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Estrategias para entrar y salir de la modernidad
grljalbe.
Néstor García Canclini
Culturas
híbridas
Estrategias para entrar y salir de la modernidad
grijalbo
Capítulo V
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR
Lo popular es en esta historia lo excluido: los que no tienen
patrimonio, O no logran que sea reconocido y conservado; los
artesanos que no llegan a ser artistas, a individualizarse, ni
pariicipar en el mercado de bienes simbólicos "legitimas"; los
espectadores de los medios masivos que quedan fuera de las
universidades y los museos, "incapaces" de leer y mirar la alta
cultura po¿que desconocen la historia de los saberes y los
estilos.
Artesanos y espectadores: ¿son los únicos papeles asignados
a los grupos populares en el teatro de la modernidad? Lo popular
suele asociarse a lo premoderno y lo subsidiario. En la produc­
ción, mantendría formas relativamente propias por la super­
vivencia de enclaves preindustriales (talleres artesanales) y de
formas de recreación local (músicas regionales, entretenimien­
tos barriales). En el consumo, los sectores populares estarían
siempre al final del proceso, como destinatarios, espectadores
obligados a reproducir el ciclo del capital y la ideologia de los
dominadores.
Se piensan los procesos constitutivos de la modernida d millo
cadenas de oposiciones enfrentadas de un modo maniqtlell:
191
192 CULTURAS HfBRIOAS
moderno cuila hegemónico
I I Itradicional popular subalterno
La bibliografía sobre cult
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n Interés intrínseco de los
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umbra. suponer que exisle
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n
clásicas desde las cuales se
SllUaClon actual. Es preciso d
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.
ta prestar atención a su
esconSirulr las operaciones cienti-
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 19
)'jcas Y políticas que pusieron en escena lo popular. Tres corricn··
ICS son protagonislas de esla leatralización: el roiclor, las
induslrias culturales Y el populismo polílico. En los tres casos,
veremos lo popular, más Que como preexistente, como algo
construido. La trampa que a menudo impide aprehender lo
popular, y problemalizarlo, cOII<iSle en darlo como una evidencia
a priori por razones ¿licas o políticas: ¿quién va a discutir la forma
de ser del puebla, o a dudar de su exislencia?
Sin embargo, la aparición' lardía de los eSludios y las
políticas referidos a culluras populares muestra que éSlas se
volvieron visibles hace apenas unas décadas. El carácter cons�
[ruido de lo popular es aún más claro al recorrer las estralegias
concepluales con que se le fue formando·y sus relaciones con
las diversas etapas en la instauración de la hegemonía. En
América Latina, lo popular no es lo mismo si lo ponen en escena
los folcloristas Y antropólogos para los muscos (a partir de los
añoS veinte Y los treinta), los cOO1unicólOgos para los medios
masivos (desde los cineuenla), los sociólogos políticos para el
ESlado O para los partidos Y movimicntoS de oposición (desde
los selenta).
En parle, la crisis leórica aClual en la inveSligación de lo
popular deriva de la atribución indiscriminada de eSla noción
a sujetos sociales formados en procesos dislinlos. En esta yuxta­
posición de discursoS que aluden a realidades diversas colabora
la separación artificial entre las disciplinas que armaron paradig­
mas desconeclados. ¿Son incompalibles O complementabies las
maneras en que la antropologia, la sociología y los estudios
s'lbre conlunicación tralan lo popular? Habrá que discutir
también los intentoS de los últimos añoS por elaborar visiones
unificadoras: clegimos las dos más usadas, es decir, la leoría
de la reproducción Y la concepción neogramsciana de la hege­
monia. Pero a través de este itinerario debemos ocuparnos,
sobre todo, de la escisión Que condiciona las divisiones iner­
disciplinarias, la que enfrenta tradición Y modernidad.
EL FOLCLOR: tNVENCtÓN MELANCÓLICA DE LAS TRADtCtONES
La elaboración de un discurso cienlifico sobre lo popular es
un problema reciente en el pensamiento moderno. Salvo tra­
bajos precursores como los de Bajtin Y Ernesto de Martina, el
conocimiento que se dedica en forma especifica a las culturas
populares, ubicándolas en una teoría compleja Y consislentc
CULTURAS irlBRIDAS
de lo social, usando proced¡
no��dad de las tre, últ,mas���n�os técnicos ligurosos
1�4
gunos acusarán de"
a as.
dan la larga l'
InJnsta esta afirmac'ó
folclor . ISta de estudios sobre
' n porque recucr-
mas a e;�� ��:�en realizándose desde
c�ls�u�bres populares y
popular y funda�J��
el haber hecho visib:� �a
XIX. R�conoce
de esa noción P
os usos habituales aun
cuestlon de lo
guiadas por u�a �ro sus táclicas gnos;oló 'c
en nuestros días,
por métodos espe
ell�Hación precisa dcl o�'ie�
s
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o eSluvieron
políticos
c'a ,zados, sino por inter"
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e estudio, ni
El pueblo c
eses, ealógicos y
mo eroo a fmes d I
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n qUiere abolir: la superslició
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se desarrolla un dISP�;iti
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concreta".' El p b�rbero, "de inclUSIón absl
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ue o ,nteresa como legHim
r�cta y exclusión
lodo lo que le f�liero molesla comO lugar d: l
ar.de la hege-
Los románticos
a.
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o ,n-culto por
por soldar el l
' percIben esra (;on¡raclicci'
cullura y la v;�,ebre enlre lo politico y lo c�t
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va,,�,s escritores se ocupan'd,"no, entre la
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S exóticos de
lOS campeslnos.2
¡ Jesús Man'n Barbero
1987, pp. 15.16.
' De los ml!dios {] las mediucioll
¡ Rena,o O"i, "Cull
cs. Gus,",o Gili. Méxicu
d, Pos-gcad
"
.
uca poputa" 'o,na ".
'
ua�ao en Ciencias S
..
n{H,:os e rolclori�¡a�" Ti
OCI3IS, PUCS!>, 1985.
. . , exros J, Programa
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR
La inquietud de escritoreS y filósofos -los hermanOS Grinlll.
Ilerder- por conocer empíricamente las culturas populares se
formaliza en Inglaterra cuando se funda, en 1878, la primera
Sociedad de Foldor. Ese nombre pasa a denominar luego en
hancia e Italia la disciplina que se especiali," en el saber Y
las expresiones subalternos. Frcnte a las exigencias del positi­
vismo que guian a los nuevoS folcloristas, los trabajos de los
escritores románticOs quedaron·-.:omo uli!izaciones líricas de
tradiciones populares para promover sus intereses arlísticos.
Ahora se quiere siluar el conocimiento de lo popular dentrO
del "espiritu cienlírico" que anima al conocimienlo moderno.
['ara lograrlo, además de tomar diSlancia respecIO de los
"conocedores" aficionadoS, necesitan crilicar el saber popu­
lar. Existió también en los positivistas la intención de unir' el
proyectocientífico con unaempresade redención social. Según
Rafaelle Corso,el trabajo folclórico es "un movimiento de
hombres de élile que,a ¡ravés de la propaganda asidua,se
esfuerzan por despertar al pueblo e iluminarlo en su ignoran­
cia". El conocimiento del mundo popular ya no se requiere
sólo para formar naciones modernas integradas,sino para
liberar a los oprimidos y resolver las luchas entre clases.
Junto al positivismo Y el mesianismo sociopolitico, el otra
rasgo de la tarea folclórica es la aprehensión de lo popular
como tradición. Lo popular como residuo elogiado: depósito
de la creatividad campesina, de la supuesta transparencia de
lacomunicación cara a cara. de la profundidad que seperdería
por los cambios "exteriores" de la modernidad. Los precurso­
res dd folclor veian con nostalgia que disminuia el papel de
la "a"smisión oral ante la lectura de diarios Y libros; las
creencias construidas por comunidades antiguas en busca de
pactOS simbólicoS con la naturaleza se perdian cuando la
tecnología les enseñaba a dominar esas fuerzaS. Aun en
muChOS positivistas queda una inquietud romántica que leva
a definir lo popular como tradicional. Adquiere la belleza
taciturna de lo que va extinguié.ndose y podemoS reinventar,
fuera de los conflictOS del presente, Siguiendo nuestrOS deseos
de lo que debiera haber sido. Los anticuarios habían luchado
contra lo que se perdía coleccionalldO objetos; los folcloristas
crearon los museos de tradiciones populares.
Una noción clave para explicar las tácticas metodológicas
de los folcloristas Y su fracaso teórico es el de supervivencia.
La percepción de los objetoS Y costumbres populares C01110
restOS de una estructura social que se apaga es la justificación
196
CULTURAS H/BR!OAS
lógica de su ál··.
,
an ISIS descontextuali .
c'on
"
y las relaciones sociales que
�ado. S, el modo de prodll'
clas
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desap
,
arecieron, ¿para ué r
ngmaron esas "superviv('1l
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1a ?s preservarían de amenazas
yendas, músicas_ que los
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-
J Nlcofe Delmont hace una entlca
3r1lculo "Le rolldore refoul"
en eSla linea de la nocIÓn de
Paris, 1986, pp. 259-268
eou les seducuons de /' archalsOle" L
<
H
supervlve
,
ncla en Su
. , amme, numo 97-98.
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 1�7
I'Sln fascinación por los productos, el descuido de los procesos
y ugentes socialesque los engendran, de los usos que los modifican,
lleva a valorar en los objetos más su repetición que su cambio.
n segundo lugar, gran pane de los estudios folclóricos
Hació en América Latina por los mismos impulsos que los
originaron en Europa. Por una parte, la necesidad de arraigar
lel formación de nuevas naciones en la identidad de su pasado;
por otra, la inclinación romántica de rescatar los sentimientos
populares frente al iluminislTl<l. y el cosmopolitismo liberal. Así
condicionados por el nacionalismo políJ.ieo y el humanismo
romántico, no es fácil que los estudios sobre lo popular
produzcan un conocimiento científico.
La asociación de folcloristas y antropólogos con los movi­
mientos nacionalistas convirtió a los estudiosos de las culturas
populares en intelectuales reconocidos durante la primera
mitad del siglo, como se aprecia, por ejemplo, en las funciones
oficiales encargadas a los indigenistas peruanos y mexicanos.
Desde los años cuarenta y cincuenta. ante el avance de tendencias
modernizadoras en las políticas culturales y en la investigación
social, la afición a las culturas tradicionales se vuelve un
recurso de quienes necesitan reubicar su actuación en el campo
academico. Renato Oniz encuentra que el desarrollo de los
estudios folclóricos brasileños debe mucho a objetivos tan
poco científicos comO los de fijar el terreno de la nacionalidad
en la que se fusionan lo negro, lo blanco y lo indio; dar a los
intelectuales que se dedican a la cultura popular un recurso
simbólico a través del cual puedan tomar conciencia y expresar
la situación periférica de su país; y pOSibilitar a esos intelecluales
el afirmarse profesionalmente en relación con un sistema moder­
no de producción cultural, del que se sienten excluidos (en BrasiJ
el estudio del folclor se hace principalmente fuera de Jas univer­
sidades, en centros tradicionales como los Institutos Históricos
Geográficos, que tienen una visión anacrónica de la cultura y desco­
nocenlastécnicasmodernasdel trabajo intelectual). AgregaQrrizque
el estudio delfolclor va asociado también a los avancesde la concien­
cia regional, opuesta a la centralización del Estado:
En el momento en que una élite local pierde poder, se produce un floreci­
miento de los estudios de cultura popular; un autor como Gilberto Freyrc
podría tal vezser tomadocomorepresentante paradigmático de laélile que
procura re�qu¡librar sucapilal simbólico a través deuna temática regional."
< Renato Ortiz, op. cit., p. 53.
198 CULTUR.AS lIiU}(IDAS
En Méxic o, un largo tramo de los estudios anl ropológit.:t)�
folclóricos estuvo condicionado por el objetivo posrcvolll,,:h)
nario de consLruir una nación unificada, más allá ele lu
divisiones económicas, lingüísticas y políticas que fractura b n
al país. La inrluencia de la escuela finlandesa en los folclOli
tas -bajo el lema " f)ejemonos de teoría; lo importaJlt� t'
colecc ionar" - fomentó un empirismo plano en la calalogad�'n
de los materiales, el tratamiento analitico de la información y ulla
pobre interpretac i ón contextual de los hechos, aun en lo
autOres más esmerados. Por eso, la mayoría de los libros sob,e
arlcsanias, fiestas, poesia y música tradicionales enumeran y
exaltan los productos populares, sin uhicarlos en la lógica
presente de las relaciones sociales. Esto es aún más visible en
los museos de folclor o arte popular. Exhiben las vasijas y 1,,,
tcjidos despojándolos de loda referencia a las prácticas coti­
dianas para las que fueron hechos. Son excep..::ionales los que
incluyen el contexLO social, como el Museo Nacional de
Culturas Populares de la ciudad de México, c reado en 1982.
La mayoría se limita a cnlistar y clasificar aquellas piezas que
representan las tradiciones y sobresalen por su resistencia o
indiferencia a los cambios.
Pese a la abundancia de descripciones, los folcloristas dan
pocas explicaciones sobre lo popular. Hay que reconocer su
mirada perspicaz sobre lo que durante mucho tiempo escapó
a la macrohisLOria y a otros discursos cienll'ficos, su sensibilidad
ante lo perirérico. Pero casi nunca dicen por qué es importante,
qué proceso s sociales dan a las tradiciones una función actual.
No logran refornlUlar su objeto de estudio de acuerdo con el
desarrollo de sociedades donde los hechos clllturales raras
veces tienen los rasgos que define y valoriza el folclor. Ni son
producidos manual o artesanalmeJlte, ni son eSI rictamente
tradicionales (transmitidos de una generación a otra), ni
circulan en forma oral de persona a persona, ni son anónimos,
ni se aprenden y transmiten fucra de las instituciones o de
programas educativos y comunicacionales masivos. Sin duda, la
aproximación folclórica conserva utilidad para conocer hechos
que en las sociedades contemporáneas guardan algunos de esos
rasgos. Tiene poco para decir en cuanto queremos abarcar las
condiciones industriales en que ahora se produce la cultura.
La princ ipal ausencia en los trabajos sobre folclor es no
interrogarse por lo que oc u rre a las culturas populares cuando
la sociedad se vuelve masiva. El folclor, que surgió en Europa
y en América como reacdón frenle a la ceguera aristocrática
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 199
� .  rimera industrialización
IlUcia lo popular y como rep
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:t�ntO melancólico por sus­
de la culrura, es caSi Siempre
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e� escena lo popular, no sólo
corrienre folclóflca logro poner
mos..internacionales, hay que
en muchos países sino en organl�
laborada, por un con­
leer la Carta del Folelor Amer
l
lCano'
y
:probada por la OEA en
·vo de espeCIa ¡stas
Ijunro representau .
I f del faldar frenee a avance
1970. ¿Cómo caracteflZa e utu
d
ro
mayores adversarios, los
.
d 'f' amo sus os .
de lo que i eon ¡ca C
d ") podemos resumlf
medios masivos y el "p
rogreso mO emo .
así sus afirmaciones baslcas:
·"d r un conjunco de bienes y
_ El folclor esta conS(l
.
r�1 o t�
rincipalmeore de car�
formas cul (urale� Hadlc!
on
l
a e
'
b
)es Los cambios son fl.UI-
I I I Slempte Ina tera · . d lec
ter ora y oca.
or lo cual se recomlen a a" -
buidos a agentes �xrer�os, P
los es ecialisras para q
,
u� no
cionar a los func'On�,f10s,,��
an c�áles son las tradlClones
desvlnúen el
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folelor Y
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t::�ra cambiar". .
que no hay n1ngun.ci
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n
s
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a manera con�tituye lo esenCIal
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'0 culru;.1 de cada país.
de la identidad Y el pau.
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_ El progreso Y los.med,os ¡no er
· ción del foldor" , desln­
lerar el "proceso final d�
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regran el pa[�lmonlo y ace
pueblos amerIcanos.
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exaltación de la cultura local por par,-
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S estas se concentran en
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.
eStUdlO e aS r
i festivales Y concursos,. a egl�-
los museos Y las escuelas, os
. de los medIOS m.Sl-
'ó El breve rratamlento .
' d I
lación y protcCO n .
I I b'en" descaltflcan o o
.' gerí[ "emp ea[ os . 1 ,
...
vOS se Itmtta a su
"un falso folelor".
que se difunde en ellos por ser
P lIlar Tradicional con el r.� �e
, l� OEh cO�:��et��;!:�n�Ó�e��:ar:o�s�t�f��(U�Pen Cara�::e:el ��a�i�!��l¿�d(�
d�(��S;a(���;I auspicio del Ce�(fo para las �����(:�o��:�Folcl�r. Algunos d� los
VCllt"Lueia y el Cenero lnrcrame[¡canoele
����ns·iófl. mi crÍlicll específicaa laC"na
argumentos que siguen los expuse efl nque a ,
200
CULTURAS HíBRIDAS
CULTURAS POPULARES PRÓSPERAS
La persistencia de estas
.
te . nOCIOnes en 1"81,3,5 rnUSeográficas o turísticas
po Itlcas culturales, CMr.
g.aclon� es incompatible COn el d
' y aun en centros de invr.Usimbólico y de las ciencias so
. esarrollo actual del merendo
popular tradicional que está
clales. La reformulación d� lu
algunos foJe/aristas y en nuev�
C
�
rrlen?o �n la autocrítica ti,
�
o
,' r comuniCÓlogos permite e
ri:;V�stl�aclones de antropól"
e oidor en la modernidad
n er e Dtro modo el lu�urperspectIva de análisis de lo 't
E�
.
P�s[ble Construh una nuevacuenta sus interacciones Con 1
ra IClonaJ·popuJar tomando enc�J(uraJes. Comenzaré a sistem��iUlr
ura d� éfites y COn las industdua
ClOnes a la visión clásica de los
t;,��baJo la fOrma de seis refut..a) El desarrollo mod
aristas:
Iradicionales. En las do�r�:c
n� SUprtme las culturas popularefde la Cana no se acentuó el
a as que pasaron desde la emisjó;1fOlclor, pese al avance de la
supueSlo proceso de extinción del�ecnolo.gías inexistenles en I
S
9
��municaciones masivas y O(r¡nIndustna cultural: el video 1
' o no usadas enlonces en laJ� transmIsión por satélites'
os raseles, la. televisión por cablec,?nes tecnológicas y CUlt�r:�e
10, el COn!UnlO de transforma�mIcroelectrónica con la t f
s q.ue �envan de combinar J.No sólo esta expa
'
ó
e ecomUnlcaClón. a
folclor. Muchos estu���
s
n
r
�
odernizadora no logró borrar ellas culturas tradicionales se h
elan que en las úllimas décadasse. Este crecimiento se deb
an fesarro"ado /ransformándo_
causas: a) la imposibilidad d
e,. a menos, a cualro lipos dea la prOducción industrial urb
e inCOrporar a toda la POblaciónde Incluir las eSlructuras y 10:
na, b) la necesidad del mercadoen Jos CIrcuitos masivos de ca
blen.es S!I?bóJlcos tradicionales� las
,
capas POpulares menos i
mU�
lcacJon. para alcanzar aun
Interes de los sistemas POlítico
�
tegladas a la modernidad; e) el
a fin de fortalecer su hegem
. por tomar en Cuenta el folcloda� en la prOducción Cu/tu��;
a
d�
s
,
" legilimidad; d) la COntinui�os estudios sobre artesa'
os sectores popularesnúmero de artesanos del v
�:
as muestran un crecimien�o delpeso cuantitativo: un'inform
�m
,
en de la prOducción y de sue e SELA calcula que los artesa-
fIJe pubricada bajoeltitulo"LC'1l Mt!'(ico llldfgeno núm J
9 as anes popularesen laépocade I . d .
• " a¡')o 111, noviembre-dicie
b alO
USlrlaeulluraj"
m re de J987, pp. 3-8.
'
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 201
IIOS de los catorce países latinoamericanos analizados repre­
enlan el6 por cienlo de la población general y el 18 por cienlD
dI.' la población económicamente aCliva,6 Una de las principales
l'xplicaciones del incrementO, dada tanto por autores del área
.Indina como mesoamericana, es que las denciencias de la
explotación agraria y el empobrecimiento relativo de los pro�
duclos del campo impulsan a muchos pueblos a buscar en la
venta de artesanías la elevación de sus ingresos. Si bien es
,ierto Que en algunas regiones la iftcorporación de fuerza de
trabajo campesina a otras ramas productivas 'redujo la pro­
ducción artesanal, existen, a la inversa, pueblos Que nunca
habían hecho arlesanías, O sólo las fabricaban para autocon­
sumo, y en las últimas decadas se inician en ese trabajo para
sobrellevar la crisis, La desocupación es otra de las razones
por la que está aumentando el trabajo artesanal, tanto en el·
campo como en las ciudades, trasladando a este tipo de
producción a jóvenes procedentes de sectores sociecon6micos
que nunca se ocupaban en esta rama. En Perú, la mayor
concentración de artesanos no está en las zonas de bajO desarro­
llo económico sino en la ciudad de Lima: el 29 por ciento.'
México comparte su acelerada reconversión industrial con un
intenso apoyo a la producción artesanal, la más voluminosa
del continente y con un alto número de productores: seis
millones. No es posible entender por qué se sigue incremen­
tando el número de artesanías, ni por qué el Estado multiplica
los organismos para fomentar un tipo de trabajo que, ocupan­
do a un 28 por ciento de la población económicamente activa,
apenas (.epresenta el 0.1 por ciento del producto nacional bruto
y del 2 al 3 por cienlO de las exportaciones del pais, si lo vemos
como supervivencia atávica de tradiciones enfrentadas a la
modernidad.
La incorporación de los bienes folclóricos a circuilos comer­
ciales, que suele analizarse como si sus lmicos efectos fueran
homogeneizar los dtseños y disolver las marcas locales. mues­
tra que la expansión del mercado necesita ocuparse también
de los sectores que resisten el consumo uniforme o encuentran
dificultades para participar en él. Con este fin. se diversifica
f> Cilado por Mirko Laucr, ¿oproducción urlf$unul en Amirica ¿atino, Fundadúu
friedrich EbcrI, Lima. 1984, p, ]9. La estimación del SEl.A no incluye a los pabc que
no penenecen a tlicho sislema, pero el unico ausente con protlucdón signifkmiva 1'
Srasil.
.
7 Mirko Lauer, Cr/tiC(J de lo ortesonia, Plásticu y sociedad en los Andes /1I.'rJltI//U.
LJESCO, Lima. 1982,
202 CULTURAS HiBRIDAS
la produccióny se utir .
y la música folel'
' Izanlos dlSenost radicionale 1
pesinos, las mas�:,�a, que siguen atrayendo a i�díasarlesanía,
lec[uales esl d" e mlgrantes y nuevos gru
genas,cam·
.
• u lantes y l'
pos, como· t
mOlivaciones d
arIStas, A Iravés d 1
In c,
una derinici6n �o��I�:a
sectOr -afirmar su ide�lida:d
variada.
guslo refinado
nacional-popular o la d' ' ,', marcar
mercado conlri�on arraigo Iradiciona l- eSla �SIInCIOn de UII
parezcan ciert
oye a exlender el folclor 'Po
mpllaclón del
innegable
os usos comerciales de b
"' r discutibles que
que gran parl di ' lenes folcl6ri
culturas tradicion I
e e crecimiento y la dOf . , cos, es
del d'
a es se debe a la
' , I uSlon de las
artesa'���;,
�os feslivales de danz�:
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c��;i,de las induslria�
masivos, La �o
por supuesto, a su divulgación"S que Incluyen
nacional e inle��������7
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repercusión local,
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a peruanos, el chama .
cancIones gauchas "na, la música nord'
me
"icanos, incluid
en Brasr!, los corridos revol
esllna y las
los m d'
os en el repertorio d
' UClonarlOS me-
En �e:�
s �leclr6niCOs 1" nueva canc
e qUienes prom"even en
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l:'�' Hay diversos Objelivo: y/alas de especlácu­
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naCIonalba' I f
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ue parece Irascender las d' , JO a orma
Pero lod '
1VISI0nes enlre
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os estos liSOS d I
SIbies sin un hecho bá
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iCO
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a cult�ra.tradicional serIan imp
artesanos " ,conllnuldad I
0-
en manl
,muSJcos, danzanles y poel
en a producción de
formas ��e:i
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d
erencia y renovarla
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lares,,i?leresados
• e organización y pen
. elvaclOn de estas
8 . .
samlentQ se ex r
, Desde p,m"plos de los
pica por
revitalización que la e
��enla, autores de varios .
poslbl[;lan al lolclo" B��:rc.."zadón y el co",umo
:'''::
s
" han ocupado d, la
soC/edodecon(�m oro
G. RlbeJro y o(ro�, O arleso
cl?�es no Iradicion<lle.s
1983;
,
Rod�llo B:Cerrl�e��:I��ART,;1ln<l;luJO Nadonal �:;��;,onoleseu po",1 ,'"
econom.ca ,en 'arios, Tex,
on, Las arlesanlas: la necesidad
ore, Rlo de Janel,o,
os sobre {me popllltlr FON!RT
.
de tilia pel �pccliv:t
, ' ·¡'(lNAI'AS, México. 19H2.
