber infiltración hepática maligna.
Deshidrogenasa de isocitrato y deshidrogenasa de sorbitol
Son enzimas citoplásmicas específicas del hígado y los cambios en sus concentraciones se
asemejan a los que manifiestan las aminotransferasas, aunque con menor sensibilidad.
Deshidrogenasa de glutamato
Es una enzima mitocondrial que se localiza en hepatocitos centrolobulillares. Tienen mayor
sensibilidad para señalar hepatitis alcohólica que la AST, pero es incapaz de diferenciar entre un
hígado graso y una hepatitis alcohólica.
Fosfatasa alcalina (FA 45-115 U/L)
Es una familia de isoenzimas que catalizan la hidrólisis de ésteres de fosfato a un pH alcalino
óptimo. Las isoenzimas de la fosfatasa alcalina (FA) se encuentran en el hígado, hueso, placenta
(en el primer trimestre), riñones, intestino y células sanguíneas. En el hígado se relaciona con los
sinusoides y las membranas canaliculares; también está presente en el citosol. La mayor parte de
la FA circulante se origina en el hígado o hueso en personas sanas. Los valores normales de la FA
varían con la edad; se encuentran concentraciones altas durante la niñez, en la pubertad (es tres
veces mayor que en los adultos debido al rápido crecimiento óseo) y en la vejez (los niveles son
mayores en el sexo femenino que en el masculino). La concentración baja ocurre en la madurez
(los valores son más altos en el género masculino que en el femenino). Durante el periodo
gestacional también aumenta la concentración de FA debido al metabolismo y crecimiento
placentario. Los niveles de FA muestran una relación directa con el peso corporal, así como con el
número de cigarrillos fumados por día, pero la relación es inversamente proporcional a la altura.
Los dos diagnósticos principales en pacientes con FA elevada sin hiperbilirrubinemia significativa
son obstrucción biliar parcial e infiltración hepática.
Es el mejor indicador de obstrucción biliar, pero no diferencia entre colestasis intrahepática y
obstrucción extrahepática. Los valores altos (más de cinco veces lo normal) apoyan el diagnóstico
de obstrucción, pero concentraciones normales virtualmente excluyen este diagnóstico.
Debido a la vida media sérica de la FA, que es de alrededor de una semana, la concentración sérica
puede mantenerse alta durante varios días después de la resolución de la obstrucción biliar. El
aumento sérico de FA es resultado de la síntesis y liberación de la enzima, así como de una
excreción insuficiente. En lactantes con concentración en extremo elevadas hay que considerar el
diagnóstico de atresia congénita de vías biliares intrahepáticas.
Los valores elevados de FA en pacientes con cáncer podrían ser indicio de metástasis hepáticas u
óseas.
4. Por otro lado, la concentración baja de FA se presenta en hipotiroidismo, anemia perniciosa y
deficiencia de zinc. En pacientes con enfermedad de Wilson complicada con hepatitis fulminante o
hemólisis hay una concentración muy baja o indetectable de FA.
Gammaglutamil transpeptidasa (GGT 0 a 30 U/L)
Es una enzima microsómica que cataliza la transferencia de grupos gamma-glutamil de glutatión a
un aceptor que puede ser un aminoácido, un péptido o una molécula agua. Se localiza en las
membranas celulares del epitelio biliar y hepatocitos, aunque se puede encontrar en muchos
tejidos, como riñón, bazo, páncreas, corazón, pulmón y cerebro. La GGT no se encuentra en
cantidades apreciables en hueso, por lo que es útil para confirmar el origen hepático de una FA
elevada. Los valores de GGT normales son significativamente mayores en niños que en adultos.
Los anticonvulsivos, la warfarina, y el alcohol inducen a la enzima GGT. Una relación GGT/FA
mayor de 2.5 podría ser indicio de abuso de alcohol.
5’-Nucleotidasa (0 a 11 U/L)
Cataliza la hidrólisis de nucleótidos mediante la liberación de fosfato inorgánico desde la posición
5 de la pentosa. Se encuentra en muchos tejidos, como hígado, músculo cardiaco, cerebro, vasos
sanguíneos y páncreas. Por esta razón, un valor alto en suero no es exclusivo de daño hepático.
A diferencia de la FA, es normal en embarazadas y en personas con enfermedades óseas. Posee
una sensibilidad similar a la de la FA para detectar obstrucción biliar, infiltración hepática y
colestasis. Su concentración sérica es particularmente útil para diagnosticar hepatopatías en niños
y embarazadas, en los cuales la FA es elevada, desde el punto de vista fisiológico. En conjunto, la
GGT y nucleotidasa 5′ se utilizan para determinar el origen del incremento sérico de la FA.
También se usa para dar seguimiento a metástasis de tumores hepáticos.
