1. CLAUDIO GUILLEN
UniversidadAutónoma de Barcelona
La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes
Quisiera comentar hoy un solo poema, la "Epístola a Boscán"
de Garcilaso de la Vega. Claro que no hay, en el fondo, tal soledad.
Unas circunstancias envolventes se compenetran con las palabras
de Garcilaso hasta tal punto que se nos aparecen como si fueran
palabras pensadas, pero ausentes. O que actúan como si fueran pa-
labras ausentes, pero relativamente perceptibles.
Y me pregunto: ¿es menos completo, menos exhaustivo, el uso
del lenguaje en la vida misma, en nuestras experiencias cotidianas,
que en la literatura? Resulta difícil contestar que sí. Piénsese en
las palabras que intercambian dos personas muy unidas en el
convivir de todos los días. Cuanto más tiempo hayan convivido dos
personas, más serán las cosas que no tendrán que decirse, más los
recuerdos que no hará falta mencionar, más las situaciones fami-
liares que se darán por conocidas y entendidas. Las palabras no di-
chas, virtuales, innecesarias, se cruzan de tal modo en cualquier
instante con las que se pronuncian.
También las situaciones históricas que fundamentan la obra
artística, así como las condiciones o convenciones temáticas y gené-
ricas, que el lector de entrada comparte con el autor, hacen posible
que la comunicación se sitúe en cierto punto entre dos extremos: la
redundancia y la inhibición; la entrega y la contención; el desarro-
llo implícito y el mensaje sugerido. Entre la palabra, en suma, y
aquellos silencios y aquellas semiexpresiones que abundan en
nuestra experiencia práctica. Abunda en la poesía de lengua espa-
ñola tanto —ocasi tanto— la concisión como la palabrería propia de
la tradición retórica. La literatura, tantas veces inmoderada, fluc-
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
2. 486 Claudio Guillen
túa entre el maximalismo y el minimalismo. En este segundo caso
el lector y el comentarista se ven obligados a sobrentender lo que
no se dice -en el fiel de la balanza entre la certidumbre y la conje-
tura.
El estudio del texto literario es un proceso móvil, caracteriza-
do por acentuaciones dispares pero no excluyentes; y abierto a un
vaivén constante entre el saber y el conocer. Hoy creo que sé más,
en torno a la "Epístola a Boscán", que hace unos años. Nada más
natural que esa progresión en el saber. ¿Pero quiere ello decir que
conozco y entiendo mejor el poema? ¿O acaso se me aparece hoy la
epístola, más, mucho más que antes, como un empeño plural e in-
concluso de comunicación?
I
Los dieciseis primeros versos introducen y preparan el poema entero.
EPÍSTOLA
Señor Boscán, quien tanto gusto tiene
de daros cuenta de los pensamientos,
hasta las cosas que no tienen nombre,
no le podrá faltar con vos materia,
ni será menester buscar estilo 5
presto, distinto, d'ornamento puro,
tal cual a culta epístola conviene.
Entre muy grandes bienes que consigo
el amistad perfeta nos concede
es aqueste descuido suelto y puro, 10
lejos de la curiosa pesadumbre;
y así, d'aquesta libertad gozando,
digo que vine, cuanto a lo primero,
tan sano como aquel que en doce días
lo que solo veréis ha caminado 15
cuando el fin de la carta os lo mostrare1
.
1
Cito el texto de la edición, excelente, de Bienvenido Morros, Garcilaso de
la Vega, Obrapoética y textos en prosa, Barcelona, "Crítica", 1995,pp.115-119.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
3. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 487
Notad ante todo que el poema se presenta a sí mismo como
"carta" y "epístola", sin rodeos ni ambigüedades. Pues ¿qué es lo
distingue una epístola en verso de un poema dedicado a alguien,
del elogio enviado a un amigo, de un soneto a los cabellos de Lisi o
un epigrama a los ojos de Amarilis? Lo propio de la epístola en ver-
so es que se manifiesta e introduce a sí misma como escritura, co-
mo correspondencia escrita, indicando al final, por ejemplo, la fecha
en que se redacta, o al principio el nombre del destinatario, o decla-
rándose como carta -tres condiciones que aquí se cumplen. En
cuanto escritura la epístola en verso no es poesía lírica, no es pa-
riente del canto y de la música. La epístola es la anti-canción. Nin-
gún poema de Gercilaso se aleja tanto del cancionero de Petrarca, o
mejor dicho del petrarquismo al uso. Y sin embargo es éste el poe-
ma en que aparece el nombre de Petrarca.
El cual no había escrito epístolas en lengua toscana, corno
tampoco sus sucesores. Para cada lengua -o bien el latín, o bien el
toscano- entraba en juego un sistema diferente de géneros. Petrar-
ca no se había ensayado en la selección de formas italianas adecua-
das a géneros antiguos como la epístola.
Garcilaso sí hace frente a este desafío en su propia lengua, en
la estela de Horacio. Vale decir que todo lector del tan frecuentado
y admirado Horacio, tendría ante los ojos no sólo estos versos caste-
llanos sino el esquema genérico propuesto por el poeta latino en su
libro de epístolas. Me refiero, claro está, al llamado género autorial,
es decir, no a una categoría externa sino al proceso de incorpora-
ción y de transformación de un aliciente genérico por un autor de-
terminado en una obra precisa. Nos hallamos ante una forma de
complicidad de la literatura con su propia historia.
