1. La Leyenda de la Reina Ico
Zonzamas reinaba en Lanzarote cuando llegó a la isla una embarcación española al
mando de Martín Ruiz de Avendaño.
Al ver la nave a distancia los isleños se
aprestaron para el combate. Transcurrido el
tiempo, Ruiz de Avendaño decidió ir a tierra en
son de paz, llevando consigo un gran vestido
que regaló al rey como muestra de amistad.
2. Zonzamas aceptó el regalo y, en muestra de amistad,
entregó al recién llegado ganado, leche, queso, pieles y
conchas, invitándolo a descansar en su morada de Acatife.
Allí eran esperados por la reina Fayna y sus hijos,
Timanfaya y Guanareme.
Como huésped de los reyes pasó Avendaño varios días.
Mas tarde retornó a su barco y partió.
3. A los nueve meses la reina Fayna dio a luz una niña de tez blanca y rubios cabellos, a
la que puso por nombre Ico.
El pueblo murmuraba y renegaba de la
princesita y de su origen.
Así transcurrió el tiempo, y la niña creció
sana y hermosa al cuidado de Uga, su aya.
4. Transcurrido el tiempo Zonzamas y Fayna murieron. Los Guaires, reunidos en
asamblea, proclamaron rey a Timanfaya.
Con el paso de las estaciones Ico se fue convirtiendo en una bella joven.
Guanareme se enamoró de ella y acabó por hacerla su esposa.
Tiempos después otras naves vizcaínas y sevillanas llegaron a las costas de
Lanzarote en busca de esclavos. El rey Timanfaya fue apresado y vendido como
esclavo.
5. Desaparecido el rey, los guaires se reunieron otra vez para elegir nuevo soberano.
Este debía de ser Guanareme, pero nadie osó pronunciar su nombre, pues si era
elegido su esposa, Ico, debería ser reina y su nobleza, origen y sangre eran
discutidos.
Su piel y sus rubios cabellos recordaban demasiado
la lejana llegada de Ruiz de Avendaño y si Ico no era
hija de Zonzamas, no podía llevar la corona.
6. Deliberaron largamente los Guaires. Finalmente decidieron que, para llegar a la
verdad, la princesa fuese sometida a la prueba del humo.
Quedaría encerrada en una cueva acompañada de tres villanas (mujeres no nobles).
Después se llenaría el aposento con un humo
espeso y continuado; si la sangre de Ico no era
noble, perecería como las otras mujeres.
Si sobrevivía sería signo inequívoco de su nobleza.
7. El día siguiente sería testigo de la prueba.
Por la noche Uga, la niñera de Ico, la visitó con el pretexto de animarla, pero nada
más quedar a solas, la vieja aya le dio una esponja a la princesa diciéndole que al
llegar la hora de la prueba, la empapara de agua y la pusiera en su boca, con lo
cual saldría viva de la cueva.
Cuando fue abierta la cavidad las tres
mujeres villanas yacían muertas,
mientras que ella salió con vida.
En Adelante sus súbditos no dudaron
nunca mas de su nobleza.
8. La Leyenda Gara y Jonay
Cuenta una leyenda en la Gomera que en tiempos guanches existían siete lugares
de los que emanaba agua mágica y cuyo origen nadie conocía.
Estos siete chorros, aparte de regalar virtudes revelaban también, cuando te
mirabas en sus aguas, si ibas o no a encontrar pareja.
Si el agua era clara, el amor
llegaría, pero si se enturbiaba,
había que esperar.
9. Se aproximaban las fiestas de Beñesmén y un grupo de jóvenes gomeras
acudieron a Los Chorros de Epina para mirarse en él.
Entre ellas se encontraba Gara, princesa de Agulo.
Se asomó y al principio le devolvió una imagen tranquila y perfecta, pero luego
surgieron sombras y comenzó a agitarse...
Gerián, el sabio del lugar, le hizo una advertencia:
"- Lo que ha de suceder ocurrirá. Huye del fuego, Gara, o el fuego habrá
de consumirte".
Gara calló, pero el triste presagio corrió de boca en boca.
10. En las vísperas de las fiestas, llegaron de Tenerife los Menceyes y otros nobles.
El Mencey de Adeje venía con su hijo Jonay, joven fuerte y apuesto.
Gara no podía dejar de observarlo, y en cuanto sus miradas se encontraron, el
amor los atrapó sin remedio.
