Éste es el número 26 del Mensuario de la Sociedad Julio Garavito para el Estudio de la Astronomía, el cual contiene un artículo de mi autoría. Además, se trata de un medio que dicha Sociedad dejó morir lamentablemente, lo cual jamás he podido justificar.
Ensayo ENRICH (sesión clínica, Servicio de Neurología HUCA)
Mensuario vol2 26 mzo-10-
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MENSUARIO
MARZO 2010 VOL. 2 Nº 26
JORGE JUAN Y SANTACILIA
1
Por: Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
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He perdido ya la cuenta del número de veces
que, en mis conferencias, clases y artículos,
he insistido acerca de la escasísima atención
prestada en los países hispanoparlantes a lo
que, con acierto, Elías Trabulse denomina co-
mo “nuestra historia secreta”, esto es, la histo-
ria de la ciencia y la tecnología en el seno del
mundo hispano. Para muestra un botón, abun-
dan los adoradores y las adoratrices de Leo-
nardo da Vinci, quienes a la vez ignoran por
completo la vida y obra del noble navarro Je-
rónimo de Ayanz y Beaumont, todo un hombre
renacentista y una figura que, de acuerdo con
lo argumentado por Nicolás García Tapia,
aventaja con creces a Leonardo como inven-
tor. Para colmo, las propias universidades
hispanas participan de tamaño descuido en lo
que a nuestra historia secreta concierne.
Sin más ambages, pasemos ahora a ocupar-
nos de otra de nuestras figuras científicas de
mérito: Jorge Juan y Santacilia. Cronológica-
mente hablando, estamos en el siglo XVIII, en
plena Ilustración.
Jorge Juan y Santacilia nació en Novelda el 5
de enero de 1713, descendiente de dos fami-
lias ilustres. Estudió sus primeras letras en el
Colegio de la Compañía de Jesús de Alicante.
Más tarde, a sus doce años, ingresó en la Or-
den de Malta. Luego, en 1730, ingresó en la
Real Compañía de Guardias Marinas, célebre
escuela naval militar fundada en 1717 por Jo-
sé Patiño en Cádiz para formar técnicos muy
cualificados para la Armada. Su formación allí
incluyó asignaturas como geometría, trigono-
metría, observaciones astronómicas, navega-
ción, cálculos de estima, hidrografía, cartogra-
fía, etc., amén de otras como dibujo, música y
danza. Con prontitud, adquirió fama de alumno
aventajado, al punto que sus condiscípulos le
pusieron Euclides por sobrenombre. Concluirá
tales estudios en 1734. Entre sus maestros en
el arte de navegar, contó con el célebre don
Blas de Lezo.
1
Texto de la conferencia dictada por el autor en la
Sociedad Julio Garavito en abril de 2004.
2
Profesor Asociado, Universidad Nacional de
Colombia.
Jorge Juan y Santacilia
(Novelda, Alicante; 1713 - † Madrid; 1773)
Cádiz ofrecía a la sazón una ventaja intelec-
tual única, pues, por allí entraban a España
las ideas ilustradas, en tanto que España se
resistía al avance de estas nuevas ideas.
Destaquemos que Voltaire tenía en Cádiz
una casa comercial de vinos. En fin, esto per-
mitió que Jorge Juan conociese las teorías
de Isaac Newton.
1734 fue un año señalado, puesto que el mo-
narca español, Felipe V, recibió la solicitud
de su primo, Luis XV de Francia, para que
una expedición de la Academie Royale des
Sciences, constituida por Louis Godin, Pierre
Bouguer y Charles Marie de la Condamine,
viajase a Quito con el fin de medir un arco de
meridiano y obtener el valor de un grado
terrestre para compararlo con otras medicio-
nes realizadas en Laponia por Pierre-Louis
Moreau de Maupertuis. A la postre, esto per-
mitirá determinar con exactitud la forma de la
Tierra, esto es, si parecía un melón o una
sandía, problema que databa desde antiguo,
desde los días de Grecia. En todo caso, Feli-
pe V no lo pensó dos veces para participar
en dicha empresa, para lo cual ordenó elegir
a dos de sus más hábiles oficiales para que
acompañasen y ayudasen a los académicos
franceses en todas las mediciones. No obs-
tante, no eligieron a dos oficiales, sino a dos
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jóvenes guardias marinas: Jorge Juan y San-
tacilia y Antonio de Ulloa, de 21 y 19 años de
edad, respectivamente, lo cual nos da una
buena idea de su alta calidad científica. A raíz
de esto, se les ascendió a tenientes de navío
sin pasar por los grados previos de alférez de
fragata, alférez de navío y teniente de fragata.
