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127Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
REDES SOCIALES Y POBREZA*
Camilo Madariaga Orozco**, Omar Sierra***
Resumen
El ser humano tiene una gran capacidad de adaptarse y transformar las
condiciones ambientales para vivir de mejor forma, aun en las situacines más
adversas. Estos procesos de transmisión de conocimiento son pasados de
generación en generación y se constituyen en el principal mecanismo de
adaptación de la especie humana; cada cultura crea un estilo de vida que permite
a sus integrantes sobrevivir y reproducirse en un entorno particular. En los
ambientes de pobreza, a través de los años de investigaciones que hemos
terminado en el marco del Centro de investigaciones en Desarrolo Humano,
las redes sociales ha sido uno de los mecanismos más acertados e interesantes
que los pobladores de las comunidades pobres practican para superar sus
problemas. Producto de las investigaciones hemos hecho un análisis específico
de cómo se comportan las redes en esos ambientes de pobreza crítica.
Palabras claves: Pobreza, redes sociales, cambio social.
Abstract
Human being has a great capacity to adapt him/herself and to transform the
* Este artículo es producto de los resultados de la línea de investigación en Redes Sociales,
adscrita al CIDUHM.
** Psicólogo; Doctor en educación; Investigador de la línea de Redes Sociales del CIDHUM,
Universidad del Norte. (e-mail: emadari@uninorte.edu.co).
*** Psicólogo; Magister en Desarrollo Social, Universidad del Norte; Investigador de la
línea de Redes Sociales. (e-mail: osierra@uninorte.edu.co).
Fechaderecepción:Mayode2000
128
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA POBREZA
Mientras la quinta parte de la población de nuestro planeta viva en la pobreza
absoluta, no puede haber estabilidad real en el mundo. A los que viven en la pobre-
za [...] los estamos escuchando. Les pido que nos digan cómo podemos trabajar para
responder a sus aspiraciones; no por ustedes sino con ustedes.
Kofi Annan. Secretario General de las Naciones Unidas
La pobreza no conoce fronteras geográficas, se esparce por todos los
continentes y está presente tanto en países industrializados como en
países en desarrollo, aunque en diferentes grados. Causa niveles inadecua-
dos de vida, salud precaria, hambre, viviendas insalubres, falta de vivienda,
desempleo, exclusión social y analfabetismo. Trunca la vida de 1.500 millo-
nes de personas, número que se incrementa en por lo menos 25 millones al
año. La mayoría son mujeres, niños y ancianos. El Informe Mundial de la
Salud de 1995 encontró que la pobreza extrema es el asesino más despiada-
do y la mayor causa de sufrimiento en el mundo.
En la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de 1993 se afir-
mó que la pobreza extrema y la exclusión social constituyen una violación
de la dignidad humana. En otras conferencias mundiales recientes de las
Naciones Unidas, especialmente en la Cumbre Mundial para el Desarrollo
Social de 1995, celebrada en Copenhague, la Comunidad Internacional se
comprometió a planear políticas, estrategias y acciones concretas encami-
nadas a la erradicación de la pobreza. La Declaración de Copenhague re-
afirmó que el derecho al desarrollo, el cual implica la erradicación de la
pobreza, es un derecho humano fundamental.
environmental conditions in order to live in a better way, even in the more
adverse conditions. This knowledge is transmitted from one generation to
another and this process of transmission constitutes the main mechanism of
adaptation of human specie. Each culture creates a life style which enables its
inhabitants to survive and reproduce in a particular surrounding. In
environments of poverty, through years of researches carried out by the Human
Development Research Center of Universidad del Norte, Barranquilla,
Colombia, the social networks have been one of the sounder and more interesting
mechanisms practiced by community population in order to overcome their
problems.
Key words: Poverty, Social networks, Social change
129Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
La Década Internacional para la Erradicación de la Pobreza (1997-2006)1
ha sido proclamada por las Naciones Unidas. El tema especial elegido para
1998, en el contexto de la Década y de la celebración del quincuagésimo
aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue «Po-
breza, derechos humanos y desarrollo».
Es claro que para ningún ser humano es ajeno el término «pobreza». Es
un vocablo que describe la situación de buena parte de los habitantes del
mundo. Sin embargo, el hecho de utilizar cotidianamente esta palabra no
significa que todos le demos la misma connotación. De hecho, habrá tan-
tos significados como personas la utilizan. Así como para El Banco Intera-
mericano de Desarrollo (BID)2
, al igual que para Adler de Lomnitz3
, la
pobreza está fundamentalmente ligada a la falta de acceso, ya sea por razo-
nes de control o propiedad, a los bienes productivos y financieros, para
Martínez Nogueira4
la pobreza no sólo se manifiesta en los consumos o re-
cursos a los que no tienen acceso sectores importantes de la población, sino
que implica también una marginación del ejercicio pleno de la ciudadanía.
Para Suárez5
, en cambio, cuando se habla de pobreza, de una u otra manera
se está hablando de carencias para la satisfacción de necesidades considera-
das esenciales en una sociedad y en un espacio temporal determinado. De
otro lado, Madariaga6
plantea que la pobreza siempre presupone desvali-
miento y una posición baja en la jerarquía social o inferioridad personal.
Como puede verse, la pobreza tiene muchas dimensiones. La preocupa-
ción por determinar quiénes resultan afectados por ella y el deseo de medir-
la han oscurecido a veces el hecho de que la pobreza es demasiado compleja
para ser reducida a una dimensión única de la vida humana. Ha pasado a
1
ONU. Centro de Información Naciones Unidas. Erradicación de la pobreza. México, 1999.
