Estimados hermanos, les compartimos desde la Unidad de Espiritualidad Eudista, dos subsidios en español que serán de gran utilidad para vivir el tiempo de navidad. En primer lugar, varias meditaciones sobre la infancia de Jesús, incluyendo un rosario de san Juan Eudes al Divino Niño Jesús y, en segundo lugar, un documento llamado "Visita al Pesebre", con el cual podemos contemplar al nacimiento del Salvador.
Fraternalmente,
Equipo UEE.
2. 2
LA INFANCIA DE JESÚS
El tiempo de la Infancia de Jesús va desde la Navidad
(25 de diciembre) hasta la fiesta de la Purificación (2
de febrero)
Contenido
1. INFANCIA DE JESÚS Y MARÍA ..........................................................................................3
2. LA FIESTA Y EL OFICIO DE LA DIVINA INFANCIA DE JESÚS...................................6
3. PRÁCTICAS DE PIEDAD......................................................................................................7
Elevación a Jesús sobre el misterio de su Infancia..........................................................7
Actos de amor a Jesús que nace y se hace niño ..............................................................8
La Santa infancia de Jesús.....................................................................................................9
Cómo honrar a Jesús recién nacido y durante el tiempo de su divina Infancia......10
ADORACIÓN, ALABANZA Y ACCIÓN DE GRACIAS ...................................................10
LETANÍAS..............................................................................................................................10
ADORACIÓN AL NIÑO JESÚS..........................................................................................13
PEQUEÑO ROSARIO DE LA INFANCIA DE JESÚS.....................................................15
3. 3
1. INFANCIA DE JESÚS Y MARÍA
Los designios de la bondad incomparable del Hijo
de Dios hacia nosotros en la santa Infancia de su
bienaventurada madre, que nos obligan a tener
una veneración y una devoción especial por esta
admirable Niña
El Hijo único de Dios, que tiene el designio no sólo de
hacerse hombre para la salvación de los hombres,
sino incluso de hacerse niño, y de entrar en la vida
humana, no como entró Adán sino por medio del
nacimiento, para tener una madre, sin padre en la
tierra, así como en el cielo hay un Padre sin madre: él
podía crear una Virgen en una edad perfecta, como
sucedió con la primera mujer en su creación de la
cual habría podido nacer. Pero el exceso de su infinita
bondad con nosotros lo obligó a actuar de otra
manera; porque quiso sacer de una madre que fue
hija de Adán y, consecuentemente ella vino al mundo
a través del nacimiento y, de esta manera, pasó por el estado de infancia, para honrar así
toda la posteridad de Adán con tres ventajas maravillosas y tres favores muy marcados.
El primero: por el nacimiento de la Virgen gloriosa, la divina Bondad nos ha dado dos
grandes santos, san Joaquín y santa Ana, de no ser así no los tendríamos como padre y
madre de la que es la Madre de nuestro Salvador y así no tendríamos nada en la alta
santidad con la que fueron dotados ni en el poder que tiene para ayudarnos y
favorecernos con la santa Hija y su adorable Hijo, que es Jesús. Ellos son dos hermosos
astros en el cielo de la Iglesia, que difunden luces e influjos de gracias saludables, de las
que nos habríamos privado.
El segundo favor que Dios nos hace, al darnos el nacimiento de esta santa Niña, consiste
en que él pone en la raza de Adán a una Madre de Dios, que es hermana nuestra, llena
de una sabiduría sin igual, de una bondad inconcebible y de un poder admirable para
saber, para querer y para poder ayudar, proteger y favorecer a todos sus hermanos en
todas sus urgencias y necesidades.
Yo afirmo que Dios nos hizo este inmenso favor con el nacimiento de la santa Niña
porque si él hubiera querido nacer de una madre que no hubiera venido al mundo por
medio de nacimiento, como sucede con la primera mujer, pues no habría podido ser hija
de Adán y, por tanto la raza de Adán no habría podido ser honrada con una madre de
Dios, procedente de su sangre, y la Madre de Dios no hubiera sido hermana nuestra. Por
esto, tenemos una obligación con este incomparable favor que es el nacimiento de esta
niña divina, que se llama María.