203
l-A PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR
razones culeurales, pero eambién, como dijimos, por los inee­
reses económicos de los produccores que buscan sobrevivir o
aumentar sus ingresos.
No desconocemos el caráceer conrcadiceoeio que eienen los
esrímulos del mercado y de organismos gubernamentales al
folclor. Los estudios que cieamos hablan de conflicros frecuen­
tes en"e los ineereses de los prOOuccoees o usuarios de los bie­
nes populares Y los comercianees, empresaripS, medios masivos
y Escados, Pero lo que ya no puede decirse es que la eendencia
de la modernización es simplemence provocat la desaparición de
las culeuras ([adicionales, El pcoblema no se reduce, eneonces, a
conservar Y rescacar ([adiciones supuestamenee inalceradas, Se
"ata de preguncaenos cómo se están cransfoemando, cómo
ineeraccúan con las fueezas de la modernidad,
b) Las (ultllras campesinas Y tradicionales ya no representan la
parte mayof'¡taria de la cultllfa popular, En las úleimas décadas,
las ciudades laeinoamericanas pasaron a conrener enere el 60
y 70 poe cienco de los habitameS, Aun en zonas rurales, el folclor
no eiene hoy el caráccer cercado y esrable del universo arcai­
co, pues se de5O([olla en las relaciones versáeiles que las "a­
diciones reien con la vida urbana, las migraciones, el eurismo,
la secularizaci6n y las opciones simbólicas ofrecidas tanro por
los medios elecrcónicos como por nuevos movimieneos reli­
giosos o por la reformulación de los aneiguoS, Hasta los mi­
granees recienees, que mancienen foemas de sociabilidad y
celebraciones de origen campesino, adquieren el caráceer de
"grupOS urbanoides", como dice un eenomusicólogo brasile­
ño, José Jorge de Carvalho, De ahí que los accuales folcloristaS
siencan la necesidad de ocuparse a la vez de la producción
10cal
J
regional ranco como de la salsa, los [iemos afro, las
melo ías aborígenes y criollas que dialogan con el jan, el
rock y O((os géneros de origen anglosajón, Las tradiciones se
reinscalan aún más allá de las ciudades: en un sisrema inrer­
urbano e ineeenacional de circulación culcuraL Si bien siem­
pre hubo una corriente de formas tradicionales que unieron
al mundo iberoamericano, agrega Carvalho, ahora
",existe una veceieme de formas híbridas que cambién nos une,
siendo posible idenrificar relaciones de nuevOS riemos populares
brasileño s con nuevas expresiones de Boliv i a , Perú, Venezuela, el
Caribe, México, ercéreca, No es posible _concluye- compcender
la ccadici6n sin compcendec la innovaciónY
, J"" Jo,�c de Ca<valho, () IUK" d. ,,,1..,, Iruditi"ul .. ",¡,dudl,ncd""u,
",,,,,I,,lón Univ",id"d, de B.aslll", B,.silla, s"le An((opOlog;" nóm, 77, 1989,
pp. K� lO,
204 CULTURAS HíSR(DAS
e) Lo popular no se canee
la anrrop l '
nlra en los objelos El d'
d
O ogla y la sociología sob l ' I
estu 1 0 acrual .Ir
�CtoS populares en sus cond"
re a CU rura sirua los pro
fde
n
n�i�onsum
f
o Los folc1oris:��
o
i
n
n
en�i
c��ómica
l
s de procluc
. Ican olk en com
. s por a semlOlogr"
comuntcacionales E
. parramIenros y p '.
lo I
. n nInguno de
rocesos
N POPu ar sea congelado en pa, . esros casos se acep,a que
'01 ,slQ'-:lera la culrura rradicion
r
a
l
l
mool,os de bienes estables
ClrarIa O fue ' .
es VISta com "
.
B l I . rza esraClca e inm bl
o norma au-
sa�c 1e-, SIno un caudal que es ur�ta e -escribe Marcha
gru�:� ecipeClencias previas sobre Izado hoy, pero está ba­
ve- d
e ar respuesta y vincula
a manera que tiene un
I
z e una colección de objet de a
su entorno social" En
a tradIción es pensada como�;
o e cosrumbres objetivadas
:r;�:���:,���ón, ptoyectado h��a':l�a��sdo°
p
�:/I
ele.cc.ió�,';
L . fl
.
egltlmlzar
a l,n uencia ioreraccioni r
�oftClb,-;ye a concebir la fo:m��·�tnoTetodológica rambién
l�s
Ic¿clon social como tesulrad�
d y . os cambios de la sig­
ció'n d�s�bsU perspectiva, el arre p���;�racclones y ritUa­
ideas n' I
JetOs, ni la ideología subalt
r no es una colec­
dos s'
I as costUmbtes repereorios
f erna un SIStema de
lectiv�n �i
r�matlzaciones dinámicas d�O! de prácticas: tO­
do . .- d
os fHuales explica R b
a experiencia (0-
tu
minIO ande cada s�ciedad m ° f
e,rro Da Mana, son el
ar como pe
aOI testa lo d
durables d 1 renne o eterno," haSta I
que esea si-
��s objeto:in�r���a
e�ol��l�� se manifieSt�� ':r�toCrt�S
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n lo que en la sociedad
lenes Inmóviles.)
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ceb"folk, más que com!O
10 de los seelores paPilla,.., Al co
cas social s
paquetes de obj
, n­
culo fat l
e y ptocesos comunicacionale
etos, como prácri-
I
a ISta, naruralizante
. s, se qUlebta el vín-
cu turales con grupos fijos. L2s
u�of��C1aba ciertos producros
ortstas prestan atención
I U Marh:a BJ:ache "Folcl
l�s�¡cu(O de Cien�ias A
or y cuhu�a popular" , RelljSln d ' . .
diCiembre de 1988 2
ntropológH.:as, Universid d d e If/.veJIIg4CJOIltJ Fold6ric4J
"
Robmo D
, , p. 7 .
' e Buenos A;<es, n ú m . 3 '
1980, p . 24.
M"" , Camava;" mn,..d", , hl
. Z
'
rOIJ, ahar, Río de Janeiro,
205
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR
al hecho de que en las sociedades modernas una misma persona
puede patticipar en diversos grupOS folclóricos, es capaz de
integtarse sincrónica y diacrónicamente a varios sistemas de prác­
ticas simbólicas: rurales Y urbanas, barriales Y fabriles, micro­
sociales Y "massmediáticas" . No hay folclor sólo de las clases
oprimidas, ni el único tipo posible de relaciones interfolclóri­
caS son las dedominación, sometimiento O rebelión. En última
instancia, llegamOS a nO consid�rar ya
...a los grupOS como organizaciones estables e n s'u composición Y en su
permanencia, dOladasde caractedsticas comunes. No hay un conjuntO oe
indiviouos propiamente folclóricos; hay, sin embargo, situaciones más o
menos propicias para que el hombre parücipe oe un comportamiento
folclórico.'2
La evolución de las fiestas tradicionales, de la producción y
venta de artesanias, revelaque éstas nO son ya tareas exclusivas
de los gtUpos étnicos, ni siquiera de sectores campesinos
más amplios, ni aun de la oligarquía agraria; intervienen
también en su organización los ministerios de cultura Y de
comercio, las fundaciones privadas, las empresas de bebidas,
las radios Y la televisión ." LoS hechos culturalesJolk o tradicio­
nales son hoy el producto mullideterminado de actores populares
y hegemónicOs, campesinos Y urbanos, locales, nacionales y
transnacionales.
Por extensión, es posible pensar que lo popular se constituye
en procesos híbridos Y complejos, usando como signoS de
identificación elementoS procedentes de diversas clases Y na­
ciones. Al mismo tiempO, podemos volvernoS más perceptivos
ante los ingredientes de las llamadas culturas populates que
son reproducción de lo hegemóniCO, o que se vuelven autodes­
truclivos para los sectores populares, o conttarios a sus
intereses: la corrupción, las actitudes resignadas o ambivalen­
tes en relación con los grupOS hegemónicOS.
e) Lo popular nO es vivido por los suje toS populares como
complacencia melancólica con .Ias tradiciones. Muchas prácti­
cas rituales subalternas aparentemente consagradas a reprodu­
cir el orden tradicional, lo transgreden humorísticamente. Quizá
l2Manha Blache, op. cit., p. 29.
" Veanse, eotre otrOS, los librOS de Gob; Slromberg, Eljuego det coyote. Plored.
y a,te en Taxco, Fondo de eullura Económica, Mixico, 1985; Calherine Good
Eshelman, Haciendo la lucha. Arte y camercio "ahuas en Gu,,"''"' Fondo de Cullu,"
Económka, Méx.ico, 1988, y Mirko Lauer, op. ei!.
206 CULTURAS HiBRIDAS
una ancolo�ía de la
.
documeneaci6n dispersa sobee humor ri­eual en Amenca LaClna volveeía evidence que los pueblos recu­rren a la nsa para,cener .un rraro menos agobiante con su pasado.Proponemos la hlp6eesls de que la acrieud es más aneisolemnccuando se c�a(a de tradiCiones cruzadas en conflictO. En carna­vales de vaCJos países, danzas bai ladas por indígenas y meseizosparodl�n a los canquls
.
radores españoles, usan grotescamentesus reaJes, la paraferna_l,a bélica
.
que reajeron paea la conquisea.En el carna�al brasdeno, se JnVlcrren los órdenes tradicionalesde una sOCiedad donde la incersección de negros y blancosernlas :nClguas y grupos modernos, preeende resolverse baj�Jerarqu,"s severas: la noche se usa como si fuera el día, los hom­bres se dlfrazan de �ujeres, los ignorances, los negros, los rea­baJadores aparecen enseñando el placer de vivir aecualizadoen el canto, en la danza y en la samba", 14
No hay que oprim
.
iz�r e.sas transgresiones al punro de creer
(
ue deshacen, al re, vlfid,ca� histOrias propias, la readiciónundameneal de la domlfiaclOn. El propio Da Marea reconoceque en el carnaval �e da un juego enere la reafirmación de las
�
tadlclOne� hegemon�cas y la parodia que las subvierre pues3
�xl:'loslon de lo !lICitO es�á limi tada a un perjodo corro,defi nido, luego del cual se relfigresa en la organización socialeseableclda. La ruprura de la fiesea no liquida las jerarquíasn i ,las
.
deSIgualdades, �ero su irreverencia abre una relaciónmas l l b�e, menos
,
f�ralJs(a. con las convenciones heredadas.También en Mexlco, en los AIros de Chiapas, el carnaval esU? momento de elaboracJón sim bólica y humorística de (On­�JC�OS superpuestos. Los ne$t?s caricaturizan a los ladinos, unosmdlge?3
,
S � otros, y se escenifIcan las tensiones étnicas rememo­rando 1 C0nJcamenre la Guerra de Cas ,as de 1867-1870. La pa­rodia es usada en Z,nacanrlán, Chamula y Chenalbó, COmo eno[r�s parees, para subestImar a los diferentes (onos indfgenasladlnos� blancos) y desaprobar las desviaciones de conduna e�el propIO �rupo, es decir, como auroafirmación ernocénrrica 1 5Per? ,amblen puede imerprerarse que lo hacen para ,educir ·elcaraecer opreSIVO de dOmJnaClones cen tenarias.
Porque los confliecos i n rercuIrurales han sido semejaneesen o�ra� zonas de Mesoamérica no es extraño que semejan_res cacneas paródicas se encuenrren en muchos pueblos. S i n
;� R: da �atta.' op.riJ,.' p . 99.
l . C
· Vl lcror
E
la Relne.r B[ICke�, Hlt1/1or ritNal en la n/¡ip/el-Nirit de ChioPQJ Pondo� 1 U rura 'con6mlca, MéXICO, 1986. I
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 207
embargo. la exégesis de estas fiestas suele destacar única,mente
lo que en el humor ritual sirve para burlarse de las autOridades
v caricat.urizar a los extranos. Algunos autores, como ReIner
I J ricker al observar la rrecuente relación del humor ritual c on
las con'ductas desviadas, sugieren otra funci ó n : el �Onlr?1
ocia1. Ridiculizar a quien usa ropa ladina o al funCIOnario
�orrupto serviría a los pueblos indígenas para anticipar Jas.
:-.anciones que sufrirlan quienes-sc; aparten de los comport�­
mientos tradicionales o agredan al propio grupo. Pero nadie
p,r ueba, anota esta autora, que haya una vinculació n d e causa
a erecto entre la caricatura ceremonial y el reruerzo de las reglas.
No puede a ri rmarse que en las sociedades que se burla.n de
c;iertas conductas éstas ocurran con menos frecuencIa, nI que
el tcmor a ser ridic u l izado, y no otro temor -sobrenatural. o
legal- sea l a motivación para evitarlas . .
A nuestro modo de ver, esta preocupación generalizada por
la normalidad va u ni d a a la elaboración simbólica d el c ambio
y de las relaciones entre tradición y modernidad. Es la interpre­
tación que nos sugiere el trabajo de campo en la zona purépecha
de Michoacán. Vay a detenerme en un ejemplo -los diablos de
Ocum icho- entre los muchos que manifiestan esta runción del
humor en las [jestas y las artesanías.
Vuelvo a ocuparme de los diabl os de Ocumicho, a los que
analicé hace ocho años 1 6 tenlendo en cuenta que desde enton­
ces se h an converl ido �n uno de los productos alrareros más
exitosos de lodo México, y lo que agregan varios trabajos publi­
cados en los ochenta. Los diablos son hoy u na tradición tan
ú l i l paJa que los habitantes de Ocumicho se identiriquen ante
olros como su lengua y sus ceremonias antiguas, aunque
nacieron hace sólo tres década s . ¿Por qué comenzaron a
hacerlos? Dan una explicación económica y cuentan dos milos.
En los años sesenta disminuyeron las l l uvias y algunos
ejidalarios cercanos se apropiaron de sus tierras más fértiles.
Tuvieron que expandi r la alrarería, prod ucida hasta entonces
por pocas rami lias para necesidades cotidianas del pueblo, con
el [in de venderla y l ograr ingresos que co mpensaran lo perdIdo
en el campo. A esa explicación, se agregan los mitos. Uno dice
que el diablo - personaje importante en las cree.nclas precor­
tesianas de la regió n y ta mb ién durante la coloma-
".rccorria Ocumicho y molestaba a lodos. Se metía en los árboles y los
." Nés¡oc Carda Canclini, Las culJuras populares en el capitalismo, cit., caro VI,
208 CULTURAS HÜU{lÜAS
mataba. Entraba en los perros, y no hacían mas que agilarse y gritar. LUl"gtl
persiguió a la gente, que se en fermaba y enloquecía. A alguien se le ocunit
que había que darle lugares donde pudiera vivir sin molestar a nadie. Pm
eSO hicímos diablos de barro, para que tuviera dónde estar.
El otro relato se refiere a Marcelino, un muchacho h uérfano,
homosexual, ¡nkiado por la abuela en la cerámica, que comen·
zó a hacer " bellas figuras" h ace unos treinta años; primero
hizo ángeles y luego se dedicó a los diablos, a partir del
encuentro con el demonio en una barranca. Al ver lo rápido
que crecían sus ventas, que lo invitaron a ferias artesanales en
la ciudad de México y en Nueva York , los vecinos aprendieroll
y perfeccionaron la técnica, siguieron variando las imágenes.
aun después de la muerte de M arcelino, ocurrida cuando
todavia era joven.
Ambos relatos son contados con variantes múltiples, como
ocurre cuando distintos miembros de un pueblo contribuyen a
darle én fasis diversos y lo actualizan. Así renuevan el valor dc
mitos fundacionales para una actividad inestable, que en pocos
años dio prosperidad a unas cuantas familias y permitió la
mejor supervivencia de muchas otras. Ahora los diablos cir­
culan por todo el país y en el extranjero, Sus imágenes, que
mezclan las serpientes, los árboles y las cas�s purépechas con
elementos de la vida moderna, con escenas blblicas y eróticas,
ganaron un lugar por el atractivo de esta am bivalencia en las
tiendas urbanas. Los diablos se ven tanto en escenas sacras
-en los nacimientos, en la última cena en lugar de los apósto­
les-, com o en la reproducción de las más cotidianas de
Oeumicho: la venta de alimentos, un parto, la conversación
en la puerta de una casa. Llegan a pilotear aviones o helicóp­
teros, hablan por teléfono, se dedican a la venta am bulante en
las ciudades, pelean con la policía y hacen el amor con sirenas,
o con una mujer purépecha montada en un anímal de siete
cabezas. Es un arte que habla de su vida propia y sus migraciones
(diablos subidos al techo de autobuses que viajan a Estados
Unidos). Se burla de los ritos católicos (que practican sincré­
ticamente), y seduce por la libertad con que recrea las idas y
venidas entre lo tradicional y lo moderno. Arte que los
representa, pero que es hecho para otros (ningún poblador usa
los diablos en la decoración d e sus casas), se refiere a los otros
como adversarios de quienes los diablos se ríen. Las i mágenes
menoS miméticas de sus tradiciones representan lo que experi­
mentan los herederos de esas tradiciones cuando algún miem-
. bl 1 28 d ·ulio de J830 de
Carmcla Martínez, a partir de Lo libertad gUIando 01 pue o e eJ '
Eugene DelacroiJc
Antonia Manínez, a panir de! aguafuene anónimo Bombardeo de lodos los (ronos de
Europa y caída de fodos los (irunos poro la felicidad del universo. Guadalupe Álvar�z, a partir del �rabado de B�nhald Tomo de la Bastilla.
Vir1(inia Pascual a
'
. partir del grabado an6nim e 'o ancalUra ('onlra M .ana AnronielD,
Carmela Marlinn a partir del grabado anónimo El ""rlugo se guillo/in" a " mismo.
Amale anónimo, producido en Maxela.
Amale de Roberto Mauricio. de San Agu!>lin Oapan. Guerrero.
Venta de ama!e� en ellern<:lva('a. rOl r'. agra la de Carherinc Good E'h I, e mano
Negociando con un revendedor. FOIograria de Catherine (Jood E h� e/olan.
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 1 7
I � I' I I de cada familia viaja a los Esrados Unidos para trabajos [t;IIl-
1 'I II'aks. O sus experiencias cuando el Fondo Nacional d<: b�
¡ ! lc'simias y el Insriruto Nacional Indigenista les enseñaroll a
ol,I',anizarse en cooperativas ("grupos solidarios"), a manejar cré­
" i ros, cambiar tos remas y el barniz de las piezas, usando pintu-
1 .1 ... ,o.;in réricas pero con un tratamiento que simule antigüedad en
,,1 "s['ecco final .
En muy pocos años, los pobladores de Ocumicho lograron
desarrollar una técnica sofisri'Glda. una imaginaria en (cns­
I .tore renovación y hasta un soporte mítico que relaciona los
t am bios con su historia lejana. Por su patte, las instiruciones
oficiales contribuyen a poner en escena este arre a través de
"na disrribución extensa, inviraciones pata exponer en ferias
; n rernacionales, concursos y premios que leg itiman ese modo
de producir e innovar.
¿ Es la apertura -crítica o burlona- hacia la modernidad,
y no la simple autoafúmación, lo que los arraiga mejor en las
uadiciones? En paree, as.í parece. Pero hay algo más. Lo reve­
b, un estudio comparativo de Ocumicho con Otro pueblo cer­
cano, también productor exiroso de alfarería: Patamban, 17 Los
artesanos de este último, que producen loza de uso diario, al
haber generado su propio mercado basándose en la calidad de
su trabajo y en acciones independientes de comercialización,
consideran a las instüuciones oficiales como un tipo de inter­
mediario enrre Otros. Gouy-Gilberc encuentra una correspon­
dencia entre esta mayor autonomía comercial y la menor pre­
ocupnción por afianzar un poder polírico ptopio o su sistema
religioso tradicional. En camb io, como para Ocumicho el ac­
ceso al mercado se da casi exclusivamente a través de insti tu­
ciones gubernamentales, la precariedad de sus lazos comer­
ciales y la dependencia de agentes económicos extraños los
vuelve más sensibles a la I:eafirmaci6n de los JignoJ de idenri­
dad (lengua, vestimenta, sistema de catgos religiosos) y a la
defensa de u n poder civil controlado comunitariamenre.
En esta línea, podemos leer el senrido humorístico de los
diablos como recurso simbólico para elaborar las rranskiont:s
bruscas entre lo propio y lo ajeno. entre la reproducción de Iv
conocido y la i ncorporación de elementos nuevos a una pn·
cepción teformulada de sí mismo.
11
Cet'ile Gouy.Gilbeu, OW/lJhhtJ J PatamlxJn. Dos ,,¡alleraJ de SI' a,lrJllflfl. ( ,I·'tI t i
d'Ecudes Mexicaines er Centramericaines, México, 1987.
2 1 1i
CULTURAS HtSRIDAS
La ';l0vj1�zadón de rodos losdnorla érnJca (activación de las
rec
l
urs�s culrurales dcorro de una .
e cargos d 1 f
re aCJOnes d 111,-
úJr;ma fo�m:d:s l�sras, etCérera), puede ;o�;:enre�co. del sistema
:;lO
d
njo cultural
é[r�f;�re;�::�a una especie de co��7ac���
a
��f
a u�a
a enconrrar vías de ' d
� un recurso que permj[ 1 parr�_
a apracJ6o. '" a a a comunl_
En 1989 1 .
. es propusIeron d'car figuras con el rema d
a IfZ alfareros de Ocumicho f .
Ue
u
:��;,,��:��ora del Cenr�o
l
��f;u
o;�cd�n¡J�ancesa Merc:�r�;
roria. Como ra�;on �scenas revolucionarias yXIICO en
l P1ads, les
' . OSpJnrores y " es re aro la h'
, ��cf������(u
a
!��cjÓd
n la icon���:[g�u�u
e�����cruyeron des��
dieron Su v " oc e la modernidad J
a ver ese acon­
la gujJloti�:sJon de la toma de la BastiÍla�s
d
a
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r�s:�aspurépechas
Fernando d I . na AnconJe" y
que "nin ún
e Paso escfJbió en el carálla
b
barbarTe y fa
u
����l�:d,:
i
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del
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�undo t7f:e�f�
a
o��pp��ici
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ón
o ras no sabían . Os 10 Jgenas que r d '
10 e
memoria de 1
mucho de la revolucion f p o uJeron esras
pañales
_
os horrores realizados por J rancesa,.pero (jenen
estas rierra¿�S:r
aJ�rmaban de los sacri(�:j��nqUlSrado:es es­
estos alfareros �o
a
d"6,oner la modernidad E¡�e ocuman eo
les facilitó repres�nrJ
a /os y serpientes en ;us ob
argo traeo de
grotesco e 1
ar o que pudo hab d
ras SJn duda
dad. La pr�se�;7:01uci6n que buscaba la
e
l:be�r
Contradictorio y
piezas del riesg
de
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lo Jnfernal -dice Del
p ad y la frarerni_
1 o n31 . pese 1
aSO-ale)ras, Ospurépech d '
a a aparjenda r'
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d
a a eStas
b as emue uselca e s f're conc'ca el ho b Stran saberque "la Id
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/! L
m re y la JOgenuid d
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.
emprt! e/ mejoranara más" 1
o Yar lit /Jttl "ó, "res, comerciantes d es �a consigna de much
aCl n, Sea
esrudjos u e. arresanJas y funciao '
Os promoco_
indiscipli�a;or�{ fJO algunos folcloris::�os culrurales. Los
demueStran que a��en haCJendo sobre las arc�s:"-troP610gos
De un modo ao
'
1
ces OCurre lo ronceado Olas Impuras
COres de am"e est�:
gO a los alfareros de O�umic .CJcas sobre "1
.
h�CJendo repensar la I
ho, los PIO-a exc1ncJon inevitable" d
s a armas apocalíp_
1';UCIII, p. 57.
e las arresanías y los
, F�rnll.ndo del Paso " . .
" O(IIIJ1/(ho, Centre CIJJr�re(tJlId�bl� la revoluci6n francesa"·· L .CXJque, París, 1989 P 6
'
1
'
6
t.I ¡rou COlllellrJ
, p. -
2.