He aquí además que Garcilaso se ensaya, se aventura tan
conscientemente en el género de la carta poética que sus primeras
palabras hacen hincapié en la pertinencia de la teoría epistolar. En
las sociedades antiguas del Mediterráneo la composición de cartas
suponía sin duda un tránsito esencial de la oralidad a la escritura.
Ese tránsito tenía que ser guiado por un conjunto eficiente de nor-
mas y de usos. Los griegos manejaron varios manuales epistolares,
que distinguían entre los distintos tipos de cartas y ofrecían mués-
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
4. 488 Claudio Guillen
tras de cada uno. Durante siglos la escritura de cartas será indivi-
sible de un aprendizaje específico.
La tradición griega de la carta y de la definición de su conven-
cionalidad tuvo muchos conocedores e imitadores en Roma, aparece
en tratados de Retórica, origina las artes dictaminis de la Edad Me-
dia y los opúsculos teóricos de los humanistas de los siglos XVI y
XVII. En 1522 se publica el tomo que obtuvo un gran éxito en su
tiempo, el De conscribendis epistolis de Erasmo. En 1534, el año de
nuestra poema, Juan Luis Vives da a luz su propio tratado, titulado
como el de Erasmo.
Había explicado Cicerón en una carta a Curio (Fam. TV.2) que
existen varios géneros, genera epistularum, y que a cada cual co-
rresponden cierta materia y cierto estilo. Añádase que casi todos
estos escritos teóricos destacan una norma, la exigencia de breve-
dad, brevitas, a la que va unida generalmente -aunque no sea fácil
conciliar las dos- la de claridad, perspicuitas.
Garcilaso, patentemente sabedor de que es necesaria la elec-
ción de materia y estilo apropiados, como también el cultivo de la
brevedad y de la claridad, explícita al iniciar su proemio que su fa-
miliaridad con Boscán le facilita el cultivo de un lenguaje "presto",
"distinto" y exento de ornamento, es decir, sencillo. En este contex-
to "presto" viene a significar rápido, veloz, ligero. "Distinto" se usa
en su acepción de claro, como en el Diccionario de Autoridades:
"claro, inteligible y sin confusión".
Desde un principio Garcilaso apela para introducir estas
ideas a un término metafórico: la amistad. Es lo que la segunda
parte del proemio dilucida luminosamente. ¿Por qué se ofrecen sin
dificultad las cualidades que acabamos de ver? Porque éstas son
precisamente las virtudes de la amistad que el poeta siente por el
destinatario:
Entre muy grandes bienes que consigo
el amistad perfeta nos concede
es aqueste descuido suelto y puro,
lejos de la curiosa pesadumbre; 15
y así, d'aquesta libertad gozando,
digo que vine...
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
5. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 489
Este descuido y esta libertad son lo practicado tanto por los
amigos como por el escritor. Es decir, el ejercicio de la escritura
epistolar es como la amistad, se parece a la amistad, se confunde
con la amistad.
La curiosa pesadumbre -por ejemplo la conllevada por la poe-
sía lírica, con sus rimas y formas fijas- vale decir pesada diligencia,
atendiendo a la acepción del Diccionario de Autoridades: curiosidad,
"cuidado y diligencia que se pone para hacer algo con perfección y
hermosura". Otro adjetivo, "suelto", evoca la ductilidad que señala
Quintiliano en su Institutio oratoria (IX,4), al distinguir entre dos
clases de estilo: uno bien soldado o conjuntado, y el otro una cons-
trucción desatada o suelta, como en la conversación -dice-, el diálogo
y las epístolas: "oratio... soluta, qualis in sermone et epistolis."
Garcilaso pasará a dedicar el resto del poema al viaje de doce
días que acaba de realizar a caballo, rumbo a Ñapóles, entre Barce-
lona y Aviñón; y dará cuenta de los pensamientos que le pasaron
por la cabeza durante el viaje, que fueron una meditación sobre la
naturaleza de la amistad. En esta ficción -las reflexiones de un
viajero mientras viajaba- se basa el poema.
Recordad que en la tradición horaciana sólo la amistad consi-
gue que la expresión de consejos y preceptos morales sea aceptable.
Es este marco lo que hace posible que en las epístolas de Horacio
unas ideas abstractas o generales -cierta "filosofía moral"- adquie-
ran un carácter y una pertinencia existenciales, móviles, tempora-
les. La epístola aproxima la ética al vivir.
Perfecto conocedor del modelo, Garcilaso se sirve de la amis-
tad en primer lugar como metáfora expresiva de la informalidad
poética; y luego la convierte no sólo en marco epistolar sino en
asunto principal del poema. Vemos en acción el llamado género au-
torial, o sea, la elaboración singular y personal de un aliciente ge-
nérico previo.
Pasamos ahora al núcleo de la epístola, la meditación del via-
jero sobre la amistad. Todo es proceso, o mejor, camino. Camino
real o literal primero: Pero camino también, o vía, moral. Camino
como metáfora del escribir poético; y por añadidura de la forma del
pensamiento, narrado y presentado como proceso temporal.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
6. 490 Claudio Guillen
Recurre Garcilaso una vez más al tópico de in medio virtus,
dorada medianía que como veremos se acomoda mejor a la amistad
que al amor.