4. 4
Tenemos también una tercera ventaja con el nacimiento de esta maravillosa Niña, que
supera infinitamente los dos primeros, y es un tesoro inmenso, a saber, un Hombre-Dios,
que es hermano nuestro puesto que salió de la raza de Adán, lo que no hubiera sucedido
si él hubiera nacido de una Madre que no hubiera venido al mundo a través de un
nacimiento, y por tanto no
hubiera sido hija de Adán.
Así él no provendría de
Adán y no sería hermano
nuestro. Frente a estas
verdades, ¿qué veneración
y qué devoción habrá que
tener con la Infancia de la
bienaventurada Virgen, con
la cual estamos obligados
por estos tres grandes
favores?
Pero esto no es todo. El
Hijo de Dios también quiso
que su dignísima Madre
pasara por el estado de la
infancia, de modo que la Madre
tuviera en sí una imagen viva y una
semejanza perfecta de todos los estados de la vida de su Hijo y que, en todos estos
estados, ella fuera junto con su Hijo el modelo y la regla de nuestra vida.
Ella se asemeja a su Hijo en el estado de su vida escondida, desde los doce años hasta
los treinta, llevando con él una vida escondida.
También se le asemeja en el estado de su vida solitaria y penitente en el desierto, al llevar
entonces una soledad conforme a la suya.
Se le asemeja en el estado de su vida de trato con las personas desde su salida del
desierto hasta su muerte, al seguirlo y acompañarlo por todas partes. Ha llevado en su
Corazón una viva semejanza de su dolorosísima e ignominiosa Pasión.
Él también quiso que María pasara por todas las bajezas, debilidades y necesidades de la
infancia, como él mismo debería hacerlo después de ella, para que la Niña María fuera
una imagen viviente y realizada de Jesús Niño, y que junto con su Hijo, en el estado de
su Infancia, fuera un ejemplar y una regla de la vida que todos los cristianos deben llevar,
puesto que, por las leyes evangélicas, están obligados a ser niños en inocencia, en
sencillez, en humildad, en obediencia, en pureza, en delicadeza y en mansedumbre. Sean
como niños recién nacidos, dice el Espíritu Santo por boca del Príncipe de los Apóstoles,
sin malicia, sin engaños, sin disimulación, sin envidia, sin detracción1
. En verdad les digo
(habla nuestro Salvador): si ustedes no se convierta y si no se hacen semejantes a niños,
nunca entrarán en el reino de los cielos2
. Miremos con frecuencia a este divino ejemplo,
estudiemos cuidadosamente esta regla divina para seguirla con fidelidad.
1
1Pe 2, 1-2.
2
Mt 18, 3.
5. 5
Estos son los designios de la bondad infinita de Dios con nosotros, en la santa Infancia de
la Virgen gloriosa. Estas son las razones por las que quiso que ella pasara por el estado
de infancia, todo esto nos obliga a darle gracias inmortales, y a abrigar un gran deseo de
honrar a esta admirable Niña de todas las maneras que sea posible.
En fin, a este adorable Jesús, Hijo de María, y a esta amable María, Madre de Jesús,
unidos por el misterio de la Encarnación de la manera más divina y más estrecha que
jamás haya existido, no los debemos separar en nuestros deberes y ejercicios de piedad y
de religión.
Por esta razón, como no existe un cristiano verdadero que no tenga mucha veneración
por la divina Infancia de su Redentor3
, tampoco hay quien no esté obligado a tener una
singular devoción a la santa Infancia de la sagrada Madre de su Salvador (OC V, 66-70)
3
La devoción al santo Niño Jesús, muy querida ya para muchas almas piadosas, tuvo un verdadero
florecimiento en el siglo XVII, gracias al apostolado de los Padres de Bérulle y de Condren y, sobre
todo, a la venerable sor Margarita del Santísimo Sacramento, Carmelita de Beaune, que instituyó
una Cofradía o Asociación en honor de la santa Infancia del Salvador. El venerable P. Eudes abrazó
con ardor esta devoción y la propagó. No solamente la inspiró a sus Institutos sino que compuso
un folleto destinado a difundirla en el pueblo. Hizo celebrar en sus Seminarios la fiesta de la divina
Infancia de Jesús con un oficio y una misa de su composición. También escribió un libro sobre este
tema, que infortunadamente hoy está perdido. Por otra parte, en esta época, fue publicado cierto
número de obras sobre el Niño Jesús. A continuación citamos algunos títulos:
1. Los Santos Favores del pequeño Jesús, por el P. Etienne Binet, Jesuita, in-12, Paris, 1659. Se trata
de la tercera edición. El P. Binet murió en 1639.
