Alegría en el circo es una narración literaria sin exageradas pretenciones, pues su autor es un escritor aficionado.
El mérito o la particularidad de este escrito radica en su estructura interna, la que podríamos calificar como de desarrollo a dos aguas o a dos vertientes. Los representantes de este nuevo género literario bien podrían ser llamados escritos doblete, o narrativas a dos vertientes, o escritos a dos aguas, o escritos de doble desarrollo, etcétera.
El autor ya ha escrito varios relatos de este tipo, en donde es posible reconocer dos partes o sectores generalmente separados por la expresión "FIN DEL RELATO", o "FIN DE LA HISTORIA", o "FIN DE LA NARRACIÓN", o algo similar.
La primera parte de un escrito como el señalado corresponde a lo que podríamos llamar historia literaria ortodoxa, o narración clásica de ficción, mientras que en la segunda parte se establece o bien una crítica literaria sobre la primera parte, o bien un análisis de algún tipo sobre la ficción desarrollada en la primera parte, o bien una crónica de la génesis que permitió desarrollar este relato. o bien un artículo periodístico o un ensayo en algún sentido inspirado en la primera parte, o relacionado con la primera parte.
Lea el escrito adjunto, y forme usted mismo su opinión sobre este tipo de obras literarias.
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Alegría en el Circo: Los escritos de ficción literaria por cierto que pueden ser desencadenantes de muy interesantes reflexiones
1. Cartelera Social
Recuperando el tiempo perdido o
Alegría en el circo: Parpadeo de luces, bullicio infantil, magia
Y finalmente fuimos al circo… Y finalmente fuimos a ese palacio de la magia y de la
diversión…
Parecía una tarea imposible de realizar… Siempre surgía un inconveniente, de
improviso se presentaba un factor limitante… Nunca lográbamos ponernos de
acuerdo, pues al margen de los circunstanciales impedimentos, ella pensaba que esos
lugares estaban cargados de decadencia humana, de ordinariez, de un exacerbado
mal gusto, y por mi parte yo quería entrar en ese ambiente de sorpresas y de
emociones, para así por unos instantes recobrar ese espíritu de expectativa y de
ansiedad que me imbuía cada vez que de niño pensaba en el circo…
Ana María no entendía que el espectáculo circense pudiera despertar mis ilusiones y
mis recuerdos; le parecía una niñería y un retroceso…
Resignado, una y otra vez le enumeré las razones por las que quería ir… Recordar el
aire polvoriento que hacía años tanto apresuraba mi pulso, mancharme con la
pintura fresca de las gradas mal martilladas, acelerar mi corazón con los trucos de
los acróbatas, y reírme con ganas de los chistes y tropezones de los payasos…
Todo eso me despertaba poesía… Era un paseo que me tenía embelezado desde que
era niño, si bien al circo sólo había ido una vez, y si bien los recuerdos que de ello
tenía no eran muy claros, sino más bien difusos y con sentimientos encontrados…
Pero de una cosa estaba seguro: esa visita al circo cuando era pequeño me había
deslumbrado…
De la visita al circo tengo recuerdos fragmentados… Tengo bien presente un afiche
en el que habían dibujado una inmensa boca llena de los filosos dientes de un tigre…
Por momentos también martillan fugaces en mis oídos los ruidos a lata y al motor de
una moto dentro de una esfera de metal… Y también recuerdo la voz chillona y muy
estridente de la presentadora, que anunciaba cada uno de las representaciones que
con regularidad se sucedían, acompañando sus dichos con aparatosos saludos con su
sombrero de copa… Y eso es todo…
Ese domingo, cuando me llevaron al circo, no estaba muy contento y receptivo
porque no había ido con mis padres, sino con una tía ya entrada en años a la que no
tenía mucho aprecio (ella casi tenía la misma cara que mi madre, pero su cutis era
más arrugado, y su pelo espantoso y coloreado de peluquera)…
Por todo esto quería darle una segunda chance al circo y al niño que de alguna
manera aún se escondía dentro de mí… Y por eso insistía una y otra vez frente a mi
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2. pareja… Quería ir al circo, sentía necesidad de ir al circo, como en un ejercicio de
autoayuda, como para un reencuentro conmigo mismo…
Fue así que a los dos meses gané por cansancio, y ya estábamos esa tarde Ana María
y yo tomados de las manos, haciendo fila en la boletería del circo que desde hacía
meses estaba sobre la cercana ruta…
El niño que aún palpitaba dentro de mí, miraba con expectación las lamparitas de
colores de las guirnaldas, el techo rojo y blanco de la carpa, la fila repleta de niños
tomados de las manos de sus padres y sonriéndole a la vida… Sin duda estaba feliz,
sin duda me sentía radiante…
Ana María tenía ojos que no miraban nada, en sus gestos de adulto podía verse un
cierto aire de arrepentimiento, y seguro pensaría en el dinero tirado de las entradas
que bien hubiéramos podido invertir en otra cosa…
Seguro Ana María tenía su niñez amordazada en lo más hondo de su interior, y tal
vez para disimular, de vez en cuando me besaba los cachetes, con boca de madre…
Ana María estaba distante de mi mundo de fantasía, y protegía mis manitos del frío,
tal vez pensando solamente en obligaciones y en tareas pendientes…
Mi niño oculto se sentía solo… Obviamente quería compartir mi felicidad, pero sin
duda no estaba en ese preciso momento en buena compañía… La niñez y la
inocencia que con certeza Ana María había tenido en algún momento, parecían
muertas y enterradas bajo las facciones frías y el seño fruncido de una mujer madura
llena de ocupaciones y de responsabilidades…
Una vez sentados en las gradas esqueléticas del circo, por un tiempo quedé con la
cara ausente de sonrisa, y pasé al estado ordinario de pensar como hombre adulto…
Miré a los payasos con ojos de indiferencia y desprecio… Imaginé caídas de los
trapecistas sobre las redes de seguridad… Y hasta inconcientemente llegué a desear
algún accidente inesperado con los leones y los tigres…
Increíblemente miré el espectáculo con el ceño encrespado y sin cara de sorpresa, y
no lograba entenderme a mí mismo… No entendía aquel abandono repentino de mi
niñez y de mis expectativas… ¿Qué podría haber sucedido? ¿Qué me estaba
pasando?