Alargo y suelto a su placer la rienda,
mucho más que al caballo, al pensamiento,
y llévame a las veces por camino
tan dulce y agradable, que me hace 20
olvidar el trabajo del pasado;
otras me lleva por tan duros pasos,
que con la fuerza del afán presente
también de los pasados se me olvida;
a veces sigo un agradable medio 25
honesto y reposado, en que'l discurso
del gusto y del ingenio se ejercita.
Iba pensando y discurriendo un día
a cuantios bienes alargó la mano
el que del amistad mostró el camino, 30
y luego vos, del amistad ejemplo,
os me ofrecéis en estos pensamientos,
y con vos a lo menos me acontece
una gran cosa, al parecer estraña,
y porque lo sepáis en pocos versos, 35
es que, considerando los provechos,
las honras y los gustos que me vienen
desta vuestra amistad, que en tanto tengo,
ninguna cosa en mayor precio estimo
ni me hace gustar del dulce estrado 40
tanto como lo amor de parte mía.
Éste conmigo tiene tanta fuerza,
que, sabiendo muy bien las otras partes
del amistad y la estrecheza nuestra,
con solo aquéste el alma se enternece; 45
y sé que otramente me aprovecha
el deleite, que suele ser pospuesto
a las útiles cosas y a las graves.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
7. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 491
Llévame a escudriñar la causa désto
ver contino tan recio en mí el efeto, 50
y hallo que'l provecho, el ornamento,
el gusto y el placer que se me sigue
del vínculo d'amor, que nuestro genio
enredó sobre nuestros corazones,
son cosas que de mí no salen fuera, 55
y en mí el provecho solo se convierte.
Mas el amor, de donde por ventura
nacen todas las cosas, si hay alguna,
que a vuestra utilidad y gusto miren,
es gran razón que ya en mayor estima 60
tenido sea de mí que todo el resto,
cuanto más generosa y alta parte
es el hacer el bien que el recibille;
así que amando me deleito, y hallo
que no es locura este deleite mío. 65
El poeta desenvuelve la meditación abierta por el verso 28.
Verso sencillísimo, eficiente y decisivo: "Iba pensando y discurrien-
do un día..." Ahora bien, ¿es compatible el pensamiento con la poe-
sía?
El pensamiento se literariza en la medida en que es un suceso
que alguien vive o ha vivido en el tiempo, un pensar o ir pensando
en un espacio y un momento determinados. El concepto es una ocu-
rrencia narrada, algo que ocurre y que se le ha ocurrido a alguien.
El uso del auxiliar ir comunica a la acción un carácter durativo; y
confirma la imagen de la meditación como proceso improvisado, li-
bre, sucesivo.
La deuda de Garcilaso con sus predecesores culmina en la
idea de que el placer mayor de la amistad reside en el sentimiento
que él, como amigo, siente hacia el otro. No hace falta que ese sen-
timiento salga de su propio ámbito, ni esperar a que sea correspon-
dido. Escribía Aristóteles, libro VIII, cap. 8 de la Ética Nicomá-
quea, que la amistad "parece radicar mas en querer que en ser que-
rido". Para el filósofo griego, resume Emilio Lledó, la amistad es la
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
8. 492 Claudio Guillen
forma suprema de felicidad humana2
. "Sin amigos nadie querría vi-
vir, aunque tuviese todos los otros bienes" (Et.Nic. VIII, 1, 1155a).
He ahí lo esencial, filiaciones y fuentes aparte. Lo que llama
la atención es la fuerza notabilísima con que el Renacimiento re-
descubre esta valoración clásica de la amistad; y la intensidad con
que este valor se expresa en la epístola de Garcilaso a Boscán. El
pensamiento se compendia en una idea, pero Garcilaso la presenta
con todo el vigor afectivo y el dinámico desarrollo que permite este
ir "discurriendo" progresivamente, sobre la marcha, a través de una
introspección tan insistida que los conceptos adquieren una inme-
diatez personal indiscutible.
Nótese bien que este desarrollo nos conduce del carácter de la
amistad a la experiencia del amor, pero mucho cuidado, sin distin-
guir entre los dos como hoy podríamos hacerlo. Trazar hoy una lí-
nea estática, imborrable, severa entre la amistad y el amor nos pro-
hibiría el acceso a Garcilaso, a Cervantes o a Shakespeare. Lo que
vamos a tener que entender es hasta qué punto la amistad es una
experiencia amorosa, o mejor dicho, puede dar entrada a esta expe-
riencia. La amistad y el amor son vasos comunicantes. Y ello aun-
que no conlleven, como en este caso, una dimensión sexual, la cual
es, permitidme la expresión, harina de otro costal.
En esta epístola el término más espacioso, el que más abarca,
es "amistad". Es en efecto la amistad un complejo moral y emotivo
más amplio que el "amor". El amor es el sentimiento, el componen-
te principal, culminante, de la amistad. Lo que Garcilaso va desen-
trañando es el sentimiento singular que ha de llamarse "amor" y
que se sitúa dentro de la amistad -en cuanto virtud, fruto, cima de
la varia, compleja relación amistosa (w. 53-54),
Delvínculo d'amor, que nuestro genio
Enredó sobre nuestros corazones...
