1. ¿Poesía histórica?, pura discordia
Hablando de Poesía, compleja misión hasta para recientes letrados en la
composición lírica, a uno lo que le sugiere en un acto, un encuentro, durante la
propia confluencia sin sentimentalismos colectivos cerca o la misma presencia
sin coincidencias entre los hallazgos, es que los sentidos, como principal recurso
para llegar al conocimiento, sean los que pulvericen palabras y significados
enraizados con rimas más o menos armonizadas, pero verso a verso. Antes de
llegar a tu propio universo interno. Sin discurso, sin doctrina, sino solo con el
objetivo estético del uso de las palabras: vocabularios sometidos a la búsqueda
de un estilo. Para contagiar a los demás. El contagio reflexivo. Un pensar íntimo,
individual, compartido durante lecturas cuya mirada es interior. Sin discurso, sin
doctrina, háganme el favor. Una elegía tan solo rememora al muerto, no el
proselitismo, suyo o mío, de ideología campante.
Lo que menos se espera un desbarbado como el que replica, quien
devasta cualquier filamento que a la vista provoque que los bordes sean
desiguales en el papel de tina ideológico, es que dichos versos, pero verso a verso,
fomenten la histeria colectiva, el sectarismo amargo o la discordia con un marco
ético-legal de revisionismo histórico galopante. Fulminante con cualquier otra
forma de pensamiento. Cuyos síntomas de entusiasmo reunido en la copa de un
árbol de hojas caducas, hacen las veces de seguidores de una facción empeñada
en escribir, y décadas después reescribir a su antojo, la historia más afín a los
objetivos partidistas. Es decir, donde la imparcialidad nos acercaría a la
concordia,también escrita y constituida.
Claramente, uno no se espera que todo el episodio se convierta en una
francachela donde el protagonismo sea cedido a la excentricidad, por lo que surge
un comportamiento descomedido: descortés con la avenencia regular. A oídos de
un desparpajo en ciernes, entre viñas florecidas, un servidor extraña un mayor
protagonismo hacia la métrica, el lenguaje bello o el encabalgamiento entre
versos fluyendo hasta el último, el más adverso de encarrilar. Este es el
fundamento, y no la venta de fervores e idolatrías como seña de cualquier
fanatismo político. Porque ni siquiera el protagonismo de una elegía
contemporánea lo hizo así en su tiempo como se pretende dibujar. Una
propaganda a menudo refractaria. Para ellos fueron, y su exilio, su dispensable
episodio nacional.
2. No termino de vislumbrar que la Poesía histórica, bajo su épica,
dramatismo o supuesto sentimiento hondo, deba servir para reducirlo todo a los
mismos bandos guerracivilistas. En una partida donde nunca quedan más de dos;
nunca más que sus armas. Como queriendo seguir diciendo que todos los demás
somos herederos de regímenes seductores de tiranos y opresores, pero a través
de la decisión del patrón en la medida del verso y la amplitud de la estrofa.
¿Pero qué es esto?, si yo leo lo lorquiano admirando el romance aunque
en los versos impares el ritmo deja de ser constante hasta el siguiente. Si yo me
estremezco con Hernández, otro Don Miguel, por culminar lo benigno y lo
caritativo con sus letras de calidad sangrante. Si yo me derrito con Machado, Don
Antonio en este caso, con alguna que otra soleá sin referencias a teorías de cómo
hay que gobernar. Su compromiso político y social no es un cetro para
apoderarse de él como argumentario siniestro, sino que sirve para entender la
historia de la poesía, y la historia con poesía.
“El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas,
es ojo porque te ve.”
[Antonio Machado.]
Lunes, 3 de septiembre de 2018
Félix Sánchez
Un ciudadano más.