11. Poco después, aún en fiestas, su compromiso fue público.
Pero he aquí que en cuanto se empezó a propagar la feliz noticia, El Teide, antes
conocido como el infierno, empezó a escupir lava y fuego, con tanta fuerza que
desde la Gomera el espectáculo era aterrador. Recordaron el presagio dado a Gara.
12. Gara, princesa de Agulo, el lugar del agua;
Jonay, puro fuego, procedente de la Isla del Infierno
13. Aquel amor era imposible. Grandes males se avecinaban si no se separaban.
Entonces sus padres ordenaron tajantemente que no volvieran a verse.
Ya apaciguado el volcán, y concluidas las fiestas, regresaron a Tenerife todos los
visitantes, más uno se fue con el alma vacía y el pecho quebrado.
14. Cuentan que Jonay se lanzó al mar en medio
de la noche, para nadar hasta su amada.
Dos vejigas de animal infladas atadas
en la cintura le ayudaban a flotar
cuando las fuerzas se le agotaban.
15. Larga fue la travesía y ya con las primeras luces del alba llegó a su destino.
Furtivamente fue en busca de su amada, y al encontrarse, se abrazaron apasionadamente.
Escaparon por los bosques gomeros y bajo un cedro se entregaron a la pasión y al amor.
16. El padre de Gara, enterado de la huida de su hija, salió furioso en su busca.
Los encontraron amándose, y cuando los jóvenes se percataron de su presencia,
buscaron la única salida posible...
Una rama del cedro bien afilada, colocada entre ellos, fue su aliado mortal.
17. Mirándose a los ojos, se apretaron el uno contra el otro,
traspasándose y dejando sus corazones unidos para siempre.
18. Gara, princesa del agua, y Jonay, príncipe del fuego, dan nombre hoy a
la cumbre más alta de la Gomera y al Parque Nacional de Garajonay.
21. Cuentan las crónicas que en tiempos de la
conquista hubo en la isla del Hierro un árbol al
que los naturales llamaban Garoé.
Este era capaz de destilar el agua de las brumas
por sus grandes hojas, siendo esta recogida en
agujeros hechos en el suelo por los bimbaches.
No había más agua en el Hierro que la que
destilaba el Garoé.
Era por ello que los bimbaches adoraban a este
árbol como si de un dios se tratase, velando
siempre por su bienestar y seguridad.
La Leyenda del Garoé
22. Cuando los bimbaches vieron llegar a los conquistadores temieron por su
libertad y reunieron en el Tagoror a toda la isla.
En la asamblea se llega a la resolución de que se deben cubrir las copas del
Garoé para que no sea descubierto por los extranjeros, ya que de no encontrar
agua posiblemente se fueran, abandonando la empresa de conquistar la isla.
23. Todo se hizo según lo acordado.
Guardaron reservas de agua para no tener que volver al Garoé en varias
semanas y se impuso la pena horca a quien revelase tan preciado secreto.
Mientras, los conquistadores comenzaba a sufrir las penalidades de la sed.
24. Fue entonces cuando una aborigen, Agarfa, se
enamoró de un joven andaluz de dicha expedición, y
dejándose llevar por el amor que le profesaba reveló
el valioso secreto del Garoé.
Los bimbaches, viendo como su árbol sagrado estaba
en manos extrañas decidieron ajusticiar a Agarfa.
25. Días más tarde el Mencey del Hierro rinde la isla a los conquistadores sin oponer resistencia.
26. Pero he aquí que fortísimos vientos arrasaron
toda esa zona y el árbol garoé fue arrancado de
la tierra.
Tras él, la población aborigen de El Hierro, los
bimbaches, también desaparecieron por falta
de agua.
Los conquistadores también perecieron por sed.
Solo unos pocos consiguieron llegar a La Palma
y sobrevivir.
27. La importancia del Garoé fue tal que aún hoy en día
su recuerdo pervive en el escudo oficial de la isla
28. La Maldición de Laurinaga
En el siglo XV, don Pedro Fernández de Saavedra, fue nombrado señor de la
isla de Fuerteventura.
Don Pedro, tan conquistador en el amor como en la guerra, cobró fama nada
más llegar a la isla por sus aventuras con las muchachas guanches.
Se casó, al poco tiempo de llegar allí y tuvo catorce hijos, amén de todos los
ilegítimos que sembró por la isla.
29. Con el transcurso de los años, uno de sus hijos, don Luis Fernández de Herrera, se
convirtió en un apuesto caballero, heredando todos los defectos de su padre.
Le resultaba divertido seducir a las muchachas indígenas, que le miraban como a un héroe.
