Este documento resume la novela Cumandá del escritor ecuatoriano Juan León Mera. Explica que la novela pertenece al género literario del indianismo y describe a los personajes principales Cumandá, Carlos y el padre Domingo de Orozco. Cumandá es la heroína indígena valiente que se enamora de Carlos, mientras que el padre Domingo ejemplifica la capacidad del cristianismo para redimir a las almas. El objetivo de Mera al escribir la novela era defender el catolicismo como
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Resumen cumandá
1. Tarea
Nombre: María Guadalupe Japa Solís
Docente: Lic.
María del cisne
Cumandá
Cumandá, del ecuatoriano Juan León Mera, es una novela que pertenece a la llamada literatura
indianista, corriente literaria que precede al indigenismo del siglo
XX. El indianismo ensalza la figura del indio americano, pero sin la
carga ideológica de los autores indigenistas. Se ocupa en describir
una naturaleza exuberante que determina la personalidad de sus
habitantes, en pintar al detalle costumbres y ritos, a menudo
truculentos, y en relatar las peripecias bizantinas de los
protagonistas. Estas obras suelen presentar personajes modelados
de manera convencional con elementos del romanticismo y del
costumbrismo.
El objetivo de Mera al escribir Cumandá es de carácter ideológico.
Esta novela es una defensa del catolicismo como garantía de orden
social y para tal fin necesita que los personajes actúen de acuerdo
con esta doctrina y reconozcan su superioridad, sean blancos,
indios, cristianos o paganos.
La alabanza de la fe cristiana se aprecia en los tres personajes principales: Carlos, Cumandá y
Fray Domingo de Orozco. Este último es significativo, puesto que su trayectoria vital
ejemplifica la supremacía de la devoción cristiana y su capacidad de redención en almas
pecadoras o gentiles. Analizaremos brevemente estos personajes, así como la caracterización
del indio, personaje colectivo cuyo comportamiento se adapta a la intención de Mera: el indio
evangelizado es un sirviente fiel, tranquilo y bondadoso; el indio pagano es un guerrero
atrasado, cruel y de instintos bestiales.
Cumandá
Es el personaje principal de la obra, vertebrador de toda la historia y artífice de la acción, ya
que son sus actos los que provocan todos los hechos que se dan en la trama.
Cumandá pertenece a la familia Tongana, que vive junto al río Palora, en la unión de éste con el
Pastaza.
2. La joven posee un nombre significativo, sus padres se lo pusieron la primera vez que “la vieron
atravesar el Palora a flor de agua, como una hoja de mosqueta impelida por el viento”. Cumandá
significa
“patillo
blanco”.
Es una joven de belleza extraordinaria, diferente a las otras “hijas del desierto”. Predominaba
en ella “la pálida blancura del marfil”, su cabellera “sedeña y ordinaria”, “su airoso cuerpo” y
“sus
ojos,
de
color
de
nube
oscura,
[...]
conjunto
de
dulzura
y
arrogancia”.
Mera la describe como la unión de “sencillez y vivacidad, candor y vehemencia, dulzura de amor
apasionado y acritud de orgullo”. En Cumandá se da el sincretismo de un “corazón de origen
cristiano
en
pecho
salvaje”.
Su educación en libertad le ha proporcionado robustez y agilidad propiamente varoniles, ya que
lograba
vencer
incluso
a
sus
hermanos
en
el
remo.
Tan sólo posee un defecto para su padre Tongana: “parecerte un poco a los blancos”.
Entre las principales aficiones de la joven destaca su deseo de soledad, vagando “largas horas
entre
la
sombra
de
la
selva”.
Tras esta descripción, Cumandá aparece a continuación taciturna; algo en su rostro nos dice
que
está
enamorada.
