El documento habla sobre una técnica para lidiar con los deseos sin luchar contra ellos. Explica que cuando surge un deseo, debes poner toda tu consciencia en él desde el principio para quemar la semilla del deseo sin conflicto. Esto deja una gran energía y poder en lugar de debilidad. Además, dice que la iluminación se alcanza sin violencia interior al enfrentar los deseos con presencia total en lugar de lucha.
1. 103 NO LUCHES CON EL DESEO.
Segunda técnica: Con toda tu consciencia en el comienzo mismo del deseo, del saber, sabe.
Lo básico acerca de esta técnica es toda tu consciencia. Si puedes poner toda tu consciencia en algo, se
volverá una fuerza transformadora. La transformación sucede cuando estás enteramente en algo..., en
cualquier cosa. Pero eso es difícil, porque dondequiera que estamos, sólo estamos ahí en parte, nunca
enteramente.
Estás aquí escuchándome. Esta misma escucha puede volverse una transformación. Si estás aquí
enteramente, aquí y ahora este mismo momento, si escuchar es tu totalidad, esa escucha se volverá una
meditación. Entrarás en un ámbito diferente de éxtasis, una realidad separada. Pero no estás enteramente.
Ese el problema con la mente humana, siempre es parcial. Una parte está escuchando; puede que otras
partes estén en algún otro sitio, o puede que estén dormidas, o puede que estén pensando en lo que se
está diciendo, o discutiendo por dentro. Eso crea una división y la división es un despilfarro de energía. Así
es que, cuando estés haciendo algo, pon todo tu ser en ello. Cuando no estás inhibiendo nada, cuando ni
siquiera una pequeña parte está separada, cuando has dado un salto, total, entero, todo tu ser ha entrado en
él, entonces cualquier acto se vuelve meditativo.
Se cuenta que un día Rinzai estaba trabajando en su jardín Rinzai era un maestro Zen y se le acercó
alguien. El hombre había venido a hacer algunas preguntas filosóficas. Era un buscador filosófico. No sabía que
el hombre que estaba trabajando en el jardín era el propio Rinzai. Pensó que debía de ser un jardinero, un
sirviente, así que preguntó: «¿Dónde está Rinzai?».
Rinzai dijo: «Rinzai siempre está aquí.» Por supuesto, el hombre pensó que parecía que este jardinero estaba
loco, porque dijo que Rinzai siempre estaba aquí. De modo que pensó que no estaría bien volverle a preguntar
algo a este hombre, y se apartó para preguntarle a algún otro. Rinzai dijo: «No vayas a ninguna parte, porque
no le encontrarás en ninguna parte. Siempre está aquí.» Pero el hombre se escapó de este loco. Entonces
preguntó a otros, y le dijeron: «El primer hombre con quien te encontraste es Rinzai.» Así que volvió y dijo:
«Perdóname, lo siento, pensé que estabas loco. He venido a indagar acerca de algo. Quiero saber qué
es la verdad. ¿Qué debo hacer para saberlo?»
Rinzai dijo: «Haz lo que quieras, pero hazlo totalmente.» Lo importante no es lo que hagas; eso es irre-
levante. Lo importante es que lo hagas totalmente.
«Por ejemplo», dijo Rinzai, «cuando estoy cavando este agujero en la tierra, mi totalidad está en el acto de
cavar. No queda fuera nada de Rinzai. La totalidad está en la cavada. En realidad, no queda nadie que
cave; sólo queda la cavada. Si queda el que cava, entonces estás dividido.»
Me estás escuchando. Si queda el que escucha, entonces no eres total. Si sólo hay la escucha y no
queda nadie que escucha, entonces eres total, aquí y ahora. Entonces este mismo momento se vuelve
una meditación.
En este sutra, Shiva dice: Con toda tu consciencia en el comienzo mismo del deseo, del saber, sabe. Si
surge un deseo dentro de ti, el tantra no dice que luches con él. Eso es fútil. Nadie puede luchar con un deseo.
Es también una tontería, porque siempre que empiezas a luchar con algo dentro de ti, estás luchando
contigo mismo, te vuelves esquizofrénico, tu personalidad está dividida. Y todas estas supuestas
religiones te han dicho: «Esto es malo. No hagas esto.» Si llega el deseo, ¿qué hay que hacer? Sigues
luchando con el deseo. El tantra dice que no luches con el deseo. Pero eso no significa que te entregues a él.