E. Lledó, Introducción a Aristóteles, Ética nicomáquea. Ética eudemia,
trad. Juan Palli Bonet, Madrid, 1985, p.78.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
9. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 493
Con anterioridad habíamos leído "amistad" cuatro veces, con
la insistencia propia de este poema exento de rimas, pero, en com-
pensación, rico en reiteraciones semánticas interiores. (Así, en el
poema entero, "camino, caminando", 5 veces; "gusto, gustar", 5 ve-
ces; y se repiten varias formas de "amar"; de "amistad"; "pensa-
miento"; "deleite"; "provecho"; "bienes"; "alabado", "arrepentido",
"enterrado"...)- Ahora, desde el v. 41,surge el amor que se distingue
de los otros dones, de las "otras partes del amistad" (w. 43-44), y
que el poeta tiene "en mayor estima" que "todo el resto" de los bie-
nes o consecuencias de la amistad sensu lato. Ésta encierra otros
componentes, como los "provechos", las "honras", las "útiles cosas".
Pero la "parte" que es la emoción amorosa tiene la más placentera
prioridad, en cuanto "gusto", "placer" o "deleite". Y sin que tal de-
leite implique "locura" alguna, agrega el poeta sorprendentemente.
¿A quién se le ocurre que el placer de la amistad -o el placer
de ese amor que es el mejor fruto de la amistad- pueda confundirse
con la locura? Pues notadlo bien, a Garcilaso, antes de cerrar su
descripción, satírica, como en Horacio, del incómodo viaje por los
caminos del Sur de Francia.
Podría parecer luego, al final, que hemos llegado a Ñapóles
con el viajero, y a la ocasión para él de aclarar que no cree en los
tesoros escondidos. Pero termina la carta, no sin los circunloquios
que son convenciones del género, y resulta que el poeta escribe el
doce de octubre no en Ñapóles sino desde el camino de Provenza, en
Aviñón, donde vivió y murió Laura, la amada tan renombrada de
Petrarca. El poema termina con una reiteración más, la de "fuego".
Ami señor Durali estrechamente
abraza de miparte, sipudierdes.
Docedel mes d'otubre, de la tierra
donació el claro fuego de Petrarca
y donde están del fuego las cenizas 85
La tumba de Laura había sido descubierta un año antes de
escribirse estas palabras. Se encontró en una capilla de la iglesia
de los Frailes Mendicantes de Aviñón. Tan sonado fue el acontecí-
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
10. 494 Claudio Guillen
miento que el rey Francisco I, camino de una reunión con el papa
Clemente VII en Marsella, hizo una parada en la ciudad para visi-
tar la sepultura63
.
Pero no era necesaria esa información para que el lector aten-
to advirtiese el reto de esta yuxtaposición, quiero decir, para pre-
guntarse hasta qué punto cabía asociar la pasión amorosa del Pe-
trarca, tantas veces sentida como un fuego por él, a esa "locura" que
el poema diferenciaba netamente del placer de la amistad.
Ya vimos que en ninguna ocasión Garcilaso se había alejado
tanto de Petrarca; y es concebible que en ese instante, restituido
por la emoción y la palabra -y el paradigma aristotélico- al ámbito
de la amistad clásica, el modelo del amor a la mujer se le aparecie-
se como singularmente vano, exigente, irracional y extremado. El
neoplatonismo, con Marsilio Ficino en su De amore, había descrito
las consecuencias del deseo físico como "insaniae species'*. Pero lo
que aquí nos interesa, y sí se nos aparece como una coyuntura ca-
racterística del Renacimiento y de sus herederos, es la vinculación
de la amistad con el amor, entendida ya sea como mera diferencia,
ya sea como conjunción o mutua compenetración, ya sea como opo-
sición, rivalidad o confrontación.
Sí aparece el amor-locura en Garcilaso. La experiencia erótica
puede conducir a ella, cuando no da paso a la serena elevación y ge-
nerosidad espiritual del alma amorosa, o sea a la línea de ascenso
espiritual que trazan las palabras arquetípicas de Nemoroso en la
Eglogaprimera. No hay tiempo aquí para mencionar algunas refe-
rencias aisladas, en los sonetos o en la Elegía I, al deseo (soneto
XII)
...loco,imposible,vano,temeroso...
3
Este dato, como otros pormenores de las secciones II-III del presente capí-
tulo, se presenta con más detalles en mi artículo La "Epístola a Boscán" de Garci-
laso, en Comentario de textos literarios, ed. Manuel Crespillo y José Lara Garrido
(Anejo 9 de Analecta Malacitana), Málaga, 1997, pp. 75-92. No así las secciones
últimas, que se amplían en esta ocasión.
*Véase, sobre este capítulo en Ficino y los tratados de medicina de la época,
los comentarios de B. Morros en la edición citada, pp. 482 y 494.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
11. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 495
y a otros términos de comparación -fuego, dolor, tormento, enfer-
medad, muerte- que son tradicionales, sin reducirse a la tradición
petrarquista. Ahora bien, lo que pone de relieve en Garcilaso, com-
parando distintos textos suyos, es el carácter móvil de una pasión
que puede situarse en distintos puntos de la línea que lleva de la
amistad a la locura, como en la Egloga II. Los diferentes textos
componen una reflexión múltiple sobre las variedades del amor.
Una auténtica crisis de demencia-amor es lo que encontra-
mos en la Égloga II, que de tal suerte se opone a la primera. Alba-
nio, rodeado de sus amigos Salicio y Nemoroso, pierde la razón. La
amistad envuelve, como un marco, la historia amorosa. Y ésta, ade-
más, se presenta como un movimiento que deja atrás lo que previa-
mente no era sino una relación amistosa.
