1. Jesús inaugura un lenguaje completamente nuevo al aplicar a Dios la palabra “Abbá”.
“Abbá” es el primer balbuceo del nene que empieza a emitir sonidos
y hace feliz a su padre y a su madre diciendo ”papá y mamá” (“abbá/immá”).
“Abbá” es infantil, familiar y cotidiano.
Nadie hubiera osado dirigirse a Dios como un niño pequeño a su papá.
Este tratamiento proviene de su excepcional conocimiento de Dios.
Es el Hijo el que conoce al Padre y puede darlo a conocer.
Este “Abbá” es una de las más seguras “ipsissima vox Iesu”,
y es el corazón de su mensaje.
Y más todavía: en la introducción al Padrenuestro Jesús nos entrega ese
conocimiento y nos comunica el “derecho” de dirigirnos a Dios como “Papá”,
con lo que inaugura la nueva relación con Dios que es el corazón de la Buena Noticia,
la puerta que abre la entrada al Reino.
Porque Jesús, el Hijo, me informó de quién soy y de Quién eres.
Por eso puedo levantar la vista, alzar la frente, mirarte a los ojos y decir:
PADRE.
José Enrique Galarreta
Texto: Lucas 11,1-13 // Tiempo ordinario 17 –C- // 28 julio 2013
Comentarios y presentación: Asun Gutiérrez.
Música: Gure Aita. Orfeón Donostiarra.
2. Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó,
uno de sus discípulos le dijo:
-Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
Jesús les dijo:
-Cuando oréis, decid:
Lucas muestra a Jesús orando solo, en grupo, en momentos de alegría y de crisis.
Como siempre, Jesús va mucho más allá de lo que piden sus discípulos.
Para Él, enséñanos a orar no significa enséñanos una oración.
Jesús no enseña fórmulas.
Ante la petición de un forma ritual de orar, Jesús ofrece un estilo de oración-vida
que implica la confianza absoluta en Dios
y el compromiso personal y social.
3. Padre,
Jesús nos hace entrega de su Dios, de su propia relación con Abbá.
Nos dice que llamemos a Dios como le llama él, Abbá (papaíto). La palabra aramea
con la que l@s niñ@s llaman familiarmente a su padre. Palabra confidencial, cariñosa,
familiar, que no tiene la solemnidad de la lengua litúrgica.
Para hablar con Dios, Jesús utiliza el lenguaje de l@s niñ@s y no el de los rabinos.
Utiliza la lengua de casa y no la de los documentos. Utiliza el dialecto del corazón.
Y nos dice que hagamos lo mismo.
4. santificado sea tu nombre;
“La santidad es el aroma de la cercanía de Dios” (Guardini).
Decir “santificado sea tu nombre” es prestar nuestra voz para que resuene
en el mundo la gloria de Dios, prestar nuestra vida para que en ella se
transparente el brillo de su presencia.
Mirando a Jesús aprenderemos a santificar el nombre del Padre, porque
nadie sabe hacerlo como lo hace Él.
5. venga tu Reino;
El Reino de Dios es el núcleo del mensaje de Jesús, el motor de su vida.
Mientras sigan existiendo personas enfermas, tristes, marginadas, desilusionadas,
empobrecidas, violentadas... el Reino de Dios no se ha instaurado.
La tarea y la misión de las seguidoras y seguidores de Jesús es anunciar el Reino, no
sólo con palabras, sino con signos creativos y creadores.
Pedir que venga el Reino es vivir para construirlo, para hacerlo realidad. Es trabajar
para cambiar el mundo.
Tod@s estamos llamad@s a construir el Reino. El Reino es nuestro regalo, nuestra
tarea, nuestra misión.
6. danos cada día el pan que necesitamos;
Jesús habla de la necesidad del día a día,
lo que supone no acumular, no acaparar.
¿Tiene sentido pedir, cada día, lo que me sobra?
¿Tengo yo el pan de quienes, cada día, no tienen lo necesario?
¿Tiene sentido pedir para l@s demás si yo tengo lo que les pertenece?