Curiosas fueron, por decir lo menos, las tareas
encomendadas a ambos. Aparte de llevar un
diario completo del viaje y de las mediciones y
cálculos físicos y astronómicos llevados a ca-
bo, junto con el levantamiento de planos y car-
tas, la descripción de puertos y fortificaciones,
el análisis de costumbres, los estudios de bo-
tánica y mineralogía, debían también atender
la elaboración de un informe secreto sobre la
situación política y social de los virreinatos, al
igual que ejercer un control policiaco sobre los
académicos franceses a fin de evitar que cier-
tos datos cayesen en manos del gobierno de
Luis XV. Es decir, su propio primo, Felipe V,
no se fiaba de él.
La medición del grado de meridiano tomó des-
de 1736 hasta 1744. En el Virreinato del Perú,
se conoció a Jorge Juan y Santacilia y Antonio
de Ulloa como los caballeros del punto fijo. Por
lo demás, Zenón de Somodevilla, Marqués de
la Ensenada, superministro ilustrado y mano
derecha de Fernando VI, decidió publicar dos
de sus textos del viaje, a saber: Observacio-
nes astronómicas y físicas y Relación histórica
del viaje a la América Meridional. Además,
Ensenada les encargó la redacción de Noticias
secretas de América, libro en el que estaba
expuesto el verdadero estado de las colonias
españolas de esta región del mundo.
En la vida de Jorge Juan existe una dimensión
llamativa: sus labores secretas como espía
industrial en los astilleros de Londres en Gran
Bretaña al servicio de la corona española, lo
cual no fue óbice para que se le admitiera,
recién llegado a la Rubia Albión en 1749, co-
mo miembro de la prestigiosa Royal Society, lo
mismo que a Ulloa. Desde luego, cabe expli-
car tal espionaje en virtud del hecho que Gran
Bretaña poseía el mayor desarrollo tecnológi-
co con motivo de su revolución industrial, a la
vez que España estaba en un estado de atra-
so tecnocientífico harto deplorable. En todo
caso, el resultado de tal labor de espionaje in-
dustrial fue la contratación para la industria na-
val española de un grupo nutrido de técnicos
británicos, entre quienes figuraban Edward
Bryant, Matthew Mullan y Richard Rooth,
quienes fungieron como directores de los as-
tilleros de Cartagena, La Carraca y El Ferrol,
respectivamente.
Lo anterior obedeció a la necesidad imperio-
sa de reorganizar la marina española a fin de
poder defender el imperio, bastante endeble
por entonces. Esto constituyó la mayor obra
de Ensenada como ministro, para cuyo logro
Jorge Juan y Santacilia desempeñó un papel
destacado. A su regreso de Inglaterra, Jorge
Juan, desencantado del sistema de cons-
trucción naval inglés, concibió un plan distinto
para el remozamiento de la armada españo-
la, que el Rey aprobó en 1752, plan que se
impuso en los astilleros de Cartagena, Cádiz,
El Ferrol y La Habana. El trabajo realizado
procedió de acuerdo con un criterio industrial
moderno. Además, también en 1752, el Rey
nombró a Jorge Juan Director de la Acade-
mia de Guardias Marinas, ocasión que le per-
mitió mejorar la enseñanza de la época.
