Las culturas antiguas han utilizado microorganismos como levaduras y bacterias lácticas para fermentar alimentos y bebidas como el pan, el vino, la cerveza, el yogur y el queso. A través de procesos de fermentación, estos microorganismos transforman los alimentos ricos en azúcares en nuevos productos mediante la producción de sustancias como el ácido láctico y el alcohol.