2. ENCEFALITIS JAPONESA
La encefalitis japonesa es
la principal causa de
encefalitis viral en Asia.
La provoca un flavivirus a
través de la picadura de
un mosquito, lo que la
relaciona con los virus del
dengue, la fiebre amarilla
y los virus del Nilo
Occidental. El primer caso
de encefalitis japonesa se
documentó en 1871 en el
Japón.
3. SIGNOS Y SÍNTOMAS
La mayor parte de las infecciones con el virus de la encefalitis
japonesa son leves (fiebre y cefalea) o asintomáticas, pero
aproximadamente una de cada 250 infecciones se convierte
en una enfermedad grave caracterizada por la repentina
aparición de fiebre elevada, cefalea, rigidez de nuca,
desorientación, coma, ataques, parálisis espástica y defunción.
La tasa de letalidad puede alcanzar al 30% de las personas con
síntomas de la enfermedad.
Entre un 20 y un 30% de los supervivientes quedan con
problemas mentales, comportamentales o neurológicos tales
como parálisis, ataques recurrentes o pérdida del habla.
4. TRANSMISIÓN
El riesgo de transmisión de la encefalitis japonesa está presente en 24 países
de las regiones de la OMS de Asia Sudoriental y el Pacífico Occidental, con
una población total de más de 3.000 millones de personas.
La encefalitis japonesa se transmite a las personas por las picaduras de
mosquitos Culex spp. infectados (principalmente Culex tritaeniorhynchus). Una
vez infectadas, las personas no desarrollan suficiente viremia para infectar a
los mosquitos que las piquen. El virus se desarrolla en un ciclo de transmisión
entre mosquitos, cerdos y/o aves lacustres. Por lo general, la enfermedad es
prevalente en zonas rurales y periurbanas en las que las personas viven en
contacto próximo con esos reservorios vertebrados.
En la mayor parte de las zonas templadas de Asia, el virus de la encefalitis
japonesa se transmite principalmente en el verano, cuando se producen las
grandes epidemias. En las regiones tropicales y subtropicales, la transmisión
puede tener lugar durante todo el año, aunque se suele intensificar en la
estación de lluvias y, en las zonas de arrozales, en los períodos previos a la
cosecha.
5. DIAGNÓSTICO
Las personas que viven en zonas en las que la encefalitis
japonesa es endémica, o viajan a esas zonas, y padecen
encefalitis, se pueden considerar casos sospechosos de
encefalitis japonesa. Para confirmar la infección y
descartar otras causas de encefalitis es necesaria una
prueba serológica de laboratorio o, preferentemente, de
líquido cefalorraquídeo.
La vigilancia de la enfermedad es generalmente
sindrómica para la encefalitis aguda. La confirmación
mediante pruebas de laboratorio suele tener lugar en
puntos de vigilancia específicos y, a ese respecto, se está
ampliando la vigilancia basada en los laboratorios.
6. TRATAMIENTO
No existe ningún tratamiento antivírico para pacientes con
encefalitis japonesa. El tratamiento de apoyo permite
aliviar los síntomas y estabilizar al paciente.
7. PREVENCIÓN Y CONTROL
Existen vacunas seguras y eficaces para prevenir la
encefalitis japonesa. La OMS recomienda rigurosas
actividades de prevención y control que incluyen la
inmunización en todas las regiones en las que la
enfermedad esté reconocida como un problema de salud
pública, junto con el fortalecimiento de los mecanismos
de vigilancia y notificación. Otras medidas de control se
han revelado menos eficaces, entre ellas la lucha contra
el mosquito o el refuerzo del control de los cerdos.
8.
9. TIPOS DE VACUNAS CONTRA LA
ENCEFALITIS JAPONESA
vacunas inactivadas derivadas del encéfalo de ratón
Vacunas inactivadas derivadas de cultivos celulares
Vacunas vivas atenuada
Vacunas vivas híbridas.
Tradicionalmente, las vacunas más utilizadas eran un
producto inactivado purificado elaborado a partir de
las cepas Nakayama o Beijing propagadas en el tejido
encefálico de ratones. Esas vacunas aún se producen y
utilizan en algunos países.
10. BROTES DE LA ENFERMEDAD
Los principales brotes de encefalitis japonesa se
producen cada 2 a 15 años. La transmisión se
intensifica durante la estación de lluvias, en la que
aumenta la población de vectores. Sin embargo,
todavía no se ha demostrado que la transmisión
aumente a raíz de inundaciones o tsunamis
importantes. La propagación de la encefalitis
japonesa en nuevas zonas se ha asociado a
desarrollos agrícolas y al cultivo intensivo del arroz,
apoyado con programas de riego.