El tantra te da una técnica muy sutil. Cuando surja el deseo, estate alerta justo al principio con tu totalidad.
Míralo con tu totalidad. Vuélvete la mirada; no dejes atrás al que mira. Pon toda tu consciencia en este deseo
que surge. Éste es un método muy sutil, pero maravilloso. Sus efectos son milagrosos.
Hay que comprender tres cosas. En primer lugar, cuando el deseo ya ha surgido no puedes hacer nada.
Entonces seguirá todo su curso, completará su círculo, y no puedes hacer nada. Justo al principio se
puede hacer algo; hay que quemar la semilla inmediatamente. Una vez que la semilla ha germinado y el
árbol ha empezado a crecer, es difícil, casi imposible, hacer algo. Hagas lo que hagas creará más angustia,
derroche de energía, frustración, debilidad. Cuando surja el deseo, justo al principio, a la pequeña
titilación de que está surgiendo un deseo, lleva toda tu consciencia, la totalidad de tu ser a mirarlo. No
hagas nada. No es necesario nada más. Con la totalidad del ser, la mirada es tan ardiente que la semilla se
2. quema, sin ninguna lucha, sin ningún conflicto, sin ningún antagonismo. Sólo una mirada profunda con la
totalidad del ser, y el deseo que llega desaparece completamente.
Y cuando un deseo desaparece sin lucha, te deja tan poderoso, con una energía tan inmensa, con una
consciencia tan tremenda, que no puedes imaginarla. Si luchas, serás derrotado. Incluso si no eres
derrotado y vences al deseo, eso también equivaldrá a lo mismo. No quedará energía. Te sentirás frustrado
venzas o seas vencido. En ambos casos, estarás débil al final, porque el deseo estaba usando tu energía
para luchar y tú estabas usando la misma energía para luchar. La energía venía de la misma fuente,
estabais tomando de la misma fuente, de modo que la fuente se debilitará independientemente de cuál
sea el resultado. Pero si el deseo desaparece justo al principio, sin ningún conflicto -recuerda, esto es básico,
sin ninguna lucha, con sólo una mirada, ni siquiera una mirada antagónica, ni siquiera con la intención de des-
truir, sin hostilidad, sólo una mirada total, en la intensidad de esa mirada total la semilla se quema. Y
cuando el deseo, el deseo que surge, desaparece, como el humo en el cielo, te quedas con una energía
tremenda. Esa energía misma es la dicha. Te dará una belleza propia, una gracia.
Los supuestos santos que están luchando con sus deseos siempre son feos. Cuando digo feos me refiero a que
siempre son mezquinos, siempre están luchando. Toda su personalidad se vuelve sin gracia, y siempre son
débiles, siempre les falta energía, porque toda su energía se consume en la lucha interna. Buda es
totalmente diferente, y la gracia que ha llegado a la personalidad de Buda es la gracia de los deseos
desapareciendo sin ninguna pugna o lucha sin ninguna violencia interna.
Con toda tu consciencia en el comienzo mismo del deseo, del saber, sabe. En ese mismo momento,
simplemente sabe, mira, ve. No hagas nada. No es necesario nada más. Lo único que se necesita es que
la totalidad de tu ser esté ahí presente.
Es necesaria tu presencia total. Éste es uno de los secretos de alcanzar la iluminación suprema sin ninguna
violencia. Y recuerda, no puedes entrar en el reino de Dios con violencia. No, esas puertas nunca se
abrirán para ti, independientemente de cuánto llames. Llama y sigue llamando; puede que te rompas la
cabeza, pero esas puertas nunca se abrirán. Pero para los que en lo profundo de sí son no violentos y
no luchan con nada, esas puertas están siempre abiertas; nunca estuvieron cerradas.
Jesús dijo: «Llama y las puertas te serán abiertas.» Yo te digo que ni siquiera es necesario llamar. Mira,
las puertas están abiertas. Siempre han estado abiertas. Nunca estuvieron cerradas. Simplemente mira
profundamente, enteramente, totalmente, completamente.