Albanio mismo cuenta a Salicio lo sucedido: (w. 314-323):
Basta saber que aquesta tan sencilla
y tan pura amistad quiso mi hado
en diferente especie convertüla,
en un amor tan fuerte y tan sobrado
y en un desasosiego no creíble
tal que no me conosco de trocado.
El placer de miralla con terrible
Yfierodesear sentí mesclarse,
Que siempre me llevaba a lo imposible.
La amistad, entiende bien Albanio, se ha convertido en "dife-
rente especie, que pasa a coincidir con una locura no metafórica si-
no real. Recordáis que Albanio quiere y requiere a quien presta ser-
vicio a Diana, diosa de la castidad. Y cuando al enloquecer se ima-
gina que él se ha quedado sin cuerpo (w. 919-921) -
Espíritu soy, de carne ya desnudo,
Que busco el cuerpo mío, que m'ha hurtado
Algún ladrón malvado, injusto y crudo -
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
12. 496 Claudio Guillen
no se sugiere sino se designa la división o mutilación que la irrea-
lización del amor trae consigo. Camila huye no ya de Albanio sino
de toda infracción de la ley de la castidad. Desearla era pretender
un imposible. El punto en que aquí Garcilaso sitúa la experiencia
móvil del sentimiento amoroso es la crisis que produce otro imposi-
ble, la negación del cuerpo por parte de determinado neoplatonis-
mo.
La transformación de Albanio caracteriza, como en la tradi-
ción clásica, el devenir de un mismo género de sentimiento, o la
complicación de un mismo origen. El èros, explicaba Aristóteles, es
un grado extremo, una hyperbolé, de la philía. "El èros vendría a
ser" -resume Laín Entralgo-, "en suma, una amistad especialmen-
te intensa a la que se añade un componente homo o heterosexual."
Es éste el añadido, el tránsito que aparece en la Egloga II, en el
ánimo de Albanio, calificándose de "loco error" y de "furor.
II
Conviene, pues, situar la alabanza encendida de la amistad en su
entorno apropiado, vale decir en su momento histórico, y ello es
precisamente lo que efectúa la epístola de Garcilaso. No era lo
mismo encarecer y ensalzar la amistad en los tiempos de Aristóte-
les, de Teofrasto o de Cicerón que volver a esa ponderación en pleno
auge de lo que llamamos Renacimiento. Cierto es que el encomio de
la amistad es uno de los temas frecuentes, omnipresentes, del Hu-
manismo. Fue brillante en su día, por ejemplo, el certamen de la
Accademia coronaria de Florencia el año 1441, ideado por Leon
Battista Alberti, que se centró en la amistad como asunto, propo-
niéndose ante todo tratarlo en lengua vulgar, pero restaurando el
uso de antiguas formas prosódicas latinas. Así la recuperación
"neoclásica" era múltiple. Ahora bien, el entorno era complejo y
nuevo. Los siglos anteriores habían dado entrada a creaciones deci-
sivas: aquella gran llamarada que encendieron los trovadores pro-
venzales del siglo XII, hasta llegar al petrarquismo triunfante de
las primeras décadas del siglo XVI y las siguientes -¿cuánto no
abarcó, a cuánto no se extendió la expresión literaria del amor?
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
13. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 497
Está bastante claro que la revitalización de valores pasados, la ple-
na recuperación de la amistad, tenía que crear tensiones inéditas
con el presente.
Se abre así camino una problemática singular, la conciencia
de todo cuanto diferencia la amistad del amor -ante todo varonil- y
también de todo cuanto tienen en común. Se plantean la búsqueda
de equilibrio, la rivalidad, la confrontación, el diálogo. Estábamos
en el año 1534, con Garcilaso. Sabido es que no muchos años des-
pués estas tensiones aparecerán en las páginas de los escritores
principales del Renacimiento. Es más, de los mejores, de los que
evocaré tres, muy breve y modestamente, en lo que queda de esta
conferencia.
En el famoso capítulo XXVIII del Libro I de los Essais Mon-
taigne contrasta él también el fuego temerario y el deseo frenético
del amor ("désir forcéné") con la dulzura y la delicadeza de la amis-
tad. Montaigne tiene claro que la amistad y el amor ni se confun-
den, ni son en absoluto comparables, por la sencilla razón de que
sus objetos son distintos; y el del amor es la mujer, que es un ser
inferior. En la relación con la mujer interviene acaso un tercer tér-
mino, la sexualidad, que Montaigne no desprecia lo más mínimo,
pero aunque puede imaginarse una relación amorosa en que el
hombre se entregue entero, la capacidad ordinaria de la mujer no
está a la altura de tal comunicación. No podía la relación con la
mujer alcanzar, con sexualidad o sin ella, la calidad de la extraor-
dinaria compenetración anímica, espiritual e intelectual que había
conocido Montaigne con La Boétie, en contraste con la cual todo el
resto de su vida se le aparece como humo, o como noche oscura y
aburrida. Entre otras virtudes, cabe destacar la igualdad total que
existía entre los dos amigos. En efecto, la asimetría caracteriza la
relación con la mujer. Y nótese, la relación homosexual también,
"esa otra licencia griega" ("cet'autre licence Grecque") de la que
nuestro sabio humanista tiene noticia y que él interpreta asimismo
como asimétrica, por cuanto asocia a un adulto estimado princi-
palmente por su sabiduría con un joven apreciado sobre todo por su
belleza.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
14. 498 Claudio Guillen
Claro que nos hallamos ante una amistad excepcional, de todo
punto extraordinaria, lo que podríamos llamar "una gran amistad"
con el mismo énfasis que suele acompañar las palabras "un gran
amor". He aquí, a mi entender, lo que los dos tienen en común. Ver-
dad es que en la épica griega y la latina las amistades ejemplares
asumían un carácter heroico, del que Montaigne sin duda sería
consciente. Pero es concebible que el ardor del sentimiento amis-
toso en él y La Boétie se apropiara de ciertas cualidades del amor
celebrado por los poetas y narradores de los siglos XV y XVI. De-
cíamos antes que la convergencia de dos concepciones, una antigua
y otra presente y actualizada, como si el resto del contexto presente
no existiera, tiene sus límites. La unión de Montaigne y La Boétie
se debe a una mezcla enigmática de factores que al parecer compar-
ten bastantes cosas con el petrarquismo vigente que reconocemos
en los veintinueve sonetos escritos ¿por quién?, por el segundo de
los amigos, Etienne de la Boétie, y publicados después de su muer-
te por el primero.Y La Boétie explícita en su Soneto XII hasta qué
punto sigue
Du Florentin transí les regrets langoureux...5
¿No hay cierto grado de petrarquismo en la amistad "fatal" e
"inexplicable"que unía a los dos grandes amigos?