2
LUSTIG, Nora y DEUTSCH, Ruthanne. El BID y la reducción de la pobreza. Washington
D.C., Dic., 1998.
3
ADLER DE LOMNITZ, Larissa. ¿Cómo sobreviven los marginados? México, Siglo XXI,
1981, p. 17.
4
MARTÍNEZ NOGUEIRA, Roberto. La pobreza, un programa de acción. Buenos Aires,
Forges, 1992, p. 93.
5
SUÁREZ, Francisco. Educación y pobreza. Cides. Buenos Aires, 1992, p. 15.
6
MADARIAGA, Camilo. «Desarrollo humano sostenible y pobreza». Universidad del Norte,
Barranquilla, 1994, p. 18.
130
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
ser común que los países fijen una línea de pobreza basada en el ingreso o
en el consumo. Aunque este concepto se ocupa de una dimensión impor-
tante de la pobreza, da sólo una imagen parcial de las muchas formas en
que se puede afectar la vida humana. Alguien puede disfrutar de buena
salud y vivir mucho tiempo pero ser analfabeto, con lo cual queda excluido
del aprendizaje, de la comunicación y la interacción con otros. Otra perso-
na puede estar alfabetizada y ser muy bien educada pero ser susceptible de
morir en forma prematura por características epidemiológicas o disposi-
ción física. Todavía una tercera persona puede estar excluida de la partici-
pación en el importante proceso de adopción de decisiones que afectan su
vida. La privación de ninguno de ellos puede comprenderse por el nivel de
su ingreso.
Además, la gente entiende la privación de manera distinta, y cada perso-
na y cada comunidad tiene su propia definición de la privación y las des-
ventajas que afectan sus vidas.
Podemos ubicar hasta ahora tres perspectivas de la pobreza:
• Perspectiva del ingreso. Una persona es pobre sólo cuando su nivel de
ingreso es inferior a la línea de pobreza que se ha definido. Como se ha
dicho, muchos países han adoptado líneas de pobreza de ingreso para
vigilar los progresos hechos en la reducción de la incidencia de la pobre-
za. Con frecuencia se define la línea de pobreza en términos de tener
ingreso suficiente para comprar una cantidad determinada de alimen-
tos.
• Perspectiva de las necesidades básicas. La pobreza es la privación de los
medios materiales para satisfacer en medida mínimamente aceptable las
necesidades humanas, incluidos los alimentos. Este concepto de priva-
ción va mucho más allá de la falta de ingreso privado: incluye la necesi-
dad de servicios básicos de salud y educación y otros servicios esenciales
que la comunidad tiene que prestar para impedir que la gente caiga en la
pobreza. Reconoce además la necesidad de empleo y participación.
• Perspectiva de capacidad. La pobreza representa la ausencia de ciertas
capacidades básicas para funcionar, una persona que carece de la opor-
131Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
tunidad para lograr algunos niveles mínimamente aceptables de esos
funcionamientos. Los funcionamientos pertinentes a este análisis pue-
den variar de los físicos, como estar bien nutrido, estar vestido y vivir en
forma adecuada, evitar la morosidad prevenible, hasta logros sociales
más complejos, como participar en la vida de la comunidad. El criterio
de la capacidad concilia los conceptos de pobreza absoluta y relativa, ya
que la privación relativa de ingreso y productos puede provocar una
privación absoluta de capacidad mínima.
Aun cuando toda esta gama de posiciones tiene elementos comunes, sus
diferencias hacen difícil aproximarse a una definición globalmente acepta-
da de un concepto con tan alta carga valorativa como es la pobreza. Lograr
entonces una definición que se adecúe a los múltiples escenarios donde es
utilizado el término «pobreza» es una tarea ardua y complicada, tanto por la
propia naturaleza del tema como por la ausencia de un cuerpo teórico den-
tro del cual se inscriba el concepto, y permite fijar límites conceptuales con
otros relacionados. Además, es fundamental tener en cuenta las diferencias
de facto que existen entre los grupos a los que comúnmente llamamos po-
bres. No es lo mismo ser pobre en Barranquilla que en Santafé de Bogotá o
Sincelejo. También existen diferencias entre los pobres del Tercer Mundo y
los de los países industrializados. Mientras para unos el problema se refiere
a la insatisfacción de necesidades básicas y escasos ingresos, para los otros la
principal preocupación es la discriminación, el racismo y la consecución
de una vivienda decente.7
Son diferencias tanto cualitativas como cuantita-
tivas.
Altimir8
proporciona una definición de pobreza que recoge muchos de
los elementos mencionados y que sirven como punto de partida para avan-
zar hacia otros aspectos que están relacionados con el problema:
7
CAVELIER CASTRO, Andrés. «Subdesarrollo en el primer mundo». En: ElTiempo, Santafé
de Bogotá (18 de febrero de1996), p. 2B c 1-2-3-4.
8
ALTIMIR, Oscar. La dimensión de la pobreza en América Latina. Naciones Unidas, Cepul,
1978, p. 2.
132
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
Pobreza es, ante todo, un síndrome situacional que se asocia al infra-
consumo, la desnutrición, precarias condiciones de habitabilidad, bajos
niveles educacionales, malas condiciones sanitarias, una inserción ya sea
inestable, ya sea en estratos primitivos del aparato productivo, un cuadro
actitudinal de desaliento con poca participación en los mecanismos de
integración social y quizás una escala particular de valores diferenciada
en alguna medida de la del resto de la sociedad.
