La repostería se originó como el lugar para almacenar provisiones y elaborar dulces, pasteles y embutidos en los palacios. A partir del siglo XVIII, la repostería se refirió al arte de preparar pasteles, postres y dulces. En una comida tradicional, el postre se servía como el último plato y consistía en frutas, pasteles o quesos. La repostería se considera un arte delicado debido a la variedad de ingredientes utilizados como azúcar, huevos, leche, harina y frutas.