Mera reflexiona sobre los efectos del amor en Cumandá y lo relaciona con el mito del buen
salvaje que, libre de la influencia social, no encuentra obstáculo para la pasión amorosa:
Del amor y sus efectos no está libre el corazón de una salvaje. ¡Qué decimos! Pues no sólo no lo
está, sino que exento de toda influencia social, de todo arte, de todo lo que no emana
inmediatamente de la naturaleza, se presta a que sin obstáculo ninguno eche hondas raíces en
él, y crezca, y se desarrolle y se vuelva gigante la planta de la pasión amorosa .
Respecto a la relación amorosa que Cumandá tiene con Carlos, ella siempre se muestra decidida
y valiente, reafirmando continuamente su libertad, y así se muestra cuando deciden casarse
tras la fiesta de las canoas. Los jóvenes temen la reacción de Tongana, pero Cumandá está
decidida:
Mi palabra no la borra poder ninguno, y tengo el corazón fuerte y firme como el simbillo de cien
años, que enreda sus raíces en los peñascos y resiste a las avenidas de la montaña .
La joven se muestra incluso desafiante en el trato con su padre Tongana, con su hermano
(cuando advierte a Carlos del engaño de la bebida envenenada) o cuando decide fugarse con
Carlos.
Cumandá debe sortear numerosos peligros, pero a todos se enfrenta con una valentía
asombrosa. Cuando escapa de la muerte tras sus bodas con Yahuarmaqui, camina sola día y
noche por la selva. Encuentra innumerables peligros, pasa hambre, frío y sed. Huye en medio de
la tormenta y le amenaza un incendio; nada es insalvable para esta joven que lucha sin descanso
por
el
amor
verdadero.
La Naturaleza está en continua sintonía con la joven, nos lo dice el autor en este fragmento:
Todo estaba allí en armonía con el estado de ánimo de la infeliz Cumandá; las casas sin sus
dueños, la selva maltratada por la tormenta, las sombras, la soledad, el silencio.
3. Finalmente, nuestra heroína se muestra valiente y coherente con su pasión por Carlos, cuando
se entrega para morir acompañando a su esposo Yahuarmaqui; ella quiere salvar la vida de su
amor
y
no
le
importa
sacrificar
la
suya
propia.
Mera, en este punto, describe a la joven con una estética romántica que gustaba de
exageraciones:desgreñada, cadavérica, aunque siempre bella en medio de su desolación .
Antes de morir, Cumandá mantiene con Carlos una entrevista en la que promete al joven amor
eterno,
incluso
después
de
la
muerte.
El sacrificio de la joven es inútil, porque gracias al descubrimiento del portafotos de Carmen,
la difunta esposa del padre Orozco, que identifica a Cumandá como Julia, hija pequeña del
sacerdote y hermana de Carlos, su muerte podría haberse evitado; sin embargo el autor busca
destacar este amor como esencialmente puro; se trata de un sentimiento ideal que sólo puede
portar el corazón de esta joven salvaje, pero limpia y virginal.
Carlos es el joven blanco, amante de la india Cumandá. Su trágica infancia, su sensibilidad
exacerbada y su bondad lo convierten en un personaje romántico tradicional. El capítulo que lo
presenta se titula “Un poeta”, procedimiento del autor para convertirlo en heredero de los
grandes poetas infortunados (Dante, Tasso, Camoes). Como ellos, está dotado de una
sensibilidad superior que le permite acercarse a la perfección a la par que le hace sufrir por
las injusticias de este
mundo.
Esta descripción estereotipada
se
acentúa con el
sentimentalismo desatado, los tópicos sensibleros y el estilo almibarado que complican sus
intervenciones.
Señalemos, además, que el héroe masculino carece de la fuerza y la determinación de Cumandá.
Vacila en el momento de fugarse para evitar la boda con Yahuarmaqui, tanto que la joven le
reprocha la debilidad de su amor. Es preciso señalar, sin embargo, que Cumandá, en su
determinación, está dispuesta a sacrificarse si pierde a su enamorado. La repugnancia cristiana
que esta idea provoca en Carlos hace que renuncie al suicidio. Así pues, las dudas de Carlos, que
le han valido una comparación con Brian, de La cautiva, pueden ser también consideradas una
muestra de carácter prudente y reflexivo que lleva a Cumandá al cristianismo.