La pobreza de las vidas y las oportunidades –o la pobreza humana–
tiene un carácter multidimensional y diverso en vez de un contenido uni-
forme. Es, como se ve, un problema de múltiples facetas.
Hay que considerar el concepto de «síndrome situacional» como algo
dinámico que fluctúa de acuerdo con las relaciones de los pobres con los
grupos de poder dentro de la sociedad, ello con el fin de no vincular la
pobreza tan estrechamente con la desigualdad social, como tradicionalmente
se ha venido haciendo en términos de equivalencia.
A partir de la definición que proporciona Altimir podríamos tratar de
acercarnos a las causas que han generado una situación social de tal natura-
leza, y asumir la pobreza como un fenómeno de abordaje multidimensional,
pues ser pobre no implica serlo en todos las dimensiones que enumera el
mencionado autor. Es decir, una persona puede tener carencias mayores en
vivienda y en vestimenta, pero en alimentación estar mejor que en las otras
dos, aunque el nivel de información al que pueda tener acceso sea extrema-
damente bajo, y así sucesivamente. Dice Suárez 9
que el no analizar el
conjunto de dimensiones y quedarse con el nivel de ingresos, midiendo
indirectamente el nivel nutricional, es empobrecer en grado extremo el co-
nocimiento de la pobreza como fenómeno social, pues es altamente proba-
ble que cada configuración, perfil o tipo de pobreza tenga su explicación y,
por tanto, su abordaje propio en términos de políticas y programas de
acción social. De hecho, como ya lo habíamos mencionado, los pobres no
conforman un bloque único.
9
SUÁREZ, op. cit., p. 16.
133Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
Tradicionalmente, las definiciones de pobreza se han agrupado en dos
grandes tendencias: las que la entienden como situación o como relación.
Cuando el abordaje se hace desde la primera opción, los pobres son ese
subgrupo social que no cuenta con los recursos necesarios para la satisfac-
ción de necesidades básicas. Mientras que el optar por el segundo camino,
es decir, entender la pobreza como relación, se encubre, según Suárez,10
la
idea de la desigualdad social y el intento de vincular a los pobres con el
todo social.
El tratamiento que se dé al problema depende del enfoque que se adop-
te a la hora de medir la pobreza y plantear las estrategias para tratar de su-
perarla.
Los enfoques para conceptualizar sobre pobreza van unidos muy estre-
chamente a los métodos de medición de la misma.
Como ya habíamos mencionado en párrafos anteriores, un primer en-
foque, propuesto por la CEPAL11
, consiste en definir una línea de pobreza,
que se utiliza para separar a los pobres de los que no lo son, y equivale al
ingreso que es necesario tener para destinar al rubro alimentación un mon-
to equivalente al costo de una canasta de alimentos. La línea de indigencia
correspondería exactamente al costo de la canasta de alimentos. De acuer-
do con ello, pobres son aquellos que, dado su ingreso, no satisfacen plena-
mente los requerimientos nutricionales. Los indigentes serían entonces aque-
llos que aunque destinaran todo su ingreso a alimentación, no cubrirían los
requerimientos nutricionales mínimos.
La canasta de alimentos se «construye» respetando las pautas culturales
de consumo de una sociedad en un determinado momento histórico y se
adecúa a los requerimientos calórico-proteicos definidos por la FAO-OMS
para cada edad, sexo, intensidad de actividad laboral, situación psicológi-
ca. Se dice que éste es un enfoque coyuntural, pues el ingreso es un ele-
10
Ibíd., p. 18.
11
ALTIMIR, op. cit., p. 31.
134
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
mento coyuntural. Como se comprenderá, esta delimitación plantea infi-
nidad de inconvenientes, dado que los requerimientos varían de un grupo
poblacional a otro.
Un segundo enfoque conceptualiza la pobreza desde una perspectiva
estructural12
, es decir, se refiere a aquellas situaciones más permanentes que
afectan el bienestar de las personas y de la sociedad en general en aspectos
fundamentales como: mal cuidado de la salud, vivienda inadecuada, servi-
cios inadecuados, entre otros.
A esta visión estructural responde el índice de necesidades básicas insa-
tisfechas (NBI), medida de pobreza de uso en Colombia desde 198713
y
que toma como base el censo de 1985.
La metodología NBI define la pobreza en términos de cinco indicadores:
a) Vivienda inadecuada (según materiales de pisos, techos y paredes).
b) Falta de acceso a servicios públicos (electricidad, agua potable, sanea-
miento).
c) Alta densidad de ocupación del hogar (más de 3 personas por habita-
ción) .
d) Niños en edad escolar que no asisten a plantel educativo.
e) La alta dependencia ( más de tres personas por ocupado)
El hogar se define como pobre si adolece de cualquiera de las cinco
condiciones.
En los últimos años, el índice NBI ha venido ocupando un lugar impor-
tante como indicador de pobreza en Colombia, y el gobierno lo ha emplea-
12
MADARIAGA, op. cit., p. 20.
13
MAY, Ernesto. La pobreza en Colombia. Un estudio del Banco Mundial. Santafé de Bogotá,
Tercer Mundo, 1996, p. 8.
135Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
do con frecuencia en la focalización de los programas públicos para la re-
ducción de la pobreza. Sin embargo, la comparación directa con el índice
basado en ingresos (línea de pobreza ) revela algunos problemas potenciales
de este indicador.14
De hecho, en un documento CONPES, presentado en un
reciente consejo de Ministros, se encuentra consignada la propuesta del
Departamento Nacional de Planeación acerca de los cambios que se deben
realizar en el NBI. Se propone utilizar el índice de calidad de vida (ICV),
que involucra variables no incluidas en el indicador de necesidades básicas
insatisfechas. 15
La situación de los pobres al interior de la estructura social no es recien-
te en la historia del hombre. Ha sido un fenómeno que ha permanecido por
años, y se ha hecho evidente en mayor o en menor grado en los diferentes
sistemas sociales. Siempre han existido pobres, pero las condiciones de los
pobres de este tiempo difieren substancialmente de las de otras épocas. No
es necesario reiterar con mucho énfasis que la Revolución Industrial pro-
dujo grandes cambios en la distribución del poder y la riqueza y pese al
nivel alcanzado por nuestra sociedad en el campo científico y tecnológico,
las distancias entre los grupos sociales, lejos de zanjarse, se agudizan, lo cual
está relacionado con la vigente teoría de la estructura social, que no es otra
cosa que la distribución del poder y de la riqueza .
A lo largo de toda la historia han existido desigualdades sociales 16
. No
ha surgido aún la, para muchos, utópica sociedad igualitaria que supere un
fenómeno tan ligado al devenir humano. En las diversas sociedades, el
sistema de distribución del poder y del dinero ha asumido formas distintas
a lo largo de la historia. En todas, pobres han sido aquellos que han poseído
menos poder y riqueza. El pobre siempre ha carecido de elementos mate-
riales y cuotas de poder, pero en las sociedades preindustriales, agrícolas,
etc., las diferencias entre el resto del grupo social no eran muy evidentes,
pues lo que se apetecía, se necesitaba, era poco. Se producía lo que se nece-
sitaba y se consumía todo lo producido. No había excedente.
14
Ibíd., p. 9.
15
MACÍAS Adriana. «Se desinfla la pobreza en Colombia». En: El Tiempo, Santafé de
Bogotá (6 de octubre de 1996), p. 4 C, c 1-6.
16
SUÁREZ, op. cit., p. 11.
136
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
En la sociedad industrial, esta situación ha cambiado substancialmente,
pues el excedente es enorme y se distribuye de acuerdo con las cuotas de
poder. A los pobres no les llega prácticamente nada y, en consecuencia,
carecen de poder y riqueza, por lo cual son atrapados en un círculo vicioso
que parece no tener salida.
De acuerdo con esto, la pobreza se ha «institucionalizado», de modo
que al no poder superarla, los integrantes de esos grupos han quedado fue-
ra del sistema y se ha convertido en una institución con sus normas y valo-
res propios, sin entrar a participar en el estratificado social17
. Tristemente,
según lo indican las tendencias18
, la pobreza actual se transmite de genera-
ción en generación como una impronta; los hijos de pobres serán pobres.
En América Latina, la situación de este grupo social se ha venido ha-
ciendo crítica a raíz de la crisis socioeconómica de los países del área. Crisis
que sobreviene después de lo que se conoce como los años dorados (1945-
1973), período en el que los indicadores sociales como salud, vivienda,
educación, servicios públicos presentaron repuntes importantes que aun-
que no redujeron el número de pobres, sí su participación respecto del
total de la población.
Ferrer 19
sostiene que en la década de los sesenta la pobreza afectaba al
50% de la población, mientras que a comienzos de la década de los ochenta
la proporción había caído al 40%. A partir de 1980, los modelos económi-
cos de los países latinoamericanos sucumbieron frente a los nuevos vientos
de la economía internacional: el cambio en la composición del comercio y
los ofrecimientos de créditos fáciles por parte de la banca privada. Los défi-
cits fiscales de los países del área encontraron terreno abonado en el ilimita-
do crédito internacional. América Latina se endeudó, y a partir de entonces
el principal lastre que han tenido las políticas sociales tendientes a superar
la pobreza ha sido el servicio de la deuda externa 20
. Esta situación trajo
17
Ibíd., p. 13.
18
MAY, op. cit., p. 13.
19
FERRER, Aldo. La crisis socioeconómica de América Latina y las políticas de ajuste. Cides.
Buenos Aires, 1992.
20
SUNKEL. Oswaldo. «Del desarrollo hacia adentro al desarrollo desde dentro». En:
Integración y equidad. Democracia, desarrollo y política social viva la ciudadanía. Santafé de Bogotá,
1994, p. 102.
137Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
consigo un deterioro económico y social de los países afectados. La transfe-
rencia de grandes recursos al exterior para servir la deuda aceleró la toma de
medidas de ajuste, redujo el gasto al nivel de los bienes y servicios disponi-
bles y repartió al interior de cada país el costo del ajuste. Es decir, se redujo
el gasto de los diversos sectores sociales. El sector público de estos países no
generó un superávit operativo entre sus ingresos y egresos que les permitie-
ra utilizarlo para cumplir con los acreedores internacionales, por lo que
sólo pudieron elegir entre dos caminos, igualmente insidiosos: financiar
el déficit aumentando la base monetaria a través de créditos del banco cen-
tral, para lograr equilibrio entre la oferta y la demanda por medio del in-
cremento de precios al consumidor, en lo que se conoce como ajuste infla-
cionario, pues generan inflación; o el otro sendero, que es el aumento de
la deuda interna, que reduce los créditos disponibles para el sector privado
y aumenta las tasas de interés.