2. Jesús Niño, modelo de juventud, por el P. Claude de Bussey, Jesuíta, in-12, París 1660.
3. La devoción del Santo Niño Jesús en la cuna, practicada por san Eleázar y Santa Delfina, por el P.
Borely, Cordelier, in-12 París, 1660.
4. El Oficio Parvo del Santo Niño Jesús, y el Instituto de la familia por Sor Margarita del Santísimo
Sacramento, por el P. Amelotte del Oratorio, in-16, París, 1664. Reeditado por los Oratorianos de
Caen en 1668.
5. La Infancia Cristiana, Consideraciones y prácticas diversas para honrar al Niño Jesús, Verbo
encarnado, por M. Blanlo, profesor del Seminario de San Sulpicio, París, 1665.
6. La Devoción al Santo Niño Jesús, donde se contienen diversas y bellas consideraciones y métodos
para honrar su santa Infancia, por un sacerdote, capellán de la insigne Colegiata de San Andrés en
Douai, (P. José), Douai 1671.
7. La Devoción a la santa Infancia de Jesús, que contiene el Oficio, el rosario, con reflexiones y doce
meditaciones para el 25 de cada mes del año in-16, París, sin fecha. Se trata de una reedición de la
obra del P. Amelotte con algunas adiciones.
6. 6
2. LA FIESTA Y EL OFICIO DE LA DIVINA INFANCIA DE
JESÚS4
(6 de febrero)
El culto del Niño Jesús estuvo muy difundido en el siglo XVII. Uno de sus fervientes
apóstoles fue el Cardenal de Bérulle, que se dedicó a escrutar los misterios de la santa
Infancia, en su libro de la Vida de Jesús. El P. de Condren, M. Olier, el barón de Renty
pusieron mucho entusiasmo en propagarlo. Pero el
apóstol, por excelencia, de esta devoción, en el
siglo XVIII fue la venerable Margarita del Santísimo
Sacramento, la gloria del Carmelo de Beaune5
.
Discípulo del Cardenal de Bérulle y del P. Condren,
amigo de M. Olier y del barón de Rentý, el P.
Eudes tuvo, además, la ventaja de entrar en trato
personal con sor Margarita de Beaune, durante la
misión que predicó en esa ciudad en 1648. Su
amor por la humildad y los abajamientos se
aunaron también a las relaciones que él tenía con
estos santos personajes para inspirarle una
devoción muy especial a la santa Infancia del
Señor. Consagró en su honor un día a la semana,
los lunes, y le gustaba meditar en ese día sobre la
santa Infancia, y recitar las Letanías compuestas en
su honor6
.
Pero quiso hacer más. Estableció en su Congregación una
fiesta especial para honrar este estado de la vida del Salvador, y, para esta fiesta, que fijó
el 6 de febrero, compuso una misa y un oficio propios.
El establecimiento de esta fecha es posterior al año 1668, puesto que este oficio no se
encuentra en la edición del Propio de la Congregación publicado en ese año. Se le
encuentra ya en la edición de 1672.
El oficio ha sido compuesto en su totalidad por el P. Eudes. No tiene nada en común con
el Oficio Parvo publicado en 1664 por el P. Amelotte y reeditado en 1668 por los
Oratorianos de Caen7
El P. Eudes, sin embargo, se inspiró evidentemente en diversos lugares del oficio de
Navidad y otros oficios que se refieren a los misterios de la santa Infancia de Nuestro
Señor.
