1. ¡Retomamos nuestra novena clase de Cultura Clásica!
*Se meten todos juntitos en la máquina del tiempo
y aparecen en un barco pirata*
Esta clase se la dedicaremos a otro componente del primer triunvirato: Pompeyo el Grande.
Casi todos los miembros de la familia Pompeyo fueron partidarios y colaboradores de Sila,
especialmente su padre, Cneo Pompeyo Estrabón, un militar que se había ganado fama de
carnicero y malversador durante la guerra social.
Pompeyo siguió el ejemplo de su progenitor e hizo sus primeras armas combatiendo a los
populares, liderados por Mario. La campaña más importante se desarrolló en la península
ibérica, donde se enfrentó al rebelde Quinto Sertorio. La guerra sertoriana, que empezó en el
80 a.C., retuvo a Pompeyo en Hispania hasta el año 71 a.C., un año después de que Sertorio
fuera asesinado por sus propios generales.
Sila se dirigió a él con el cognomen Magnus,
‘el Grande’. En cambio, sus conciudadanos
le llamaban adulescens carnifex, el
‘adolescente carnicero’.
A partir de hoy haré que me
llamen adulescens carnifex.
¡Profe, en clase también
tenemos a un carnicero!
Este mapa muestra los territorios de Roma
y Sertonio hacia el año 75 a.C. En verde está
el área controlada por Sertonio. En naranja
se encuentra el área de dominio senatorial.
2. Como recuerdo de su paso por Hispania, Pompeyo fundó una ciudad en su propio honor
llamada Pompaelo, que es la actual Pamplona. Además, elevó un monumento conmemorativo
en el Coll de Panissars, en los Pirineos orientales, que se conserva en parte.
Tan aplastante victoria fue recompensada en Roma con el consulado del año 70 a.C., a pesar
de que Pompeyo no había ocupado ninguna de las magistraturas que se desempeñaban antes
de recibir el nombramiento de cónsul. Su colega en el cargo fue el acaudalado Marco Licinio
Craso, el líder de los populares, aunque no hubo demasiada colaboración entre ellos y su
relación fue bastante tensa.
Hoy en día podríamos asociar a
Pompeyo al partido de Ciudadanos.
A lo largo de su carrera política no
hizo ascos ni a los populares de
César ni a los optimates de Sila para
establecer alianzas beneficiosas.
En la dedicatoria, hoy perdida, el joven
general dejó constancia del grado de
destrucción que dejaba atrás: 876
comunidades sometidas por su espada.
3. Al acabar su consulado, Pompeyo acrecentó su fama como general con dos nuevas
campañas.
La primera, en 67 a.C., consistió en acabar con la piratería en el Mediterráneo,
especialmente activa en regiones como Sicilia, la costa adriática, Cilicia o Creta.
El riesgo que suponía la piratería para la República romana no sólo radicaba en que al impedir
el paso de mercancías o materias primas por las rutas de navegación se produjese un
desabastecimiento de las ciudades y de Roma, sino que también suponía un riesgo para la propia
movilidad de las personas, pues el secuestro de personas, con el fin de pedir un rescate, era una
práctica muy frecuente. Por ello, la piratería suponía un peligro para los ciudadanos romanos,
especialmente los de alta alcurnia, que veían con miedo la necesidad de viajar por mar.
Pompeyo dividió el Mediterráneo en trece sectores y los asignó a otros tantos generales,
cada uno de los cuales erradicó sistemáticamente los piratas de su cuadrante. Así, mucho antes
de concluir el año, se habían capturado 846 barcos, se conquistaron 120 poblados y se hicieron
unos 20.000 prisioneros que fueron vendidos como esclavos. Las bajas entre los piratas
ascendieron a unas 10.000.
4. Entre 66 y 63 a.C. tuvo lugar la segunda campaña de Pompeyo. Se desarrolló en Oriente y
tuvo como objetivo acabar con el expansionismo de dos reyes hostiles a Roma: Mitrídates VI del
Ponto y Tigranes II de la Gran Armenia. Las aplastantes victorias conseguidas por Pompeyo no
sólo provocaron el suicidio de Mitrídates y la rendición del monarca armenio, sino que le
permitieron anexionar nuevos territorios como Siria, Cilicia, Ponto y Bitinia, y reducir a los reinos
vasallos de la zona a la condición de protectorados.
Aquellas dos campañas aumentaron el prestigio de Pompeyo como conquistador y, sobre
todo, permitieron la reactivación comercial tanto por mar como en el frente oriental. Fue gracias
a ellas como Pompeyo se ganó su fama de "hombre de suerte contrastada".
Mientras Pompeyo cimentaba en Oriente su fama como
militar, Julio César daba sus primeros pasos políticos en Roma al
conseguir en el año 63 a.C. el cargo de pontífice máximo, la
magistratura religiosa suprema, que, además, era vitalicia.
Las ofensivas romanas
están señaladas con las
flechas de color naranja. Las
campañas de Mitrídates
salen con las flechas negras.
A su regreso a la capital, Pompeyo
fue agasajado en una ceremonia triunfal
en la que se mostraron inmensas
riquezas y se repartieron 75 millones de
dracmas en monedas de plata.
5. Sin embargo, Pompeyo topó con gran oposición en el Senado para proceder al reparto de
tierras que había prometido a sus veteranos.
Por eso Pompeyo no tuvo más remedio que acercarse a los líderes del partido popular, Craso
y César, y constituir con ellos la alianza secreta que conocemos como primer triunvirato (60 a.C.).
Gracias a esta asociación, Julio César fue elegido uno de los dos cónsules del año 59 a.C. y
materializó las asignaciones de tierra que Pompeyo había prometido a sus legionarios.
Al término de su consulado, César se marchó a las Galias para conseguir los laureles militares
que necesitaba para consolidar su carrera política. Él y Pompeyo se separaron como amigos y
aliados, unidos además por el matrimonio de Julia, la hija de César, con Pompeyo.
La inesperada muerte de Julia durante un
alumbramiento, en 54 a.C., y la de Craso en su campaña
contra Partia al año siguiente fueron hábilmente usadas por los optimates para atraer a
Pompeyo a su bando.
Pompeyo se negó a concertar una nueva alianza matrimonial con César y, en abril de 52 a.C.,
aceptó el nombramiento de cónsul "sin colega", una designación peculiar ya que el consulado
era una magistratura colegiada. Sin duda, era un modo hábil de evitar cualquier alusión al título
de dictador. Al acabar su mandato se le concedió el título de procónsul, cargo que ejerció hasta
su muerte en 48 a.C.
Diez años más tarde, cuando
volvieron a encontrarse, se habían
convertido en acérrimos rivales.
Van a desencadenar la
segunda Guerra Civil
en la República.