De acuerdo con Ferrer 21
, «el ajuste inflacionario agrava los problemas
planteados por la crisis y la deuda externa».
Los países deudores no sólo reducen su nivel de vida y las inversiones,
sino que soportan un salto inflacionario que multiplica las dificultades. De
hecho, el proceso de ajuste recayó esencialmente en los pobres 22
, y entre
ellos, en los sectores más desprotegidos 23
.
En los años noventa, a partir de la experiencia de la década anterior, se
afianzó un nuevo modelo económico, impulsado por organismos interna-
cionales y la banca transnacional24
, fundado en la libertad de mercados,
reducción del Estado, eliminación del proteccionismo y la liberación de la
inversión extranjera, buscando con ello un impacto importante a largo pla-
zo sobre el desarrollo humano y social y la protección del medio ambiente
en América Latina. Colombia acogió ese modelo, y hoy, cuando ya estamos
experimentando algunos de los efectos, se escuchan voces que cuestionan o
defienden las consecuencias de esa elección.
21
FERRER, op. cit., p. 8.
22
SUNKEL, op. cit., p. 20.
23
FERRER, op. cit., p. 10.
24
SUNKEL, op. cit., p. 115.
138
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
LA POBREZA EN COLOMBIA
Abordar el estudio de la pobreza en Colombia requiere un análisis cuida-
doso, por cuanto las cifras arrojadas por los dos métodos que tradicional-
mente se han usado en este país para medir el problema, línea de pobreza e
índice de necesidades básicas insatisfechas, arrojan resultados disímiles. 25
Mientras para unos, contrariando la percepción del ciudadano común,
las condiciones de vida del colombiano medio han venido mejorando
substancialmente en las últimas décadas y la pobreza ha venido decrecien-
do en forma constante, bajando de un nivel estimado en 50% de la pobla-
ción en 1964 al 27% en 199226
, para otros, la pobreza, lejos de disminuir,
ha aumentado, pues si bien la pobreza absoluta se redujo en seis puntos
porcentuales entre 1978 y 199227
, a partir de esa fecha se ha venido
incrementando anualmente hasta llegar al 52% en 1996.28
En lo que sí han coincidido todos los indicadores es en el hecho de que
la pobreza se ha concentrado en el área rural, donde vive el 70% de los
pobres del país29
, mientras que en las zonas urbanas el descenso en la pobre-
za ha sido más pronunciado. Entre 1972 y 1995, el índice de pobreza pasó
de 51.3% a 44% debido, en gran parte, al más rápido crecimiento económi-
co de las actividades urbanas y al sesgo, urbano de la política social. 30
La diferencia que se presenta entre los resultados de los diversos sistemas
de medición de la pobreza que existen en el mundo y que se utilizan en
Colombia, radica, entre otras cosas, en que los instrumentos registran un
mayor margen de error, pues no tienen en cuenta factores internos como
25
TOVAR. Edmer. «Pobreza, la cifra es lo de menos». En: El Tiempo, Santafé de Bogotá (26
de mayo de 1996), p. 4 c , Ed.1-2-3-4-5-6.
26
LONDOÑO, Luis. «Colombia vive mejor que hace 25 años». En: Avance 1. Santafé de
Bogotá, 1995, p. 10.
27
MAY, op. cit., p. 6.
28
SARMIENTO, Eduardo. «Un error matemático hizo el milagro social». En: Avance 1.
Santafé de Bogotá, 1995, p. 11.
29
MAY, op. cit., p. XXIII.
30
CUMBRE RURAL. «Violencia golpea más a la población pobre». En: El Espectador,
Santafé de Bogotá (junio de 1996), p. 8B, Ed.1-2-3-4-5-6-.
139Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
la violencia 31
generada por la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico32
.
Frente a esta situación, y teniendo en cuenta que la selección de un
indicador de pobreza puede tener notables consecuencias para la acción
gubernamental, ya que en la identificación de la gente pobre importan las
diferencias de definición33
, el gobierno colombiano, bajo la influencia de
los organismos internacionales de crédito, en particular del Banco Mun-
dial, ha adoptado una política social con una característica novedosa: la
focalización dirigida a las poblaciones con mayor carencia y riesgo.34
Por
conducto de la Misión Social del Departamento Nacional de Planeación se
ha venido revisando la metodología del índice de necesidades básicas insa-
tisfechas y se ha trabajado un nuevo índice de pobreza, en el cual se inte-
gran informaciones sobre vivienda, servicios, ingresos, empleo, capital hu-
mano y otros factores que inciden en el nivel de vida, el cual abarca factores
más diversos que los comprendidos en el actual índice NBI. El nuevo índi-
ce mide la profundidad de la pobreza35
.
Es así como en el artículo 30 de la ley de competencias y recursos de
199336
se define la focalización como el proceso por el cual se garantiza que
el gasto social se asigna a los grupos de población más pobres y vulnerables.
Ante el imperativo de focalizar el gasto social surge el interrogante acerca
de cómo llegar a los grupos objetivos de la población de acuerdo con lo
establecido en la Constitución y las leyes.
Para llegar a los grupos objetivos, en los países de América Latina se han
utilizado, de manera más o menos constante, tres métodos: 37
31
TOVAR, op. cit., p. 4c.
32
CUMBRE RURAL, op. cit., p. 8b.
33
GLEWWUE, P. y VANDER, Gaug J. «Identifying the poor in developing countries: Do
Different definitions Matter?» In: World Development, vol. 18, 1990, p. 812.