Aminopeptidasa de leucina (LAP)
Se encarga de cortar aminoácidos del extremo N-terminal de los péptidos. Es ubicua, pero un valor
alto es específico en casos de embarazo y enfermedad hepatobiliar; las elevaciones mayores se
encuentran en casos de obstrucción biliar.
Bilirrubina (0.0 a 1.0 mg/100 mL)
La bilirrubina es un anión orgánico que procede sobre todo del catabolismo de la hemoglobina. La
cuantificación de esta en el suero es importante para evaluar la función hepática. Consiste en dos
formas principales, una soluble en agua, conjugada o directa y una soluble en lípidos, no
conjugada o indirecta.
La concentración de bilirrubina es significativamente más alta en el género masculino que en el
femenino. Y un punto negativo es que No es un indicador sensible de disfunción hepática. El nivel
sérico de bilirrubina es un factor útil para pronosticar la enfermedad hepática crónica, sobre todo
en la cirrosis biliar primaria y otras enfermedades hepáticas colestásicas, así como en insuficiencia
hepática.
5. La hiperbilirrubinemia no conjugada (fracción de bilirrubina indirecta >85% del total sérico de
bilirrubina) se puede observar cuando hay aumento en la producción, hemólisis, eritropoyesis
inefectiva, resorción de un hematoma, defectos en la toma y conjugación, pero rara vez se debe
por daño muscular.
Cuando es probable el diagnóstico de hemólisis es necesario buscar la causa específica (análisis de
deshidrogenasa de glucosa 6-fosfato, prueba de Coombs (es una prueba que busca anticuerpos
que puedan fijarse a los globulos rojos y causar su destrucción prematura) , electroforesis de
hemoglobina(tecnica de laboratorio en la que se usa corriente eléctrica para separar sustancias,
como proteínas y ac. Nucleicos) ). Por otra parte, la hiperbilirrubinemia conjugada (fracción de
bilirrubina directa >50% del total sérico de bilirrubina) se debe a defectos congénitos o adquiridos
en la excreción de bilirrubina y su regurgitación hacia el plasma.
La bilirrubina sérica elevada y FA normal son indicio de hiperbilirrubinemia constitucional o estado
hemolítico. La magnitud del aumento de bilirrubina puede ser útil en cuanto al pronóstico en
pacientes con hepatitis alcohólica, cirrosis biliar primaria e insuficiencia hepática aguda.
El valor pronóstico de la bilirrubina está cobrando un papel muy importante, ya que puede
predecir desenlaces importantes como muerte o trasplante hepático en enfermedades como
hepatitis alcohólica y cirrosis biliar primaria. Y también El valor de bilirrubina ha demostrado tener
una importancia en el pronóstico en pacientes con carcinoma hepatocelular.
Ácidos biliares en suero
Son aniones orgánicos sintetizados en el hígado a partir del colesterol; la glicina o la taurina los
conjugan y, posteriormente, se excretan hacia las vías biliares. La detección de ácidos biliares en el
plasma significa un índice útil para medir el grado de disfunción hepática. Esta prueba es más
sensible que la bilirrubina sérica para descubrir padecimientos hepatobiliares. La concentración
más elevada de ácidos biliares se observa en la hepatitis viral, cirrosis biliar primaria, colangitis
esclerosante, obstrucción extrahepática y esteatohepatitis no alcohólica. Los ácidos biliares séricos
no sólo reflejan daño hepatocelular, sino también absorción intestinal alterada, captación
hepática, excreción y cortocircuitos portosistémicos alterados.
Relación ácido cólico/quenodesoxicólico
Es útil para el diagnóstico diferencial cuando la concentración total de ácidos biliares tiene un
valor elevado en suero. En personas normales, esta relación es de 0.5 a 1, se reduce de 0.1 a 0.58
en casos de cirrosis, hepatopatías crónicas y rechazo agudo de trasplante hepático, y aumenta de
0.96 a 3.6 en casos de obstrucción de las vías biliares.
Verde de indocianina
Es un colorante que se administra por vía intravenosa (0.5 mg/kg) y se metaboliza en el hígado en
un 70 a 95%.
No es tóxico, ni sufre biotransformación, y es posible cuantificar directamente su concentración en
una sola muestra de sangre por medio de espectrofotometría. En las enfermedades hepáticas, su
depuración es menor. Su concentración también depende del flujo hepático. por lo que el
principal uso del verde de indocianina es aún la medición del flujo sanguíneo hepático.