Tal vez sería porque ese día no había hecho siesta… Tal vez sería porque estaba muy
cansado… Mis pensamientos me mortificaban… No encontraba explicación a mi
falta de entusiasmo…
Entonces miré a Ana María, y observé que sus ojos tenían un brillo diferente….
Parecía que ella estaba más liviana de equipaje, tenía los hombros caídos y las
piernas casi colgando, la sonrisa dispuesta y aflorando en sus labios, y hasta de vez
en cuando uno de sus dedos escarbaba en su nariz…
Entendí que su niñez había resucitado, y que estaba concentrada en aquella
explosión de trompetas y tambores y colores… Y fue en ese momento que sentí que
mis ojos veían el mundo gigante, y que la trompa del elefante era el misterio más
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3. hermoso al que jamás me había enfrentado… La actitud de Ana María me estaba
contagiando… Mi niñez había vuelto y con su sonrisa de dientes de leche… Y tuve la
sensación que ahora éramos cuatro, dos adultos y dos niños…
En mi corazón sentí un escozor y unas cosquillas muy dulces y agradables… Ahora
sí que me sentía pleno y radiante…
La magia se rompió con el aplauso de manos y de pies de los espectadores, los actores
se doblaron en movimientos rítmicos, y nuestros niños por unos instantes se
esfumaron, dejándonos los mismos ojos mendigos del inicio…
Al terminar el espectáculo ya había oscurecido… Pero al salir y mágicamente, ambos
respiramos con pulmones diminutos el noble y perdido aire de la infancia… Ambos
sentimos gusto a chocolatines derretidos y a manzanas acarameladas en nuestras
bocas, y ambos tuvimos deseos de bailar al son de las marchas que aún resonaban en
nuestros oídos… Esa noche fuimos dos seres multiplicados, dos seres en donde
afloraban nuestros sentimientos más dulces e inocentes escondidos desde hacía
tiempo… Esa noche fuimos cuatro…
Camino a casa nos agarró de sorpresa una tormenta muy tormentosa… Con
lágrimas en los ojos y tomados de la mano, al unísono maldecimos al tiempo y a sus
relojes…
Y fin de la historia…
La narración precedente es anecdótica y personal, y hasta casi podríamos decir
intrascendente…
¿Es que este texto tiene algún valor? ¿Es que esta historia es un desencadenante de
algo interesante?
Buena parte de mi vida la he dedicado a la ciencia y a la tecnología… Y en la edad
madura me he orientado a trabajar en materia de prospectiva social… ¿Qué legado
vamos a dejar a nuestros hijos y a nuestros nietos? ¿Qué planeta y qué estructura
social van a convivir con las futuras generaciones?
Quienes ya han leído algunos de mis escritos, ya saben la posición que tengo al
respecto y las respuestas que suelo dar a las aludidas preguntas…
En lo personal estoy espantado por lo que veo en nuestra presente estructura social:
(1) Sinrazones por doquier; (2) La ley del más fuerte o del más hábil imponiéndose
frente a las reglamentaciones legislativas y frente a la justicia instituida; (3)
Ladrones de poca monta encarcelados en condiciones indignas, y defraudadores de
cuello blanco bronceándose en el Caribe; (4) Narcotraficantes envenenando a unos
cuantos desprevenidos, y especialmente a adultos-jóvenes y a adolescentes; (5)
Comerciantes honestos que cierran sus negocios porque no les dan los números, y
frente a ellos prósperos empresarios muy hábiles en defraudación impositiva…
Cierto, en mi opinión no hay otra salida… Modificar sustantivamente la propia
naturaleza del dinero, y progresivamente ir implantando la llamada moneda
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4. telemática… Estudiar en profundidad el proyecto social de Agustí Chalaux de
Subirà… Seguir los pasos sugeridos con insistencia desde el Centro de Estudios Joan
Bardina de Barcelona…
Desde Cataluña se manejan ideas prospectivas muy interesantes… Pongamos
atención a las mismas, y analicémosla con detenimiento…
Inocentemente y con esperanza, pido ayuda… La tarea de reconstrucción social y de
convencimiento se revela como ciclópea, y convendría que no la encarara en
soledad… Desde América Latina y desde Uruguay podemos y debemos colaborar con
el recién citado centro catalán de investigación… Pongamos manos a la obra…
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