34
MARTÍNEZ NOGUEIRA, op. cit., p. 30.
35
MAY, op. cit., p. 12.
36
LEY 30 de Competencias y recursos, 1993.
37
GROSH, Margaret. From platitudes to practice: targeting social programs in Latin America.
Lactd regional study. Banco Mundial. Washington D.C., 1992.
140
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
- Focalización por programa: Se invierte en programas que se sabe de ante-
mano llegan a los grupos objetivos del gasto. Por ejemplo, un programa
materno-infantil que llega a madres y niños.
- Focalización geográfica: Invertir en zonas pobres, identificadas de ante-
mano mediante mapas de pobreza constituidos con la información del
DANE y de otras organizaciones de la zona objetivo. Por ejemplo, mapas
epidemiológicos y la estratificación de las ciudades que se usa para esta-
blecer tarifas diferenciales en servicios públicos.
- Focalización individual, familiar o por hogar: Contempla la selección pre-
cisa de cada uno de los beneficios del programa de gasto social. En Co-
lombia se ha optado por este último método.
Para esta focalización individual, el Departamento Nacional de Plane-
ación ha diseñado un instrumento que permite obtener información
socioeconómica confiable y actualizada. Este instrumento, el cual se cono-
ce como sistema de selección de beneficiarios para programas sociales
(SISBEN)38
.
En el país se ha iniciado la identificación individual de las personas po-
bres a través de este instrumento, y se espera que la acción del Estado pueda
llegar a los sectores pobres más vulnerables de la población: mujeres emba-
razadas, ancianos, niños, mujeres jefe de hogar y discapacitados, entre otros,
con el fin de que el Estado pueda, ahora sí, comenzar a pagar la deuda social
con los pobres.39
Entendida ésta como el compromiso que tiene el Estado
de recuperar el ostensible deterioro en los niveles de vida de los sectores más
desprotegidos de la población, para que de este modo pueda implementar
acciones destinadas a reducir la extensión y la intensidad de la pobreza que
agobia a la gran mayoría de los habitantes de este país.
38
DEPARTAMENTO Nacional de Planeación. Sistema de Selección de beneficios para
programas sociales. Misión Social. Santafé de Bogotá, 1994, p. 3.
39
SUNKEL, op. cit., p. 122.
141Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
LAS REDES SOCIALES FRENTE A LA ERRADICACIÓN
DE LA POBREZA
La eliminación de la pobreza humana es un imperativo moral. La libertad
de la pobreza es un derecho inalienable.
¿Qué está haciendo la comunidad internacional para erradicar la pobre-
za humana? ¿Qué está haciendo cada país? ¿Cuál es la contribución de los
donantes y los organismos internacionales para lograr este objetivo mun-
dial?
Estas son algunas de las preguntas que plantea y trata de responder un
nuevo informe del PNUD40
, «Superar la pobreza humana», que se lanzó a
escala mundial para institucionalizar el «Día Mundial para la Erradicación
de la Pobreza».
En 1995, la comunidad internacional contrajo compromisos firmes en
la «Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social» para superar la pobreza.
Uno de los mensajes importantes del informe del PNUD es que los ricos
no pueden presumir que ellos saben qué es mejor para la gente.
El informe observa que los pobres tienen la mayor motivación e interés
comprometido en el resultado de los esfuerzos nacionales e internacionales
por mejorar su situación. Es necesario que los sistemas de gobierno estén en
medida suficiente descentralizados, abiertos y transparentes para que pue-
dan responder a sus prioridades. Y las comunidades de pobres tienen que
ser capaces de movilizarse y organizarse para alcanzar sus propios objetivos.
El informe recuerda a la comunidad del desarrollo que son los pobres quie-
nes más saben acerca de la pobreza. Por lo tanto, la evaluación de la pobre-
za debe incorporar el tipo de participación que permita a los pobres expli-
car su condición, expresar sus necesidades y propiciar sus propias solucio-
nes.
40
PNUD. Superar la pobreza humana. PNUD / División de Asuntos Públicos. Washington
D.C., 1998.
142
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
Se hace necesario entonces, y antes de entrar de lleno a la conceptualiza-
ción de las redes sociales como elemento importante en la lucha contra la
pobreza, hacer claridad sobre algunos conceptos relacionados y que facili-
ten el abordaje de un tema tan complejo. Así, el proceso en el cual unas
personas se orientan hacia los otros y actúan en respuesta de los comporta-
mientos de unos a otros es lo que denominamos interacción social. 41
Te-
niendo en cuenta que éstos se unen entre sí para alcanzar una serie de me-
tas y satisfacer un conjunto de necesidades que solos no podrían o no
sabrían como hacerlo 42
. La idea fundamental es que existe una tendencia
básica en el ser humano que le lleva a afiliarse a los demás. La interacción
queda así reducida a sus aspectos más materiales, y se hablará de interacción
siempre que confluyan en espacios y tiempos varios individuos que de uno
u otro modo se necesitan entre sí.
Ligth sostiene, por su parte, que las redes sociales no son más que el
tejido de relaciones entre un conjunto de personas que están unidas directa
o indirectamente mediante varias comunicaciones y compromisos que pue-
den ser vistos como una apreciación voluntaria o espontánea, que es
heterogénea, y a través de los cuales cada una de ellas está buscando dar y
obtener recursos de otros.43
Definición que, consideramos, incluye todos los elementos que se men-
cionan en los anteriores intentos de conceptualización y que proporcionan
una visión mucho más amplia acerca de las redes sociales.
