Durante la Edad Media, el poder político en Europa estaba fragmentado entre reyes, duques, condes y señores feudales. Sin embargo, los reyes gradualmente consolidaron su poder a través de alianzas con la burguesía comerciante. Esto llevó al surgimiento de monarquías centralizadas en los siglos XII-XV, donde los reyes ejercían el control soberano sobre los territorios y sus poblaciones.