El P. Eudes celebra en su oficio, ante todo, los abajamientos, las grandezas y las
amabilidades del Verbo encarnado durante los primeros años de su vida, y la gracia que
4
Cfr. Deberre, Historia de la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, cap. 9, París 1907.
5
Cfr. Deberre, I. c. passim.
6
Cfr. Manual, 2° parte, Para el lunes.
7
Cfr, O.C. V, p. 70.
7. 7
quiere que pidamos por encima de todo, en la oración y en los himnos lo que representa
una participación en el espíritu y en las virtudes del Niño Jesús (O.C. XI 146-147).
3. PRÁCTICAS DE PIEDAD
Elevación a Jesús sobre el misterio de su Infancia
1. Buen Jesús, te adoro, te amo y te glorifico en todo lo que eres y en todo lo que has
realizado y aún realizarás en el estado de tu santa Infancia.
Adoro y honro todos los pensamientos, los designios, los sentimientos, las
disposiciones y las ocupaciones interiores de tu alma santa en ese estado con
relación a tu Padre, a ti mismo, tu Espíritu Santo, a tu sagrada Madre, a tus
Ángeles, a tus santos y particularmente a mí.
2. Me regocijo, buen Jesús, al contemplarte en el estado de tu Infancia, y al ver
cómo amas y glorificas así a tu Padre, cómo eres glorificado y amado por tu
Padre y cómo estás lleno de virtudes, de excelencias y de grandezas
3. Te agradezco infinitamente por todo el amor y por la gloria que has dado a tu
Padre y a ti mismo en este misterio.
4. Te pido perdón, Salvador mío, por todas las faltas que haya cometido en
honrarte en este misterio, y por
todos los imp edimentos que he
puesto a las gracias que habías
proyectado para que actuaran
en mí por medio de este
misterios. Suple mi falta, por
favor, y así darás por mí
centuplicado todo el honor que
yo te hubiera debido dar. Padre
de Jesús, Espíritu Santo de
Jesús, Madre de Jesús,
Ángeles de Jesús, Santos y
Santas de Jesús, glorifiquen a
Jesús por mí en este misterio.
5. Jesús, te entrego todos los
efectos de gracia y de gloria
que realizaste en el cielo y en
la tierra a través de tu santa Infancia. Te ofrezco todo el amor y la gloria que se
te ha dado y que se te dará en este misterio, en la tierra y en el cielo de parte de
tu eterno Padre, de tu Espíritu Santo, de tu sagrada Madre, de todos tus Ángeles
y de todos tus Santos, a quienes suplico que me unan a ellos en las alabanzas
que te dan y que te darán eternamente por tu Infancia.
8. 8
6. Divino Niño Jesús, yo me entrego a ti para honrar el misterio de tu Infancia en
todas las formas que te agraden. Destruye en mí todo lo que es contra la gloria
de este misterio. Hazme participar de la sencillez, de la humildad, de la dulzura,
de la pureza, de la inocencia, de la obediencia y de las otras virtudes de tu
Infancia, y ponme así en un estado de infancia santa y sagrada, que me permita
imitar y honrar el estado de tu divina Infancia.
7. Amable Jesús, imprime en los corazones de todos los cristianos un gran celo
por la gloria de este divino misterio. Destruye en ellos todo impedimento para
esto. Haz que todo el mundo lo glorifique en la manera que tú deseas, y
cumple todos los designios que tienes en este misterio. Yo me entrego a ti
para hacer y sufrir lo que quieras con esta intención (OC I, 335-336).
Actos de amor a Jesús que nace y se hace niño
Jesús, tu eres todo amor todos los momentos, estados y misterios de tu vida,
pero especialmente tú eres sólo amor y dulzura en el momento de tu
nacimiento en el estado de tu santa Infancia. Que yo te ame en ese momento y
en ese estado, que el cielo y la tierra te amen junto conmigo y que todo el
mundo se transforme en amor a su Creador y a su Dios, transformado en amor
y en dulzura hacia el mundo.
Amable niño, tú naces por amor, en amor y para el amor.