Recuérdesen también, siquiera un minuto, los Sonetos de
Shakespeare. Sabemos que Shakespeare se interesó por la historia
de Cardenio, que ocupa unos capítulos anteriores al "Curioso im-
pertinente" en la Primera Parte del Quijote6
.La estructura trian-
gular del "Curioso impertinente" no había de sorprenderle, puesto
que había aparecido en sus Sonetos. En los dos textos un hombre
comparte una mujer, velis nolis, con el amigo a quien ama. En la
larga secuencia de Shakespeare el amor y la amistad quedan some-
6
Más adelante el soneto menciona a Catulo y Propercio.
6
Véase el valioso estudio de A. Luis Pujante, 'Doublé falsehood' and Verbal
Parallels with Shelton's "Don Quixote", en "Shakespeare Survey 51", ed. Stanley
Wells, 95-105 ; y Cardenio, en The Norton Shakespeare based on the Oxford edi-
tion, ed. Stephen Greenblatt, Nueva York y Londres, 1997, p. 3109.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
15. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 499
tidos a análisis y a un proceso incansable de variación y explora-
ción. Y ello sin que se llegue a trazar ninguna línea firme o estable
entre los dos. La dinámica del sentimiento amoroso -afecto, ternu-
ra, adoración, pasión- conduce fácilmente de una relación a la otra,
ya sea de hombre a hombre, ya sea de hombre a mujer, ya sea de
hombre a mujer y a hombre. Lo que está en juego es la inteligencia
del amor en todos sus modos y aspectos -su complejidad, su natu-
raleza multiestratificada y enigmática, su dependencia de la belle-
za, de la admiración o del transcurso del tiempo. El cultivo de una
amistad noble, superior, como en Garcilaso, se encuentra en la pri-
mera parte de los sonetos y no excluye el uso de términos y senti-
mientos amorosos.
No hay trama, no hay relato, en los Sonetos, sino una serie de
variaciones (poco menos que musicales) temáticas y formales. El
poeta inventa un espacio poético, tan ficcional como el de sus dra-
mas, en que se borra toda frontera entre la amistad y el amor, por
un lado, y, por otro, toda frontera entre la inclinación de esa emo-
ción dual hacia el hombre y su inclinación hacia la mujer. La se-
xualidad asimismo interviene y el poeta manifiesta su percepción
de unos niveles oscuros de emoción y deseo, en relación tanto con la
amistad como con el amor, sean masculinos o femeninos. Pero la
sexualidad, una vez más, es otra cosa, otra cuestión, un tercero en
discordia, una suerte de experiencia móvil, que pasa de un terreno
a otro. Si introducimos el modelo del "Curioso impertinente", el poe-
ta en los Sonetos resulta ser más consciente que Anselmo de lo que
significa compartir una mujer con un amigo. Se nos presenta la os-
curidad que rodea la experiencia humana de la amistad y del amor,
la continuidad o la diferencia que vincula a ambos, la relación de
cualquiera de los dos con el deseo sexual, y en suma la pluralidad
que el lenguaje poético procura descubrir. A todos los niveles puede
implicarse la moderación, la inminencia del exceso, la pérdida de la
razón, la extravagancia y la locura frenética. En los Sonetos la in-
troducción de lo sexual conlleva más de una vez la virtualidad de la
violencia.
Si en la literatura, como sugiere Harold Bloom, se plantea con
el Renacimiento y con sus más altas consecuencias el descubrí-
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
16. 500 Claudio Guillen
miento del hombre, habrá sido un paso decisivo la conciencia, tanto
en Shakespeare como en Cervantes, de nuestro desconocimiento de
lo humano.