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR
nexos entre lo culto y lo popular. Cuando hace treinta aío,o¡
varios pueblos de Guerrero comenzaron a producir y vender
pinturas hechas en papel de amate, en pane por influencia de
artistas, algunos folcloristas pronosticaron la decadencia de sus
Iradiciones étnicas. Catherine Good Eshelman inició un estu­
dio sobre estas anesaoias en 1977, a partir de la teoría predomi­
nante entonces sobre el lugar de la producción campesina en la
formación capitalista mexicana: las artesanías serían una for·
ma especírica de participaciOn en este sistema desigual, una
vía más para la extracción de excedentes y debilitamiento de
la organización étnica. Despu·és de vivir varios af'los en los
pueblos productores y seguir el ciclo de sus adaptaciones, tuvo
que admitir que la creciente interacción comercial con la
sociedad y el mercado nacionales nosólo les permitían mejorar
económicamente; también iban fortaleciendo sus reláciones
internas. El origen indígena no era "un detalle folclórico" que
daba atracción exótica a sus productos. ni un obstáculo para
incorporarse a la economía capitalista. sino "la ruerza movi­
lizadora y determinante en el proceso".20 Como lo muestra el
trabajo histórico de la autora, esos pueblos pasaron largos
periodos experimentando estrategias. muchas veces frustradas,
hasta llegar a los hallazgos económicos y estéticos de las
pinturas en amaleo Su origen está multideterminado: nacjeron
en los años cincuenta, cuando los nahuas de Ameyattepec.
alfareros desde antes de la conquista, que vendían sus másca­
ras, macetas y ceniceros en ciudades cercanas, trasladaron las
decoraciones de la cerámica al papel de amate. Los dibujos
eran antiguos. pero su difusión nacional e internacional em·
pezó al volcarlos al amate, que -además de posibilitar com­
posiciones más complejas- es de menor peso que el barro,
menos frágil y más fácil de transportar.
Los fI cuadros" son hechos por hombres Y mujeres. adultos
y niños. Muestran escenas de sus trabajos y fiestas, valorizan­
do así tradiciones élnicas y familiares que siguen reproduciendo
en las tareas campesinas. Los propios artesanos controlan casi
todo su comercio. permiten a tos intermediarios una inje­
rencia menor que en otras ramas artesanales, y aprovechan
sus puestos o ventas itinerantes para ofrecer trabajos de otros
pueblos (máscaras, piedras talladas y copias de piezas prehis­
pánicos).
20 Ollherine Good Eshelman, Haciendo lo fucha. Arre y comercio nahuas de
Guerrero, op, cit., p. 18.
220
CULTURAS HIOIHOAS
Según la encuesta, aplicada en Im
,
an en Ameyaltepec, el 4 1 por
' 980- 1 98 1 por Good 1',h,'1
!�Jo en ,las artesa nfas m ás d e cu
���n
r
o
�e ,las famil ias galJuh.
. por c J�nt? de dos a cuat ro salari
o sa
,
a
,
nos mini mos, y 0" 0
:nter�edlaflOS q ue se apropia n d e
OS mlo l mOS . Sigue habit:udo
os mas especuladores SOn uien
una parte de la gana llt.'ju
por los amates y los revende;en
es pagan ent re 1 0 y 20 dril,, , ,,;arte toba l azteca" a 300
Estados UnIdos como " ,
'
que usan ' - '
o 400 dólares Tamb "
gen"",,,
1
' dlSenos de estos pueblos e '
lén hay emprc" "es y cajas de pañ uelos d e pape l
,
n
d
man teles , tarjetas post.
a esas
.
For mas de explotación '
SIn afies nI ngún pago. PC�ra[leSa n la, ,sus ingresos y nivel de
com unes c o n Olros tipos de."a
Xfomedl O de los campesinos m
���c
S
:::O
�,on m uy Superiore"
.
unqu e estos artesanos tien
os.
c lal. extendida POr casi tod o
e
�1
un a
,
profusa actividad comer
�esaten��r la agric u lt u ra, n i
las o
btlS• �e organizan para no
os serVICIOS comunitarios l '
¡gacJones ceremoniales 111'
Cn tie ' . n Vlenen las . •
d
rras. anI males, vivienda s y f
�ananclas arresa nalesto as las familias e n la Venta d
Jesras
.
Inrernas. Al ocuparse
USar SUS recursos y fuerza de
:a
�t�sanl as, a nadie le COnvienecomercio Se m ueven indivl'd I
ra aJo corno mercancías. En elzan s u a mente o e n f '1'.
us ventas usand o las . am i la, pero reali�J n f�rmación sobre ciudades J
;�des co
.
JeClivas para comparti rd U�le
.ndo f a s condiciones ma/e��
a
t
e Ins�aJarse en ellas repro_Cot�d l
.
. na, Decenas de artesano�
a ey SIm bólicas de s u vidatUrIstlC? , rentan u n sector de una
n a �as llegan a un cen tromCnte tle
.
nden meca tes para col
�ensl6n barata e inm edia[a�en armanos, almacenan a ua e
gar
,
a ropa en vez de guarda rla
��ar
.
to, colocan altares, :repa�a
�a
ft
aros
�e barro dentro delg
A
llICn e
.
n el m ercado para que
.
a COmI da O con vencen a
. (raves de l a compra de m
g�,se a su m a nera .
ajenos transfieren parte d e s
arenales y el Consum o d e bienesy tra�snacional . pero el contr
�J
e
�ceden (e al n: ercad o nacionalfuentes d e SubSisten cia y el COme
ás o
d
menos Igualitario de susSOst
��er Su identidad étnica G
rCI? e anesanías les permitetrad,c,ones (el COntrol Colec :
raclas al cuidado de ciertasrec¿,rOCidad), la renovación
t
�v
e
o
s
de
��s t l er ras y el sistema d em o O a U n a interacción com J
� O lCIO a rtesanal y e l reaco_
2
p eJa Con l a moderni dad han
I E n el mOmemo de rcada 100 ho ar
. ap lcarse la encuesta diada a r'n ' .
más de cien d�I<l%s�l:::I�
no� re�ian ingresos meno;es �l'�/I���� �.I�s oche.rHtI, 35 eJe
1988, p. 214).
r gUI ar Camin, Desp/fé'idelmilogro
e
�
nlmo, o .sea poco
, a 'j Arena, México,
LA PUESTA EN ESCENA DE 1.0 POPULAR 221
11 11'.1' •.1<..10 una independencia floreciente que no h u bieran conse­
,l uido encerrándose en sus relaciones ancestrales .
1/1 CONVERSiÓN HEGEMÓNtCA y RECONVERSIÓN POPULAR
" :1 incremento de las artesanías en países indus trializados
I cvela, según señalé ames, q u e el avance económico moderno
110 imp lica eliminar las fuerzas producl ivas que no sirven
d i rectamente a su expansión si esas fue rzcl's cohesionan a un
�,,�ctor nu meroso. aun satisracen necesidades sectoriales o las
l1e una reproducción equili brada del sistem a . A la i n versa, y
complemen tariamente, la reprod ucción de las tradiciones n o
l:xige cerrarse a l a m odernizac ión, Además de estos c�sos
Inex icanos, Olros ue A mérica Latina, por ejemplo el de Ola­
valo en Ecuador,22 m ucstran que la rcelaboración heterodoxa
-pero a u [ ogesl iva- de las tradici ones puede ser fuente simul­
tánea de prosperidad económica y reafirmación simbólica. Ni
la modernización exige abolir las tradici ones, ni el destino ratal
de los grupos t rad icionales es quedar ruera de la m odernidad ,
Es sabido que en otras zonas de México y de América Latina
los indígenas no han logrado est a adaptaci ó n exitosa al desa­
rrollo capi talista. Voraces in termediarios. estruct u ras arcaicas
e injustas de explotación campesina, gobiernos antide mocrá­
ticos O represores, y las propias d i ricul tades de las etni as para
reubicarse en la modernidad, Jos mantienen en una pobreza
crónica. Si se hace el cálculo de cuántos artesanos o grupos
étnic.os han conseguido un ni vel digno de vida con sus tradi­
ciones o incorpora rse a l desarrollo mod erno red uciendo la
asimet n'a con los grupos hegemónicos, los res u ltados son
deplorables. Peor a ú n : la reconversión reciente de las econo­
mlas lati noamericanas agrava la segmen tación desigual en el
acceso a los bienes económicos, a la educación media y superior,
a las nuevas tecnologías y al consumo más soristicado, La
pregunta que queremos hacer es si las luchas por ingresar a estos
escenarios de modern ización sO"n las ú n icas que les conviene
dar a los movimientos popul ares de América Latina .
La acum ulación d e los ejemplos anteriores no re ruta nada
de lo que se conoce so bre la explolación laboral y la desigual­
dad educativa , Ta mp oco estoy sugiriendo que a los artesanos
21 Lyn Walter. "Olavale�o Developmeni. Elhnicii'j, and National Inlegraiion ",
América Ind{gello, año XLI, numo 2, abril-juniode 1981, pp. 319-338.
222
CULTURAS H/oRIDAS
pobres les jrla mejo ' . .
y los pintores de A':
SI
imitaran a los alfareros de OC/lIIII"h.e��ructuras desiguaIe:�a
u�
e
br
e
�� ent.re Otras �alones. pOrtllle
�'on campesina e ind
.
,
nan las relacIOnes entre nr",I,,,••
Imposi�le que Jos qUin��lr��
l
i
o
entre artesan(a y arre, vut'lel COntlnente accedan a 1 b ��s ,de arlesanos que exisl c
de las clases altas y m d
OS
p
ene lelOS económicos y sim 'un t'( 1
e las ero para ." u 0, más a fa bibliogr'af(a
repelu esco no agre�UlrMas bien Se (raca de a . ' .
,
marco de .injusticia, manl:e:����r :' I�. �ue significa, en csl.
a m.O?ern1dad tiene para lo
s fa IClones o participetl ('
tr�dlC10naljstas y mOdernjz����tore� popu.lares el sentido '1Un
g,UH a los migrantes lemp
1 es vIenen Imaginando. Al .
clu�ades. al o¡'r sus com���
e� o permanentes en las gramil'naciones, sobre las opon
�nos sobre los hábitos de 01 1 &1
urbana o de las nuevas te���1�d
t
s y de�venr.ajas de la vil..ll
mente en las reglas comerciale
g as, y como Insertarse h,lblJ
muchos de ellos lo que Good
� ��dernas,. resulta aplicahl,' •que producen y venden amates:
s e man afIrma de Jos nahlUu
Son muy mundanos y sofisricadoCOst umbres Como nOrma
s [.,.1. usan 1<) vida de Su puebl
1 ) S . , para procesar inti '
o y 11'
'b: ' u eXHo comercial se debe .
ormaclón y entender a los dellllh� lena )' Oexibleque lespermite
:��;Isamenle a esta actitud mental '40
o, en el Que tienen experienci
as )' rel:��enun m und� complicado. v;.ula
Iones económIcas muy diversa...JI
Esta relación fluida de 1mod�rnldad se observa (a
a
m
g
b
u.�os grupos tradicionales COJ) In
l
En vista de la irrupción de
I
�n
n
den J�chas pOlílicas y sociaJc
c
����a de sis!�mas Iransnacional�:l�las y re�res�s. o ante 111
I lana, los Indígenas
. e comunicación a su vid..
d
,e descubrimientos cienríf��:peslnos han ,debido informar1.lt'
e aborar PosiCiones pro ia
Y
.
te�nologlas de punta palU
tan la destrucción de la :elv
s
� �:
s IndIOS brasileños que enfrellFe de la Laguna, en México
azonlca y i?s tarascas de SalllJde los ochenta la instaJació�
q
:n
e logr�ron Impedir a principio,,"Central nuclear, muestran c6
Sus tlerra� comunales de unu
,nes de producción y {rala c:
o
,pueden afirmarse las tradicj(los desafios de eSle fin de s
'
,
n a
L
nalUrale�a en relación CÜIJ
1e .los Recursos Naturales /'b0' a OrganIZación de Defe","
uarez, en la que zapotecos
csa
�rollo Social de la Sierra ;l�y C manLecos se unieron par..
2J C. GOOd EsheJman, on.p cit., pp. 52-53.
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 22
Ilfulcger sus bosques frente a las industrias papeleras, no se
queda en la simple preservación de sus recursos: ha conforma­
¡to Hita educación basada en sus formas comunales de trabajo
V ,'/1 una visión ecológica compleja sobre el desarrollo de su
I aión y de México, sostenida por sus creencias en la natura­
le·tU pero informada a la medida de quienes construyen cami-
110$ pensando sólo en sus ganancias, "no para comunicar a los
¡11Il!blos" . 24
Al mismo tiempo que la reconversión oficial, se produce la
I cconversión con que las cIases populares "adaptan sus saberes
V hábitos tradicionales_ Para entender los vínculos que se tejen
r�lltre ambas hay que incluir en los análisis de la condición
popular, dedicados a las oposiciones entre subalternos aislados
y dominadores cosmopolitas, estas formas no convencionales
de integrarse a la modernidad que se escuchan en pueblos como
( kumicho, Ameyaltepec y tanlOs olros. Los artesanos inter­
cambian datos sobre compradores de la ciudad de México y
de Estados Unidos, tarifas de taxis y hoteles en Acapulco,
'ómo usar los teléfonos en comunicaciones de larga distancia,
¿j quién se le puede aceptar cheques de viajero, dónde es mejor
I.:omprar los aparatos electrónicos que traerán a sus casas.
Las duras condiciones de sobrevivencia reducen esta adap­
tación, en Ja mayoría de Jos casos, a un aprendizaje comercial
y pragmático. Pero con frecuencia, sobre todo en las nuevas
generaciones, los cruces culturales que venimos describiendo
incluyen una reestructuración radica! de los vínculos entre
lo tradicional y lo moderno, lo popular y lo culto, lo local y lo
extranjero. Basta prestar atención al creciente lugar que tienen
en diseños artesanales imágenes del arte contemporáneo y de
los medios masivos.
Déjenme contar que, cuando comencé a estudiar estos
cambios, mi reacción inmediata era lamentar la subordinación
de los productores al gusto de consumidores urbanos y turis­
tas . Hasta que hace ocho años entré a una tienda en Teotitlán
del Valle -un pueblo oaxaqueño dedicado al tejido- donde
un hombre de cincuenta años veía televisión con su padre,
mientras cambiaban frases en zapoteco. Al preguntarle sobre
los tapices con imágenes de Picasso, Klee y Miró que exhibí",
me dijo que comenzaron a hacerlos en 1 968, cuando lo.'
24 Jaime Martinez luna, "Resistencia comunitaria y organización popular". ('11 f ¡
Bonfit Batalla y Otros, Culturas populares y po//Í;CQ cultural. Museo Nltdllillll .Ir
Culturas Populares/sEP, 1982.
224 CULTURAS H'BRIOAS
visitaron algunos turistas u
.
Moderno de Nueva York 1e;
trabaJ�ban en el Museo de Arlc
Me mostró un álbum co/foto�
ropus.eron renovar los diseiins.
donde se analizaban las expo
. y reCOrles de d.arlos en inglés
en California. En media hO
,s:
c.�
ne� que este arlesano reali�¿
zapoteco al espa�ol y al inglé;
� :' moverse con fluidez del
etnl� a la inform ación y los
� e an,e � la artesanía, de su
mas.va, p�sando por la crític
�l�
eten.m.entos de la cultura
Comprend. que mi preocupación �r
arte
.
de . una metrópoli .
c.ones no era compartida o
p la perd.da de sus tradi­
demas.ados conflictos entr:t:e:��s
.h
t
Ombre que se movia sin
emas culturales.25
ARTE VS. ARTESANíAS
¿Por qué muy. pocos artesanos 11
artIstas? Las oposiciones entre I
ega
�
a ser reconocidos como
�
oderno y lo tradicional se CO�d
c
U to y lo popular, entre lo
eelda, por la estética �oderna
eosan en la distinción esta­
concebIrse al arte como un m
. �ntre �rte y anesanías. Al
do, un �onjunto de bienes "e�
V��lenlo �Imbóljco desinteresa­
predomina sobre la func"
p,,

tuales en los que la forma
artesanias aparecen como :�
n
ot;o
o bello sohre lo útil, las
nunca podrían despegar de
' el re.no d.e los objetos que
dores sociales del arte que
su senudo práctico. Los historia
�
ulto respecto del cont�xto s���:iaron las dependencias del art�
a grieta entre lo culto y lo
'
1 casI nunca llegan a cuestionar
Con la escisión entre lo ruralP
O
�U
ar, que en parte se superpone
lo moderno. El Arte corresp�n�
u�bano, entre lo tradicional y
la burguesía y de sectores cult
. e
�.a a los intereses y gustos de
se desarrolla e n las ciudades
.
�
a
b
�
s de la pequeña burguesía
senta paisajes del campo l�
a a de ellas, y cuando repre:
b.en Raymond Williams:
.:U hace con óptica urbana. (Dijo
nunca un paisaje' la idea mis
na t
�
erra que se trabaja no es casi
de un observado; separado ..�:L
e paisaje supone la existencia
o as artesanías, en cambio, se
lS Para un análisis de la modernización
�elfrey H. Cohen y Harold K. Sch neid
an��nat en Teo,i.tán del Valle, léase de
�ouue:�on: Economie S"alegi" in Two ':;'
MarkelS. Museums and Modes of
19�'CO , SEA. SOC"'y for Economic Anthr
t'"
We
.nng Communi"es 01 Oaxaca
26'R d
pO ogy, vol. 9, núm, 2, West Lafayette
'
aymon Williams "PI '
'
du paysan" A
, a!Sanles perspe<:lives I
'
1977 p 31
' eles de la Rechache en Seienees S
� ��en"o� du paysage el aboti.ion
, . .
Clo es, num, 17·18, noviembre de
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPUl.AR 22S
ven como productos de indios Y campesinos, de .acuerdo con
su rusticidad, los mitos que habitan su decoración, los sectores
populares que tradicionalmente las hacen Y las usan.
¿No les asombra leer que en el coloquiO sobre La dicotomr'a
entre arle culto y arte popular una de las historiadoras más
rápidas del Oesle, Marla Traba, haya dicho que los artistas
populares quedan reducidos a " lo práctico-pinloresco" , son
incapaces de " pensar un significado diferente al lransmitido y
usado habitualmente por la comunidad , mIentras el artista
'cuIla' es un solitario cuya primera felicidad es la de satisfa­
cerse gracias a su propia creación" 7" No esposible hablar así
cuando un historiador del arte sabe que, desde hace más de
medio siglo, los construclivistas y la Sauhaus, grupOS plásticos
y leatrales vienen demostrando que la creatividad puede brotar
lambién de mensajes colectivos.
El otro argumento rutinario que opone el Arte al arte
popular, dice que los productores del primero serían singulares
y solitarios mienlras los populares serían colectivos y anóni­
mOS. En ese mismo coloquio de Zacatecas leemos que el Arte
produce " obras únicas" , irrepetibles, en lantO las artesanías
se hacen en serie, de igual modo que la música popular rCitera
idénticas estructuras en sus canciones. como si les faltara " un
proyeclo" Y se limilaran " a gaslar un prototipo hasta la fatiga,
sin legar a plantearlo nunca como cosmovisi6n y, en conse­
cuencia, a defenderlo estélicamente medianle ladas sus varia­
bIes" " Ya nos referimos a las maneras y las razones por las
que los diablos populares varian tanto o más que los del arte
moderno (por na hablar del arle anlerior, obligado por la
iglesia a reproducir modelos teológicamenle aprobados). Vi­
moS que los artesanos juegan con las matrices il:ónicas de su
comunidad en función de proyectos estélicos e inlerrelaciones
creativas con receptores urbanos. Los mitoS con que sostienen.
las obras más tradicionales y las innovaciones modernas indi­
can en qué medida los artislas populares superan los prototi­
pos, plantean cosmovisiones Y son capaces de defenderlas
estética Y culturalmente.
En otro tiempo, el tejedor de Teotitlán del Valle hubierll
sido una excepción; personas como él eran artesanoS que por
una peculiar necesidad creativa producían sus obras alejándo,e
del propia grupO, sin acceder lampoCO al mundo del arte cult'"
27 Varios, La' dic% mia enlre arte CU/IO y arte popular (Coloquio intemacifJIlfIl ,Jr
ZAcatecas), UI'IAM, Mtxieo, 1919, pp. 68-1 L
28 /dem., p. 10.
226
CULTURAS HfBRlDAS
Pintaban o grababan Can aIro valor estérico pese a descon/"r,la hisroria de la disciplina, las convenciones adopradas "" tI
. mercado inrernacional y el lenguaje récnico para explicarl••
Su esrilo personal coincidía a veces con búsquedas del arre tO/l
temporáneo, y eso los volvía atractjvos en museos y galerías.Hoy las relaciones inrensas y asiduas de los pueblos de '"resanos Con la cultura nacionaJ e internacional vuelve "nutmal" que sus miembros se vinculen Con la culrura visual. Ino
derna, aunque aún sean minoría los que logran nexos flUido,
Recuerdo la Conversación Con un producror de diablos en ' u
Casa de Ocumicho. Hablábamos de cómo se le Ocurrían 1•.•
imágenes y le sugeríque explicara Cómo se concebía al diabloentre los purépechas. Me Cantó el miro que relaré aores, perodijo que eso no era rodo. Le pregunré si romaban escenas dr
sus sueños, él desestimó la cuestión y empezó a sacar una DI
bUa ilustrada, libros religiosos y de arre (uno sobre Dalí).semanados y rey¡sras en español y en inglés ricos en materjaJgráfico. No conocía la historia del arre, pero renía mucha información sobre la Cultura visual COntemporánea, que archi­vaba menos siStemáricamente peto manejaba can una libercad asociativa semejante a la de cualquier arrista.En el capírulo en que describimos las transformaciones delas arres culras en la segunda mitad del siglo xx, concluimosque el arce ya no puede presentarse como inútjl ni gratuito. S�produce dentto de un campo atravesado por redes de depen­dencias que 10 vinculan Con el mercado, las industrias culrura_les y Con esos referentes "primitivos" y populares que san ram­bién la fuenre nutricia de 10 arresanaL Si quizá nunca el arrelogró Ser plenamente kantiano -finalidad sin fin, escenariode la graruidad_, ahora su paralelismo Con la arresanía o elarce popular obliga a repensar sus procesos equivalentes en lassociedades contemporáneas, sus desconexiones y sus cruces.No faltan aurores que ataquen eSta división. Pero han sidocasi siempre folcloristas o antropólogos preocupados par rei­vindicar el valor artíStico de la producción culrural indígena,hiStoriadores del arre dispuesros a reconocer que también exis­ten méritos fuera de las colecciones de los museos. Esa erapaya dio resulrados eStéticos e institucionales. Se demOStró queen las cerámicas, los rejidos y rerablos populares se puede en­contrar tanta crearividad formal, generacion de significadosoriginales y ocasional auronomía respecro de las funcionesprácticas como en el arre culro. Esee reconocimiento ha dadoentrada a ciertos artesanos y arriStas populares en museos y
227EN ESCENA DE LO POPULARLA PUESTA -
, . d 1
. . ara redef.inir lo espeClflC? e1 ' s Pero las dlflculrades p
da uno en sus vlncu-
,." eCla .
, . rpretar a ca
1
�I I ce: y de las arresanl3S, e I7te
con aperruras de buena vo un-1", �on el Otro, no se arreg an
La vía para salir del estanc�­. lel a lo que opIna el vecino.
uestión es un nuevo tIpO e,;,ieoro en 9ue se e������������i�e los camb�os gi������o�f�
IllveStlgaClon g�e
d o cuenta no solo erlleccado simbóliCO roman
1
0
�ul(o sino sus cruces y conver­,,,rrínseco de lo pop
�����s foattís�ico y 0 arresan¡'l en
e�rd�foncias. Al estar Inc
1 ·'n de Jos mensajes, sus u�nr
d.f
_I ('sos masivos de ClfCy �C10
y formas. sus caoales e 1 uvechamienw de Imagene.s . .al'o,r� y sus públicos suelen COIOCld"e·nto de la cultura y de lo" " el conOClml . dlS
Se avanzarla mas en
I teocupación sanitaCla por
J
_>opular si se abandonara a P
o e incontaminado el arte o as�inguir lo que tendrí�n
,
de p
�; desde las incertidumbtes (ueartesanías, y los estu
�:;
a
c�mo el análisis de l,as a
b
rcef cu ���)[ovocan sus cruces. . � de autonomJa a so uta�equiere librarse de la pre
l
tenSl��n de las culturas popularescampo y de los objetos, e exa
de ue su espacio propIO sonexige deshacerse del supuesto
ficíe;'res aisladas de Jos age
d
n-unidades indígenas autosu . �anto como sus era 1-
c�s�odernos que hoy las constltuY��urismo, las relaciones�iones: las indu�rClas Cult���e
r
s¿a�o nacional y ttansnaclO;;aleconómicas ypoll.rIcas co� e
fU os indígenas don.de te a­de bienes simb6bc;os. EXlSre:for!an con bascanre IOdepen-� los hechos estetlCOs.s� co
1 sivas se reproduc�n en
VIa . d rradJC10neS exc u ,
1 blfio y
dencia a parrn
,
e. ·dianas de origen preco om _rituales y en practlcds fOt;ociología de la cultura que se
d
es_colonial. Un nesgo e
d
a
la sociología, en desarrol1o
A
m,: e:a
ecializa, como casI t.o a . . nes generales para men
p
urbano y enunCla aflCma
l
clO
dl'srl·cas y las encuestas¡
no y , . 1 sos as esra .Larina a parr1f d.e os. cen ,
erseverancia de lo arcaico.es olvidar esea diverSidad( esra
n�e eorre folcloriStas y antr�.-Pero el riesgo opuesto, recue
os minoritarios, como S.l ,1pólogos, es recluirse en. e��s g.rutdel conrinenre no esruv�cranorme mayoría de los 10 1gena
de migración, mestiZa..
e. . do desde hace décadas procesos
n el mundo modcr-
vlvlen . .
interaCCIOnes ca '. .je urbanizaCIón, diversas
d los Cruces eorre arresanl." yn�.De este modo, el ex;�en
de fondo sobre las OPOSlC;"".