En una ocasión, se encaprichó de una bellísima doncella que había sido bautizada como
cristiana con el nombre de Fernanda.
30. A la muchacha le gustaba de don Luis pero no quería poner en peligro su reputación
accediendo a sus deseos.
Pasaron los meses y el galán siguió acosando a Fernanda, que cada día se sentía más
dispuesta para aquel juego
31. Un dia, Fernanda aceptó una invitación de don Luis para asistir a una cacería
organizada por su padre. Pasaron la mañana juntos y comieron plácidamente a la
sombra de un chopo y poco después el joven caballero la invitó a dar un paseo.
32. En animada conversación llegaron a una espesa arboleda cuando ya la tarde declinaba.
Don Luís, creyendo que ya había llegado el momento de prescindir de galanteos,
intentó abrazar a Fernanda.
33. Ella trató de defenderse y pidió socorro a grandes voces. Los gritos
fueron oídos por los cazadores. Don Pedro montó en su caballo y en
compañía de otros caballeros picó espuelas para dirigirse hacia allí.
34. Antes de que llegaran, pudo acudir un labrador indígena, que al ver la situación
de la doncella trató de defenderla de don Luis.
Éste, ofendido, desenvainó un cuchillo y ataco
al labrador. Tras unos minutos de lucha, el
labrador pudo arrebatar el arma a don Luis y se
disponía a clavársela cuando don Pedro, que
llegaba a todo galope y había visto la escena se
precipitó con su caballo sobre el campesino
que cayó con violencia al suelo y murió en el
acto.
35. Entonces apareció de entre los árboles una anciana indígena, madre del labrador,
que lanzando una mirada dolorida sobre aquel cuadro, se dio cuenta enseguida de
lo ocurrido. Levantó la cabeza para conocer al causante de aquella muerte, y se
encontró con la de don Pedro, el caballero que la había seducido en su juventud y
del que había tenido aquel hijo que acababa de morir.
36. La anciana al reconocerle, ciega de indignación, le hizo saber que ella era
Laurinaga y que aquel cadáver era el de su propio hijo. Luego, elevando los ojos al
cielo, como invocando a los dioses guanches, maldijo con voz temblorosa y acento
grave aquella tierra de Fuerteventura, por ser señorío de aquel caballero don
Pedro Fernández de Saavedra, causante de todas sus desgracias.
37. Dicen que a partir de aquel momento empezaron a soplar sobre aquellas
tierras los vientos ardientes del Sahara, que se empezaron a quemar las
flores y toda la isla fue convirtiéndose en un esqueleto agonizante, que
según la maldición de Laurinaga, acabará por desaparecer.
38.
39. La Muerte de Doramas
Desde las alturas de Arucas, Doramas, el Guanarteme de Telde hostigaba sin cesar las
tropas de Pedro de Vera. El conquistador español, dispuesto a terminar cuanto antes con
esta situación, desplegó a sus hombres en un cerro cercano a donde Doramas tenía sus
guerreros. Desde allí ambos ejércitos se contemplaban en espera de la batalla decisiva.
40. Fue entonces cuando se oyó a Doramas lanzar un grito poderoso,
desafiando a Pedro de Vera, invitándole a luchar entre ellos de
modo que aquel singular combate dirimiera el resultado de la
lucha sin derramar la sangre de más isleños o más castellanos.
41. Sin embargo, Pedro de Vera, aconsejado por sus hombres,
desestimó el desafío, pero no impidió que uno de sus hombres, el
hidalgo Juan de Hozes, abandonara sus filas y se lanzara en caballo
en contra de Doramas. No tardó mucho tiempo el caudillo canario
en frenar la acometida, pues con una certero golpe lo mató.
42. Ante esto, Pedro de Vera, cegado por el furor, arremetió contra
Doramas. Lucharon ambos durante rato sin que el combate
pareciese tener un claro vencedor. De repente, en uno de los lances
de la batalla, uno de los escuderos del castellano hirió mortalmente a
Doramas por la espalda, que cayó a tierra sangrando y moribundo.
43. Cuenta la tradición que moribundo desde el suelo Doramas increpó
con desprecio al conquistador por su traición. Pedro de Vera ordenó
entonces que le cortaran la cabeza y la clavaran en un pica. Así la
llevaron al Real de las Palmas, exhibiéndola como un macabro trofeo.
44. Tras su derrota, los canarios se sometieron a las tropas invasoras que
finalizaron la conquista de la Isla sin mas derramamiento de sangre.