En el momento de tu nacimiento amas a tu Padre más de lo que pueden hacer
todos los Ángeles y los hombres juntos durante toda la eternidad. Tu Padre
también te ama en este mundo más de lo que el haya amado o ame a todos
los hombres y los Ángeles juntos.
Jesús te ofrezco todo ese amor con el que tú has sido amado en tu nacimiento
por tu Padre, como también por tu Espíritu Santo, por tu sagrada Madre, por
san José, por san Gabriel, y por todos los Ángeles y Santos que tuvieron parte
en este amable misterio de manera especial.
Amor de Jesús, que triunfas sobre Jesús en todos sus estas y misterios pero
de manera especial en el estado de su Infancia y en el misterio de su cruz, y
que con estos dos misterios llevas en triunfo toda su potencia en la impotencia,
su plenitud en la pobreza, su plenitud en la pobreza, su soberanía en la
dependencia, su sabiduría eterna en la Infancia, su gozo y felicidad en los
sufrimientos y su vida en la muerte, triunfa sobre mí, esto es, sobre mi amor
propio, sobre mi propia voluntad y mis pasiones y déjame en un estado de
impotencia, de indigencia, de dependencia, de infancia santa y divina, y de
muerte al mundo y a mí mismo, y que vaya adorando y glorificando la
impotencia, la dependencia, la infancia y la muerte en la que has reducido a mi
Jesús, en el misterio de su nacimiento y de su cruz.
9. 9
Estos actos de amor sobre el nacimiento y la invncia de Jesús son modelo
para abrir la puerta a otros semejantes sobre otros estados y misterios de
Jesús (I 405- 406).
Meditación
La Santa infancia de Jesús
1. Grande y admirable Jesús, no quedaste contento con hacerte hombre por amor a los
hombres, sino que también quisiste hacerte niño, y someterte a todas las bajezas y
enfermedades de la infancia para honrar a tu Padre eterno en todos los estados de la vida
del hombre, para santificar todos los estados de nuestra vida. Bendito seas, buen Jesús,
por estas cosas. Que todos tus Ángeles y tus Santos te bendigan eternamente.
Amabilísimo Niño, te ofrezco el estado de infancia por el que yo pasé y te suplico y te
suplico muy humildemente que, por la virtud de tu divina infancia, todo lo que hubo de
malo y de imperfecto en mi infancia, y que hagas que todo el estado de mi infancia se
convierta en un homenaje eterno a tu adorable infancia.
2. Divino Jesús, al contemplarte en tu santa infancia veo que no estás inactivo sino que
desde ahí haces grandes cosas para tu Padre eterno, pues estás ocupado sin cesar en
contemplarlo, adorarlo y amarlo, y a tu divina Madre la llenas de muchas gracias y
bendiciones, con san José y con el pequeño Juan Bautista y con otros Santos, con los
que trataste durante tu infancia, y produces efectos admirables de luz y de santidad.
Te adoro, te amo y te bendigo en todas estas divinas ocupaciones y en estos efectos
maravillosos de tu divina infancia.
10. 10
Te ofrezco todo el honor y el amor, en tu santa infancia, que recibiste de tu Padre, de tu
Espíritu Santo de tu santa Madre, de san José, de san Juan Bautista, de san Gabriel y de
los otros Ángeles y Santos que pertenecen especialmente a tu divina infancia.
3. Amable Niño, en ti adoro todos los pensamientos, los designios y el amor tan ardiente
que me tuviste, cuando te encontrabas en el estado de infancia. Porque tú pensabas en
mí y me amabas continuamente y, desde entonces, ya tenías un designio y un gran deseo
de imprimir en mí una imagen de tu divina infancia, esto es, de colocarme en un estado de
infancia santa y sagrada para que yo imitara y honrara la delicadeza, la sencillez, la
humildad, la pureza de cuerpo y de espíritu, la obediencia y la inocencia más que
evangélica de tu santa infancia.
Jesús mío, me entrego a ti para cumplir este designio y este deseo tuyo, y para entrar en
ese estado.