...atte desempaca en un e are
or taoro entre Jas dos , 1" ,tradición y modernidad, y p
' de su separaclóll, ,".,
en.ue
h onen en escena, a rrav:spllOas que ay P I ' la anrropologra.divorcio: la SOCIO ogla y
228
CULTURAS HIBRIDAS
Ames de entrar en esa olé ' .par
,a ocuparse de la op:S · . ?llca , q
UIero decir que Olra
sOcIOCult u ral _y n o
'
1
lCIOn artelartesan(as com o
necesid ad d e abarca
So o
,
como cuestión esrélica_
prod . r un unI verso má
t':t
u�t os SIngulares cansa d
s extenso q u e el de
Del mlstno modo que h
gra os Como arte (culto o P'oD ulll,,1q d
muc as o b rasu c 3 n en la repetición de d
CO� �retensión de ser
res -y por tanto en escen:? elos est,ctlcoS de siglos all
del arte, supermercad os
e
nos de baja legirimidad: jarcJ
parte de la produc
. , ' entros de cultu ra barrial_ I
E Clo n artesanal ' . ' a
caso n Jos pa{ses ¡alinDa
. no llene asplf3Ciones
-Perú, Ecuador G
men
e
anos más ricos en
arte
' ualemala Méx 'sanos produce para so
' . . lCO- la mayor{a de
formas o la signi ficación
��
evlvfr, no buscando renovar 11,
que culmina en gran des ob'r
que llamamos arte no es sólo I
reallz� su prOducción visua
�
s ,��
no un espaci� donde la sOcieda:
,
trabaJO artl'Stico, s u circula�ió
en este senf ldo amprio que C'Iugar apropiado p a ra ca
n y Su consumo con figuran
se orga niza lo social .
mprender las clas i ficaciones COn
un
ANTROPOLOGiA vs. SOCIOLOGiA
Las d i ferencias y l ' .diSCiplinas deri�an d
a
e
Ignorancia recíproca , entre estas dt radicional y lo modern
sus maneras opues t as de explorar �s�
em:nle a eSludia r los
o
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U
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tro
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Ogía se dedicó preferen�eona y su método f
10 Igen as y campe '
l os �!los, l as Cost u
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rmaron en relación Con los :j
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t radIcIonales . En tan to
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y el. parentesco en las socied
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parte del tiempo Cono
: �sOCi ología S e desarrolló la
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cesos de, �odern izaci
ó��
en o prob
lemas macrosociales ;����Tamblen se han opuestonece y lo q u e cambia H
en la valoración de lo que
pero d
. o y no POdem o
perma-
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�ran te décadas lo
, s generalizar fácilme tolelonstas los co
s antropologos han sido '
n e,
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I Icas -por e ' lal desarrollo "
parentesco� como simples " b
Je
á
m p o,
. o St cufos
LA PUE�TA EN ESCENA DE LO POPULAR 229
! ' H l i! j ustificar la preferencia de s u s estudios por el mundo
lIulf cna y campesino, los antropólogos recuerdan que siguen
I hl icndo en América Latina treinta milIones de indios, con
JI I I horios diferenciados, lenguas propias (cuyos hablantes au·
"U' lIlan en aJgunas regiones), historjas iniciadas antes de la
' "IH.luista, hábitos de trabajo y consumo que los d i stinguen ,
'ni resistencia de cinco siglos a la opresión y la dcsculturación
I}tllc.: expresándose en organizaciones sociales y políticas au·
11lInmas: n o puede pensarse que se trala de lO un fenómeno
, . ',idual, un anacronismo inexplicable ni �un rasgo de color
l l l lclórico sin mayor trascendencia" . 29 H ay que reconocer, se
¡l I ¡ l ma, que " los grupos étnicos son ' naciones en potencia';
uJli dades capaces de ser el campo social de la historia concreta" . JO
I��ta delimitación del universo de estudio lleva a concentrar
111 descripción etnográfica en los rasgos tradicionales de pe­
' 1 llCñas comunidades y a sobrestimar su lógica i nterna. Al
,Ihocarse tanto a lo que diferencia a un grupo de los otros o
I l'siste la penetración occidenta l , se descuidan los crecientes
jI,'ocesos de int eracción con la sociedad nacional y aun con el
IlIercado económico y simbólico t ransnacional. O se los reduce'
.11 aséptico " contacto entre culturas" , De ahí que la antropo·
I"sía haya elaborado pocos conceptos útiles para in terpretar
cÓmo los grupos indígenas reproducen en su interior e l desa·
!
'
rollo capitalista o construyen con él formacíones mixtas. Los
f.;onflictos, pocas veces admitidos, son vistos como si sólo se
produjeran entre dos bloques homogéneos: la sociedad " colo­
nial" y e l grupo étnico . En el estudio de la etnia, se registran
ll nicamente las relaciones sociales igualitarias o de reciproci·
dad que permiten considerarla " comunidad " , sin desigualda­
des internas, enfreIHadas compactamente al poder " i nvasor" .
Algunos autores que intentan dar cuenta de los cambios
modernizadores, reconocen -además d e l a domina¡,;ión exter­
na- la apropiación de sus elementos por parte de la cultura
dominada, pero sólo consideran aquellos que el grupo acepta
según " sus propios i n tereses" o a los que puede dar un sentjdo
de " resistencia " , Por eso existen tan pocos análisis de los
procesos en que una etnia, o la mayor parte de ella, admite la
remodelación que los dominadores hacen de su c ultura: se
subordina voluntariamente a formas de producción, a sistemas
29 Guillermo
'
Bonfil (comp,), Urop(a y revolución. Elpensamiento po/(tico Wnlem­
porálleo de los indios en América Latina, Nueva Imagen , México, 1981, p. 27.
JO Idem, pp, 30-31.
230 CULTURAS HIsRIDAS
de atención a la salud o a movimientos religiosos occidcl1 l ulra
(desde el catolicismo al pentecostalismo), incorpora cOIIIO
proyecto propio los cambios modernizadores y la integradón
política a la sociedad nacional. Menos frecuentes aún, son ¡• •
investigaciones q u e examinan l o s procedimientos p o r l o s l: U &I
les las culturas tradicionales d e l o s indígenas y campesinul
convergen sincréticamente con diversas modalidades de cultura
urbana y masiva, estableciendo formas híbridas de existencl.
de " l o pop ular" .
Las d i ficultades aumentan cuando se t raslada el estilo drill
co de la etnogra fía ant ropológíca a las culturas populares d.
la ciudad. ¿Cómo estudiar a los millones de i ndígenas y
campesinos que migran a las capitales, a los obreros subordl
nadas a la organización industrial del trabajo y el consumo?
Es imposible responder si se eligen sectores marginales, ••
recortan unidades pequeñas d e análisis -un barrio, un grllpu
étnico, una minoría cultural -, se emplean únicamente técn1
cas de observación intensiva y de entrevista en profundidad,
y se los examina como sistemas cerrados. Estos trabajos suelen
dar i n formaciones originales y densas sobre cuestiones micro
sociales, Pero sus propias estrategias de con ocimiento inhiben
la construcción de una antropología urbana, o sea una visión
de conjunto sobre el significado de la vida en l a ciudad, al
modo de la Escuela de Chicago. Podemos aplícar a casi toda
la antropología hecha en América Latina lo que Eunice Ribeiro
Durham dice del Brasil: se ha practicado menos
... una anlropología de la ciudad que una antropología en la ciudad {. .. I.
Se trata de investigaciones que operan con lemas. conceplos y métodos de
la antropología. pero volcados al estudio de pOblaciones que viven en las
ciudades. La ciudad es, por lo tanto. más el lugar de investigación que su
objetoY
Parece que los antropólogos tenemos más dificult ades para entrar
en la modernidad que los grupos sociales que estudiamos.
Otra característica de estos trabajos es que dicen muy poco
acerca de las formas modernas de hegemonía. Como anota
Guillermo Bonfil en un texto sobre la investigación en México,
31 Eunice R. Durham, "A pesquisa antropologica com popula¡;oes urbanil.$:
problemas e perspectivas", en Ruth Cardoso (org.), A aventura anlropologico, Paz e
Terra, Sao Paulo, 1986, p. 19. Otro estudio de esta autora muesua lo Que puede
significar el cambio de rumbo que aquí sugerimos: E. Ribeiro Durham, "A sociedade
vista da periferia" , Revista Brosileira de Ciencias Sociais, nuro. 1, junio de 1986.
LA PUES1A EN ESCENA OE LO POPULAR 2: 1
. t o ol6gicos sobre cultura popular parle hoy
la mayoría de los estudiOS ano r p
b)'eto de eSludio es una cultura
.. , . [{CIto de quesu o
'd d
,Ie. supuesto, impJcIO o exp
do I� investigación se refiera a comum a es
díf¡;rent
.
e; Y eSl?'
d
�un
O
C
���tores urbanos.
32
��_� oo m -
.
.
ue se distingue por la hipóteSIs de
I a tradición etnográfica, q
son culturas e n si mismas . son
'IIIC " as culturas pop ulares
, t a pensarlas corno subc ulturas,
.
t " )) se resls e
t que
,' ¡turas dlfereo es ,
' · o· n Aun p ara este au o r o.
a de domlnacl .
t las
partes de un s1st
.
em .
su a nálisis. Y r econo<.:e e� re
. .
"Icluye la dominaCió n en
I s populares la dislflbuclon
,.llusas que originan las C�
a
U�:
la sociedad, lo específico del
.Icsigual del palfl�
omo glo .
te en estudi ar las d i ferencI�s .
l I abajo antropO�oglcO COnS
la o ci
Ón . U no retoma el VInculo .
Dos argumento
,
s apoya n es P
ue le permite abarcar . en
de la ant ropolog.. con la hlstora , q
l·dad " " la dimensIó n
. 1 " 1 larga tempora I ,
los procesos socia es a .
o de a colo nización, un recu�so
t¡iacrónica" . Desde el co
rnc
n
tor
i
genes fu e mantener su dl:e�
(lara dominar a los grupOS
�e la subo rdinación haya camb"­
renda ; aunque la estruct
�;a
d
_
por distin tas razones, de �S
do permanece la neceSl a
ulares- d e que la cultura e
do;"inadores Y de las clases pop
ar ume nto surge al obse�var
éstas sea diferente. El segu�do
E
g
o l o s pueblos campeSInoS
las cullu ras populares de
1I0�
Y
d ondc cambió la lengu a Y
,,
�e
mestizos, induso en aQ�e
tradicional sub sisten rasgo s de
d
a
abandonó l a indu mentafla
. dade s producti vas, las pautas e
cultur a ma t enal, l�s a��l Vl
familiar y c omunal,
.
las ?:ac�,
l��S
consumo , a Orga
,
O Iz.acl n
arle del u n iverso Simbollc?
' �
médicas Y culinaflas Y gran p
ru os " la ruptura de la Idenll­
desindianización provoca e� esoS
�eni�ndo conciencia de ser dlfe-
dad étnica original" , pero Stgu:n .
" de un patrimoniO cultural
. depOSitariOS
, d d" H En
rentes al asumirse como
.
.
r esa misma saCIe a .
creado a lo largo de la h lS
tof
la PO
todav ía más radical , muchos
. d nde la ruptu ra es
las CIUdades , o.
· ndio o campesino
migrantCS de ongen I
. los renuevan periódicamente;
mantienen vínculos con sus comun;da��:
como allá, hasta donde las
�� organizan aquí par� �
anten�
n ;equeños espacios urbanos que van
circunstancias lo penmten. oc:up
de diferencia y subordinación en �l
Jl Guilerroo Sonfi Batalla.
" Los C
O
?c
tP1
T
O
"O
ri
a e inYesti
g
odón en la anlfopUloJ://I
I s" en variOS,
08
estudio de las culturaS popu are
• 1 México, 1988, pp. 97-1 .
socia/ mexicana, CIESA5-UA.M, Izlapa apa,
H [de"'.
)4 1dem.
2 2 CULTURAS H(OIUDAS
pobl
�
n<.lo Con los de allá; se organizan '
de ongen; celebran las fleslas y habl
y apoyan segun pueblos y regiones
an entre ellos su propia lengua.Jj
La concentración de m uchos .
t radicionales se relaciona Con
a�I�?POI��os en las culturas
de la modernización e
.
su VJSlon cnuca sobre los e fectos. . uestlOnan el valor .
conjunto de la sociedad
. que [lene para el
populares. un desarrollo '
Y
d
especlalmellle para las capas
for d
. mo erno q ue -adem/ dmas e Vida I radicjonaJes_ , ?S e arruinar
desarraigo. desempleo y ' ,
engendra rn lgraclOnes masivas
e,amente a lodo eVOlucion����
'
J
S
u�
O
,
urbano. �e .oponen enérgj�
SinO como atraso par
' . q plcnsa lo clnlco y lo campe
. d '
a Sustll Ulrlo por un ' . -
In uSln al definido a
. . creCimiento urbano e
I
.
PfJOf
J
como progreso D h'en a reaclJvación de las Ir d'
, , , e a I Q ue busquen
su saber y sus (écnicas e
a IClOnes Indígenas y campesinas en
Y I
'
, n su modo de t ral I
•
reso ver comun ilariamenl I
ar a a naturaleza
de desarrolJo menos degrad:d
os problem�s sociales, un estilo
En las dos úllilllas d ' d
o y dependlenle,"
sociología polilica for
eca as
.
la sOCIología de la cu hura y la
I
Jaron Un modelo o
:u, luras populares desde la moderni
' puesto, que ve a las
e�H� alcanzado por los ro ,
z�cl6n, P,arten del relat ivo
elIminaron redujeron
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yect�s de Inlegraclón nacional que
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, o su ordlnaron a los ' . '
na eVI enCJa es la u n i rormidad lin
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, grupos Indlgenas,
moderna. q ue abarca la a l f b
' gUISllca. Olra. la educación
I '
. a ellzaclón gene l ' denguas pfJnclpales -e � I
ra Iza a en las dos
de conocimientos que
spano, y POrtugués_o y también u n tipo
d d
capaclla a los mie b da para participar en el
m ros e cada socie-. , m ercado de l b 'capltalJsta, así como en Jos si
'
,
ra aJ o y consumo
tercer lugar, un modo de or
st
,
emas POJIIIC?S nacionales, En
laborales basado en los p
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ganlzar Ias relaCIones familiares y
Se sabe que eSla lende
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lOS lI bera les modernos .
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porenClada en fas
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e vie:on en la indust rialización
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' " arra O lalinoameri 'a esa IsclpllJIa la mis'ó d 1
cano, y a lflbuye_
Irad" I
I n e uchar COnl I
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IC tona es, agrarios O
" reud " , ra os reSiduos
descalificaba el " alraso"
ales . Preclsamenle porque Se
sociología se concenl rab
pOP
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lar y porque en esa época la
conómicos, muy pocas '
a en � d�bale sobre modelos socioe-Invest tgaclOnes se interesaron por co-
lS Idem,
J6 ef. Arturo Warrnart " �1od ' .1982 '
, 1- crmzarse ' para '?"
, Y GUIllermo Bonfil 8alalla M." � que , �, Nexos, núm, 50, rebrero de, ex/co profundo, Gn)albo, México, 1990,
LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 233
nocer las culturas subahernas. Fue en anos recientes, cuando
entraron en crisis todos los programas de modernización y
cambio social (los desarrollismos. los populismos. los marxis­
mos) que los sociólogos latinoamericanos comenzaron a estu­
diar la cullUra. especialmenle la popular. como uno de los
elementos de articulación entre hegemonía y consenso.
Se deslacaron en los ochenla los Irabajos de sociología de
l a cullura orienlados por la teoría de la reproducción y los de
sociología polÍlica que se apoyan e n la concepción gramsciana
de la hegemonía, A menudo con fluyen en el propósilO de
explicar de qué modo las clases hegemón icas fundan su posi­
ción en la co nlinuidad de un capilal culi ural moderno que
garantiza la reproducción de la estructura soci al, y en l a
apropiación desigual d e ese capital como mecanismo rep�oduc­
lar de las diferencias. Pero pese a la mayor alención dada al
conocimiento empírico de las culturas populares. con frecuen­
cia miran su vida cotidiana desde esas teorías macro y recogen
sólo lo que enlra en ellas, ESla perspecl iva liene el mérilo de
cuestionar idealizaciones generadas por la excesiva autonomi­
zación de las culiuras suballernas. cumplidas por quienes las
ven como manifeslaciones de la capacidad creadora de los
pueblos. O como acumulación autónoma de tradiciones previas
a la induslrialización, Al siluar las acciones populares en el
conjunto de la formación social, los reprod uctivistas entienden
la cultura suballerna como resullado de la dislribución desigual
de los bienes económicos y culturales, Los gramscianos, menos
" fatalistas" , relativizan esta dependencia porque reconocen a las
clases populares cierta iniciativa y poder de resistencia, pero
siempre dentro de la interacción contradictoria con los grupos
hegemónicos,
En esta línea , se ha sostenido que no existiria en América
Latina cultura popular con los componenles que Gramsci
al ribuye al conceplo de cullUra: a) una concepción del mundo;
b) produclores especializados; e) parladores sociales preemi­
nenles; d) capacidad de inlegrar a un co njunlo social. llevarlo
lI a pensar coherentemente y 'en forma unitaria " ; e) hacer
posible la l ucha por l a hegemonia; J) manifeslarse a Iravés de
una organización material e instituciona l.l1 Lo que hahitual
mente se denomina " cultura popular" en estos países mUll ir!
nicos estaría más cerca, en el vocabulario grarnsciano, ,,,"1
]1 Es la manera en que lo formula José Joaquín Brunner, "Notas solllt:  11"'1111
,popular, industria cultural y modernidad " , Un espejo Irizado, pp. 15t·Ut"
234 CULTORAS HfBRIDAS
conceplo de folclor. El problema es que esos universos de
prácticas y símbolos anliguos eSlarían pereciendoo debililándose
por el avance de la modernidad. En medio de las migraciones del
campo a la ciudad que desarraigan a los productores y usuarios
del folclor. frente a la acción de la escuela y las induslrias
.culturales, la simbólica tradicional s610 puede ofrecer uestados
de conciencia dispersos, fragmentados, donde coexisten ele­
mentos heterogéneos y diversos estratos culturales tomados de
universos muy distintos". )8 El folelor mantiene cierta cohesión
y resistencia en comunidades indígenas o zonas rurales, en
" espacios urbanos de marginalidad extrema", pero aun allí
crece el reclamo de educación formal. La cultura tradicional
se halla expuesta a una interacción creciente con la informa­
ción, la comunicación y los entretenimientos producidos in­
dustrial y masivamente,
Las poblaciones o favelas de nuestras grandes ciudades se han llenado de
radios transistores� por las zonas rurales avanza la mSlalación de torres
repetidoras de televisión; el rock es el lenguaje universal de las fiestas
juveniles que cruza a través de los diversos grupos soCiaJe:s.39
Una manera de entender el conflicto entre estos dos para­
digmas sería suponer que la bifurcación entre la antropología
y la sociología corresponde a la exislencia de dos modalidades
separadas del desarrollo cullural. Si por un lado persislen
formas de producción y comunicación tradjcjonal� y por otro
circuitos urbanos y masivos, parece lógico que haya disciplinas
diferentes para ocuparse de cada uno. ¿No serán las posiciones
en favor de la resistencia incesante de las culturas populares
y la modernización inexorable regionalmente verdaderas: la pri­
mera en las zonas andina ymesoamericana, la segunda en el cono
sur y las grandesciudades? La cuestión parece resolverse con tal
de no generalizar una de las tendencias en la investigación, ni
pretender que exista una sola política cultural. Aunque esta
precisión tiene cierta pertinencia, deja sin resolver los proble­
mas básicos de un análisis conjunto de las relaciones entre
tradición, modernidad y posmodernidad.
Otro modo de encarar la cuestión es partir d e la analogía
que aparece al lratar la crisis de lo popular y la de la cultura
de éliles. También en los capitulos sobre el arle concluimos que
la /dent.
39 /dent.
13S
ESCU'¡-" DE LO POVUL-"R
L-" PUEST-" El'!