6. Pruebas para medir la capacidad de depuración del hígado
También es posible evaluar la función hepática mediante sustancias que el hígado metaboliza de
modo selectivo. Las pruebas más utilizadas son la depuración de antipirina y la prueba de aliento
de aminopirina marcada. En caso de seleccionar Cualquier fármaco este fármaco que se
seleccione para efectuar una prueba debe ser inocuo y el hígado lo debe eliminar; además, la
medición del fármaco o metabolito debe ser simple y reproducible. En general, estos estudios se
consideran como pruebas cuantitativas de funcionamiento hepático.
Depuración de antipirina
La antipirina es un sustrato para la oxigenasa citocromo P-450. Se absorbe por completo en el
intestino, se distribuye en el agua corporal total y la descompone el hígado. El metabolismo de la
antipirina se altera fuertemente en los padecimientos hepáticos crónicos y, en menor grado, en las
hepatopatías agudas como la hepatitis viral y la ictericia obstructiva. El metabolito de la antipirina
se mide en la saliva 24 horas después de la administración oral (15 mg/kg). El tiempo para realizar
la prueba aún no se establece con certeza.
Prueba de aliento con aminopirina
La aminopirina (14C-dimetilaminoantipirina) se perfeccionó para evaluar la depuración hepática
de fármacos sin la necesidad de tomar muestras repetidas. Ciertas enzimas microsómicas
hepáticas descomponen esta sustancia en 14C-formaldehído, cuyo metabolismo posterior lleva a
la producción de 14C2. Este último paso oxidativo depende de la presencia de folatos y estado
redox, por lo que el estudio es insatisfactorio si los folatos, vitamina B12, aminoácidos o glutatión
están alterados, también es insatisfactorio si hay infección, o si están presentes enfermedades
tiroideas.
La radiactividad se mide en aliento en las dos horas siguientes a la administración oral o
intravenosa. La prueba de aliento de aminopirina puede resultar normal en los pacientes con
cirrosis, y debe estar normal o muy poco alterada en pacientes con colestasis medicamentosa u
obstrucción extrahepática. Es muy útil para dar un pronóstico y evaluar la mortalidad a corto plazo
de pacientes con hepatitis alcohólica y en la detección de neoplasias hepáticas.
Prueba de aliento con cafeína y depuración salival
Es una prueba análoga a la prueba de aliento con aminopirina, pero sin la necesidad de utilizar
radioisótopos. Tiene un valor mínimo como prueba para padecimientos hepáticos de evolución
temprana y mediana. La edad, la cimetidina (antagonista de recpetores H2 de la histamina, inhibe
rápidamente la secreción acido gastrica) y el tabaquismo afectan la prueba. Los metabolitos de la
cafeína se miden en la saliva 24 horas después de la administración oral. Es una prueba
relativamente fácil de ejecutar.
Capacidad de eliminación de galactosa
La eliminación de galactosa procedente de la sangre depende de la rápida fosforilación de la
galactocinasa en los hepatocitos, y es posible determinarla después de una infusión intravenosa
constante con un bolo intravenoso o de una carga oral (0.5 g/kg).
7. Se hacen mediciones seriadas en sangre colectada 20 a 50 minutos después de la infusión. En
sujetos normales, la capacidad máxima de eliminación hepática de galactosa es de casi 500 mg por
minuto a una concentración plasmática de 50 mg/100 mL. Arriba de una concentración plasmática
de 50 mg/100 mL refleja la masa hepática funcional. En general, esta prueba es muy laboriosa para
usarla en forma rutinaria.
Síntesis de urea
El hígado metaboliza nitrógeno de las proteínas y sintetiza urea. El grado de síntesis de urea
depende de la toma exógena de nitrógeno y del catabolismo proteínico endógeno. La urea
sintetizada se distribuye en el agua total corporal, y se excreta por la orina o se difunde dentro del
intestino. Dos mecanismos pueden modificar la síntesis hepática de urea a partir del amoniaco
intestinal, estos mecanismos son la , insuficiencia hepatocelular o cortocircuito portosistémico
intrahepático (como ocurre en la cirrosis).
Pruebas para medir la función sintética del hígado
Albúmina
Alrededor de 10 a 15 gramos de albúmina sintetizan y secretan todos los días los hepatocitos.
Cuantitativamente, es la proteína más importante que sintetiza el hígado en el plasma; además, es
un indicador usual de la función hepática. La vida media de la albúmina en suero es de 14 a 21
días. La concentración sérica de esta proteína no es un indicador confiable de la síntesis proteínica
en enfermedad hepática aguda. La concentración sérica de la albúmina refleja una variedad de
factores extrahepáticos, como estado nutricional, integridad vascular, catabolismo, factores
hormonales, pérdida por la orina y por las heces.
A pesar de sus limitaciones, el nivel sérico de albúmina se relaciona en forma directa con el
pronóstico en la enfermedad hepática crónica.