Se trata, en resumen, de un personaje que no busca conmover mediante una humanidad
desgarrada o unos conflictos íntimos a flor de piel. Como ya hemos mencionado, el autor se
sirve Carlos para demostrar cómo tiene que comportarse un católico civilizado en situaciones
adversas.
Cumandá, por su parte, es otro estereotipo basado en caracteres literarios establecidos: es la
heroína ideal, buena y hermosa. Ejemplo de candor y discreción, basa su vida en la consecución
de un amor casto y puro. Su sensibilidad romántica le hace notar la desdicha que se avecina, ala
4. que se enfrenta con más fuerza física y moral que su amante. Como en el caso de Carlos, sus
diálogos están cargados de un sentimentalismo presagio de la tragedia.
Su espectacular belleza proviene de unos rasgos propios de la raza blanca, detalle insinuado
desde el principio. La intención del autor no parece tanto crear suspense ante la posible
identidad del personaje como justificar este rasgo excepcional por su condición de católica.
El padre Domingo es el personaje que muestra con mayor claridad las intenciones ideológicas
de Mera. El conflicto entre los indios no evangelizados, los crímenes de los colonos españoles y
el efecto bienhechor de los misioneros se articulan en este personaje.
Años antes de dedicarse al sacerdocio, José Domingo de Orozco era un joven padre de familia,
encomendero en las colonias. Su comportamiento entonces reprobable ilustra la desaprobación
que le merecen al autor los excesos cometidos por los peninsulares. Se trata de una actitud
coherente con el afán evangelizador de la Iglesia, pero el narrador matiza la culpabilidad del
personaje. Leemos en la página 104[1]:
Don José Domingo de Orozco, cierto, no era mal hombre; pero, no obstante, hacía cosas de
muy malo. [...] Arraigada profundamente, en europeos y criollos, la costumbre de tratar a los
aborígenes como a gente destinada a la humillación, la esclavitud y los tormentos, los colonos
de más buenas entrañas no creían faltar a los deberes de la caridad y de la civilización con
oprimirlos y martirizarlos. [...] Orozco, el buen Orozco, no estaba libre de la tacha del cruel
tirano de los indios.
Continúan otras consideraciones sobre su doble condición de buen ciudadano y padre a la par
que demonio heredero de la conquista. Es decir, el personaje de Orozco es negativo por ser
español y positivo por ser católico. De esta manera puede el autor condenar la crueldad del
encomendero y dejar abierta la esperanza de redención, al diluir la responsabilidad de Orozco
en circunstancias históricas y sociales.
Orozco paga su infamia represora con la muerte de su familia, asesinada en una revuelta de los
campesinos oprimidos. Destrozado por esta pérdida, encuentra la única justificación para vivir
en el sacerdocio como medio para salvar las almas a las que antaño atormentó. Esta actitud
está exacerbada en el capítulo XX, cuando Orozco perdona al asesino de su familia y lucha para
convertir su alma. Vemos aquí que para Mera no importa la verosimilitud de Orozco como
personaje, sino que lo utiliza para ejemplificar su modelo de sociedad: tanto indígenas como
blancos y criollos han sufrido, pero el perdón cristiano vence y se impone.
5. En resumen, las características psicológicas de los protagonistas no buscan construir
personajes individualizados y creíbles, sino justificar las normas religiosas y morales que
defiende el autor. Cumandá muere a causa de la brutalidad del indio, así como para evitar el
incesto. Por otro lado, su muerte pone a prueba la capacidad de resignación católica de Carlos y
del padre Domingo. Así pues, esta desdichada historia de amor pretendía transmitir un
mensaje de sustancia moral: todo comportamiento que repugne a la sana costumbre cristiana
será fuente de infelicidad.