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los antroPÓIO�OS Pluralidad cullural. los
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la percepcIO,� e
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Cabe agregar Pl��: han mostrado s� fecun:lg:se�mascarar
ximación al prob
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pensable el entr� de etnocéntricO en a gene
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las melrópolis. y recOnoc
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modernidad naCida
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Estrategias para entrar y salir de la modernidad: La puesta en escena de lo popular

  • 1. Canclini Estrategias para entrar y salir de la modernidad grljalbe. Néstor García Canclini Culturas híbridas Estrategias para entrar y salir de la modernidad grijalbo
  • 2. Capítulo V LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR Lo popular es en esta historia lo excluido: los que no tienen patrimonio, O no logran que sea reconocido y conservado; los artesanos que no llegan a ser artistas, a individualizarse, ni pariicipar en el mercado de bienes simbólicos "legitimas"; los espectadores de los medios masivos que quedan fuera de las universidades y los museos, "incapaces" de leer y mirar la alta cultura po¿que desconocen la historia de los saberes y los estilos. Artesanos y espectadores: ¿son los únicos papeles asignados a los grupos populares en el teatro de la modernidad? Lo popular suele asociarse a lo premoderno y lo subsidiario. En la produc­ ción, mantendría formas relativamente propias por la super­ vivencia de enclaves preindustriales (talleres artesanales) y de formas de recreación local (músicas regionales, entretenimien­ tos barriales). En el consumo, los sectores populares estarían siempre al final del proceso, como destinatarios, espectadores obligados a reproducir el ciclo del capital y la ideologia de los dominadores. Se piensan los procesos constitutivos de la modernida d millo cadenas de oposiciones enfrentadas de un modo maniqtlell: 191
  • 3. 192 CULTURAS HfBRIOAS moderno cuila hegemónico I I Itradicional popular subalterno La bibliografía sobre cult � a n Interés intrínseco de los ��� t ���:� umbra. suponer que exisle n;odernldad y IIn deslino fatal �ge�onlcos por promover arralga;n las lradiciones Los m d e . os pop"lares que los Oposlclon la moraleJ'a d - o ernlzauores extraen d I eque su int·· e esa as promesas de la historia' T eres por los avall�es por en tanto, el alraso de las ' c ;�SlI Ica su posición hegcmó'nica· subalternidad, Si la cultura ses populares las condena a I� los �echos ocurre, esto es popular se moderniza, como en fOnftrmaCión de que su t ra �� c r i� 10�. grupos hegemónicos una os defensores de las causas na lsmo no llene salida'para de la manera en que la dom'ln P O P ó ula l res, resulta aIra evidencia En el . aCI n es Impld I . capitulo anterior quedó do e ser e los mismos. nallsmo es hoy una tendencia en a cu��entado que el tradicio­ y puede combinarse con lo modern mp I,as, capas hegemónicas la exaltación de las trad' " ?, casI Sin conflictos eué'! d' mod . . , H':lOnes se hmita 1 1 , n o ernlzaCIQn se especializa en lo . a a cu tura mientras la que preguntarse ahora en q' soctal y lo económico, Hay sec�ores populares se adh j ere � e a senlldo y con qué fines los mezclan con sus trad· . la modernidad la busc' IClones. Un ' . . . . "n y ver CÓmo se reestructuran las op s �r.lmer anallsls consistirá en �culto/poPular en los cambios ° d lc ; ooes moderno/tradicional e detendré después en al un e as �r1esanías y las fiestas popular urbana donde la b g. as mal1lfestaciones de cullur� como pa t di ' usqueda de lo d Por f' �e � mOVimiento productivo d l �o erno aparece lO, abra que examinar . e amblto popular. con 10 tradicional. OirOS ra como se r�formulan hoy. junto de manera falal cOlllo popu �;�.' s que h á abtan sido identificados co � lo nacional y lo subaltern� u car cter local, Sil asociación ara refutar las o os'· . define . a las culluras :op������ s n clásicas desde las cuales se SllUaClon actual. Es preciso d O bas . ta prestar atención a su esconSirulr las operaciones cienti- LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 19 )'jcas Y políticas que pusieron en escena lo popular. Tres corricn·· ICS son protagonislas de esla leatralización: el roiclor, las induslrias culturales Y el populismo polílico. En los tres casos, veremos lo popular, más Que como preexistente, como algo construido. La trampa que a menudo impide aprehender lo popular, y problemalizarlo, cOII<iSle en darlo como una evidencia a priori por razones ¿licas o políticas: ¿quién va a discutir la forma de ser del puebla, o a dudar de su exislencia? Sin embargo, la aparición' lardía de los eSludios y las políticas referidos a culluras populares muestra que éSlas se volvieron visibles hace apenas unas décadas. El carácter cons� [ruido de lo popular es aún más claro al recorrer las estralegias concepluales con que se le fue formando·y sus relaciones con las diversas etapas en la instauración de la hegemonía. En América Latina, lo popular no es lo mismo si lo ponen en escena los folcloristas Y antropólogos para los muscos (a partir de los añoS veinte Y los treinta), los cOO1unicólOgos para los medios masivos (desde los cineuenla), los sociólogos políticos para el ESlado O para los partidos Y movimicntoS de oposición (desde los selenta). En parle, la crisis leórica aClual en la inveSligación de lo popular deriva de la atribución indiscriminada de eSla noción a sujetos sociales formados en procesos dislinlos. En esta yuxta­ posición de discursoS que aluden a realidades diversas colabora la separación artificial entre las disciplinas que armaron paradig­ mas desconeclados. ¿Son incompalibles O complementabies las maneras en que la antropologia, la sociología y los estudios s'lbre conlunicación tralan lo popular? Habrá que discutir también los intentoS de los últimos añoS por elaborar visiones unificadoras: clegimos las dos más usadas, es decir, la leoría de la reproducción Y la concepción neogramsciana de la hege­ monia. Pero a través de este itinerario debemos ocuparnos, sobre todo, de la escisión Que condiciona las divisiones iner­ disciplinarias, la que enfrenta tradición Y modernidad. EL FOLCLOR: tNVENCtÓN MELANCÓLICA DE LAS TRADtCtONES La elaboración de un discurso cienlifico sobre lo popular es un problema reciente en el pensamiento moderno. Salvo tra­ bajos precursores como los de Bajtin Y Ernesto de Martina, el conocimiento que se dedica en forma especifica a las culturas populares, ubicándolas en una teoría compleja Y consislentc
  • 4. CULTURAS irlBRIDAS de lo social, usando proced¡ no��dad de las tre, últ,mas���n�os técnicos ligurosos 1�4 gunos acusarán de" a as. dan la larga l' InJnsta esta afirmac'ó folclor . ISta de estudios sobre ' n porque recucr- mas a e;�� ��:�en realizándose desde c�ls�u�bres populares y popular y funda�J�� el haber hecho visib:� �a XIX. R�conoce de esa noción P os usos habituales aun cuestlon de lo guiadas por u�a �ro sus táclicas gnos;oló 'c en nuestros días, por métodos espe ell�Hación precisa dcl o�'ie� s � o eSluvieron políticos c'a ,zados, sino por inter" o 'd e estudio, ni El pueblo c eses, ealógicos y mo eroo a fmes d I eXIstir como referen d ornlenza a formac,ónen Eu e SIglo XVIII y prlnc,plOS te del debate �,���� s q l �: �d��ll��: S �� d b��;'��I O � a � e ���t e a�t��;��lf� a��;c.;� un gobltrno secul o a que hay que recurrir' , ustraclOn lo que la razó ar y democrático es lamb' para legHimar lurbulencia - p n qUiere abolir: la superslició ,�n el portador de palabras de'M�:lí� s �, se desarrolla un dISP�;iti a 'gnorancia y la concreta".' El p b�rbero, "de inclUSIón absl va compleJo, en manía burguesa ue o ,nteresa como legHim r�cta y exclusión lodo lo que le f�liero molesla comO lugar d: l ar.de la hege- Los románticos a. . o ,n-culto por por soldar el l ' percIben esra (;on¡raclicci' cullura y la v;�,ebre enlre lo politico y lo c�t ndPreocupados "costumbres PO��l va,,�,s escritores se ocupan'd,"no, entre la :�� a i�e�� t�'¡ i�� si�;e e t�za�;�� u ir s :s n p l��I��t�diO� ���c���:c�� s actividades inl m,nlSmo que veia los proc u aporte Innova­ cos cxallaron e l�ctuales, reslringidas a la�sé��tCuluraleSc?mo expresarlos' e s senlnn,entos y las ma es, os romantl- l' . ,n oposición I neras popula d c aSlca, se dedicar 1 a cosmopolitismo dI' res e las diferencias y �� a l as sHuaciones particula e a IIteratma pensamienlo c1áSi� va o�, de lo local; anle e;es, subrayaron sorprendey alter 1 0 por lo ",acional" rci . /espreclO del el orden de "10: h aarmonia social, lasp;sion�� n ,caron lo que otros pueblos ombres honestos" los h'b' que iransgreden y lamblén de los prap·' " a J[? S exóticos de lOS campeslnos.2 ¡ Jesús Man'n Barbero 1987, pp. 15.16. ' De los ml!dios {] las mediucioll ¡ Rena,o O"i, "Cull cs. Gus,",o Gili. Méxicu d, Pos-gcad " . uca poputa" 'o,na ". ' ua�ao en Ciencias S .. n{H,:os e rolclori�¡a�" Ti OCI3IS, PUCS!>, 1985. . . , exros J, Programa LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR La inquietud de escritoreS y filósofos -los hermanOS Grinlll. Ilerder- por conocer empíricamente las culturas populares se formaliza en Inglaterra cuando se funda, en 1878, la primera Sociedad de Foldor. Ese nombre pasa a denominar luego en hancia e Italia la disciplina que se especiali," en el saber Y las expresiones subalternos. Frcnte a las exigencias del positi­ vismo que guian a los nuevoS folcloristas, los trabajos de los escritores románticOs quedaron·-.:omo uli!izaciones líricas de tradiciones populares para promover sus intereses arlísticos. Ahora se quiere siluar el conocimiento de lo popular dentrO del "espiritu cienlírico" que anima al conocimienlo moderno. ['ara lograrlo, además de tomar diSlancia respecIO de los "conocedores" aficionadoS, necesitan crilicar el saber popu­ lar. Existió también en los positivistas la intención de unir' el proyectocientífico con unaempresade redención social. Según Rafaelle Corso,el trabajo folclórico es "un movimiento de hombres de élile que,a ¡ravés de la propaganda asidua,se esfuerzan por despertar al pueblo e iluminarlo en su ignoran­ cia". El conocimiento del mundo popular ya no se requiere sólo para formar naciones modernas integradas,sino para liberar a los oprimidos y resolver las luchas entre clases. Junto al positivismo Y el mesianismo sociopolitico, el otra rasgo de la tarea folclórica es la aprehensión de lo popular como tradición. Lo popular como residuo elogiado: depósito de la creatividad campesina, de la supuesta transparencia de lacomunicación cara a cara. de la profundidad que seperdería por los cambios "exteriores" de la modernidad. Los precurso­ res dd folclor veian con nostalgia que disminuia el papel de la "a"smisión oral ante la lectura de diarios Y libros; las creencias construidas por comunidades antiguas en busca de pactOS simbólicoS con la naturaleza se perdian cuando la tecnología les enseñaba a dominar esas fuerzaS. Aun en muChOS positivistas queda una inquietud romántica que leva a definir lo popular como tradicional. Adquiere la belleza taciturna de lo que va extinguié.ndose y podemoS reinventar, fuera de los conflictOS del presente, Siguiendo nuestrOS deseos de lo que debiera haber sido. Los anticuarios habían luchado contra lo que se perdía coleccionalldO objetos; los folcloristas crearon los museos de tradiciones populares. Una noción clave para explicar las tácticas metodológicas de los folcloristas Y su fracaso teórico es el de supervivencia. La percepción de los objetoS Y costumbres populares C01110 restOS de una estructura social que se apaga es la justificación
  • 5. 196 CULTURAS H/BR!OAS lógica de su ál··. , an ISIS descontextuali . c'on " y las relaciones sociales que �ado. S, el modo de prodll' clas . desap , arecieron, ¿para ué r ngmaron esas "superviv('1l sentido SOcloeconómico? U ' � p eocuparse por encontrar " 11 d I h· . Olcamente lo . ., os a lstoricismo ,·d l' . s Investigadores at··I·· • d" ea lsta Se 1 t ' 1.1 l fa lClones en un m n eresan por entende l. r " arco más am r r d estlmonJQs de una memo ' P JO, pero las reducen '1 la continuidad histórica y ' ;: i ���t �� ponen útil para fonalecc�Al flO de cuentas lo . . ad contemporánea J los . ilustrados. Al dec'idi/ ��� antJCOS , �e vuelven cómplices de reSide en su fidelidad al q o espec,flco de la cultura po l. I . pasado rural ' pu ,11 que a Iban redefinie d • se ciegan a los cambo . b n o en las s . d . 'os Uf �D . a . s. Al asignarle una autonomí O�le a,des Industriales y pOSib,l,dad de explicar lo o a ,maglOada, suprimen Ja tle �e con la nueva cultura : e g � Ul�r , por las interacciones que do , pero no conocido. mOn/ea. El pueblo es u rescata_ ReCuerdo la trayecto· l · . rla europea d Ic aSICos porque las mot'" e Os estudios foJelo·r,·co .vacJones de s . s su� usos y contradicciones se . u lOterés por lo popular palses tan dispares como J � repH . en en América Latina E� los texto,s folclóricos produj �';n e �lOa, BrasiJ, Perú y M¿ico vasto conocimiento e'n ' . esde fInes del siglo XIX. plnco sobre J un expreslOn . es culturales: la reli iO'd os grupos étnicos y sus na, las fJestas y arLesanías � n SI ad, los rItuales, la medid­ compenetración profunda' muchos trabajos se ve una esfuerzo por darle un lugar c d o e : t �1 mundo indio y mestizo, el sus dIficultades teóricas e ' o de fa . cultura nacional. Pero mente el valor de sus i nf�r r: lstemO I?gICaS, que limitan seria­ cos aCluales. Aun en los país��' p�rslsten en estudios folclóri­ de �a cultura popular, com � as renovadores en el análisis corrIente COntrola la may , o d os cuatro nombrados est d Orla e las · . . , a as y de. la producción biblio T lflstlluc'ones especializa_ Un primer obstáculo gra Ica. de del reCOrte del Objeto P :;�s �J u �onocimiento folclórico Proce­ semeJant� a Europa, como una JO. �ofolk es visto. en forma o campesinos aislados y autos f Prop,edad de grupos indígenas y poca d'·f '. , u lC¡entes cuya . . erenclaclon soco I 1 ' s tecnlcas simples modernas. Interesan más 1 1a ?s preservarían de amenazas yendas, músicas_ que los os b,enes cUlturales -objetos Iactores que los generan y consu�e: - J Nlcofe Delmont hace una entlca 3r1lculo "Le rolldore refoul" en eSla linea de la nocIÓn de Paris, 1986, pp. 259-268 eou les seducuons de /' archalsOle" L < H supervlve , ncla en Su . , amme, numo 97-98. LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 1�7 I'Sln fascinación por los productos, el descuido de los procesos y ugentes socialesque los engendran, de los usos que los modifican, lleva a valorar en los objetos más su repetición que su cambio. n segundo lugar, gran pane de los estudios folclóricos Hació en América Latina por los mismos impulsos que los originaron en Europa. Por una parte, la necesidad de arraigar lel formación de nuevas naciones en la identidad de su pasado; por otra, la inclinación romántica de rescatar los sentimientos populares frente al iluminislTl<l. y el cosmopolitismo liberal. Así condicionados por el nacionalismo políJ.ieo y el humanismo romántico, no es fácil que los estudios sobre lo popular produzcan un conocimiento científico. La asociación de folcloristas y antropólogos con los movi­ mientos nacionalistas convirtió a los estudiosos de las culturas populares en intelectuales reconocidos durante la primera mitad del siglo, como se aprecia, por ejemplo, en las funciones oficiales encargadas a los indigenistas peruanos y mexicanos. Desde los años cuarenta y cincuenta. ante el avance de tendencias modernizadoras en las políticas culturales y en la investigación social, la afición a las culturas tradicionales se vuelve un recurso de quienes necesitan reubicar su actuación en el campo academico. Renato Oniz encuentra que el desarrollo de los estudios folclóricos brasileños debe mucho a objetivos tan poco científicos comO los de fijar el terreno de la nacionalidad en la que se fusionan lo negro, lo blanco y lo indio; dar a los intelectuales que se dedican a la cultura popular un recurso simbólico a través del cual puedan tomar conciencia y expresar la situación periférica de su país; y pOSibilitar a esos intelecluales el afirmarse profesionalmente en relación con un sistema moder­ no de producción cultural, del que se sienten excluidos (en BrasiJ el estudio del folclor se hace principalmente fuera de Jas univer­ sidades, en centros tradicionales como los Institutos Históricos Geográficos, que tienen una visión anacrónica de la cultura y desco­ nocenlastécnicasmodernasdel trabajo intelectual). AgregaQrrizque el estudio delfolclor va asociado también a los avancesde la concien­ cia regional, opuesta a la centralización del Estado: En el momento en que una élite local pierde poder, se produce un floreci­ miento de los estudios de cultura popular; un autor como Gilberto Freyrc podría tal vezser tomadocomorepresentante paradigmático de laélile que procura re�qu¡librar sucapilal simbólico a través deuna temática regional." < Renato Ortiz, op. cit., p. 53.
  • 6. 198 CULTUR.AS lIiU}(IDAS En Méxic o, un largo tramo de los estudios anl ropológit.:t)� folclóricos estuvo condicionado por el objetivo posrcvolll,,:h) nario de consLruir una nación unificada, más allá ele lu divisiones económicas, lingüísticas y políticas que fractura b n al país. La inrluencia de la escuela finlandesa en los folclOli tas -bajo el lema " f)ejemonos de teoría; lo importaJlt� t' colecc ionar" - fomentó un empirismo plano en la calalogad�'n de los materiales, el tratamiento analitico de la información y ulla pobre interpretac i ón contextual de los hechos, aun en lo autOres más esmerados. Por eso, la mayoría de los libros sob,e arlcsanias, fiestas, poesia y música tradicionales enumeran y exaltan los productos populares, sin uhicarlos en la lógica presente de las relaciones sociales. Esto es aún más visible en los museos de folclor o arte popular. Exhiben las vasijas y 1,,, tcjidos despojándolos de loda referencia a las prácticas coti­ dianas para las que fueron hechos. Son excep..::ionales los que incluyen el contexLO social, como el Museo Nacional de Culturas Populares de la ciudad de México, c reado en 1982. La mayoría se limita a cnlistar y clasificar aquellas piezas que representan las tradiciones y sobresalen por su resistencia o indiferencia a los cambios. Pese a la abundancia de descripciones, los folcloristas dan pocas explicaciones sobre lo popular. Hay que reconocer su mirada perspicaz sobre lo que durante mucho tiempo escapó a la macrohisLOria y a otros discursos cienll'ficos, su sensibilidad ante lo perirérico. Pero casi nunca dicen por qué es importante, qué proceso s sociales dan a las tradiciones una función actual. No logran refornlUlar su objeto de estudio de acuerdo con el desarrollo de sociedades donde los hechos clllturales raras veces tienen los rasgos que define y valoriza el folclor. Ni son producidos manual o artesanalmeJlte, ni son eSI rictamente tradicionales (transmitidos de una generación a otra), ni circulan en forma oral de persona a persona, ni son anónimos, ni se aprenden y transmiten fucra de las instituciones o de programas educativos y comunicacionales masivos. Sin duda, la aproximación folclórica conserva utilidad para conocer hechos que en las sociedades contemporáneas guardan algunos de esos rasgos. Tiene poco para decir en cuanto queremos abarcar las condiciones industriales en que ahora se produce la cultura. La princ ipal ausencia en los trabajos sobre folclor es no interrogarse por lo que oc u rre a las culturas populares cuando la sociedad se vuelve masiva. El folclor, que surgió en Europa y en América como reacdón frenle a la ceguera aristocrática LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 199 � . rimera industrialización IlUcia lo popular y como rep [¡ c :: i :t�ntO melancólico por sus­ de la culrura, es caSi Siempre . . � masiva fijarlo en las for­ traer lo popular a la reOrgan. l � a C1 on omun ic�ción custOdiarlo I de producClon Y e ' . l'mas artesana es d' olfeícos naClona lSUS. . . aria de lscursos P � dcomo reserva ImaglO , .' lobal de la ideologla e rra- Si se quiere tener una Sln( d �lS g olírica cultural con que la bajo, las es(rate!:?ias de e,sru 10 Y e� escena lo popular, no sólo corrienre folclóflca logro poner mos..internacionales, hay que en muchos países sino en organl� laborada, por un con­ leer la Carta del Folelor Amer l lCano' y :probada por la OEA en ·vo de espeCIa ¡stas Ijunro representau . I f del faldar frenee a avance 1970. ¿Cómo caracteflZa e utu d ro mayores adversarios, los . d 'f' amo sus os . de lo que i eon ¡ca C d ") podemos resumlf medios masivos y el "p rogreso mO emo . así sus afirmaciones baslcas: ·"d r un conjunco de bienes y _ El folclor esta conS(l . r�1 o t� rincipalmeore de cará�­ formas cul (urale� Hadlc! on l a e ' b )es Los cambios son fl.UI- I I I Slempte Ina tera · . d lec ter ora y oca. or lo cual se recomlen a a" - buidos a agentes �xrer�os, P los es ecialisras para q , u� no cionar a los func'On�,f10s,,�� an c�áles son las tradlClones desvlnúen el . folelor Y � s t::�ra cambiar". . que no hay n1ngun.ci rU ci° n s f a manera con�tituye lo esenCIal _ El folelor, enteadl o e e '0 culru;.1 de cada país. de la identidad Y el pau. Lmonl d nos Gomuníca..::ión, al a�e­ _ El progreso Y los.med,os ¡no er · ción del foldor" , desln­ lerar el "proceso final d� des�I:,'�;rder su identidad" a los regran el pa[�lmonlo y ace pueblos amerIcanos. . ' . exaltación de la cultura local por par,- A panl[ de esta . cuno . sa . 1 la Cana rraza algunas lI­ te de un organIsmO lnternaClona , . , n" el" rescare" Y el d . das a la "conservaclO , . neaS políticas estl�a. S estas se concentran en . d I t adiCIOnes us propu I I . eStUdlO e aS r i festivales Y concursos,. a egl�- los museos Y las escuelas, os . de los medIOS m.Sl- 'ó El breve rratamlento . ' d I lación y protcCO n . I I b'en" descaltflcan o o .' gerí[ "emp ea[ os . 1 , ... vOS se Itmtta a su "un falso folelor". que se difunde en ellos por ser P lIlar Tradicional con el r.� �e , l� OEh cO�:��et��;!:�n�Ó�e��:ar:o�s�t�f��(U�Pen Cara�::e:el ��a�i�!��l¿�d(� d�(��S;a(���;I auspicio del Ce�(fo para las �����(:�o��:�Folcl�r. Algunos d� los VCllt"Lueia y el Cenero lnrcrame[¡canoele ����ns·iófl. mi crÍlicll específicaa laC"na argumentos que siguen los expuse efl nque a ,