No dudo de que tenéis presente "La novela del Curioso im-
pertinente", que ocupa los capítulos 33, 34 y parte del 35 del primer
Quijote.También en este caso la relación amistad-amor es todo me-
nos simplificable. El terreno es sin duda resbaladizo. En esta oca-
sión, todo crítico hiperespecializado, o ideológico en demasía, dejará
mucho más clara ante el mundo su propia limitación que la obra
comentada. El fundamento del cuento es la amistad perfecta, pro-
verbial, que une a Anselmo y Lotario. Como en la antigua tradición
folklórica y literaria, bien conocida y que se remonta al menos has-
ta la Disciplina clericalisdel siglo XII, la amistad disfruta de abso-
luta prioridad y las mujeres son cosas que entre amigos pueden
regalarse y pasarse de mano en mano. Es ésta la perspectiva de la
voz narrativa de "El curioso impertinente", que es nítidamente
diferente de la del Quijote,y al ofrecer un relato intercalado, leído
por el cura a unos personajes de la historia circundante, no acuita
su ficcionalidad (esa ficcionalidad cuyo valor el cura había cuestio-
nado en el capítulo anterior, con motivo de las novelas de caballe-
rías). Es ésta una de sus funciones, evidentemente, la acentuación
del carácter "histórico" del Quijotemismo, la ilusión de no-ficciona-
lidad. Pero hay otra sugerencia, la del deseo de una mayor intimi-
dad por parte de Anselmo con Lotario, cuando le propone que in-
tente seducir a su esposa. El propio Anselmo describe esta necesi-
dad como una "enfermedad", comparable a ciertas aficiones compul-
sivas de las mujeres. De tal suerte Anselmo declara lo que tiene en
común con cierta conducta compulsiva femenina.
Conocéis también la aguda lectura de Francisco Ayala, según
el cual Cervantes insinúa la existencia de unos "impulsos oscuros"o
"móviles subconscientes" que entran en conflicto con las conductas
convencionales. Estoy de acuerdo. Llamar esos impulsos sencilla-
mente homosexuales no es objetable, pero es saber más de lo que
entendía el propio Anselmo y menos de lo que sugería Cervantes. Si
hay mensaje escondido, lo principal es su condición de escondido -
lo recóndito, lo velado, lo oscuro, lo desconocido de esos impulsos.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
17. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 501
Su turbiedad señala no ya una patología precisa sino una comple-
jidad cuyo correlato más interesante es la incapacidad de todos
para comprenderla. La homosexualidad virtual no es más significa-
tiva en este caso que la oscuridad tan tangible y el desconocimiento
que la rodean. ¿Quiso acaso Anselmo, como Ulises en el Inferno de
Dante, y sus antecedentes bíblicos, saber demasiado?
En Cervantes lo que está en juego es el conocimiento de los
demás seres humanos, en particular de las mujeres. De ahí la
"prueba de la esposa", ariotesca, a la que Anselmo quiere someter a
Camila. La posesión suprema y el mayor dominio posible de un mu-
jer por un hombre consistiría, si fuera posible, en tener total conoci-
miento de ella -de sus actos, sus pensamientos, sus ansias, sus
sentimientos. Recuérdese al respecto el comentario de Lotario en
su primer intercambio dialéctico con Anselmo. Dice Lotario (el su-
brayado es mío): "sin duda imagino que no me conoceso que yo no
te conozco". Y reléanse también las palabras en apariencia tan sen-
cillas que Camila dirige a Lotario hacia el final de la novela (cap.
34), cuando ya se había entregado a él "rogada y persuadida", y
cuando lo que se cuestiona es precisamente el conocimiento de las
personas.
Para vencer las sospechas de Anselmo los dos amantes con-
versan delante de Anselmo como si no lo fueran y como si no supie-
ran que Anselmo les está oyendo, "cubierto detrás de unos tapices
donde se había escondido". Camila, su doncella Leonela y Lotario
representan unos papeles fingidos en lo que es un grado deficcio-
nalidad más, esta vez de índole teatral, una escena situada dentro
del cuento leído por el cura. Es evidente que todos se conocen desde
hace años. Camila y Lotario en principio han compartido un ámbito
de amistad. Y sin embargo Camila le formula a Lotario dos pregun-
tas:
Lo primero, quiero, Lotario, que me digas si conocesa
Anselmo, mi marido, y en qué opinión le tienes; y lo segundo,
quiero saber también si meconoces a mí. Respóndeme a esto,y
no te turbes, ni pienses mucho lo que has de responder, pues
no son dificultades las que te pregunto.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
18. 502 Claudio Guillen
Claro que no son éstas dificultades para Lotario, sino más
bien para el lector reflexivo, que se interroga a la vez por qué estas
palabras tienen que pronunciarse delante de Anselmo, es decir en
medio de unas mentiras escenificadas. ¿No será que Camila, cuan-
do por fin tiene ella la palabra, engaña aquí también con la verdad?
¿Hacía falta un grado tercero de ficcionalidad para que se formula-
sen semejantes preguntas? Todo queda problematizado. La repre-
sión o urgencia erótica y la prioridad de la amistad masculina en
"El curioso impertinente" han ocasionado la novelización y la dra-
matización de la ignorancia, del desconocimiento de sí mismo, del
afán de conocer y de la libertad de la persona como temas de carác-
ter en el fondo trágico. ¡"Quiero saber también", pregunta Camila,
"si me conoces a mí"! En el Quijotelas tradiciones literarias tienen
entrada en las mentes y en los comportamientos de las personas.
Camila imita a Lucrecia y el florentino Lotario ha leído al Ariosto,
a quien llama "nuestro poeta". Tal vez fuera concebible tan sólo
mediante la literatura el intento de remediar por aquel entonces la
ignorancia que envuelve las relaciones humanas -más concreta-
mente, en este caso, las relaciones- contrastes o interconexiones -
entre tres terrenos de experiencia: la amistad, el amor y la sexua-
lidad.