Con este objetivo, de hora en adelante, con la ayuda de tu gracia que pido de todo
corazón para lograr esto, yo voy a procurar ser delicado, humilde, sencillo, puro,
obediente, sin hiel, sin amargura y sin malicia, como un niño, de modo que, por este
medio, pueda dar algún honor a tu honorable infancia (I 423-424).
Cómo honrar a Jesús recién nacido y durante el tiempo de su
divina Infancia
ADORACIÓN, ALABANZA Y ACCIÓN DE GRACIAS
Divino y adorable Niño, postrado a tus pies con toda la humildad del cielo y de la tierra te
adoro, te alabo y te doy gracias, junto con tu santísima Madre. Con san José, con toda la
Iglesia y en nombre de todas las creaturas.
Yo adoro, alabo y doy gracias en ti y contigo a la Santísima Trinidad. Que todo lo que hay
en mí y hay en el universo se convierta en adoración, en alabanzas y en acciones de
gracias a la adorable Trinidad que reina perfectamente en ti (III 458)
LETANÍAS
Letanías del Niño Jesús8
, que se dicen desde Navidad (25 de diciembre) hasta la
Purificación (2 de febrero), que es el tempo consagrado a la Santa Infancia de Jesús
8
Estas letanías ya se usaban en el oratorio cuando san Juan Eudes compuso este opúsculo. Evidentemente
hay un error cuando M. Faillon, en la vida de M. Olier las atribuye a Fenelon, que las habría compuesto,
afirma, durante su estadía en San Sulpicio. Fenelon estuvo en San Sulpicio en 1654, y el P. Eudes las había
hecho imprimir ya en 1636. Por otra parte, se las encuentra en muchos libros de piedad con bastante
anterioridad a Fenelon. Monseñor Godeau, obispo de Vence, muerto en 1672, hizo una perífrasis de ellas
que tuvo varias ediciones.
11. 11
Señor ten piedad,
Cristo ten piedad,
Señor ten piedad.
Niño Jesús, óyenos.
Niño Jesús, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santa Trinidad que eres un solo Dios,
Niño Jesucristo,
Niño Dios verdadero,
Niño Hijo del Dios vivo,
Niño Hijo de María Virgen,
Niño engendrado antes de la aurora,
Niño nacido en el tiempo,
Niño Palabra increada,
Niño Palabra hecha carne,
Niño sabiduría del Padre,
Niño integridad de la Madre,
Niño, unigénito del Padre,
Niño, primogénito de la Madre
Niño, imagen del Padre,
Niño, origen de la Madre,
Niño, esplendor del Padre,
Niño, honor de la Madre,
Niño, igual al Padre,
Niño, sumiso a la Madre,
Niño, delicias del Padre,
Niño, riquezas de la Madre,
Niño, don del Padre,
Niño, regalo de la Madre
Niño, parto de una virgen,
Niño, creador del hombre,
Niño, siervo amado de Dios,
Niño, adquisición del Hijo de Dios,
Niño, en condición de siervo,
Niño, fuerza de Dios,
Niño, Dios nuestro,
Niño, hermano nuestro,
Niño, porción de tu obra,
Al adoptarlas para su Congregación, el P. Eudes suprimió cierto número de invocaciones demasiado sutiles,
que estaban bien para el espíritu del Oratorio, pero que se ajustaban menos al espíritu más práctico del
piadoso Institutor. Nótese cómo todas las invocaciones son antitéticas y casi constantemente están rimadas
de dos en dos. Esta disposición se explica por la manera de recitar las letanías en ese entonces. El semanero
y el coro se respondían diciendo cada uno la invocación completa, seguida del ten piedad de nosotros o
ruega por nosotros. Creemos que el Venerable las hacía recitar de esta manera en su Congregación, puesto
que esta tradición se ha mantenido en la Orden de Nuestra Señora de la Caridad, que las canta y las recita
siempre de esta manera.
