Tras las elecciones autonómicas y municipales en España, los dos partidos tradicionales aún controlan la mayoría de las presidencias y alcaldías, aunque ahora sin mayorías absolutas y obligados a pactar con otros partidos. El autor argumenta que gobernar mediante pactos en lugar de mayorías absolutas es mejor para la democracia, ya que requiere diálogo y acuerdos entre diferentes posiciones políticas para tomar decisiones, enriqueciendo el proceso democrático.