  • 7. 200 CULTURAS HíBRIDAS CULTURAS POPULARES PRÓSPERAS La persistencia de estas . te . nOCIOnes en 1"81,3,5 rnUSeográficas o turísticas po Itlcas culturales, CMr. g.aclon� es incompatible COn el d ' y aun en centros de invr.Usimbólico y de las ciencias so . esarrollo actual del merendo popular tradicional que está clales. La reformulación d� lu algunos foJe/aristas y en nuev� C � rrlen?o �n la autocrítica ti, � o ,' r comuniCÓlogos permite e ri:;V�stl�aclones de antropól" e oidor en la modernidad n er e Dtro modo el lu�urperspectIva de análisis de lo 't E� . P�s[ble Construh una nuevacuenta sus interacciones Con 1 ra IClonaJ·popuJar tomando enc�J(uraJes. Comenzaré a sistem��iUlr ura d� éfites y COn las industdua ClOnes a la visión clásica de los t;,��baJo la fOrma de seis refut..a) El desarrollo mod aristas: Iradicionales. En las do�r�:c n� SUprtme las culturas popularefde la Cana no se acentuó el a as que pasaron desde la emisjó;1fOlclor, pese al avance de la supueSlo proceso de extinción del�ecnolo.gías inexistenles en I S 9 ��municaciones masivas y O(r¡nIndustna cultural: el video 1 ' o no usadas enlonces en laJ� transmIsión por satélites' os raseles, la. televisión por cablec,?nes tecnológicas y CUlt�r:�e 10, el COn!UnlO de transforma�mIcroelectrónica con la t f s q.ue �envan de combinar J.No sólo esta expa ' ó e ecomUnlcaClón. a folclor. Muchos estu��� s n r � odernizadora no logró borrar ellas culturas tradicionales se h elan que en las úllimas décadasse. Este crecimiento se deb an fesarro"ado /ransformándo_ causas: a) la imposibilidad d e,. a menos, a cualro lipos dea la prOducción industrial urb e inCOrporar a toda la POblaciónde Incluir las eSlructuras y 10: na, b) la necesidad del mercadoen Jos CIrcuitos masivos de ca blen.es S!I?bóJlcos tradicionales� las , capas POpulares menos i mU� lcacJon. para alcanzar aun Interes de los sistemas POlítico � tegladas a la modernidad; e) el a fin de fortalecer su hegem . por tomar en Cuenta el folcloda� en la prOducción Cu/tu��; a d� s , " legilimidad; d) la COntinui�os estudios sobre artesa' os sectores popularesnúmero de artesanos del v �: as muestran un crecimien�o delpeso cuantitativo: un'inform �m , en de la prOducción y de sue e SELA calcula que los artesa- fIJe pubricada bajoeltitulo"LC'1l Mt!'(ico llldfgeno núm J 9 as anes popularesen laépocade I . d . • " a¡')o 111, noviembre-dicie b alO USlrlaeulluraj" m re de J987, pp. 3-8. ' LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 201 IIOS de los catorce países latinoamericanos analizados repre­ enlan el6 por cienlo de la población general y el 18 por cienlD dI.' la población económicamente aCliva,6 Una de las principales l'xplicaciones del incrementO, dada tanto por autores del área .Indina como mesoamericana, es que las denciencias de la explotación agraria y el empobrecimiento relativo de los pro� duclos del campo impulsan a muchos pueblos a buscar en la venta de artesanías la elevación de sus ingresos. Si bien es ,ierto Que en algunas regiones la iftcorporación de fuerza de trabajo campesina a otras ramas productivas 'redujo la pro­ ducción artesanal, existen, a la inversa, pueblos Que nunca habían hecho arlesanías, O sólo las fabricaban para autocon­ sumo, y en las últimas decadas se inician en ese trabajo para sobrellevar la crisis, La desocupación es otra de las razones por la que está aumentando el trabajo artesanal, tanto en el· campo como en las ciudades, trasladando a este tipo de producción a jóvenes procedentes de sectores sociecon6micos que nunca se ocupaban en esta rama. En Perú, la mayor concentración de artesanos no está en las zonas de bajO desarro­ llo económico sino en la ciudad de Lima: el 29 por ciento.' México comparte su acelerada reconversión industrial con un intenso apoyo a la producción artesanal, la más voluminosa del continente y con un alto número de productores: seis millones. No es posible entender por qué se sigue incremen­ tando el número de artesanías, ni por qué el Estado multiplica los organismos para fomentar un tipo de trabajo que, ocupan­ do a un 28 por ciento de la población económicamente activa, apenas (.epresenta el 0.1 por ciento del producto nacional bruto y del 2 al 3 por cienlO de las exportaciones del pais, si lo vemos como supervivencia atávica de tradiciones enfrentadas a la modernidad. La incorporación de los bienes folclóricos a circuilos comer­ ciales, que suele analizarse como si sus lmicos efectos fueran homogeneizar los dtseños y disolver las marcas locales. mues­ tra que la expansión del mercado necesita ocuparse también de los sectores que resisten el consumo uniforme o encuentran dificultades para participar en él. Con este fin. se diversifica f> Cilado por Mirko Laucr, ¿oproducción urlf$unul en Amirica ¿atino, Fundadúu friedrich EbcrI, Lima. 1984, p, ]9. La estimación del SEl.A no incluye a los pabc que no penenecen a tlicho sislema, pero el unico ausente con protlucdón signifkmiva 1' Srasil. . 7 Mirko Lauer, Cr/tiC(J de lo ortesonia, Plásticu y sociedad en los Andes /1I.'rJltI//U. LJESCO, Lima. 1982,
  • 8. 202 CULTURAS HiBRIDAS la produccióny se utir . y la música folel' ' Izanlos dlSenost radicionale 1 pesinos, las mas�:,�a, que siguen atrayendo a i�díasarlesanía, lec[uales esl d" e mlgrantes y nuevos gru genas,cam· . • u lantes y l' pos, como· t mOlivaciones d arIStas, A Iravés d 1 In c, una derinici6n �o��I�:a sectOr -afirmar su ide�lida:d variada. guslo refinado nacional-popular o la d' ' ,', marcar mercado conlri�on arraigo Iradiciona l- eSla �SIInCIOn de UII parezcan ciert oye a exlender el folclor 'Po mpllaclón del innegable os usos comerciales de b "' r discutibles que que gran parl di ' lenes folcl6ri culturas tradicion I e e crecimiento y la dOf . , cos, es del d' a es se debe a la ' , I uSlon de las artesa'���;, �os feslivales de danz�: o �� c��;i,de las induslria� masivos, La �o por supuesto, a su divulgación"S que Incluyen nacional e inle��������7 n r�dialy lelevisiva a':p�:fi l ;� :cdi�S �c�::e con el valse criOIJ:� s l,� a �h1c e h repercusión local, e C s ��,� '. cuartetos en la Argent" a peruanos, el chama . cancIones gauchas "na, la música nord' me "icanos, incluid en Brasr!, los corridos revol esllna y las los m d' os en el repertorio d ' UClonarlOS me- En �e:� s �leclr6niCOs 1" nueva canc e qUienes prom"even en los E er ugar, SI muchas ramas I on , décad� l sa��� 1�I�noamericanos incr ��:�:�l r � n crecen es porque y subsidios �o y a la producción (crédilOS a en las ultimas difusión (m�se;s c�r�os, elcélera), su conserva:i�� sanos, becas los po ul ' Iros, crrcullos de venl ' comerCIO y diSmin�ya�r l:'�' Hay diversos Objelivo: y/alas de especlácu­ fomenlar la e esocupac!ón y eléxodo del �a�p ear elmPleos que lurism xportaclon de biene ' , o a as CIudades �:r�;i':,;:I ��� v l� c �:;:����� l �g:����� � 'a r d ��d ;C����II:'¡d:: r f���I�; pa rlmonlO q naCIonalba' I f clases y etnias ue parece Irascender las d' , JO a orma Pero lod ' 1VISI0nes enlre . os estos liSOS d I SIbies sin un hecho bá s iCO �la a cult�ra.tradicional serIan imp artesanos " ,conllnuldad I 0- en manl ,muSJcos, danzanles y poel en a producción de formas ��e:i �� h d erencia y renovarla a¿:�;�s lares,,i?leresados • e organización y pen . elvaclOn de estas 8 . . samlentQ se ex r , Desde p,m"plos de los pica por revitalización que la e ��enla, autores de varios . poslbl[;lan al lolclo" B��:rc.."zadón y el co",umo :''':: s " han ocupado d, la soC/edodecon(�m oro G. RlbeJro y o(ro�, O arleso cl?�es no Iradicion<lle.s 1983; , Rod�llo B:Cerrl�e��:I��ART,;1ln<l;luJO Nadonal �:;��;,onoleseu po",1 ,'" econom.ca ,en 'arios, Tex, on, Las arlesanlas: la necesidad ore, Rlo de Janel,o, os sobre {me popllltlr FON!RT . de tilia pel �pccliv:t , ' ·¡'(lNAI'AS, México. 19H2. 203 l-A PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR razones culeurales, pero eambién, como dijimos, por los inee­ reses económicos de los produccores que buscan sobrevivir o aumentar sus ingresos. No desconocemos el caráceer conrcadiceoeio que eienen los esrímulos del mercado y de organismos gubernamentales al folclor. Los estudios que cieamos hablan de conflicros frecuen­ tes en"e los ineereses de los prOOuccoees o usuarios de los bie­ nes populares Y los comercianees, empresaripS, medios masivos y Escados, Pero lo que ya no puede decirse es que la eendencia de la modernización es simplemence provocat la desaparición de las culeuras ([adicionales, El pcoblema no se reduce, eneonces, a conservar Y rescacar ([adiciones supuestamenee inalceradas, Se "ata de preguncaenos cómo se están cransfoemando, cómo ineeraccúan con las fueezas de la modernidad, b) Las (ultllras campesinas Y tradicionales ya no representan la parte mayof'¡taria de la cultllfa popular, En las úleimas décadas, las ciudades laeinoamericanas pasaron a conrener enere el 60 y 70 poe cienco de los habitameS, Aun en zonas rurales, el folclor no eiene hoy el caráccer cercado y esrable del universo arcai­ co, pues se de5O([olla en las relaciones versáeiles que las "a­ diciones reien con la vida urbana, las migraciones, el eurismo, la secularizaci6n y las opciones simbólicas ofrecidas tanro por los medios elecrcónicos como por nuevos movimieneos reli­ giosos o por la reformulación de los aneiguoS, Hasta los mi­ granees recienees, que mancienen foemas de sociabilidad y celebraciones de origen campesino, adquieren el caráceer de "grupOS urbanoides", como dice un eenomusicólogo brasile­ ño, José Jorge de Carvalho, De ahí que los accuales folcloristaS siencan la necesidad de ocuparse a la vez de la producción 10cal J regional ranco como de la salsa, los [iemos afro, las melo ías aborígenes y criollas que dialogan con el jan, el rock y O((os géneros de origen anglosajón, Las tradiciones se reinscalan aún más allá de las ciudades: en un sisrema inrer­ urbano e ineeenacional de circulación culcuraL Si bien siem­ pre hubo una corriente de formas tradicionales que unieron al mundo iberoamericano, agrega Carvalho, ahora ",existe una veceieme de formas híbridas que cambién nos une, siendo posible idenrificar relaciones de nuevOS riemos populares brasileño s con nuevas expresiones de Boliv i a , Perú, Venezuela, el Caribe, México, ercéreca, No es posible _concluye- compcender la ccadici6n sin compcendec la innovaciónY , J"" Jo,�c de Ca<valho, () IUK" d. ,,,1..,, Iruditi"ul .. ",¡,dudl,ncd""u, ",,,,,I,,lón Univ",id"d, de B.aslll", B,.silla, s"le An((opOlog;" nóm, 77, 1989, pp. K� lO,
  • 9. 204 CULTURAS HíSR(DAS e) Lo popular no se canee la anrrop l ' nlra en los objelos El d' d O ogla y la sociología sob l ' I estu 1 0 acrual .Ir �CtoS populares en sus cond" re a CU rura sirua los pro fde n n�i�onsum f o Los folc1oris:�� o i n n en�i c��ómica l s de procluc . Ican olk en com . s por a semlOlogr" comuntcacionales E . parramIenros y p '. lo I . n nInguno de rocesos N POPu ar sea congelado en pa, . esros casos se acep,a que '01 ,slQ'-:lera la culrura rradicion r a l l mool,os de bienes estables ClrarIa O fue ' . es VISta com " . B l I . rza esraClca e inm bl o norma au- sa�c 1e-, SIno un caudal que es ur�ta e -escribe Marcha gru�:� ecipeClencias previas sobre Izado hoy, pero está ba­ ve- d e ar respuesta y vincula a manera que tiene un I z e una colección de objet de a su entorno social" En a tradIción es pensada como�; o e cosrumbres objetivadas :r;�:���:,���ón, ptoyectado h��a':l�a��sdo° p �:/I ele.cc.ió�,'; L . fl . egltlmlzar a l,n uencia ioreraccioni r �oftClb,-;ye a concebir la fo:m��·�tnoTetodológica rambién l�s Ic¿clon social como tesulrad� d y . os cambios de la sig­ ció'n d�s�bsU perspectiva, el arre p���;�racclones y ritUa­ ideas n' I JetOs, ni la ideología subalt r no es una colec­ dos s' I as costUmbtes repereorios f erna un SIStema de lectiv�n �i r�matlzaciones dinámicas d�O! de prácticas: tO­ do . .- d os fHuales explica R b a experiencia (0- tu minIO ande cada s�ciedad m ° f e,rro Da Mana, son el ar como pe aOI testa lo d durables d 1 renne o eterno," haSta I que esea si- ��s objeto:in�r���a e�ol��l�� se manifieSt�� ':r�toCrt�S ue m:� rit�����nDe� �a�� r ;o�d::tr:�;:���� I :�ei�c e i¿� s e�;��;iv v a i 'di:¡ f�s t�adlClón se muestra mejo; u :n a f n lo que en la sociedad lenes Inmóviles.) as Interacciones que en ti) L o popula¡' n o es mono l ' ceb"folk, más que com!O 10 de los seelores paPilla,.., Al co cas social s paquetes de obj , n­ culo fat l e y ptocesos comunicacionale etos, como prácri- I a ISta, naruralizante . s, se qUlebta el vín- cu turales con grupos fijos. L2s u�of��C1aba ciertos producros ortstas prestan atención I U Marh:a BJ:ache "Folcl l�s�¡cu(O de Cien�ias A or y cuhu�a popular" , RelljSln d ' . . diCiembre de 1988 2 ntropológH.:as, Universid d d e If/.veJIIg4CJOIltJ Fold6ric4J " Robmo D , , p. 7 . ' e Buenos A;<es, n ú m . 3 ' 1980, p . 24. M"" , Camava;" mn,..d", , hl . Z ' rOIJ, ahar, Río de Janeiro, 205 LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR al hecho de que en las sociedades modernas una misma persona puede patticipar en diversos grupOS folclóricos, es capaz de integtarse sincrónica y diacrónicamente a varios sistemas de prác­ ticas simbólicas: rurales Y urbanas, barriales Y fabriles, micro­ sociales Y "massmediáticas" . No hay folclor sólo de las clases oprimidas, ni el único tipo posible de relaciones interfolclóri­ caS son las dedominación, sometimiento O rebelión. En última instancia, llegamOS a nO consid�rar ya ...a los grupOS como organizaciones estables e n s'u composición Y en su permanencia, dOladasde caractedsticas comunes. No hay un conjuntO oe indiviouos propiamente folclóricos; hay, sin embargo, situaciones más o menos propicias para que el hombre parücipe oe un comportamiento folclórico.'2 La evolución de las fiestas tradicionales, de la producción y venta de artesanias, revelaque éstas nO son ya tareas exclusivas de los gtUpos étnicos, ni siquiera de sectores campesinos más amplios, ni aun de la oligarquía agraria; intervienen también en su organización los ministerios de cultura Y de comercio, las fundaciones privadas, las empresas de bebidas, las radios Y la televisión ." LoS hechos culturalesJolk o tradicio­ nales son hoy el producto mullideterminado de actores populares y hegemónicOs, campesinos Y urbanos, locales, nacionales y transnacionales. Por extensión, es posible pensar que lo popular se constituye en procesos híbridos Y complejos, usando como signoS de identificación elementoS procedentes de diversas clases Y na­ ciones. Al mismo tiempO, podemos volvernoS más perceptivos ante los ingredientes de las llamadas culturas populates que son reproducción de lo hegemóniCO, o que se vuelven autodes­ truclivos para los sectores populares, o conttarios a sus intereses: la corrupción, las actitudes resignadas o ambivalen­ tes en relación con los grupOS hegemónicOS. e) Lo popular nO es vivido por los suje toS populares como complacencia melancólica con .Ias tradiciones. Muchas prácti­ cas rituales subalternas aparentemente consagradas a reprodu­ cir el orden tradicional, lo transgreden humorísticamente. Quizá l2Manha Blache, op. cit., p. 29. " Veanse, eotre otrOS, los librOS de Gob; Slromberg, Eljuego det coyote. Plored. y a,te en Taxco, Fondo de eullura Económica, Mixico, 1985; Calherine Good Eshelman, Haciendo la lucha. Arte y camercio "ahuas en Gu,,"''"' Fondo de Cullu," Económka, Méx.ico, 1988, y Mirko Lauer, op. ei!.
  • 10. 206 CULTURAS HiBRIDAS una ancolo�ía de la . documeneaci6n dispersa sobee humor ri­eual en Amenca LaClna volveeía evidence que los pueblos recu­rren a la nsa para,cener .un rraro menos agobiante con su pasado.Proponemos la hlp6eesls de que la acrieud es más aneisolemnccuando se c�a(a de tradiCiones cruzadas en conflictO. En carna­vales de vaCJos países, danzas bai ladas por indígenas y meseizosparodl�n a los canquls . radores españoles, usan grotescamentesus reaJes, la paraferna_l,a bélica . que reajeron paea la conquisea.En el carna�al brasdeno, se JnVlcrren los órdenes tradicionalesde una sOCiedad donde la incersección de negros y blancosernlas :nClguas y grupos modernos, preeende resolverse baj�Jerarqu,"s severas: la noche se usa como si fuera el día, los hom­bres se dlfrazan de �ujeres, los ignorances, los negros, los rea­baJadores aparecen enseñando el placer de vivir aecualizadoen el canto, en la danza y en la samba", 14 No hay que oprim . iz�r e.sas transgresiones al punro de creer ( ue deshacen, al re, vlfid,ca� histOrias propias, la readiciónundameneal de la domlfiaclOn. El propio Da Marea reconoceque en el carnaval �e da un juego enere la reafirmación de las � tadlclOne� hegemon�cas y la parodia que las subvierre pues3 �xl:'loslon de lo !lICitO es�á limi tada a un perjodo corro,defi nido, luego del cual se relfigresa en la organización socialeseableclda. La ruprura de la fiesea no liquida las jerarquíasn i ,las . deSIgualdades, �ero su irreverencia abre una relaciónmas l l b�e, menos , f�ralJs(a. con las convenciones heredadas.También en Mexlco, en los AIros de Chiapas, el carnaval esU? momento de elaboracJón sim bólica y humorística de (On­�JC�OS superpuestos. Los ne$t?s caricaturizan a los ladinos, unosmdlge?3 , S � otros, y se escenifIcan las tensiones étnicas rememo­rando 1 C0nJcamenre la Guerra de Cas ,as de 1867-1870. La pa­rodia es usada en Z,nacanrlán, Chamula y Chenalbó, COmo eno[r�s parees, para subestImar a los diferentes (onos indfgenasladlnos� blancos) y desaprobar las desviaciones de conduna e�el propIO �rupo, es decir, como auroafirmación ernocénrrica 1 5Per? ,amblen puede imerprerarse que lo hacen para ,educir ·elcaraecer opreSIVO de dOmJnaClones cen tenarias. Porque los confliecos i n rercuIrurales han sido semejaneesen o�ra� zonas de Mesoamérica no es extraño que semejan_res cacneas paródicas se encuenrren en muchos pueblos. S i n ;� R: da �atta.' op.riJ,.' p . 99. l . C · Vl lcror E la Relne.r B[ICke�, Hlt1/1or ritNal en la n/¡ip/el-Nirit de ChioPQJ Pondo� 1 U rura 'con6mlca, MéXICO, 1986. I LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 207 embargo. la exégesis de estas fiestas suele destacar única,mente lo que en el humor ritual sirve para burlarse de las autOridades v caricat.urizar a los extranos. Algunos autores, como ReIner I J ricker al observar la rrecuente relación del humor ritual c on las con'ductas desviadas, sugieren otra funci ó n : el �Onlr?1 ocia1. Ridiculizar a quien usa ropa ladina o al funCIOnario �orrupto serviría a los pueblos indígenas para anticipar Jas. :-.anciones que sufrirlan quienes-sc; aparten de los comport�­ mientos tradicionales o agredan al propio grupo. Pero nadie p,r ueba, anota esta autora, que haya una vinculació n d e causa a erecto entre la caricatura ceremonial y el reruerzo de las reglas. No puede a ri rmarse que en las sociedades que se burla.n de c;iertas conductas éstas ocurran con menos frecuencIa, nI que el tcmor a ser ridic u l izado, y no otro temor -sobrenatural. o legal- sea l a motivación para evitarlas . . A nuestro modo de ver, esta preocupación generalizada por la normalidad va u ni d a a la elaboración simbólica d el c ambio y de las relaciones entre tradición y modernidad. Es la interpre­ tación que nos sugiere el trabajo de campo en la zona purépecha de Michoacán. Vay a detenerme en un ejemplo -los diablos de Ocum icho- entre los muchos que manifiestan esta runción del humor en las [jestas y las artesanías. Vuelvo a ocuparme de los diabl os de Ocumicho, a los que analicé hace ocho años 1 6 tenlendo en cuenta que desde enton­ ces se h an converl ido �n uno de los productos alrareros más exitosos de lodo México, y lo que agregan varios trabajos publi­ cados en los ochenta. Los diablos son hoy u na tradición tan ú l i l paJa que los habitantes de Ocumicho se identiriquen ante olros como su lengua y sus ceremonias antiguas, aunque nacieron hace sólo tres década s . ¿Por qué comenzaron a hacerlos? Dan una explicación económica y cuentan dos milos. En los años sesenta disminuyeron las l l uvias y algunos ejidalarios cercanos se apropiaron de sus tierras más fértiles. Tuvieron que expandi r la alrarería, prod ucida hasta entonces por pocas rami lias para necesidades cotidianas del pueblo, con el [in de venderla y l ograr ingresos que co mpensaran lo perdIdo en el campo. A esa explicación, se agregan los mitos. Uno dice que el diablo - personaje importante en las cree.nclas precor­ tesianas de la regió n y ta mb ién durante la coloma- ".rccorria Ocumicho y molestaba a lodos. Se metía en los árboles y los ." Nés¡oc Carda Canclini, Las culJuras populares en el capitalismo, cit., caro VI,
  • 11. 208 CULTURAS HÜU{lÜAS mataba. Entraba en los perros, y no hacían mas que agilarse y gritar. LUl"gtl persiguió a la gente, que se en fermaba y enloquecía. A alguien se le ocunit que había que darle lugares donde pudiera vivir sin molestar a nadie. Pm eSO hicímos diablos de barro, para que tuviera dónde estar. El otro relato se refiere a Marcelino, un muchacho h uérfano, homosexual, ¡nkiado por la abuela en la cerámica, que comen· zó a hacer " bellas figuras" h ace unos treinta años; primero hizo ángeles y luego se dedicó a los diablos, a partir del encuentro con el demonio en una barranca. Al ver lo rápido que crecían sus ventas, que lo invitaron a ferias artesanales en la ciudad de México y en Nueva York , los vecinos aprendieroll y perfeccionaron la técnica, siguieron variando las imágenes. aun después de la muerte de M arcelino, ocurrida cuando todavia era joven. Ambos relatos son contados con variantes múltiples, como ocurre cuando distintos miembros de un pueblo contribuyen a darle én fasis diversos y lo actualizan. Así renuevan el valor dc mitos fundacionales para una actividad inestable, que en pocos años dio prosperidad a unas cuantas familias y permitió la mejor supervivencia de muchas otras. Ahora los diablos cir­ culan por todo el país y en el extranjero, Sus imágenes, que mezclan las serpientes, los árboles y las cas�s purépechas con elementos de la vida moderna, con escenas blblicas y eróticas, ganaron un lugar por el atractivo de esta am bivalencia en las tiendas urbanas. Los diablos se ven tanto en escenas sacras -en los nacimientos, en la última cena en lugar de los apósto­ les-, com o en la reproducción de las más cotidianas de Oeumicho: la venta de alimentos, un parto, la conversación en la puerta de una casa. Llegan a pilotear aviones o helicóp­ teros, hablan por teléfono, se dedican a la venta am bulante en las ciudades, pelean con la policía y hacen el amor con sirenas, o con una mujer purépecha montada en un anímal de siete cabezas. Es un arte que habla de su vida propia y sus migraciones (diablos subidos al techo de autobuses que viajan a Estados Unidos). Se burla de los ritos católicos (que practican sincré­ ticamente), y seduce por la libertad con que recrea las idas y venidas entre lo tradicional y lo moderno. Arte que los representa, pero que es hecho para otros (ningún poblador usa los diablos en la decoración d e sus casas), se refiere a los otros como adversarios de quienes los diablos se ríen. Las i mágenes menoS miméticas de sus tradiciones representan lo que experi­ mentan los herederos de esas tradiciones cuando algún miem- . bl 1 28 d ·ulio de J830 de Carmcla Martínez, a partir de Lo libertad gUIando 01 pue o e eJ ' Eugene DelacroiJc
  • 12. Antonia Manínez, a panir de! aguafuene anónimo Bombardeo de lodos los (ronos de Europa y caída de fodos los (irunos poro la felicidad del universo. Guadalupe Álvar�z, a partir del �rabado de B�nhald Tomo de la Bastilla.
  • 13. Vir1(inia Pascual a ' . partir del grabado an6nim e 'o ancalUra ('onlra M .ana AnronielD, Carmela Marlinn a partir del grabado anónimo El ""rlugo se guillo/in" a " mismo.
  • 14. Amale anónimo, producido en Maxela. Amale de Roberto Mauricio. de San Agu!>lin Oapan. Guerrero.
  • 15. Venta de ama!e� en ellern<:lva('a. rOl r'. agra la de Carherinc Good E'h I, e mano Negociando con un revendedor. FOIograria de Catherine (Jood E h� e/olan. LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 1 7 I � I' I I de cada familia viaja a los Esrados Unidos para trabajos [t;IIl- 1 'I II'aks. O sus experiencias cuando el Fondo Nacional d<: b� ¡ ! lc'simias y el Insriruto Nacional Indigenista les enseñaroll a ol,I',anizarse en cooperativas ("grupos solidarios"), a manejar cré­ " i ros, cambiar tos remas y el barniz de las piezas, usando pintu- 1 .1 ... ,o.;in réricas pero con un tratamiento que simule antigüedad en ,,1 "s['ecco final . En muy pocos años, los pobladores de Ocumicho lograron desarrollar una técnica sofisri'Glda. una imaginaria en (cns­ I .tore renovación y hasta un soporte mítico que relaciona los t am bios con su historia lejana. Por su patte, las instiruciones oficiales contribuyen a poner en escena este arre a través de "na disrribución extensa, inviraciones pata exponer en ferias ; n rernacionales, concursos y premios que leg itiman ese modo de producir e innovar. ¿ Es la apertura -crítica o burlona- hacia la modernidad, y no la simple autoafúmación, lo que los arraiga mejor en las uadiciones? En paree, as.í parece. Pero hay algo más. Lo reve­ b, un estudio comparativo de Ocumicho con Otro pueblo cer­ cano, también productor exiroso de alfarería: Patamban, 17 Los artesanos de este último, que producen loza de uso diario, al haber generado su propio mercado basándose en la calidad de su trabajo y en acciones independientes de comercialización, consideran a las instüuciones oficiales como un tipo de inter­ mediario enrre Otros. Gouy-Gilberc encuentra una correspon­ dencia entre esta mayor autonomía comercial y la menor pre­ ocupnción por afianzar un poder polírico ptopio o su sistema religioso tradicional. En camb io, como para Ocumicho el ac­ ceso al mercado se da casi exclusivamente a través de insti tu­ ciones gubernamentales, la precariedad de sus lazos comer­ ciales y la dependencia de agentes económicos extraños los vuelve más sensibles a la I:eafirmaci6n de los JignoJ de idenri­ dad (lengua, vestimenta, sistema de catgos religiosos) y a la defensa de u n poder civil controlado comunitariamenre. En esta línea, podemos leer el senrido humorístico de los diablos como recurso simbólico para elaborar las rranskiont:s bruscas entre lo propio y lo ajeno. entre la reproducción de Iv conocido y la i ncorporación de elementos nuevos a una pn· cepción teformulada de sí mismo. 11 Cet'ile Gouy.Gilbeu, OW/lJhhtJ J PatamlxJn. Dos ,,¡alleraJ de SI' a,lrJllflfl. ( ,I·'tI t i d'Ecudes Mexicaines er Centramericaines, México, 1987.
