La psicología en la Edad Media tuvo un carácter teológico, donde Dios y el alma eran la base de la filosofía. San Agustín creía que el alma fue creada por Dios cuando formó el cuerpo humano, mientras que Santo Tomás de Aquino se inspiró en la cultura aristotélica y consideraba que el alma era lo que permitía al hombre vivir, querer y pensar.