1. ¡Retomamos nuestra quinta clase de Cultura Clásica!
*Se meten todos juntitos en la máquina del tiempo
y aparecen en la casa de Sila*
Esta clase se la dedicaremos a Lucio Cornelio Sila, un hombre que ha pasado a la historia
tanto por su inteligencia como por su crueldad.
Sila fue el primer dictador romano que abandonó el cargo por su propia voluntad.
Vamos a empezar contando una anécdota sobre él para entrever un poquito cómo era su
personalidad: Sila se dirigía a su casa andando tranquilamente por la calle tras renunciar al poder
absoluto cuando un hombre lo insultó. Sonriendo y calificando de “imbécil” a ese ciudadano
anónimo, Sila pronosticó que ningún otro dictador dejaría el puesto por su voluntad al igual que
hiciera él: sólo lo harían por la muerte o por deposición. Y así fue... Pero, no adelantemos
acontecimientos y remontémonos al año 88 a.C.
En el año 88 a.C. Sila fue elegido cónsul y además se le dio el mando de las legiones que
debían luchar contra el rey Mitrídates de Ponto, que estaba atacando las fronteras romanas por
aquel entonces.
A ver, chicos: imaginad que os
dan el cargo de dictador romano.
Recordad que este puesto solo
duraba 6 meses. Pasado ese
tiempo, ¿qué haríais con ese
poder?
¡Dictador
vitalicio!
¡Como Franco,
profe!
¡Arriba
España!
2. Sin embargo, Cayo Mario, que en ese año ya contaba con 69 años, también quería el mando
del ejército para ir a luchar contra Mitrídates. Como Mario se encontraba en Roma en ese
momento, utilizó un vació legal para hacer que le dieran el control.
Esto hizo enfurecer a Sila, quien se negó a entregar el mando del ejército, y marchó sobre
Roma con las legiones que le habían concedido inicialmente. Esto cogió desprevenido a Mario,
puesto que ¡ningún romano había mandado un ejército contra su propia ciudad! Mario fue
derrotado y se escapó a África.
Este hecho provoca gran consternación en Roma. La facción de los populares, a la que
pertenecía Mario, aumentó su oposición en contra de la facción de los optimates, a la que
pertenecía Sila.
En el 87 a.C., mientras Sila luchaba contra Mitrídates y Mario seguía
en el exilio, estalló un enfrentamiento entre los aliados de uno y otro. Esto
lo aprovechó Mario, que geográficamente estaba más cerca de Roma que
su rival, y volvió a la capital a la cabeza de un ejército.
El senado pasó de repente a estar controlado por Mario, quien fue elegido
cónsul por séptima vez. Lo primero que ordenó, claro está, fue el exilio de
Sila.
Sin embargo, nadie escapa del poder de las Parcas y Mario murió poco tiempo después, a los
71 años. Roma se quedó sin su mejor general, y con Sila con ganas de revancha…
La victoria de Lucio Cornelio Sila fue seguida de su dictadura ilimitada hasta que él mismo
pasados unos cuantos años decidió renunciar al cargo.
¿Y qué pensáis que haría Mario con
su ejército en Roma? Pues asesinar
a todos los partidarios de Sila que
iba encontrando a su paso.
Y entonces Sila regresó y arrasó
con casi todos los populares.
¡¡¡Mandó ejecutar a 3000!!!
Se dice que sus gritos llegaron a los oídos de
toda la ciudad.
Sila solo sonrió ante los gestos de terror y dijo
que sólo estaba "castigando a unos golfos".