  • 16. 2 1 1i CULTURAS HtSRIDAS La ';l0vj1�zadón de rodos losdnorla érnJca (activación de las rec l urs�s culrurales dcorro de una . e cargos d 1 f re aCJOnes d 111,- úJr;ma fo�m:d:s l�sras, etCérera), puede ;o�;:enre�co. del sistema :;lO d njo cultural é[r�f;�re;�::�a una especie de co��7ac��� a ��f a u�a a enconrrar vías de ' d � un recurso que permj[ 1 parr�_ a apracJ6o. '" a a a comunl_ En 1989 1 . . es propusIeron d'car figuras con el rema d a IfZ alfareros de Ocumicho f . Ue u :��;,,��:��ora del Cenr�o l ��f;u o;�cd�n¡J�ancesa Merc:�r�; roria. Como ra�;on �scenas revolucionarias yXIICO en l P1ads, les ' . OSpJnrores y " es re aro la h' , ��cf������(u a !��cjÓd n la icon���:[g�u�u e�����cruyeron des�� dieron Su v " oc e la modernidad J a ver ese acon­ la gujJloti�:sJon de la toma de la BastiÍla�s d a e r�s:�aspurépechas Fernando d I . na AnconJe" y que "nin ún e Paso escfJbió en el carálla b barbarTe y fa u ����l�:d,: i t del d �undo t7f:e�f� a o��pp��ici d ón o ras no sabían . Os 10 Jgenas que r d ' 10 e memoria de 1 mucho de la revolucion f p o uJeron esras pañales _ os horrores realizados por J rancesa,.pero (jenen estas rierra¿�S:r aJ�rmaban de los sacri(�:j��nqUlSrado:es es­ estos alfareros �o a d"6,oner la modernidad E¡�e ocuman eo les facilitó repres�nrJ a /os y serpientes en ;us ob argo traeo de grotesco e 1 ar o que pudo hab d ras SJn duda dad. La pr�se�;7:01uci6n que buscaba la e l:be�r Contradictorio y piezas del riesg de f lo Jnfernal -dice Del p ad y la frarerni_ 1 o n31 . pese 1 aSO-ale)ras, Ospurépech d ' a a aparjenda r' . d a a eStas b as emue uselca e s f're conc'ca el ho b Stran saberque "la Id us Jgu- /! L m re y la JOgenuid d crue ad del hom . a preJe1"vación pura de ¡ d � . no son compatibles" ) 9 - reC/l."JO pOPlllar p al Ira ¡(¡afIeS no e ' . auténtico y g ar ,! reproducirle y reela'-o J JJ . emprt! e/ mejoranara más" 1 o Yar lit /Jttl "ó, "res, comerciantes d es �a consigna de much aCl n, Sea esrudjos u e. arresanJas y funciao ' Os promoco_ indiscipli�a;or�{ fJO algunos folcloris::�os culrurales. Los demueStran que a��en haCJendo sobre las arc�s:"-troP610gos De un modo ao ' 1 ces OCurre lo ronceado Olas Impuras COres de am"e est�: gO a los alfareros de O�umic .CJcas sobre "1 . h�CJendo repensar la I ho, los PIO-a exc1ncJon inevitable" d s a armas apocalíp_ 1';UCIII, p. 57. e las arresanías y los , F�rnll.ndo del Paso " . . " O(IIIJ1/(ho, Centre CIJJr�re(tJlId�bl� la revoluci6n francesa"·· L .CXJque, París, 1989 P 6 ' 1 ' 6 t.I ¡rou COlllellrJ , p. - 2. LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR nexos entre lo culto y lo popular. Cuando hace treinta aío,o¡ varios pueblos de Guerrero comenzaron a producir y vender pinturas hechas en papel de amate, en pane por influencia de artistas, algunos folcloristas pronosticaron la decadencia de sus Iradiciones étnicas. Catherine Good Eshelman inició un estu­ dio sobre estas anesaoias en 1977, a partir de la teoría predomi­ nante entonces sobre el lugar de la producción campesina en la formación capitalista mexicana: las artesanías serían una for· ma especírica de participaciOn en este sistema desigual, una vía más para la extracción de excedentes y debilitamiento de la organización étnica. Despu·és de vivir varios af'los en los pueblos productores y seguir el ciclo de sus adaptaciones, tuvo que admitir que la creciente interacción comercial con la sociedad y el mercado nacionales nosólo les permitían mejorar económicamente; también iban fortaleciendo sus reláciones internas. El origen indígena no era "un detalle folclórico" que daba atracción exótica a sus productos. ni un obstáculo para incorporarse a la economía capitalista. sino "la ruerza movi­ lizadora y determinante en el proceso".20 Como lo muestra el trabajo histórico de la autora, esos pueblos pasaron largos periodos experimentando estrategias. muchas veces frustradas, hasta llegar a los hallazgos económicos y estéticos de las pinturas en amaleo Su origen está multideterminado: nacjeron en los años cincuenta, cuando los nahuas de Ameyattepec. alfareros desde antes de la conquista, que vendían sus másca­ ras, macetas y ceniceros en ciudades cercanas, trasladaron las decoraciones de la cerámica al papel de amate. Los dibujos eran antiguos. pero su difusión nacional e internacional em· pezó al volcarlos al amate, que -además de posibilitar com­ posiciones más complejas- es de menor peso que el barro, menos frágil y más fácil de transportar. Los fI cuadros" son hechos por hombres Y mujeres. adultos y niños. Muestran escenas de sus trabajos y fiestas, valorizan­ do así tradiciones élnicas y familiares que siguen reproduciendo en las tareas campesinas. Los propios artesanos controlan casi todo su comercio. permiten a tos intermediarios una inje­ rencia menor que en otras ramas artesanales, y aprovechan sus puestos o ventas itinerantes para ofrecer trabajos de otros pueblos (máscaras, piedras talladas y copias de piezas prehis­ pánicos). 20 Ollherine Good Eshelman, Haciendo lo fucha. Arre y comercio nahuas de Guerrero, op, cit., p. 18.
  • 17. 220 CULTURAS HIOIHOAS Según la encuesta, aplicada en Im , an en Ameyaltepec, el 4 1 por ' 980- 1 98 1 por Good 1',h,'1 !�Jo en ,las artesa nfas m ás d e cu ���n r o �e ,las famil ias galJuh. . por c J�nt? de dos a cuat ro salari o sa , a , nos mini mos, y 0" 0 :nter�edlaflOS q ue se apropia n d e OS mlo l mOS . Sigue habit:udo os mas especuladores SOn uien una parte de la gana llt.'ju por los amates y los revende;en es pagan ent re 1 0 y 20 dril,, , ,,;arte toba l azteca" a 300 Estados UnIdos como " , ' que usan ' - ' o 400 dólares Tamb " gen"",,, 1 ' dlSenos de estos pueblos e ' lén hay emprc" "es y cajas de pañ uelos d e pape l , n d man teles , tarjetas post. a esas . For mas de explotación ' SIn afies nI ngún pago. PC�ra[leSa n la, ,sus ingresos y nivel de com unes c o n Olros tipos de."a Xfomedl O de los campesinos m ���c S :::O �,on m uy Superiore" . unqu e estos artesanos tien os. c lal. extendida POr casi tod o e �1 un a , profusa actividad comer �esaten��r la agric u lt u ra, n i las o btlS• �e organizan para no os serVICIOS comunitarios l ' ¡gacJones ceremoniales 111' Cn tie ' . n Vlenen las . • d rras. anI males, vivienda s y f �ananclas arresa nalesto as las familias e n la Venta d Jesras . Inrernas. Al ocuparse USar SUS recursos y fuerza de :a �t�sanl as, a nadie le COnvienecomercio Se m ueven indivl'd I ra aJo corno mercancías. En elzan s u a mente o e n f '1'. us ventas usand o las . am i la, pero reali�J n f�rmación sobre ciudades J ;�des co . JeClivas para comparti rd U�le .ndo f a s condiciones ma/e�� a t e Ins�aJarse en ellas repro_Cot�d l . . na, Decenas de artesano� a ey SIm bólicas de s u vidatUrIstlC? , rentan u n sector de una n a �as llegan a un cen tromCnte tle . nden meca tes para col �ensl6n barata e inm edia[a�en armanos, almacenan a ua e gar , a ropa en vez de guarda rla ��ar . to, colocan altares, :repa�a �a ft aros �e barro dentro delg A llICn e . n el m ercado para que . a COmI da O con vencen a . (raves de l a compra de m g�,se a su m a nera . ajenos transfieren parte d e s arenales y el Consum o d e bienesy tra�snacional . pero el contr �J e �ceden (e al n: ercad o nacionalfuentes d e SubSisten cia y el COme ás o d menos Igualitario de susSOst ��er Su identidad étnica G rCI? e anesanías les permitetrad,c,ones (el COntrol Colec : raclas al cuidado de ciertasrec¿,rOCidad), la renovación t �v e o s de ��s t l er ras y el sistema d em o O a U n a interacción com J � O lCIO a rtesanal y e l reaco_ 2 p eJa Con l a moderni dad han I E n el mOmemo de rcada 100 ho ar . ap lcarse la encuesta diada a r'n ' . más de cien d�I<l%s�l:::I� no� re�ian ingresos meno;es �l'�/I���� �.I�s oche.rHtI, 35 eJe 1988, p. 214). r gUI ar Camin, Desp/fé'idelmilogro e � nlmo, o .sea poco , a 'j Arena, México, LA PUESTA EN ESCENA DE 1.0 POPULAR 221 11 11'.1' •.1<..10 una independencia floreciente que no h u bieran conse­ ,l uido encerrándose en sus relaciones ancestrales . 1/1 CONVERSiÓN HEGEMÓNtCA y RECONVERSIÓN POPULAR " :1 incremento de las artesanías en países indus trializados I cvela, según señalé ames, q u e el avance económico moderno 110 imp lica eliminar las fuerzas producl ivas que no sirven d i rectamente a su expansión si esas fue rzcl's cohesionan a un �,,�ctor nu meroso. aun satisracen necesidades sectoriales o las l1e una reproducción equili brada del sistem a . A la i n versa, y complemen tariamente, la reprod ucción de las tradiciones n o l:xige cerrarse a l a m odernizac ión, Además de estos c�sos Inex icanos, Olros ue A mérica Latina, por ejemplo el de Ola­ valo en Ecuador,22 m ucstran que la rcelaboración heterodoxa -pero a u [ ogesl iva- de las tradici ones puede ser fuente simul­ tánea de prosperidad económica y reafirmación simbólica. Ni la modernización exige abolir las tradici ones, ni el destino ratal de los grupos t rad icionales es quedar ruera de la m odernidad , Es sabido que en otras zonas de México y de América Latina los indígenas no han logrado est a adaptaci ó n exitosa al desa­ rrollo capi talista. Voraces in termediarios. estruct u ras arcaicas e injustas de explotación campesina, gobiernos antide mocrá­ ticos O represores, y las propias d i ricul tades de las etni as para reubicarse en la modernidad, Jos mantienen en una pobreza crónica. Si se hace el cálculo de cuántos artesanos o grupos étnic.os han conseguido un ni vel digno de vida con sus tradi­ ciones o incorpora rse a l desarrollo mod erno red uciendo la asimet n'a con los grupos hegemónicos, los res u ltados son deplorables. Peor a ú n : la reconversión reciente de las econo­ mlas lati noamericanas agrava la segmen tación desigual en el acceso a los bienes económicos, a la educación media y superior, a las nuevas tecnologías y al consumo más soristicado, La pregunta que queremos hacer es si las luchas por ingresar a estos escenarios de modern ización sO"n las ú n icas que les conviene dar a los movimientos popul ares de América Latina . La acum ulación d e los ejemplos anteriores no re ruta nada de lo que se conoce so bre la explolación laboral y la desigual­ dad educativa , Ta mp oco estoy sugiriendo que a los artesanos 21 Lyn Walter. "Olavale�o Developmeni. Elhnicii'j, and National Inlegraiion ", América Ind{gello, año XLI, numo 2, abril-juniode 1981, pp. 319-338.
  • 18. 222 CULTURAS H/oRIDAS pobres les jrla mejo ' . . y los pintores de A': SI imitaran a los alfareros de OC/lIIII"h.e��ructuras desiguaIe:�a u� e br e �� ent.re Otras �alones. pOrtllle �'on campesina e ind . , nan las relacIOnes entre nr",I,,,•• Imposi�le que Jos qUin��lr�� l i o entre artesan(a y arre, vut'lel COntlnente accedan a 1 b ��s ,de arlesanos que exisl c de las clases altas y m d OS p ene lelOS económicos y sim 'un t'( 1 e las ero para ." u 0, más a fa bibliogr'af(a repelu esco no agre�UlrMas bien Se (raca de a . ' . , marco de .injusticia, manl:e:����r :' I�. �ue significa, en csl. a m.O?ern1dad tiene para lo s fa IClones o participetl (' tr�dlC10naljstas y mOdernjz����tore� popu.lares el sentido '1Un g,UH a los migrantes lemp 1 es vIenen Imaginando. Al . clu�ades. al o¡'r sus com��� e� o permanentes en las gramil'naciones, sobre las opon �nos sobre los hábitos de 01 1 &1 urbana o de las nuevas te���1�d t s y de�venr.ajas de la vil..ll mente en las reglas comerciale g as, y como Insertarse h,lblJ muchos de ellos lo que Good � ��dernas,. resulta aplicahl,' •que producen y venden amates: s e man afIrma de Jos nahlUu Son muy mundanos y sofisricadoCOst umbres Como nOrma s [.,.1. usan 1<) vida de Su puebl 1 ) S . , para procesar inti ' o y 11' 'b: ' u eXHo comercial se debe . ormaclón y entender a los dellllh� lena )' Oexibleque lespermite :��;Isamenle a esta actitud mental '40 o, en el Que tienen experienci as )' rel:��enun m und� complicado. v;.ula Iones económIcas muy diversa...JI Esta relación fluida de 1mod�rnldad se observa (a a m g b u.�os grupos tradicionales COJ) In l En vista de la irrupción de I �n n den J�chas pOlílicas y sociaJc c ����a de sis!�mas Iransnacional�:l�las y re�res�s. o ante 111 I lana, los Indígenas . e comunicación a su vid.. d ,e descubrimientos cienríf��:peslnos han ,debido informar1.lt' e aborar PosiCiones pro ia Y . te�nologlas de punta palU tan la destrucción de la :elv s � �: s IndIOS brasileños que enfrellFe de la Laguna, en México azonlca y i?s tarascas de SalllJde los ochenta la instaJació� q :n e logr�ron Impedir a principio,,"Central nuclear, muestran c6 Sus tlerra� comunales de unu ,nes de producción y {rala c: o ,pueden afirmarse las tradicj(los desafios de eSle fin de s ' , n a L nalUrale�a en relación CÜIJ 1e .los Recursos Naturales /'b0' a OrganIZación de Defe"," uarez, en la que zapotecos csa �rollo Social de la Sierra ;l�y C manLecos se unieron par.. 2J C. GOOd EsheJman, on.p cit., pp. 52-53. LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 22 Ilfulcger sus bosques frente a las industrias papeleras, no se queda en la simple preservación de sus recursos: ha conforma­ ¡to Hita educación basada en sus formas comunales de trabajo V ,'/1 una visión ecológica compleja sobre el desarrollo de su I aión y de México, sostenida por sus creencias en la natura­ le·tU pero informada a la medida de quienes construyen cami- 110$ pensando sólo en sus ganancias, "no para comunicar a los ¡11Il!blos" . 24 Al mismo tiempo que la reconversión oficial, se produce la I cconversión con que las cIases populares "adaptan sus saberes V hábitos tradicionales_ Para entender los vínculos que se tejen r�lltre ambas hay que incluir en los análisis de la condición popular, dedicados a las oposiciones entre subalternos aislados y dominadores cosmopolitas, estas formas no convencionales de integrarse a la modernidad que se escuchan en pueblos como ( kumicho, Ameyaltepec y tanlOs olros. Los artesanos inter­ cambian datos sobre compradores de la ciudad de México y de Estados Unidos, tarifas de taxis y hoteles en Acapulco, 'ómo usar los teléfonos en comunicaciones de larga distancia, ¿j quién se le puede aceptar cheques de viajero, dónde es mejor I.:omprar los aparatos electrónicos que traerán a sus casas. Las duras condiciones de sobrevivencia reducen esta adap­ tación, en Ja mayoría de Jos casos, a un aprendizaje comercial y pragmático. Pero con frecuencia, sobre todo en las nuevas generaciones, los cruces culturales que venimos describiendo incluyen una reestructuración radica! de los vínculos entre lo tradicional y lo moderno, lo popular y lo culto, lo local y lo extranjero. Basta prestar atención al creciente lugar que tienen en diseños artesanales imágenes del arte contemporáneo y de los medios masivos. Déjenme contar que, cuando comencé a estudiar estos cambios, mi reacción inmediata era lamentar la subordinación de los productores al gusto de consumidores urbanos y turis­ tas . Hasta que hace ocho años entré a una tienda en Teotitlán del Valle -un pueblo oaxaqueño dedicado al tejido- donde un hombre de cincuenta años veía televisión con su padre, mientras cambiaban frases en zapoteco. Al preguntarle sobre los tapices con imágenes de Picasso, Klee y Miró que exhibí", me dijo que comenzaron a hacerlos en 1 968, cuando lo.' 24 Jaime Martinez luna, "Resistencia comunitaria y organización popular". ('11 f ¡ Bonfit Batalla y Otros, Culturas populares y po//Í;CQ cultural. Museo Nltdllillll .Ir Culturas Populares/sEP, 1982.
  • 19. 224 CULTURAS H'BRIOAS visitaron algunos turistas u . Moderno de Nueva York 1e; trabaJ�ban en el Museo de Arlc Me mostró un álbum co/foto� ropus.eron renovar los diseiins. donde se analizaban las expo . y reCOrles de d.arlos en inglés en California. En media hO ,s: c.� ne� que este arlesano reali�¿ zapoteco al espa�ol y al inglé; � :' moverse con fluidez del etnl� a la inform ación y los � e an,e � la artesanía, de su mas.va, p�sando por la crític �l� eten.m.entos de la cultura Comprend. que mi preocupación �r arte . de . una metrópoli . c.ones no era compartida o p la perd.da de sus tradi­ demas.ados conflictos entr:t:e:��s .h t Ombre que se movia sin emas culturales.25 ARTE VS. ARTESANíAS ¿Por qué muy. pocos artesanos 11 artIstas? Las oposiciones entre I ega � a ser reconocidos como � oderno y lo tradicional se CO�d c U to y lo popular, entre lo eelda, por la estética �oderna eosan en la distinción esta­ concebIrse al arte como un m . �ntre �rte y anesanías. Al do, un �onjunto de bienes "e� V��lenlo �Imbóljco desinteresa­ predomina sobre la func" p,, tuales en los que la forma artesanias aparecen como :� n ot;o o bello sohre lo útil, las nunca podrían despegar de ' el re.no d.e los objetos que dores sociales del arte que su senudo práctico. Los historia � ulto respecto del cont�xto s���:iaron las dependencias del art� a grieta entre lo culto y lo ' 1 casI nunca llegan a cuestionar Con la escisión entre lo ruralP O �U ar, que en parte se superpone lo moderno. El Arte corresp�n� u�bano, entre lo tradicional y la burguesía y de sectores cult . e �.a a los intereses y gustos de se desarrolla e n las ciudades . � a b � s de la pequeña burguesía senta paisajes del campo l� a a de ellas, y cuando repre: b.en Raymond Williams: .:U hace con óptica urbana. (Dijo nunca un paisaje' la idea mis na t � erra que se trabaja no es casi de un observado; separado ..�:L e paisaje supone la existencia o as artesanías, en cambio, se lS Para un análisis de la modernización �elfrey H. Cohen y Harold K. Sch neid an��nat en Teo,i.tán del Valle, léase de �ouue:�on: Economie S"alegi" in Two ':;' MarkelS. Museums and Modes of 19�'CO , SEA. SOC"'y for Economic Anthr t'" We .nng Communi"es 01 Oaxaca 26'R d pO ogy, vol. 9, núm, 2, West Lafayette ' aymon Williams "PI ' ' du paysan" A , a!Sanles perspe<:lives I ' 1977 p 31 ' eles de la Rechache en Seienees S � ��en"o� du paysage el aboti.ion , . . Clo es, num, 17·18, noviembre de LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPUl.AR 22S ven como productos de indios Y campesinos, de .acuerdo con su rusticidad, los mitos que habitan su decoración, los sectores populares que tradicionalmente las hacen Y las usan. ¿No les asombra leer que en el coloquiO sobre La dicotomr'a entre arle culto y arte popular una de las historiadoras más rápidas del Oesle, Marla Traba, haya dicho que los artistas populares quedan reducidos a " lo práctico-pinloresco" , son incapaces de " pensar un significado diferente al lransmitido y usado habitualmente por la comunidad , mIentras el artista 'cuIla' es un solitario cuya primera felicidad es la de satisfa­ cerse gracias a su propia creación" 7" No esposible hablar así cuando un historiador del arte sabe que, desde hace más de medio siglo, los construclivistas y la Sauhaus, grupOS plásticos y leatrales vienen demostrando que la creatividad puede brotar lambién de mensajes colectivos. El otro argumento rutinario que opone el Arte al arte popular, dice que los productores del primero serían singulares y solitarios mienlras los populares serían colectivos y anóni­ mOS. En ese mismo coloquio de Zacatecas leemos que el Arte produce " obras únicas" , irrepetibles, en lantO las artesanías se hacen en serie, de igual modo que la música popular rCitera idénticas estructuras en sus canciones. como si les faltara " un proyeclo" Y se limilaran " a gaslar un prototipo hasta la fatiga, sin legar a plantearlo nunca como cosmovisi6n y, en conse­ cuencia, a defenderlo estélicamente medianle ladas sus varia­ bIes" " Ya nos referimos a las maneras y las razones por las que los diablos populares varian tanto o más que los del arte moderno (por na hablar del arle anlerior, obligado por la iglesia a reproducir modelos teológicamenle aprobados). Vi­ moS que los artesanos juegan con las matrices il:ónicas de su comunidad en función de proyectos estélicos e inlerrelaciones creativas con receptores urbanos. Los mitoS con que sostienen. las obras más tradicionales y las innovaciones modernas indi­ can en qué medida los artislas populares superan los prototi­ pos, plantean cosmovisiones Y son capaces de defenderlas estética Y culturalmente. En otro tiempo, el tejedor de Teotitlán del Valle hubierll sido una excepción; personas como él eran artesanoS que por una peculiar necesidad creativa producían sus obras alejándo,e del propia grupO, sin acceder lampoCO al mundo del arte cult'" 27 Varios, La' dic% mia enlre arte CU/IO y arte popular (Coloquio intemacifJIlfIl ,Jr ZAcatecas), UI'IAM, Mtxieo, 1919, pp. 68-1 L 28 /dem., p. 10.
