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1º seminario encuentro de los padres celd "Relación Padres e hijos"

  1. RELACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS Proyecto Semillas del Futuro - Celd Encuentro de los Padres – 1º Seminario 2012 Claudia Werdine
  2. El Dr. Pimentel cortó el cordón umbilical, enrolló la criatura en una toquilla - era una linda niña - colocándola cuidadosamente en nuestros brazos… Teníamos 23 años y, por primera vez en la vida se agitaban en nosotros las poderosas emociones de la paternidad (maternidad), con toda la perplejidad, complejidad y expectativas. Nos aproximamos mirando el pequeño paquete para ver de cerca de nuestra hija. Pensaba, tal vez, encontrarla durmiendo y soñando aún, con los misterios de sus orígenes.
  3. Fue una sorpresa observar que tenía los ojitos oscuros bien abiertos, atentos e iluminados, y me contemplaban de manera enigmática e inquisitiva. Recuerdo perfectamente el esfuerzo que hacía al levantar su cabecita pelona, como si se preguntase a sí misma: - ¿Será que este sujeto va a ser un buen padre para mí? ¿Dónde está mi madre? Y ahora, ¿qué van a hacer conmigo? ¿Cuánto tiempo voy a quedarme aquí, enrollada en este trapo?
  4. En cuanto a mi, no me acuerdo de los pensamientos que pasaban por mi mente, pero sé que eran muchos y descoordinados. Creo que me hacía tantas preguntas como ella, tal vez más, no lo sé. Una cosa era cierta: Ana María acababa de llegar. Que había llegado, no había duda, pues estaba allí con sus ojos curiosos, preparada para comenzar a explorar el nuevo mundo en que iba a vivir.
  5. Mi duda era otra: ¿De dónde venía aquel ser? La lógica me decía que había llegado aquí desde algún lugar en el que estaba antes de venir, ¿de dónde, pues?
  6. Aprendí en tiempos, ahora remotos, en la infancia, que Dios creaba un alma nuevecita para cada niño que nacía, pero yo tenía dificultad con esas y otras informaciones. No había manera de cuestionar la sabiduría, la grandeza y el poder de Dios que, allí estaban patentes, ya que obviamente, mi joven esposa y yo no podíamos haber creado a aquella personita de la nada. Más tarde, yo aprendería que el ser humano descubre cosas pero no las crea, puede inventar otras, pero nosotros, ciertamente, no habíamos inventado aquel paquetito tibio que atentamente nos expiaba.
  7. ¿Quién sería aquel ser?, ¿De dónde venía?, ¿Qué pretendería de la vida?, ¿Cómo sería ella?, ¿Qué papel nos correspondería a su madre y a mi, en la vida que comenzaba?, ¿O sería que no estaba comenzando y sí continuando? Yo no sabía, pero quería saber, tener respuestas para esas preguntas y muchas otras, de las cuales no recuerdo si quiera si fueron formuladas, pues estaba sumergido en un torbellino de inesperadas e insospechadas emociones. A pesar de todo, no me producían temores e inquietudes, y sí una extraña alegría al percibir que también tenía condiciones de participar, con mi modesta contribución, en aquel deslumbrante espectáculo de renovación de la vida.
  8. Miramos una vez más a Ana María y sentimos sus ojitos esperando que la tomásemos en nuestros brazos, y después, de las manos, para mostrarle como era nuestro mundo. Y ya sentíamos, en las profundidades de la memoria, el futuro, aquel día en que ella no precisase más de nuestras manos y partiera para vivir la vida. Nosotros recelamos un poquito. No es que falte confianza, es que amenaza siempre un vago temor de que nuestros hijos no consigan acertar con los invisibles caminos del cielo que tienen que recorrer en un vuelo aún incierto.
  9. Pero eso, no puede ser una tristeza al final de la vida, porque a fin de cuentas, la vida era de ella y no nuestra, como yo aprendería posteriormente. Antes de ser hijos unos de otros, somos todos hijos de un solo Padre. Y Él ha sido muy competente, pues siempre dio buena cuenta de nosotros. Mas… Él nos confió a Ana María y precisábamos empezar inmediatamente nuestro trabajo. ¿Comenzar? ¿Por dónde?