Harían falta muchas conferencias para comentar el valor de
la amistad y el valor del amor en buen número de páginas cervanti-
nas7
. Sólo aludiré hoy a unas frases que nos hacen sonreír en Rin-
conetey Cortadillo,y que proponen en clave irónica lo que podría-
mos llamar, con palabras muy posteriores, la desvalorización (Ent-
wertung) de unos valores superiores -más precisamente, la inau-
tenticidad en la expresión de la amistad. Desvalorización, inauten-
ticidad: parece que necesitamos términos modernos para percibir
mejor la originalidad de las novelas ejemplares.
La amistad, el amor y la sexualidad brillan generalmente por
su ausencia en la novela picaresca española. Como sabéis, la novela
picaresca es el único género narrativo que los escritores españoles
7
Sobre las parejas de amigos en Cervantes, véanse María A. Roca Mussons,
Contrapuntos cervantinos, Florencia, 1997, pp. 169-188; y M. Caterina Ruta, II
Chiscìotte e i sui dettagli, Palermo, 2000, cap. 9.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
19. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes 503
inventan y luego elaboran, logrando ellos mismos (no los ingleses o
los franceses) que cuaje en cuanto género -con notabilísimo éxito
europeo. Pues bien, la esencial soledad del picaro es lo que Cervan-
tes empieza por suprimir. Las dos novelas ejemplares que arrancan
del modelo picaresco, el Rinconetey La ilustre fregona, se basan en
el esquema de los dos amigos. En la segunda novela la amistad y el
amor se ven rodeados de un ámbito, en distintos grados, de baja
sexualidad. La "estrechísima amistad" que une a Avendaño y a Ca-
rriazo acaba superando la afición del primero a los atunes de las al-
madrabas de Zahara, peligrosamente atractivos, y conciliándose
con el amor del segundo por Costanza, la moza de mesón, que fue el
fruto de una violación.
Al principio del Rinconete los dos jóvenes picaros experimen-
tan lo que podría denominarse un ñechazo de amistad:
-Sea así -respondió Diego Cortado... -y pues nuestra amistad,
como vuestra merced, señor Rincón ha dicho, ha de ser
perpetua, comencémosla con santas y loablesceremonias.
Y,levantándose, Diego Cortado abrazó a Rincón y Rincón a él
tierna yestrechamente...
Más adelante, recordáis que se verifica en el patio de Monipo-
dio una suerte de entremés donde quedan imitados por una asocia-
ción de delincuentes las instituciones y los procedimientos propios
de la sociedad honrada y legal. De tal forma las convenciones gre-
miales y las costumbres católicas quedan problematizadas y pues-
tas en telas de juicio. Y así como "los ladrones sirven a Dios" en la
cofradía de Monipodio, tienen entrada las prostitutas y los rufianes
que hacen declaraciones de amor y de amistad. Como toda la nove-
la va enmarcada por la amistad que une a Rinconete y Cortadillo,
llaman sobre todo la atención las palabras semiserias, o semijoco-
sas, con las que se apacigua el rifirrafe que hubo entre la Cariharta
y los bravucones. Junto a la justicia y la fe cristiana, es la amistad
ahora lo que queda vaciado de autenticidad. Notad que la palabra
"amigo" se repite once veces seguidas; y que de tal suerte el mime-
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.
20. 504 Claudio Guillen
tismo del valor queda denunciado por el desgaste del lenguaje. Dice
así el texto:
-Nunca los amigos han de dar enojo a los amigos, ni hacer
burla de los amigos; y más cuando veen que se enojan los
amigos.
-No hay aquí amigo -respondió Maniferro -que quiera enojar
ni hacer burla de otro amigo; y pues todos somos amigos,
dense las manos los amigos.
A esto dijo Monipodio:
-Todos voacedes han hablado como buenos amigos, y como
tales amigos se den las manos de amigos.
III
Volviendo sobre nuestra epístola, ¿qué pensaría Garcilaso, el
personaje del poema, al final del viaje, recordando los amores de
Petrarca? ¿Y qué no pensaría Boscán, su primer lector?
Si por un lado somos muy dueños de opinar lo que mejor nos
parezca, creo que una lectura crítica también percibe, por otro lado,
tras su excursión por otros textos, que hay más de una manera de
leer el poema, es más, que el poema consigue precisamente este
efecto.
¿Se presenta una disyuntiva, o una elección, entre la amistad
y el amor? ¿Existe más bien una continuidad entre el sentimiento
amoroso en la amistad y en el amor mismo? ¿Cabe trasladar a la
amistad masculina el fervor y hasta el ardor que Petrarca expresó
y ensalzó tan admirablemente? ¿Es el precio que se paga el deterio-
ro de la razón? ¿Es superior la amistad? ¿Son comparables los nive-
les de valor que se hallan en los dos géneros de relación?
El poema ha terminado como viaje, como proceso diacrònico.
Pero también ha construido una sincronía, es decir, la estructura
dual de un vasto espacio virtual. Este espacio permanece inconclu-
so y abierto. Su forma dialógica no consiente una simple resolución
interna. Las palabras escritas han terminado, pero los silencios
perduran.
AISPI. La amistad y el amor: Garcilaso y Cervantes.