12. 12
Niño, principio de la nueva creatura,
Niño, caminante hacia la gloria,
Niño, guía en el camino,
Niño, varón desde el útero,
Niño, adulto desde pequeño,
Niño, Padre de los siglos,
Niño, de unos pocos días,
Niño, vida lactante,
Niño, Palabra silenciosa,
Niño, que llora en la cuna,
Niño, que resplandece en los cielos,
Niño, terror del Infierno,
Niño, alegría del Paraíso,
Niño, estigma del reo,
Niño, santo de Dios,
Niño, fuerte para los tiranos
Niño, deseable para los Magos
Niño, desterrado del pueblo,
Niño, Rey en destierro,
Niño, destructor de ídolos,
Niño, celoso por la gloria del Padre,
Niño, sencillo en la sabiduría,
Niño, prudente en la inocencia,
Niño, poderoso en la debilidad,
Niño, grande en la fragilidad,
Niño, recipiente de la Divinidad,
Niño, arca de Santidad,
Niño, tesoro de gracia,
Niño, esplendor de la gloria,
Niño, fuente de amor,
Niño, vida frágil,
Niño, instaurador de cosas celestiales,
Niño, restaurador de lo terreno,
Niño, cabeza de los Ángeles,
Niño, raíz de los Patriarcas,
Niño, palabra de los Profetas,
Nino, deseo de las Naciones,
Niño, alegría de los Pastores,
Niño, estrella de los Magos,
Niño, salvación de los Niños,
Niño, doctor de los sabios,
Niño, expectación de los justos,
Niño, santificación de los Sacerdotes,
Niño, primicia de todos los Santos,
Muéstrate propicio, ayúdanos Niño Jesús,
Muéstrate propicio, dirígenos, Niño Jesús
De la concupiscencia de la carne, líbranos Niño Jesús.
De la corrupción del hombre viejo,
Del yugo de la servidumbre de los hijos de Adán,
De la cautividad diabólica,
De la ambición del mundo,
13. 13
De la soberbia de la vida,
De la ceguera de la mente,
De la mala voluntad,
Del deseo desordenado de saber.
De nuestros pecados,
Por tu purísima Concepción,
Por tu humilde Nacimiento,
Por tu dolorosa Circuncisión,
Por tu gloriosísima manifestación,
Por tu vida contemplativa,
Por tu pobreza,
Por tus padecimientos,
Por tus peregrinaciones y tus trabajos,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos, Niño Jesús.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos, Niño Jesús.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.
Ten piedad de nosotros, Niño Jesús.
Niño Jesús, óyenos.
OREMOS9
Señor Jesús, que te dignaste anonadar la sublimidad de tu Divinidad encarnada y de tu
Humanidad divinísima hasta el humildísimo estado del Nacimiento y de la Infancia,
concédenos que conscientes de la sabiduría divina en la Infancia, del poder en la
debilidad, de la majestad en la fragilidad, te adoremos
como niño en la tierra y te contemplemos grande en los
cielos, tú que vives y reinas con el Padre en la unidad
del Espíritu Santo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
V. Que nos escuche Jesucristo Niño
R. Ahora y siempre. Amén. (II, 348-351)
ADORACIÓN AL NIÑO JESÚS
(O.C. III, 456-457)
Te adoramos, Señor, Niño Jesús,
Te bendecimos
Te amamos
9
El P. Eudes cambió también esta oración en las Letanías del santo Niño Jesús que entregó a su
Congregación. Lo que cambió es más natural en la expresión y mucho más ritmada.
Nota del Traductor. Esta es la otra oración:
Señor Jesús, que, al hacerte hombre, quisiste pasar por la infancia; concédenos honrarte en tu debilidad y tu
pobreza, y seguirte en tu sencillez y obediencia; para que, imitando tu pequeñez en la tierra, somos testigos
de tu grandeza en el cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén ( O.C. III 325-328)
14. 14
Con todo nuestro corazón,
Con toda nuestra alma,
Con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro Corazón,
Te lo entregamos,
Te lo consagramos,
Te lo inmolamos.