Todas estas definiciones hacen referencia a una serie de relaciones
interpersonales, y revelan su carácter cotidiano como forma de propor-
cionarse apoyo, ya sea moral, económico o social, con base en ciertas condi-
ciones. De esta forma se puede apreciar que lo cotidiano no sólo se refiere a
las actividades de producción y al consumo de los bienes económicos sino
que abarca también, en el mismo grado de importancia, actividades afectivas
representadas en la creatividad y la acción histórica, en la imaginación y el
juego, el lenguaje, la comunicación y en todas aquellas que tengan que ver
41
PERLMAN, citado por MARTÍNEZ, R. y VIDES, M., op. cit., p. 12.
42
MORALES. Francisco. Psicología Social. Madrid, McGraw- Hill, 1994, p. 28.
43
LIGTH, Donald y KELLER, Suzanne. Sociología, p. 63.
143Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
con el percibir, sentir y pensar que le permiten al hombre inventarse modos
de vivir que le ayuden a afrontar las situaciones de su vida, entre ellas, las de
carencia.
En esta cotidianidad, las redes sociales representan una serie de interac-
ciones sociales en las que las instituciones tradicionales como la familia, la
vecindad y la amistad les permiten a los individuos enfrentarse a situacio-
nes adversas. Además, a partir de las definiciones es posible identificar los
elementos que se encuentran implicados en su conformación:
- Vecindad física o propincuidad: Que facilita el manejo continuo y recípro-
co de intercambio.
- Relativa semejanza socioeconómica: Que pretende establecer relaciones
de reciprocidad.
- Confianza: Variable que refleja el deseo o disposición para establecer o
sostener una relación de intercambio recíproco .44
De este modo, el establecimiento de las redes reconoce la confianza como
el sentimiento que permite entablar una relación con el otro a sabiendas de
la igualdad de condiciones, donde ninguna de las partes posee mucho más
que la otra, lo que permite aún más el acercamiento. Ambos factores uni-
dos facilitan las relaciones de intercambio y reciprocidad entre los habitan-
tes de las zonas marginadas.
La confianza depende de un gran número de factores, tanto objetivos
como subjetivos. En primer lugar, está la cercanía social ideal: los parientes
consanguíneos de la familia nuclear normalmente gozan del máximo de
confianza; a éstos les siguen los parientes consanguíneos de segundo grado,
y los parientes afines, aunque en este nivel la confianza dependerá de la
historia de la relación que dé la categoría formal.
Un segundo factor que influye en el grado de confianza es la cercanía
física. Esto se debe a que la implementación efectiva de los modos de com-
44
ADLER DE LOMNITZ, op. cit., p. 209.
144
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
portamiento esperado depende de la oportunidad real de realizarlo. Si se
vive lejos y no hay oportunidad de intercambio regular, no habrá plena
oportunidad de cultivar la confianza; a mayor intercambio mayor confian-
za.
Aunque el intercambio puede tomar muchas formas, está dirigido co-
múnmente por la norma (un valor o una regla) de reciprocidad. Cuando
alguien nos hace un favor o nos regala algo de valor, la reciprocidad exige
que devolvamos el gesto de bondad. Los vínculos sociales creados por estos
sentimientos de obligación mutua son intangibles pero muy fuertes. De
hecho, el componente universal de los códigos morales es la regla de reci-
procidad. Debemos devolver ayuda, no perjuicio, a quienes nos han ayuda-
do. Esta norma es tan universal como el tabú y el incesto 45
.
Posiblemente, la norma sea universal, pero el grado de nuestra obliga-
ción de reciprocidad varía de acuerdo con las circunstancias. Nos sentimos
profundamente endeudados con determinada persona cuando de improvi-
so ésta se sacrifica en gran medida en nuestro favor; pero ya no lo sentimos
tanto cuando el sacrificio es pequeño y era esperable.46
La norma de reci-
procidad rige con más fuerza nuestras interacciones con nuestros iguales.
Quienes no se sienten ni inferiores ni dependientes de otros sentirán con
mayor apremio la necesidad de corresponder; sin embargo, en la norma de
reciprocidad se establece una jerarquía: primero se socorre a la familia; en
segundo lugar a los amigos y vecinos, y finalmente a los extraños.47
La reci-
procidad funciona mejor en grupos pequeños, en los cuales se volverá a
interactuar con la gente a la cual hemos favorecido. Además, Tyler sostiene
que los individuos tienden a poseer un sentido de reciprocidad cuando su
cultura valora dimensiones como el respeto por los otros, un sentido de
igualdad y justicia, un sentido de mejoramiento personal o ganancia al ayu-
dar, y un sentido de responsabilidad por los otros.48
A este respecto, el
45
MYERS, David. Psicología social. México, Panamericana, 1993, p. 378.
46
TESSER, P., citado por MYERS, op. cit., p. 378.
47
MYERS, op. cit., p. 380.
48
TYLER, Forrest. «Psicología comunitaria». En: Revista Latinoamericana de Psicología.
Vol. 1, Nº 16, 1984, p. 86.
145Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
antropólogo Germán Ferro49
sostiene que las comunidades indígenas pro-
ducen más y mejores seres humanos porque en su cultura hay un elemento
fundamental en las relaciones de reciprocidad, la cual lleva a establecer como
norma social la solidaridad.