De otro lado, en Cádiz mejoró la construcción
de navíos al hacerlos ligeros y veloces, sin
disminución de su seguridad y resistencia. En
términos prácticos, Jorge Juan se propuso
construir los navíos con la menor cantidad
posible de madera y herraje. Igualmente, es-
tudió la fuerza del mar y del viento, para lo
cual construyó modelos de naves. Como
quiera que sea, estos estudios llegaron a
oídos de los británicos, quienes, en 1753, en-
viaron a España al almirante Howe, quedan-
do sorprendido de la velocidad, maniobrabili-
dad y buen gobierno de los navíos construi-
dos en conformidad con las directrices de
Jorge Juan. Pero, por desgracia en 1754, ca-
yó el Marqués de la Ensenada, protector de
Jorge Juan, hecho que significó el fin de las
brillantes reformas que éste había introducido
en la marina española. En pocas palabras, la
envidia, esa nauseabunda planta típica de
nuestros huertos hispanos y madre de la es-
tupidez humana, dio al traste con tales refor-
mas, con el retroceso consecuente de la ma-
rina de marras, para regocijo y tranquilidad
de los ingleses. En concreto, el culpable de
esto fue Julián de Arriaga, miembro así mis-
mo de la Orden de Malta y que ocupó la Se-
cretaría de Marina durante dos décadas. Con
el correr del tiempo, esto quedará reflejado
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en el resultado de la Batalla de Trafalgar, con
la derrota de la pesada y vetusta armada fran-
coespañola gracias al genio militar del almiran-
te Nelson y… de los buques británicos, dise-
ñados y construidos según las directrices de
Jorge Juan de varias décadas atrás. En fin,
nadie es profeta en su tierra. Casi un siglo
después, veremos un episodio similar cuando
un gobierno español abortó los planes de
construcción de submarinos de Isaac Peral y
Caballero, cuya consecuencia más funesta
será el Desastre Colonial de 1898.
Con todo, la fama de Jorge Juan llegó a toda
Europa, al punto que se referían a él como el
Sabio Español. Por lo demás, Jorge Juan fun-
dó en Cádiz la Asamblea Amistosa Literaria,
cuyas reuniones transcurrían los jueves en su
casa, iniciativa que pretendía ser el embrión
de una futura Academia de Ciencias. En 1766,
Carlos III le nombró Embajador Extraordinario
en la Corte de Marruecos. En general, Jorge
Juan fue indispensable a lo largo de tres
reinados. En 1770, se le nombró Director del
Real Seminario de Nobles, su último puesto de
servicio al Estado.
Falleció este filósofo cristiano intachable el 21
de junio de 1773 en Madrid.
Concluyamos con una declaración cautivadora
de Francisco José de Caldas en relación con
el Observatorio Astronómico de Santa Fe de
Bogotá:
“También posee este Observato-
rio una alhaja preciosa para los
astrónomos. Una lápida, despojo
del viaje más célebre de que pue-
de gloriarse el siglo XVIII, y for-
mada por los académicos del
Ecuador, cayó entre mis manos
en Cuenca, y resolví trasladarla a
nuestro Observatorio, como lo ve-
rifiqué en 1805. Tiene 20 pulga-
das de pie de rey de largo, 19 de
ancho, pesa 5 arrobas 10 libras,
es de mármol blanco medio trans-
parente, está escrita en latín, en
caracteres mayúsculos romanos,
y contiene la distancia al cenit de
Tarqui de la estrella Thita de An-
tinoo, y las demás indicaciones
relativas al lugar en que la coloca-
ron esos astrónomos. Bouguer,
de La Condamine y Ulloa no ha-
cen mención de ella en las obras
que publicaron sobre este viaje.
La descubrió en 1793 el doctor
don Pedro Antonio Fernández
de Córdoba, arcediano de la Ca-
tedral de Cuenca, y se publicó
en el Mercurio Peruano del mis-
mo año, aunque con algunos
errores. Este Canónigo ilustrado,
a quien tanto deben mis trabajos
astronómicos y botánicos en esa
Provincia, me informó del para-
dero y del destino que pensaba
darle su poseedor, y contribuyó
a sacar esta preciosa lápida de
unas manos que no la mere-
cían.”
Como se ve, Caldas tuvo la feliz idea de apo-
derarse de dicha lápida y trasladarla a Bogo-
tá, episodio que hace pensar en una labor ar-
queológica al estilo de Indiana Jones. De no
haber sido así, bien podría haberse perdido
tal testimonio del paso de Jorge Juan y San-
tacilia, Antonio de Ulloa y los académicos
franceses por estas latitudes.
Bien, aquí concluye este nuevo rescate de
otra de nuestras glorias científicas hispanas.