“No pidas a Dios que haga lo que Él espera que tú hagas por l@s demás”.
“Dadles vosotr@s de comer”. “Gratis habéis recibido, dad gratis”.
“A Mí me lo hacéis”.
7. danos cada día el pan que necesitamos;
El porcentaje de niños y niñas en riesgo de pobreza o exclusión en
España aumentó del 26,2% al 30,6% , un dato que "confirma el incremento
de la pobreza infantil“.
Pedir el pan necesario supone combatir las injusticias que originan el
empobrecimiento de tantas personas que no tienen lo necesario para cada
día.
8. perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros
perdonamos a todo el que nos ofende;
Está claro que el problema no es el perdón por parte de Dios,
que está garantizado en todo el Evangelio.
El perdón, a un@ mism@ y a l@s demás puede resultar más complicado.
Sentirse perdonad@ y saber perdonar es fuente de liberación y de paz.
Acoger el perdón incondicional y gratuito de Dios nos capacita
para perdonarnos y para perdonar.
¿Me siento perdonad@ incondicionalmente?
¿Me cuesta perdonarme y perdonar? ¿Me ofendo con facilidad?
¿Digo el PadreNuestro por rutina, sin comprometerme y hacerlo vida?
9. y no nos dejes caer en la tentación.
Jesús nos invita a orar no para estar libres de pruebas, sino para saber superarlas,
para no quedar atrapad@s en ellas.
Jesús conoce la tentación y nuestras tentaciones, siempre contamos con su
comprensión y su fuerza para ayudarnos a re-evangelizarnos, a no desfallecer en el
camino de solidaridad con l@s demás y confianza en el Padre.
10. Y añadió:
Imaginaos que uno de vosotros tiene un amigo y acude a él a media noche, diciendo:
«Amigo, préstame tres panes, porque ha venido a mi casa un amigo que pasaba de
camino y no tengo nada que ofrecerle». Imaginaos también que el otro responde
desde dentro: «No molestes; la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos ya
acostados; no puedo levantarme a dártelos». Os digo que si no se levanta a dárselos
por ser su amigo, al menos para que no siga molestando se levantará y le dará cuanto
necesite.
La constancia en la llamada,
la confianza total en el Amigo,
la seguridad inquebrantable
de que la petición será escuchada,
hacen que se consiga
lo que se necesita.
Sobre todo sabiendo que Dios es
más que un amigo,
es Padre/Madre.
11. Pues yo os digo: Pedid, y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad, y os
abrirán. Porque todo el que pide recibe; el que busca encuentra, y al que
llama le abren. ¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le va a
dar en vez del pescado una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le va a dar un
escorpión? Pues si vosotros, aun siendo imperfectos, sabéis dar a vuestros
hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan?
Jesús nos anima a pedir, a buscar, a llamar incansablemente, no porque tengamos
que convencer al Padre que sabe lo que necesitamos antes de pedírselo (Mt. 6, 8),
sino para mostrar nuestra confianza ilimitada en Él en todas las circunstancias de la
vida.
Las preguntas son retóricas, llevan a responder: ¡Nadie haría eso! Lo que no haría un
padre, una madre, un amigo, una amiga..., mucho menos lo hará el amor gratuito e
incondicional del Padre que está dispuesto a darnos el mayor bien: el anticipo del
Reino, el Espíritu de Jesús, el único que nos puede poner en sintonía con su voluntad
y ayudarnos a ser sus testigos.
12. Hijo mío, hija mía que estás
en el mundo.
Eres mi gloria y en ti está mi Reino.
Eres mi voluntad y mi querer.
Tu nombre es mi gozo cada día.
Te amo.
Te alzo y sostengo.
Te doy todo lo que es mío
-el pan, los hermanos y hermanas,
el Espíritu-
Quiero que vivas feliz
y que ayudes a vivir.
Te perdono siempre
y te pido que perdones.
No temas.
Yo te libraré del mal
y de todas sus redes.
Día y noche pienso en ti,
hijo mío, hija mía. Amén
Ulibarri Fl.