Recíbelo y poséelo enteramente,
Purifícalo,
Ilumínalo,
Santifícalo,
Para que en él vivas y reines ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Al decir las palabras: te adoramos, te bendecimos, te amamos, entrégate totalmente a
este divino Niño para unirte a todas las adoraciones,
bendiciones y amores que le dan la santa Virgen, san
José, san Gabriel, los Ángeles, los Santos y toda la
Iglesia triunfante y militante.
Dale también todas estas adoraciones y bendiciones y
amores, no sólo en tu nombre y para satisfacer las
obligaciones particulares que tienes de adorarlo, alabarlo
y amarlo sino en nombre y de parte de todos los hombres
que han existido, que existe y que existirán, más aún,
incluso en nombre de los demonios y de todos los
condenados, con el deseo de adorarlo, bendecirlo y
amarlo como todas las creaturas lo deben hacer.
Al decir estas palabras: Con todo mi corazón, con toda mi
alma, con todas mis fuerzas no lo pienses solamente
como algo de tu corazón, de tu alma y de tus fuerzas,
sino de todos los corazones, de todas las almas y de
todas las fuerzas de Nuestro Señor, de su santa Madre,
de todos los Ángeles y de todos los Santos, porque el
Padre eterno te dio todas las cosas cuando te dio a su
Hijo: ¿Cómo no nos dará gratuitamente con él todas las
cosas? (Rm 8, 32) y el Hijo de Dios te dio también todo lo
que está en él cuando se entregó a ti, por tanto tú puedes
y debes disponer de todos esos corazones, de todas
esas almas y de todas esas fuerzas como cosas tuyas, y
emplearlas para adorar, bendecir y amar a quien te las ha dado (III 456-457).
Después de esto se dicen las otras oraciones ordinarias:
Ave, Maria, filia Dei Paris,
Ave, Joseph, imago Dei Patris.
Además de lo anterior cada día tomemos un poco de tiempo, cada uno en particular, para
visitar a este adorable Niño en el establo de Belén, para cumplirle nuestros deberes como
se indica aquí.
15. 15
PEQUEÑO ROSARIO DE LA INFANCIA DE JESÚS
(Coronilla del Niño Jesús)
Puesto que el Pequeño Rosario en honor del
divino Niño Jesús10
, consta de tres
Padrenuestros al principio, seguidos de doce
Avemarías, se puede decir este rosario al
mismo tiempo para la Niña María, de esta
manera:
El primer Padrenuestro se dice en honor de
estos dos admirables Niños, Jesús y María,
entregándonos a ellos para unirnos a toda la
gloria que le dieron durante su infancia, y para
pedirles que nos hagan partícipes del espíritu
de su divina infancia.
El segundo Padrenuestro se dice en honor de
María y de Jose, y de la participación que
tuvieron en el misterio adorable de la divina
Infancia de Jesús, y para unirnos a todo el
honor y los servicios que le dieron a este
amable Niño.
El tercer Padrenuestro se dice en honor de san
Joaquín y santa Ana, para unirse a todo el amor
que le dieron a su bienaventurada Niña, y a
todas las alabanzas que le dan eternamente en
el cielo.
Las doce Avemarías se dicen en honor de las doce virtudes principales que estos dos
incomparables Niños practicaron en su Infancia, y para pedirles que nos participen de
estas mismas virtudes:
su inocencia,
su sencillez,
su humildad,
su obediencia,
su paciencia,
su amor a Dios,
su caridad hacia el prójimo,
su desprendimiento de este mundo y de ellos mismos,
su pureza divina,
su silencio,
su amabilidad,
su mansedumbre y su modestia.
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Este rosario, llamado la coronilla del Niño Jesús, se remonta a la Venerable Margarita del Santísimo
Sacramento de Beuanne. Cf. Blanlo, La Infancia cristiana, segunda parte, al final.
16. 16
Se dice cada Avemaría en honor de cada una de estas virtudes, contemplándola, al
mismo tiempo, en Jesús y María, sin separar al Hijo de la Madre.
Por ejemplo, se dice la primera Avermaría en honor de la inocencia de Jesús Niño y de
María Niña, y para pedirles que nos participen de su inocencia, la segunda Avemaría se
dice en honor de su sencillez, y así con las otras virtudes. (V 429-430).