  • 20. 226 CULTURAS HfBRlDAS Pintaban o grababan Can aIro valor estérico pese a descon/"r,la hisroria de la disciplina, las convenciones adopradas "" tI . mercado inrernacional y el lenguaje récnico para explicarl•• Su esrilo personal coincidía a veces con búsquedas del arre tO/l temporáneo, y eso los volvía atractjvos en museos y galerías.Hoy las relaciones inrensas y asiduas de los pueblos de '"resanos Con la cultura nacionaJ e internacional vuelve "nutmal" que sus miembros se vinculen Con la culrura visual. Ino derna, aunque aún sean minoría los que logran nexos flUido, Recuerdo la Conversación Con un producror de diablos en ' u Casa de Ocumicho. Hablábamos de cómo se le Ocurrían 1•.• imágenes y le sugeríque explicara Cómo se concebía al diabloentre los purépechas. Me Cantó el miro que relaré aores, perodijo que eso no era rodo. Le pregunré si romaban escenas dr sus sueños, él desestimó la cuestión y empezó a sacar una DI bUa ilustrada, libros religiosos y de arre (uno sobre Dalí).semanados y rey¡sras en español y en inglés ricos en materjaJgráfico. No conocía la historia del arre, pero renía mucha información sobre la Cultura visual COntemporánea, que archi­vaba menos siStemáricamente peto manejaba can una libercad asociativa semejante a la de cualquier arrista.En el capírulo en que describimos las transformaciones delas arres culras en la segunda mitad del siglo xx, concluimosque el arce ya no puede presentarse como inútjl ni gratuito. S�produce dentto de un campo atravesado por redes de depen­dencias que 10 vinculan Con el mercado, las industrias culrura_les y Con esos referentes "primitivos" y populares que san ram­bién la fuenre nutricia de 10 arresanaL Si quizá nunca el arrelogró Ser plenamente kantiano -finalidad sin fin, escenariode la graruidad_, ahora su paralelismo Con la arresanía o elarce popular obliga a repensar sus procesos equivalentes en lassociedades contemporáneas, sus desconexiones y sus cruces.No faltan aurores que ataquen eSta división. Pero han sidocasi siempre folcloristas o antropólogos preocupados par rei­vindicar el valor artíStico de la producción culrural indígena,hiStoriadores del arre dispuesros a reconocer que también exis­ten méritos fuera de las colecciones de los museos. Esa erapaya dio resulrados eStéticos e institucionales. Se demOStró queen las cerámicas, los rejidos y rerablos populares se puede en­contrar tanta crearividad formal, generacion de significadosoriginales y ocasional auronomía respecro de las funcionesprácticas como en el arre culro. Esee reconocimiento ha dadoentrada a ciertos artesanos y arriStas populares en museos y 227EN ESCENA DE LO POPULARLA PUESTA - , . d 1 . . ara redef.inir lo espeClflC? e1 ' s Pero las dlflculrades p da uno en sus vlncu- ,." eCla . , . rpretar a ca 1 �I I ce: y de las arresanl3S, e I7te con aperruras de buena vo un-1", �on el Otro, no se arreg an La vía para salir del estanc�­. lel a lo que opIna el vecino. uestión es un nuevo tIpO e,;,ieoro en 9ue se e������������i�e los camb�os gi������o�f� IllveStlgaClon g�e d o cuenta no solo erlleccado simbóliCO roman 1 0 �ul(o sino sus cruces y conver­,,,rrínseco de lo pop �����s foattís�ico y 0 arresan¡'l en e�rd�foncias. Al estar Inc 1 ·'n de Jos mensajes, sus u�nr d.f _I ('sos masivos de ClfCy �C10 y formas. sus caoales e 1 uvechamienw de Imagene.s . .al'o,r� y sus públicos suelen COIOCld"e·nto de la cultura y de lo" " el conOClml . dlS Se avanzarla mas en I teocupación sanitaCla por J _>opular si se abandonara a P o e incontaminado el arte o as�inguir lo que tendrí�n , de p �; desde las incertidumbtes (ueartesanías, y los estu �:; a c�mo el análisis de l,as a b rcef cu ���)[ovocan sus cruces. . � de autonomJa a so uta�equiere librarse de la pre l tenSl��n de las culturas popularescampo y de los objetos, e exa de ue su espacio propIO sonexige deshacerse del supuesto ficíe;'res aisladas de Jos age d n-unidades indígenas autosu . �anto como sus era 1- c�s�odernos que hoy las constltuY��urismo, las relaciones�iones: las indu�rClas Cult���e r s¿a�o nacional y ttansnaclO;;aleconómicas ypoll.rIcas co� e fU os indígenas don.de te a­de bienes simb6bc;os. EXlSre:for!an con bascanre IOdepen-� los hechos estetlCOs.s� co 1 sivas se reproduc�n en VIa . d rradJC10neS exc u , 1 blfio y dencia a parrn , e. ·dianas de origen preco om _rituales y en practlcds fOt;ociología de la cultura que se d es_colonial. Un nesgo e d a la sociología, en desarrol1o A m,: e:a ecializa, como casI t.o a . . nes generales para men p urbano y enunCla aflCma l clO dl'srl·cas y las encuestas¡ no y , . 1 sos as esra .Larina a parr1f d.e os. cen , erseverancia de lo arcaico.es olvidar esea diverSidad( esra n�e eorre folcloriStas y antr�.-Pero el riesgo opuesto, recue os minoritarios, como S.l ,1pólogos, es recluirse en. e��s g.rutdel conrinenre no esruv�cranorme mayoría de los 10 1gena de migración, mestiZa.. e. . do desde hace décadas procesos n el mundo modcr- vlvlen . . interaCCIOnes ca '. .je urbanizaCIón, diversas d los Cruces eorre arresanl." yn�.De este modo, el ex;�en de fondo sobre las OPOSlC;"". ...atte desempaca en un e are or taoro entre Jas dos , 1" ,tradición y modernidad, y p ' de su separaclóll, ,"., en.ue h onen en escena, a rrav:spllOas que ay P I ' la anrropologra.divorcio: la SOCIO ogla y
  • 21. 228 CULTURAS HIBRIDAS Ames de entrar en esa olé ' .par ,a ocuparse de la op:S · . ?llca , q UIero decir que Olra sOcIOCult u ral _y n o ' 1 lCIOn artelartesan(as com o necesid ad d e abarca So o , como cuestión esrélica_ prod . r un unI verso má t':t u�t os SIngulares cansa d s extenso q u e el de Del mlstno modo que h gra os Como arte (culto o P'oD ulll,,1q d muc as o b rasu c 3 n en la repetición de d CO� �retensión de ser res -y por tanto en escen:? elos est,ctlcoS de siglos all del arte, supermercad os e nos de baja legirimidad: jarcJ parte de la produc . , ' entros de cultu ra barrial_ I E Clo n artesanal ' . ' a caso n Jos pa{ses ¡alinDa . no llene asplf3Ciones -Perú, Ecuador G men e anos más ricos en arte ' ualemala Méx 'sanos produce para so ' . . lCO- la mayor{a de formas o la signi ficación �� evlvfr, no buscando renovar 11, que culmina en gran des ob'r que llamamos arte no es sólo I reallz� su prOducción visua � s ,�� no un espaci� donde la sOcieda: , trabaJO artl'Stico, s u circula�ió en este senf ldo amprio que C'Iugar apropiado p a ra ca n y Su consumo con figuran se orga niza lo social . mprender las clas i ficaciones COn un ANTROPOLOGiA vs. SOCIOLOGiA Las d i ferencias y l ' .diSCiplinas deri�an d a e Ignorancia recíproca , entre estas dt radicional y lo modern sus maneras opues t as de explorar �s� em:nle a eSludia r los o � U �� I �� tro P d �I Ogía se dedicó preferen�eona y su método f 10 Igen as y campe ' l os �!los, l as Cost u s � b � rmaron en relación Con los :j n u��; s u t radIcIonales . En tan to e t y el. parentesco en las socied e ; y parte del tiempo Cono : �sOCi ología S e desarrolló la a es cesos de, �odern izaci ó�� en o prob lemas macrosociales ;����Tamblen se han opuestonece y lo q u e cambia H en la valoración de lo que pero d . o y no POdem o perma- f �ran te décadas lo , s generalizar fácilme tolelonstas los co s antropologos han sido ' n e, fo ' nocedores de I . , J un Io a los ci:s��a�;��d :;���l�e �� i ��;�ad ;e :������e �;�a: o s c u��r�7v;�: �� e U��ri�;::�;if�,�o a�� CiPI i � a ";i:n:�ff�;I�;���� �:��i!��em � s �� a :� c m lo p na d ' de las relacio:� c so �� a s ¡':s u y en pO v l l� l �dO la organizac�ó:a razgO y el I Icas -por e ' lal desarrollo " parentesco� como simples " b Je á m p o, . o St cufos LA PUE�TA EN ESCENA DE LO POPULAR 229 ! ' H l i! j ustificar la preferencia de s u s estudios por el mundo lIulf cna y campesino, los antropólogos recuerdan que siguen I hl icndo en América Latina treinta milIones de indios, con JI I I horios diferenciados, lenguas propias (cuyos hablantes au· "U' lIlan en aJgunas regiones), historjas iniciadas antes de la ' "IH.luista, hábitos de trabajo y consumo que los d i stinguen , 'ni resistencia de cinco siglos a la opresión y la dcsculturación I}tllc.: expresándose en organizaciones sociales y políticas au· 11lInmas: n o puede pensarse que se trala de lO un fenómeno , . ',idual, un anacronismo inexplicable ni �un rasgo de color l l l lclórico sin mayor trascendencia" . 29 H ay que reconocer, se ¡l I ¡ l ma, que " los grupos étnicos son ' naciones en potencia'; uJli dades capaces de ser el campo social de la historia concreta" . JO I��ta delimitación del universo de estudio lleva a concentrar 111 descripción etnográfica en los rasgos tradicionales de pe­ ' 1 llCñas comunidades y a sobrestimar su lógica i nterna. Al ,Ihocarse tanto a lo que diferencia a un grupo de los otros o I l'siste la penetración occidenta l , se descuidan los crecientes jI,'ocesos de int eracción con la sociedad nacional y aun con el IlIercado económico y simbólico t ransnacional. O se los reduce' .11 aséptico " contacto entre culturas" , De ahí que la antropo· I"sía haya elaborado pocos conceptos útiles para in terpretar cÓmo los grupos indígenas reproducen en su interior e l desa· ! ' rollo capitalista o construyen con él formacíones mixtas. Los f.;onflictos, pocas veces admitidos, son vistos como si sólo se produjeran entre dos bloques homogéneos: la sociedad " colo­ nial" y e l grupo étnico . En el estudio de la etnia, se registran ll nicamente las relaciones sociales igualitarias o de reciproci· dad que permiten considerarla " comunidad " , sin desigualda­ des internas, enfreIHadas compactamente al poder " i nvasor" . Algunos autores que intentan dar cuenta de los cambios modernizadores, reconocen -además d e l a domina¡,;ión exter­ na- la apropiación de sus elementos por parte de la cultura dominada, pero sólo consideran aquellos que el grupo acepta según " sus propios i n tereses" o a los que puede dar un sentjdo de " resistencia " , Por eso existen tan pocos análisis de los procesos en que una etnia, o la mayor parte de ella, admite la remodelación que los dominadores hacen de su c ultura: se subordina voluntariamente a formas de producción, a sistemas 29 Guillermo ' Bonfil (comp,), Urop(a y revolución. Elpensamiento po/(tico Wnlem­ porálleo de los indios en América Latina, Nueva Imagen , México, 1981, p. 27. JO Idem, pp, 30-31.
  • 22. 230 CULTURAS HIsRIDAS de atención a la salud o a movimientos religiosos occidcl1 l ulra (desde el catolicismo al pentecostalismo), incorpora cOIIIO proyecto propio los cambios modernizadores y la integradón política a la sociedad nacional. Menos frecuentes aún, son ¡• • investigaciones q u e examinan l o s procedimientos p o r l o s l: U &I les las culturas tradicionales d e l o s indígenas y campesinul convergen sincréticamente con diversas modalidades de cultura urbana y masiva, estableciendo formas híbridas de existencl. de " l o pop ular" . Las d i ficultades aumentan cuando se t raslada el estilo drill co de la etnogra fía ant ropológíca a las culturas populares d. la ciudad. ¿Cómo estudiar a los millones de i ndígenas y campesinos que migran a las capitales, a los obreros subordl nadas a la organización industrial del trabajo y el consumo? Es imposible responder si se eligen sectores marginales, •• recortan unidades pequeñas d e análisis -un barrio, un grllpu étnico, una minoría cultural -, se emplean únicamente técn1 cas de observación intensiva y de entrevista en profundidad, y se los examina como sistemas cerrados. Estos trabajos suelen dar i n formaciones originales y densas sobre cuestiones micro sociales, Pero sus propias estrategias de con ocimiento inhiben la construcción de una antropología urbana, o sea una visión de conjunto sobre el significado de la vida en l a ciudad, al modo de la Escuela de Chicago. Podemos aplícar a casi toda la antropología hecha en América Latina lo que Eunice Ribeiro Durham dice del Brasil: se ha practicado menos ... una anlropología de la ciudad que una antropología en la ciudad {. .. I. Se trata de investigaciones que operan con lemas. conceplos y métodos de la antropología. pero volcados al estudio de pOblaciones que viven en las ciudades. La ciudad es, por lo tanto. más el lugar de investigación que su objetoY Parece que los antropólogos tenemos más dificult ades para entrar en la modernidad que los grupos sociales que estudiamos. Otra característica de estos trabajos es que dicen muy poco acerca de las formas modernas de hegemonía. Como anota Guillermo Bonfil en un texto sobre la investigación en México, 31 Eunice R. Durham, "A pesquisa antropologica com popula¡;oes urbanil.$: problemas e perspectivas", en Ruth Cardoso (org.), A aventura anlropologico, Paz e Terra, Sao Paulo, 1986, p. 19. Otro estudio de esta autora muesua lo Que puede significar el cambio de rumbo que aquí sugerimos: E. Ribeiro Durham, "A sociedade vista da periferia" , Revista Brosileira de Ciencias Sociais, nuro. 1, junio de 1986. LA PUES1A EN ESCENA OE LO POPULAR 2: 1 . t o ol6gicos sobre cultura popular parle hoy la mayoría de los estudiOS ano r p b)'eto de eSludio es una cultura .. , . [{CIto de quesu o 'd d ,Ie. supuesto, impJcIO o exp do I� investigación se refiera a comum a es díf¡;rent . e; Y eSl?' d �un O C ���tores urbanos. 32 ��_� oo m - . . ue se distingue por la hipóteSIs de I a tradición etnográfica, q son culturas e n si mismas . son 'IIIC " as culturas pop ulares , t a pensarlas corno subc ulturas, . t " )) se resls e t que ,' ¡turas dlfereo es , ' · o· n Aun p ara este au o r o. a de domlnacl . t las partes de un s1st . em . su a nálisis. Y r econo<.:e e� re . . "Icluye la dominaCió n en I s populares la dislflbuclon ,.llusas que originan las C� a U�: la sociedad, lo específico del .Icsigual del palfl� omo glo . te en estudi ar las d i ferencI�s . l I abajo antropO�oglcO COnS la o ci Ón . U no retoma el VInculo . Dos argumento , s apoya n es P ue le permite abarcar . en de la ant ropolog.. con la hlstora , q l·dad " " la dimensIó n . 1 " 1 larga tempora I , los procesos socia es a . o de a colo nización, un recu�so t¡iacrónica" . Desde el co rnc n tor i genes fu e mantener su dl:e� (lara dominar a los grupOS �e la subo rdinación haya camb"­ renda ; aunque la estruct �;a d _ por distin tas razones, de �S do permanece la neceSl a ulares- d e que la cultura e do;"inadores Y de las clases pop ar ume nto surge al obse�var éstas sea diferente. El segu�do E g o l o s pueblos campeSInoS las cullu ras populares de 1I0� Y d ondc cambió la lengu a Y ,, �e mestizos, induso en aQ�e tradicional sub sisten rasgo s de d a abandonó l a indu mentafla . dade s producti vas, las pautas e cultur a ma t enal, l�s a��l Vl familiar y c omunal, . las ?:ac�, l��S consumo , a Orga , O Iz.acl n arle del u n iverso Simbollc? ' � médicas Y culinaflas Y gran p ru os " la ruptura de la Idenll­ desindianización provoca e� esoS �eni�ndo conciencia de ser dlfe- dad étnica original" , pero Stgu:n . " de un patrimoniO cultural . depOSitariOS , d d" H En rentes al asumirse como . . r esa misma saCIe a . creado a lo largo de la h lS tof la PO todav ía más radical , muchos . d nde la ruptu ra es las CIUdades , o. · ndio o campesino migrantCS de ongen I . los renuevan periódicamente; mantienen vínculos con sus comun;da��: como allá, hasta donde las �� organizan aquí par� � anten� n ;equeños espacios urbanos que van circunstancias lo penmten. oc:up de diferencia y subordinación en �l Jl Guilerroo Sonfi Batalla. " Los C O ?c tP1 T O "O ri a e inYesti g odón en la anlfopUloJ://I I s" en variOS, 08 estudio de las culturaS popu are • 1 México, 1988, pp. 97-1 . socia/ mexicana, CIESA5-UA.M, Izlapa apa, H [de"'. )4 1dem.
  • 23. 2 2 CULTURAS H(OIUDAS pobl � n<.lo Con los de allá; se organizan ' de ongen; celebran las fleslas y habl y apoyan segun pueblos y regiones an entre ellos su propia lengua.Jj La concentración de m uchos . t radicionales se relaciona Con a�I�?POI��os en las culturas de la modernización e . su VJSlon cnuca sobre los e fectos. . uestlOnan el valor . conjunto de la sociedad . que [lene para el populares. un desarrollo ' Y d especlalmellle para las capas for d . mo erno q ue -adem/ dmas e Vida I radicjonaJes_ , ?S e arruinar desarraigo. desempleo y ' , engendra rn lgraclOnes masivas e,amente a lodo eVOlucion���� ' J S u� O , urbano. �e .oponen enérgj� SinO como atraso par ' . q plcnsa lo clnlco y lo campe . d ' a Sustll Ulrlo por un ' . - In uSln al definido a . . creCimiento urbano e I . PfJOf J como progreso D h'en a reaclJvación de las Ir d' , , , e a I Q ue busquen su saber y sus (écnicas e a IClOnes Indígenas y campesinas en Y I ' , n su modo de t ral I • reso ver comun ilariamenl I ar a a naturaleza de desarrolJo menos degrad:d os problem�s sociales, un estilo En las dos úllilllas d ' d o y dependlenle," sociología polilica for eca as . la sOCIología de la cu hura y la I Jaron Un modelo o :u, luras populares desde la moderni ' puesto, que ve a las e�H� alcanzado por los ro , z�cl6n, P,arten del relat ivo elIminaron redujeron p b yect�s de Inlegraclón nacional que U ' d ' , o su ordlnaron a los ' . ' na eVI enCJa es la u n i rormidad lin " ' , grupos Indlgenas, moderna. q ue abarca la a l f b ' gUISllca. Olra. la educación I ' . a ellzaclón gene l ' denguas pfJnclpales -e � I ra Iza a en las dos de conocimientos que spano, y POrtugués_o y también u n tipo d d capaclla a los mie b da para participar en el m ros e cada socie-. , m ercado de l b 'capltalJsta, así como en Jos si ' , ra aJ o y consumo tercer lugar, un modo de or st , emas POJIIIC?S nacionales, En laborales basado en los p . ganlzar Ias relaCIones familiares y Se sabe que eSla lende " , ncIP h lOS lI bera les modernos . te ' , , n<':Ja ¡SIOfJca fue 'afias sociológicas dual' porenClada en fas el faclor dinámico del d � s s tas qlU I e vie:on en la indust rialización ron d ' " arra O lalinoameri 'a esa IsclpllJIa la mis'ó d 1 cano, y a lflbuye_ Irad" I I n e uchar COnl I . IC tona es, agrarios O " reud " , ra os reSiduos descalificaba el " alraso" ales . Preclsamenle porque Se sociología se concenl rab pOP � lar y porque en esa época la conómicos, muy pocas ' a en � d�bale sobre modelos socioe-Invest tgaclOnes se interesaron por co- lS Idem, J6 ef. Arturo Warrnart " �1od ' .1982 ' , 1- crmzarse ' para '?" , Y GUIllermo Bonfil 8alalla M." � que , �, Nexos, núm, 50, rebrero de, ex/co profundo, Gn)albo, México, 1990, LA PUESTA EN ESCENA DE LO POPULAR 233 nocer las culturas subahernas. Fue en anos recientes, cuando entraron en crisis todos los programas de modernización y cambio social (los desarrollismos. los populismos. los marxis­ mos) que los sociólogos latinoamericanos comenzaron a estu­ diar la cullUra. especialmenle la popular. como uno de los elementos de articulación entre hegemonía y consenso. Se deslacaron en los ochenla los Irabajos de sociología de l a cullura orienlados por la teoría de la reproducción y los de sociología polÍlica que se apoyan e n la concepción gramsciana de la hegemonía, A menudo con fluyen en el propósilO de explicar de qué modo las clases hegemón icas fundan su posi­ ción en la co nlinuidad de un capilal culi ural moderno que garantiza la reproducción de la estructura soci al, y en l a apropiación desigual d e ese capital como mecanismo rep�oduc­ lar de las diferencias. Pero pese a la mayor alención dada al conocimiento empírico de las culturas populares. con frecuen­ cia miran su vida cotidiana desde esas teorías macro y recogen sólo lo que enlra en ellas, ESla perspecl iva liene el mérilo de cuestionar idealizaciones generadas por la excesiva autonomi­ zación de las culiuras suballernas. cumplidas por quienes las ven como manifeslaciones de la capacidad creadora de los pueblos. O como acumulación autónoma de tradiciones previas a la induslrialización, Al siluar las acciones populares en el conjunto de la formación social, los reprod uctivistas entienden la cultura suballerna como resullado de la dislribución desigual de los bienes económicos y culturales, Los gramscianos, menos " fatalistas" , relativizan esta dependencia porque reconocen a las clases populares cierta iniciativa y poder de resistencia, pero siempre dentro de la interacción contradictoria con los grupos hegemónicos, En esta línea , se ha sostenido que no existiria en América Latina cultura popular con los componenles que Gramsci al ribuye al conceplo de cullUra: a) una concepción del mundo; b) produclores especializados; e) parladores sociales preemi­ nenles; d) capacidad de inlegrar a un co njunlo social. llevarlo lI a pensar coherentemente y 'en forma unitaria " ; e) hacer posible la l ucha por l a hegemonia; J) manifeslarse a Iravés de una organización material e instituciona l.l1 Lo que hahitual mente se denomina " cultura popular" en estos países mUll ir! nicos estaría más cerca, en el vocabulario grarnsciano, ,,,"1 ]1 Es la manera en que lo formula José Joaquín Brunner, "Notas solllt: 11"'1111 ,popular, industria cultural y modernidad " , Un espejo Irizado, pp. 15t·Ut"
  • 24. 234 CULTORAS HfBRIDAS conceplo de folclor. El problema es que esos universos de prácticas y símbolos anliguos eSlarían pereciendoo debililándose por el avance de la modernidad. En medio de las migraciones del campo a la ciudad que desarraigan a los productores y usuarios del folclor. frente a la acción de la escuela y las induslrias .culturales, la simbólica tradicional s610 puede ofrecer uestados de conciencia dispersos, fragmentados, donde coexisten ele­ mentos heterogéneos y diversos estratos culturales tomados de universos muy distintos". )8 El folelor mantiene cierta cohesión y resistencia en comunidades indígenas o zonas rurales, en " espacios urbanos de marginalidad extrema", pero aun allí crece el reclamo de educación formal. La cultura tradicional se halla expuesta a una interacción creciente con la informa­ ción, la comunicación y los entretenimientos producidos in­ dustrial y masivamente, Las poblaciones o favelas de nuestras grandes ciudades se han llenado de radios transistores� por las zonas rurales avanza la mSlalación de torres repetidoras de televisión; el rock es el lenguaje universal de las fiestas juveniles que cruza a través de los diversos grupos soCiaJe:s.39 Una manera de entender el conflicto entre estos dos para­ digmas sería suponer que la bifurcación entre la antropología y la sociología corresponde a la exislencia de dos modalidades separadas del desarrollo cullural. Si por un lado persislen formas de producción y comunicación tradjcjonal� y por otro circuitos urbanos y masivos, parece lógico que haya disciplinas diferentes para ocuparse de cada uno. ¿No serán las posiciones en favor de la resistencia incesante de las culturas populares y la modernización inexorable regionalmente verdaderas: la pri­ mera en las zonas andina ymesoamericana, la segunda en el cono sur y las grandesciudades? La cuestión parece resolverse con tal de no generalizar una de las tendencias en la investigación, ni pretender que exista una sola política cultural. Aunque esta precisión tiene cierta pertinencia, deja sin resolver los proble­ mas básicos de un análisis conjunto de las relaciones entre tradición, modernidad y posmodernidad. Otro modo de encarar la cuestión es partir d e la analogía que aparece al lratar la crisis de lo popular y la de la cultura de éliles. También en los capitulos sobre el arle concluimos que la /dent. 39 /dent. 13S ESCU'¡-" DE LO POVUL-"R L-" PUEST-" El'! . . s desigualeS y a de modernidad , sino v�na , de las cullU- na hay una sol� for r�s Tanto las transfor.m�clo�e:n mostrar la a vecescontradlcto 1a's del arte culto concd� ador en nues,trO ras pop�ares como énea del proyecto modernl� lo racionalsta n:alizaclón heter d og sa articulación del mO e el hispanismo . l la lver b ' enes con . dcontInen e, . s tradiciones a o n g . i ales prOPIOS e liberal con anugua desarrollOS SOCIOCU tur ia de esta colonial calólico. c�n rgo al explorar la .fiSO�O �s Mientras l:ada país . Sin em a e ei disenso entre dlSCI� In de diferen· heterogeneidad res��rieren entenderla en"térn:�7�:os rechazan los antroPÓIO�OS Pluralidad cullural. los .:�c�ra superposición cia. dlvers1da d y I� helerOgeneidad como ·ón segmenlada y la percepcIO,� e blan de una u part�clpacl e mensajes que de culturas y ha mercado internacon� d radas el entra­ diferenci�l en u �os lados Y de maneras tnespe . penetra por to ..o . de apro­ mado local de la cull�r�omento que ambas láct1C�S Es indis- Cabe agregar Pl��: han mostrado s� fecun:lg:se�mascarar ximación al prob namienlO antrOpológIco par ralización de una pensable el entr� de etnocéntricO en a gene cr en cambIO , lo que puede ha er las melrópolis. y recOnoc • de usar las modernidad naCida �: simbolizar los confhc.IO l �� o movili�ar las formas locales ara construir pactos socIa . '6n sociOlógica alianzas cullurales �oyeclopropio. A la vel. la;��lidades locales a cada nación.en u e��isamiento il�SOTl? de la� �náiSiS la reorga­ sirve para evlta� r males para wclUlr en � ovimientOS que y las I�allad�s ';u��ra do ' cada grupO po� o O�l m menos le exigen nizaclon de a ado transn aclOn a la subordinan al , merc interactuar con el . «l 1 . L Brunner, . d DD 215-218. Un espejO trllO o . .