En fin, quien sienta que corre sangre ibérica
por sus venas bien hará en ayudar a sacar
del olvido nuestra historia secreta.
REFERENCIAS
Alberola, Elia. Biografía de D. Jorge Juan y
Santacilia. Extraído el 24 de enero de 2010 desde
http://usuarios.multimania.es/jorgejuan/biografia.ht
m.
De Caldas, Francisco José. (1966). Obras
completas. Bogotá: Universidad Nacional de
Colombia.
De la Condamine, Carlos María. (1962). Viaje a la
América Meridional. Madrid: Espasa-Calpe.
Mola, Alfonso y Martínez Shaw, Carlos. (2002).
Más barcos para el Rey. La aventura de la
Historia, 43, 72-75.
Santacilia, Jorge Juan y Ulloa, Antonio. (2002).
Noticias secretas de América. Madrid: Dastin.
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MARZO 2010 VOL. 2 Nº 26
PREGUNTAS Y RESPUESTAS SOBRE
INVENTOS Y DESARROLLOS DE LA ERA
ESPACIAL – 4ª PARTE3
Por: Alberto Patiño
16 Haciendo una breve descripción, cuales po-
drían ser algunos de los Inventos y Desarrollos
del capitulo: ¿MEDICINA Y SALUD?
BOMBAS DE INSULINA
Las actuales bombas de insulina que utilizan
los diabéticos provienen de las que utilizaban
los astronautas para proporcionarse las vita-
minas necesarias para soportar la vida en el
espacio.
CIRUGIA CARDIOVASCULAR
La tecnología láser fue utilizada por la NASA
para monitorear los gases en la atmósfera te-
rrestre. Sin embargo, esta tecnología también
puede ser utilizada para limpiar las arterias
bloqueadas con precisión y sin dañar los
vasos sanguíneos.
SISTEMAS DE MONITORIZACION CARDIO-
VASCULAR
Los sistemas de monitorización cardiovascu-
lar, que se utilizan para controlar en tiempo
real la salud de los astronautas, son ahora de
uso cotidiano en los centros hospitalarios de
todo el mundo.
TERMOGRAFIAS MULTICOLOR
Las termografías multicolor permiten una re-
presentación del cuerpo humano en colores
según su temperatura, son un producto de la
era espacial. También es utilizada por la in-
dustria. Otras técnicas médicas de diagnóstico
por la imagen también comparten esos mis-
mos orígenes.
NITINOL
Es una aleación utilizada por ortodoncistas en
el cableado de los frenillos, también está vin-
culado a la NASA. Esta aleación fue utilizada
en satélites que necesitaban abrirse tras haber
estado plegados en un cohete espacial. La
aleación es súper elástica y tras doblarse vuel-
3
Las partes anteriores de la serie se han publicado
en los MENSUARIOS Nos
17, 20 y 22
ve a su forma original. El nitinol es el ejem-
plo mejor conocido de las llamadas aleacio-
nes con memoria de forma. Es una aleación
de níquel y de titanio. Este metal puede vol-
ver a una forma fija sin importar que lo haya-
mos doblado o retorcido.
TÉCNICAS DE DESINFECCIÓN
Algunas TÉCNICAS DE DESINFECCIÓN
usadas en los principales centros hospitala-
rios del mundo fueron pensadas para los
vuelos espaciales. Los metales como cobre y
plata pueden utilizarse para la desinfección
de las aguas, mediante ionización. El genera-
dor de iones utilizado, era del tamaño de una
caja de cerillas. Con la utilización de este sis-
tema de ionización cobre-plata se podía pro-
ducir agua segura sin la necesidad de utilizar
cloro.
TENSIOMETRO
Los científicos de la NASA inventaron un
dispositivo portátil para saber cómo la
presión sanguínea de los astronautas se veía
afectada después del despegue. El diseño de
kits similares se ha popularizado y actualme-
nte son utilizados en miles de hogares para
medir la presión sanguínea.
TERMÓMETRO PARA EL OÍDO
Es una aplicación de tecnología empleada
por la NASA para detectar el nacimiento de
estrellas. Este termómetro detecta energía
infrarroja, que nosotros sentimos como calor.
Mientras más caliente esté algo (como el
cuerpo), más energía infrarroja emitirá.
CONTINUARÁ
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