  10. Los niños no vienen con esos bien acabados folletos impresos que explican minuciosamente como funcionan los aparatos que adquirimos en las tiendas. No traen un manual de instrucciones que enseñe cómo debemos abrir el paquete, sacar el aparato de la caja, instalarlo y hacerlo funcionar. Tampoco traen un certificado de garantía, que se pueda presentar al representante autorizado, junto a la factura, en caso de que haya algún defecto de fabricación. Con el tiempo vamos aprendiendo a resolver los pequeños problemas que surgen. Y los grandes también, si acaso surgieran.
  11. Para facilitar las cosas, existen libros de pediatras, que sustituyen razonablemente bien a las instrucciones que acompañan a los electrodomésticos de hoy, y ayudan a solucionar, a prevenir algunos de los “obstáculos” más comunes. Recibimos enseñanzas minuciosas sobre la manera de cuidar del bebé durante sus primeros días de vida: el baño, el sueño, la ropa, la alimentación, además de la interpretación de ciertos signos típicos que marcan las diferentes etapas de desarrollo: los primeros pasos, los dientes de leche, peso, altura, hábitos de higiene…
  12. Toda esa logística tiene por objetivo proporcionar a los padres una crianza sana para que en ella se desenvuelvan las facultades más nobles de la inteligencia. En cuanto el problema consiste apenas en dar este o aquel alimento, dormir la tarde o la mañana, abrigarlo o no, ventilar el cuarto de dormir, tomar el sol…las opiniones pueden variar, pero podemos llegar a un consenso, adaptándolas a nuestras propias condiciones, y obviamente, a las del bebé. Acabamos acertando con el alimento que mejor “concuerda” con él, como dicen los americanos, o con sus hábitos de reposo y de actividad, o la ropita que más le conviene.
  13. Pero, ¿y en cuanto a él? ¿Es apenas un bebé, un cuerpo recién creado? ¿Por qué es tan temperamental o apático? ¿Qué lo hace pacífico y sereno o agitado y malhumorado? ¿Por qué le gustan unas personas y no otras? ¿Por qué llora tanto, o no llora, a no ser excepcionalmente? Y más tarde, ¿Por qué le gustan las matemáticas y no las lenguas, o viceversa? ¿Por qué son tan buenos cuando son pequeños y después se vuelven tan rebeldes? Y además, cuando se tienen dos o más hijos, ¿Por qué son tan diferentes entre sí, si han sido generados a partir del mismo conjunto de genes, y creados, en el hogar, en idénticas o muy parecidas condiciones? Al final, ¿quiénes son nuestros hijos, qué representan en nuestras vidas y que representamos nosotros en la vida de ellos, aparte de la simple relación de padres e hijos?
  14. La primera cosa que precisamos entender, con relación a los niños, es que ellos no heredan las características psicológicas como la inteligencia, dotes artísticas, temperamento, buen o mal gusto, simpatía o antipatía, dulzura o agresividad. Cada ser es único en su estructura psicológica, preferencias, inclinaciones. Solamente las características físicas son genéticamente trasmisibles: color de la piel, de los ojos, del pelo… cada niño, cada persona, es única, es diferente, y aunque puedan tener dos o más características en común o muy semejantes, cada uno de ellos es un universo propio, así como individualizado. Hasta los gemelos univitelinos, generados a partir de un solo óvulo, traen, a pesar de la similitud de los aspectos físicos, diferencias fundamentales de temperamento y carácter que los identifican con precisión, como individuos perfectamente autónomos y singulares.
  15. Vamos entonces a definir un importante aspecto: los padres producen apenas el cuerpo físico de los hijos, no el espíritu de ellos. Esos espíritus que nos son confiados, ya envueltos en los cuerpos físicos, que nosotros mismos les proporcionamos, a través del proceso generador, no son creaciones nuevas sin pasado, sin historia. Ellos ya existían antes en algún lugar, tienen una biografía personal, traen vivencias y experiencias, y aquí vuelven para revivir, no para vivir. Están, por lo tanto, renaciendo y no apenas naciendo.
