La terapia génica inserta genes en células humanas para curar enfermedades o dar nuevas funciones a las células. Existen dos tipos: somática, que solo afecta al paciente tratado, y germinal, que puede transmitirse a la descendencia. Presenta ventajas como menos inyecciones y costos menores, pero también riesgos como tumores o modificaciones en generaciones futuras. Esto genera debates éticos sobre su transmisión y posible uso para fines distintos a la terapia.