El documento resume las principales características de la carta como género. Posee una función comunicativa pragmática como diálogo escrito diferido. Tiene un formato fijo definido por saludo y despedida, pero contiene una amplitud indefinida de contenidos. Se caracteriza por exhibir las marcas de la situación de enunciación y recepción, tener un destinatario específico, y manifestar una fuerte tendencia a la autorreferencialidad y orientarse al discurso ajeno.
2. La carta posee como función básica una función
pragmática comunicativa, y se configura como un
diálogo (escrito) diferido,
Ana María Barrenechea, en
su estudio sobre las cartas
de Sarmiento, afirma que
en esta función básica de
comunicación, la carta
puede abarcar distintos
tipos de acciones, que
originan distintos tipos de
cartas, aspecto que refiere
a una gran amplitud de
contenidos en oposición a
su unidad formal.
Alain Pagés considera la
carta como medio de
difusión ideológica, en
este sentido, " el diario y
carta no son más que
dos soportes posibles de
un mismo modo de
escritura de la
información",
Gerard Genette explica
en su análisis del relato,
que: "el único momento
de una narración en que
la mimesis no sustituye
la experiencia narrada
por el lenguaje, es decir,
en que las palabras
imitan o reproducen las
palabras, es el diálogo."
En este sentido "una
carta no reproduce una
conversación (aunque
compense a veces su
ausencia) parcial o
completamente, excepto
cuando la cita.".
3. La carta corresponde a un género de
discurso primario
Para Bajtín, un discurso "puede existir en
la realidad tan sólo en forma de
enunciados concretos pertenecientes a los
hablantes o sujetos discursivos"
distingue entre géneros primarios
y géneros secundarios
los géneros primarios
poseen una relación
más inmediata con la
realidad a diferencia
de los secundarios,
más mediados y
lejanos de ella.
4. Posee un formato fijo y definido en oposición a una
amplitud indefinida de contenidos
Pagés-Rangel.
"Todos, por supuesto, coinciden en subrayar que lo
indispensable de una carta es el saludo o apertura de la
comunicación y la despedida o cierre. Es más, estas
dos marcas establecen el código que nos permite
determinar que se trata de una carta, el código que
hace posible leer el texto como una carta y no como un
diario o una novela, por ejemplo. Y, sin embargo, en el
espacio abierto por estos dos momentos 'todos los
géneros y todas las ideas tienen cabida."
5. Los sujetos de la carta se definen como tales gracias
a un marco de enunciación que establece un contrato
epistolar
La inscripción
textual del eje
comunicativo,
considerado como
marco de
enunciación posee
como función
específica:
"Constituir y establecer un claro contrato
epistolar entre los interlocutores, un
contrato que establece la relación entre ellos
y los legitima en tanto en cuanto que sujetos
del intercambio epistolar. Tal contrato, que
tiene por objeto el reconocimiento de una
relación y la constitución de los sujetos
definidos por esa relación, es un elemento
común presente en todo tipo de
correspondencia epistolar".
6. La carta manifiesta la necesidad estructural de
exhibir las marcas de la situación de enunciación y
de recepción
Manifiesta como rasgo
composicional la inscripción
textual de la situación de
enunciación y de la situación
de recepción.
Se da lugar a un marco de
enunciación que incluye un
"narrador" como figura
imprescindible atestiguado
por la primera persona: el
"yo" como huella del sujeto
de la enunciación y su
correspondiente
"narratario" destinatario: el
"tú" que también reviste
características de
importancia.
A estos elementos,
indica Violi, se
agrega la localización
de tiempo y espacio,
tiempo y espacio de
la situación de
enunciación,
generalmente
explícita en el texto
mismo de la carta (a
veces en el sobre),
La explicitación de las
marcas se verifica a través
de los actantes de la
comunicación y "los
simulacros de sus
determinaciones espacio-
temporales", independiente
de las variantes de los
diversos tipos de cartas
7. Posee un destinatario más específico y
caracterizado que en otros tipos de textos
El lector modelo
se reduce a un
lector empírico,
el destinatario
real.
Podemos al menos decir que el concepto de
Lector Modelo o Lector Ideal describe la suma de
competencias necesarias para lograr una
adecuada comprensión del texto. Estas
competencias normalmente pueden deducirse
desde el texto como desde la competencia
enciclopédica general disponible para todos los
lectores (al menos, lectores que poseen cierta
cultura), pero lo que encontramos en la carta es
que con frecuencia la enciclopedia que
necesitamos para entender el texto es idiolectal,
es decir, información disponible sólo para el
destinatario real de la carta. (Eco, 1976)
8. El Sujeto presenta una marcada tendencia a la
autorreferencialidad u autoobjetivación
En la carta se abre
espacio a la
manifestación de una
de las propiedades de
la comunicación, la
reflexividad o
autorreflexividad que
indica que el emisor
del mensaje es al
mismo tiempo su
primer receptor.
Está constantemente dirigida, más allá o
complementariamente de su dirección a un
destinatario, a presentar un sujeto que se
refiere a sí mismo, además de su exhibición
o mostración dirigida al otro/destinatario,
situación que afecta y recorre este acto de
mostrarse.
En el caso de la carta, se manifiesta una
profusa y constante recurrencia al modo
del "comentario autorreflexivo" que
consiste en adoptar un punto de vista
exterior a uno mismo.
9. La carta manifiesta como factor relevante el hecho de
configurarse como discurso orientado al discurso ajeno o
del otro, y modela su discurso en el contexto de una
respuesta anticipada a los discursos ajenos
Mijaíl Bajtín
En su teoría del discurso, afirma que "toda palabra
está dirigida a una respuesta y no se puede evitar la
influencia de la palabra-respuesta anticipable“.
Discurso objetivado (discurso de un personaje
representado)
Discurso orientado hacia el discurso ajeno (palabra
bivocal).
Discurso orientado directamente hacia su objeto
10. La carta manifiesta una fuerte tendencia a la
autorreferencia
Patrizia Violi llega a afirmar que la carta ¨no puede
comunicar más contenido que su propia
comunicatividad¨.
La autorreferencialidad es constantemente tematizada al
interior de la carta, refiriéndose a sí misma dentro de su
propio discurso, aspecto que puede a servir a diversas
funciones; indicar qué tipo de carta es, el tono emotivo que
poseerá, su proyectada extensión, u ocultar la verdadera
intención de la carta, a veces para disponer de modo
conveniente al destinatario, entre muchas otras.
11. El mundo construido en la carta se instala como
un mundo de sobreentendidos
Este mundo fragmentario, y la propia fragmentariedad de la carta
entendida como una parte de la comunicación, es el que provoca la
tendencia a establecer un orden en la publicación de las cartas,
dotarlas de un registro narrativo que produzca alguna legibilidad
más acotada en el tránsito de la carta privada a la esfera pública.
El mundo posible de la carta privada, es un
mundo privado, y exige un mínimo de
experiencia compartido, por lo menos, por
dos sujetos (incluyendo las cartas a uno
mismo)
12. Tránsito fronterizo entre lo literario y lo no
literario: Privado / Público
Salinas considera que: "Lo que las diferencia radicalmente
(a la epístola, 'arte epistolar', género literario, artificio
retórico, y a la carta privada) es la intención del autor:
intento en ésta de ser para uno, o para unos escogidos
pocos, si así lo quiere el que la recibe.
Agustina Torres Lara afirma que el género epistolar presenta un doble
aspecto: "La mayoría de las veces se trata de cartas personales
redactadas sin intención de publicación, pero en ocasiones pueden
convertirse en auténticas obras maestras por voluntad de su autor“.