La leyenda cuenta que algunos cristianos, impresionados con el guerrero
guanche, enterraron su cuerpo en la montaña de Arucas, hicieron un cercado
de piedras en ese lugar y pusieron una cruz que todavía se conservaba.
Sin embargo, su huella más duradera ha sido la
conversión de su propio nombre en apellido de
sus descendientes.
En las primeras generaciones con la misma
denominación, Doramas. Luego como De
Oramas, al transformarse con el uso la ‘d’ inicial
en la preposición ‘de’, para finalmente perder
ésta y quedar únicamente como Oramas.
45. El Grito más Fiero
Cuando Jean de Bethencourt llegó a El Hierro, vivía en la isla un bimbache
llamado Ferinto, el cual se convirtió en el tormento de los conquistadores.
Jamás los dejaba tranquilos y los hostigaba continuamente. Por mucho que los
extranjeros perseguían a Ferinto, su agilidad era tal que no lograban atraparle.
Un día este herreño fue traicionado por alguno de los suyos y los europeos
rodearon su guarida, con la intención de prenderle.
46. Ferinto los oyó llegar y logró huir hasta
el borde de un profundo barranco.
De poco le sirvió a Ferinto su huída,
porque sus enemigos le cercaron hasta
que se vio totalmente perdido.
Mientras que a sus espaldas estaban
los castellanos, bajo su pies se abría un
horroroso abismo.
47. Ferinto cogió aliento , salto... y superando cualquier
expectativa, logró llegar al otro lado del barranco y poner sus
pies en el lugar que hoy se conoce como El Salto del Guanche.
48. De nada le sirvió. Allí también le esperaban los conquistadores. La
desesperación impulsó al bimbache a gritar. Y se dice que Lanzó un
grito tan fiero, tan grande, tan alto que atravesó la isla, sobre pinares,
barrancos y volcanes, hasta el otro extremo de ElHierro, donde su
madre, al escuchar su voz, dijo con tristeza: ¡ Mi hijo ha sido vencido !
49. La leyenda de Amarca
Cuenta la leyenda que Amarca era una bella aborigen que vivía en estos
montes de Icod. Era tan hermosa que su belleza era conocida, y comentada, en
toda la comarca, multitud de hombres se acercaban a ella tratando de
conseguir su amor mientras despertaba la envidia de las demás mujeres.
50. La noticia de su belleza llegó a oídos del Mencey Belicar, el último Mencey
de Icode, que cuando admiró su rostro se enamoró perdidamente de ella,
pero Amarca, a pesar de su humilde linaje, rechazó al rey. La noticia del
rechazo de Amarca al mencey corrió como la pólvora por todo el
menceyato, hasta que llegó a Gariaiga, el Pastor.
Gariaiga era un hermoso joven que llevaba tiempo soñando con conquistar
el corazón de la mujer que amaba, por eso cuando se enteró del rechazo
de la muchacha al Mencey, se llenó de valor y pensó que aquella era la
ocasión de conquistarla. Así, cada vez que tenía ocasión, se acercaba por
los lugares que frecuentaba la chica para observarla a lo lejos.
51. La gente del poblado comenzó a murmurar sobre el comportamiento
del pastor. Tanta era su insistencia que la familia y las amigas de la
joven comenzaron a burlarse de la situación.
Finalmente, un dia Gariaiga encontró el valor suficiente para acercarse
a la bella Amarca, pero en el justo momento en que se enfrentó a ella
se quedó sin palabras, sólo podía observarla sin que le saliera nada de
aquello que llevaba meses pensando decirle.
Ella lo rechazó a carcajadas y el pastor, herido en su orgullo, roto el
corazón abandonó su rebaño y vagó durante un tiempo por los
bosques de Icode hasta que una mañana se tiró por un barranco.
52. El pobre pastor se había matado por su amor. Todos culparon de la
desgracia a Amarca que con su desprecio, lo había empujado hacia el
barranco. El sentimiento de culpabilidad, las acusaciones de los habitantes
del poblado y el remordimiento llevaron a Amaca a la locura. Así, un día,
Amarca desapareció.
Un anciano del poblado dijo haberla visto una noche descender de las
montañas y caminar hacia las orillas del mar. Contó que la vio lanzarse al
abismo y luchar contra las olas, perdiéndose en el océano.
Desde entonces cuando un caminante cruza el lugar por la noche, si presta
la suficiente atención, puede oir un lamento escalofriante; la voz apagada
de Gariaiga, que eternamente sigue llamando a Amarca,su amada Amarca.