Tiempo de protrombina y factores de coagulación
El hígado tiene una función importante en la hemostasia. Sintetiza los factores de coagulación I
(fibrinógeno), II (protrombina), V, VII, IX y X. La mayoría de estos factores están presentes en
exceso, y las anormalidades en la coagulación ocurren sólo cuando empeora en forma sustancial la
habilidad del hígado para sintetizar estos factores. En enfermedad hepatocelular aguda o crónica,
el tiempo de protrombina (TP) puede servir como indicador pronóstico. El diagnóstico diferencial
de un tiempo de protrombina elevado abarca deficiencia de vitamina K (causada por desnutrición,
malabsorción o uso de antibióticos), administración de warfarina, coagulopatías por consumo (por
ej., coagulación intravascular diseminada), deficiencias congénitas raras y enfermedad hepática.
Por lo regular se mide la concentración del factor VIII (producido por las células endoteliales
vasculares) para distinguir entre la coagulación intravascular diseminada y enfermedad hepática,
la cual es baja en la primera y normal o incrementada en la enfermedad hepática. La medición del
tiempo de protrombina es más útil en los casos de enfermedad hepática aguda que en los casos
crónicos, ya que permite una evaluación de la función hepática de síntesis del momento.
8. Lípidos plasmáticos y lipoproteínas
Son frecuentes las concentraciones plasmáticas anormales de lípidos y lipoproteínas cuando hay
daño hepático. Cuando existe daño hepatocelular agudo se incrementa la concentración
plasmática de triglicéridos, disminuyen los valores de ésteres de colesterol y se observan modelos
electroforéticos anormales de lipoproteínas.
Metabolismo de la bilirrubina
La bilirrubina es un tetrapirrol lineal liposoluble que procede del metabolismo del grupo hemo. El
85% proviene de la hemoglobina de los hematíes circulantes maduros, destruidos en el sistema
reticulohistiocitario. El 15% de la bilirrubina restante procede del catabolismo de hemoproteínas
tisulares, como mioglobina, catalasas y citocromos, en particular el citocromo P450, y de la
destrucción en la médula ósea de hematíes inmaduros.
En la conversión del grupo hemo de la hemoglobina en bilirrubina intervienen dos enzimas. La
hemooxigenasa microsomal convierte el hemo en biliverdina y la reductasa citosólica reduce esta
última en bilirrubina. Como observamos en la imagen Ambas enzimas utilizan al NADPH
(nicotinamida adenina dinucleótido fosfato) como cofactor y están presentes en todos los tejidos,
pero abundan principalmente en células del retículo endotelial, hepatocitos, túbulos renales y en
la mucosa intestinal, ahora La globina y el hierro de la hemoglobina se eliminan cuando la primera
(la globina) pasa a la circulación sanguínea, y el segundo (Hierro), al hígado en forma de depósito.
La bilirrubina circulante es transportada por medio de su unión reversible y no covalente con la
albúmina, la fracción resultante se le denomina bilirrubina indirecta o no conjugada. Una vez que
la bilirrubina indirecta unida a la albúmina es transportada al hígado, atraviesa la membrana
basolateral de los hepatocitos y se disocia de la albúmina, a través del OATP2 (transportador de
aniones orgánicos tipo 2), Dentro del citosol, proteínas citosólicas, como la ligandina Y y Z, se unen
a la bilirrubina y la transportan hacia el retículo endoplásmico liso del hepatocito para su
conjugación con ácido glucurónico, y así evitar el regreso del pigmento libre hacia el plasma. Esta
esterificación se realiza gracias a la transferencia de glucurónido procedente del ácido
uridindifosfato-glucurónido (UDPGA) a la bilirrubina, en presencia de una enzima, la
glucuroniltransferasa, que actúa como catalizador.
Una vez convertida en un pigmento hidrosoluble, la bilirrubina es excretada de la célula hepática al
canalículo biliar para formar parte de la bilis.
9. En la vesícula biliar, 80-85% de la bilis se encuentra formada por diglucurónidos de bilirrubina,
mientras que 15-19% la constituyen monoglucurónidos de bilirrubina; La bilirrubina conjugada
excretada dentro de la bilis fluye hacia el duodeno y atraviesa sin cambios el intestino delgado
proximal hasta que alcanza el intestino delgado distal y el colon, donde es hidrolizada a bilirrubina
no conjugada por medio de la enzima β glucuronidasa proveniente de las bacterias intestinales. La
bilirrubina resultante es reducida por la flora intestinal hacia urobilinógeno; 80- 90% de éste es
excretado en las heces fecales sin cambios o puede ser oxidado a urobilina o estercobilina,
productos que confieren el color característico de la orina y las heces, respectivamente. De 10-
20% restante del urobilinógeno es absorbido de forma pasiva y recirculado a través de la
circulación enterohepática para su reconjugación y posterior excreción hacia la bilis