  16. Somos todos seres creados por Dios, sí, pero hace mucho, mucho tiempo, y no en el momento de la concepción o en el momento del nacimiento, para “ocupar” un nuevo cuerpo físico. Este concepto constituye la viga maestra de toda la arquitectura de la vida, el concepto director que nos lleva al entendimiento de sus enigmas, misterios y bellezas inmortales. Es, por lo tanto, este concepto, esta verdad que la Doctrina Espírita nos trae, la que nos ayuda a valorar la vida y, también, nos ayuda a comprender mejor las relaciones entre padres e hijos. El niño es un ser espiritual, creado por Dios, ahora viviendo en el plano del Espíritu, ahora respirando en un cuerpo material. El niño es antes que nada un espíritu reencarnado, un alma que recomienza una nueva existencia en la carne.
  17. Nuestros hijos, en realidad, no son nuestros hijos: son hijos de Dios, y temporalmente se encontrarán bajo nuestros cuidados. Junto a los hijos simpáticos, pacíficos y obedientes, surgen también aquellos otros que, desde la cuna, ya comienzan a provocar preocupaciones, irritación, tensiones emocionales, enfados, angustias y cansancio físico y psíquico, por presentar un temperamento fuerte de rebeldía y desobediencia, destacándose por la insubordinación y liviandad.
  18. Los lazos de familia no se verifican por casualidad: hay una Ley Divina comandando el destino y la unión de las almas en la vida corporal. Antes de acoger en los brazos con ternura al pequeño ser, por las vías de la maternidad sagrada, idealizamos para él lo mejor: el cuerpo más perfecto, la salud orgánica integral, la inteligencia lúcida; pero no debemos olvidar que esa elección fue hecha realmente por nosotros, hace mucho tiempo, sin ilusiones y sueños, la mayoría de las veces, antes de reencarnarnos. De ese modo no debemos a alarmarnos sobre si los hijos pueden traernos trabajo, dificultades y problemas, desde tierna edad.
  19. “Los hijos sufrientes, rebeldes, son mensajeros que el Amor de Dios te envía, para que el amor se libere de cualquier forma de egoísmo enquistado y se inflame de Luz, la Luz de la sublimación.” (Emmanuel)
  20. Son los hijos-problema que la Ley de la Reencarnación trajo a la convivencia familiar, enseñando la oportunidad de la renovación de sus destinos. Es el reencuentro para la reconciliación indispensable entre padres e hijos, en busca de un mejor futuro espiritual. En la intimidad del corazón, los padres siempre indagan quienes son estos hijos diferentes que traen una mayor dosis de luchas y trabajos. El mentor espiritual Emmanuel explica: “los hijos- problema son aquellos mismos espíritus que perjudicamos, desfigurándoles el carácter y envenenándoles los sentimientos.”
  21. Los hijos difíciles son hijos de nuestras propias obras, en vidas pasadas, y que la Providencia Divina encuentra ahora la posibilidad de unirnos por los lazos de la consanguineidad, dándonos la maravillosa oportunidad del rescate, la reparación y los arduos servicios de la educación. La primera actitud constructiva de los padres, ante los hijos rebeldes, es que desenvuelvan en si mismos, la gran comprensión, para no dejarse dominar por la revuelta y la amargura, juzgando que son infelices y perseguidos por la mala suerte…
  22. El Evangelio segun el Espiritismo, Allan Kardec nos enseña: “No rechacéis, por tanto, al hijo que en la cuna repele a la madre, ni a aquel que os paga con la ingratitud: no fue por casualidad que lo hizo así y os lo envió. Una intuición imperfecta del pasado se rebela, y de ella podéis deducir que uno u otro ya odió o fue odiado, que uno u otro vino para perdonar o para expiar.”
  23. Pero precisamos estar muy atentos, pues muchas veces, los hijos-problema, rebeldes, difíciles… son nada más que consecuencia de nuestros actos en relación a su educación. La falta de disciplina y límites, desde la más tierna edad, serán responsables por el surgimiento de los hijos problemas del futuro. En la próxima conferencia sabremos más al respecto….
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