De estas condiciones se desprende que la red de intercambio es una
estructura dinámica a la que día a día se agregan nuevos miembros, la ma-
yoría de los casos parientes, es decir, cambia y evoluciona continuamente,
dependiendo de las necesidades e intereses de los participantes,50
y se convirte
en el mecanismo cotidiano para la supervivencia de las personas que viven
en condiciones de extrema pobreza.
Así, según los investigadores, queda planteado en estas comunidades un
objetivo «conscientemente genérico» que se orienta a resolver, mediante su
interrelación y solidaridad, sus diferentes problemas. Ello explicaría el con-
tenido de valor positivo de dichas comunidades, expresado concretamente
en su capacidad de proteger al individuo en condiciones de pobreza.
Como se ya se mencionó, las redes de intercambio vienen a suplir nece-
sidades de diferente índole entre las personas de condiciones en desventaja
socioeconómica que las conforman: el apoyo proporcionado por las redes
se hace a través de dos mecanismos: apoyo emocional y ayuda instrumen-
tal.51
El primero hace referencia al apoyo que se ofrece en situaciones emo-
cionales críticas, tales como la pérdida de un familiar, enfermedades graves,
etc. La ayuda instrumental se refiere a aspectos como proporcionar dinero,
servicios varios o información útil. Dentro de este contexto, las redes se
configuran como un mecanismo de sobrevivencia que ofrece un bienestar
social y económico tanto para solucionar problemas coyunturales como
para ayudar a garantizar la satisfacción de necesidades básicas que permitan
generar fuentes de trabajo e información que sirva para incrementar las
oportunidades de vivienda, salud y educación. De este modo, tal como lo
49
FERRO, Germán. «La amistad no es consumo». En: ElTiempo, Santafé de Bogotá (15 de
septiembre de 1996), p. 9b c-5.
50
TYLER, op.cit., p. 88.
51
CAPLAN, Gerard. Sulport Systems and community mental Health. Nueva York, Behavioral
Publications, 1974.
146
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
revela el estudio realizado por Adler de Lomnitz52
en una barriada de Ciu-
dad de México, las redes cumplen diferentes funciones, y señala que los
bienes y servicios que se reciben por medio de la red son los siguientes:
información, préstamos, servicios, y apoyo moral. Además, las redes de in-
tercambio suplen, mediante la ayuda mutua, los efectos de la inseguridad
laboral. Es decir, estas redes representan, de hecho, un sistema de seguro
comparativo informal e incluyen entre sus múltiples funciones las de alojar
y alimentar a los migrantes durante el período inicial de su adaptación a la
ciudad, y la de mantener a los pobladores en zonas pobres durante los fre-
cuentes episodios de desempleo o incapacitación.
La red, dice Foster53
, cubre numerosas funciones cuando escasea el ali-
mento o el dinero, en crisis, en algunos casos de muerte, y muchas otras
situaciones pueden aumentarse con ayuda económica, espiritual y física.
Los compromisos mutuos ocupan, en estas relaciones, el lugar de muchas
actividades de formas más desarrolladas como el Seguro Social, un sistema
eficaz de policía, facilidades cooperativas y de créditos, etc.
Es importante destacar aquí que la red también desempeña una función
de protección contra la agresión, pues proporciona un refuerzo de solidari-
dad social, mutuo respeto y afecto personal.54
Así, las redes surgen como
una posibilidad para propiciar el desarrollo del ser humano y, por consi-
guiente, el desarrollo social. Debemos reconocer a la red como un espacio
potencial para el desarrollo social y humano, y es un paradigma completa-
mente distinto frente a las aproximaciones que hasta ahora se han propues-
to en la búsqueda del hasta ahora esquivo desarrollo.
La red también puede ayudar en la consecución de empleo,55
depen-
diendo de la naturaleza de los vínculos entre las personas. En el proceso de
búsqueda de empleo, las personas utilizan sus redes sociales para potenciar
52
ADLER DE LOMNITZ, op. cit., p. 169.
53
FOSTER, George. Las culturas funcionales y los cambios técnicos. México, Fondo de
Cultura Económica, 1966, p. 92.
54
QUIROZ, Margarita. «Redes de prevención y atención a la violencia intrafamiliar». En:
Violencia intrafamilar. Memorias. Medellín, 1993, p. 164.
55
ECHEVERRY DE FERRUFINO, Ligia. La familia de hecho en Colombia, p. 115.
147Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
sus contactos externos, pues las investigaciones muestran que las personas
más útiles para suministrarnos trabajo no son aquéllas hacia las cuales nos
sentimos más cercanos. Comúnmente, nuestros contactos más fructíferos
son las personas que no vemos con frecuencia y con las cuales tenemos
vínculos emocionales débiles.56
Esto se debe a que los vínculos más cerca-
nos en su red social tienden a estar conectados a muchas de las mismas
personas de la cuales se forma parte, mientras que los vínculos débiles tie-
nen lazos con muchas personas que no se conocen. Los vínculos débiles,
por lo tanto, ofrecen una mayor escala de información que aquella que los
amigos cercanos y su familia pueden suministrar.57
La naturaleza de la red
social de una persona puede tener importantes consecuencias para su carre-
ra. En todos los países pobres de Latinamérica han ido asumiendo que una
de las formas de solucionar los problemas más agudos es volviendo los
ojos a las redes de apoyo de las comunidades 58
, y se ha comenzado a perci-
bir a éstas como una estrategia para el desarrollo.
Desde hace algún tiempo se ha venido estudiando la relación entre re-
des sociales y desarrollo. Fukuyama 59
propone que la confianza que genera
reciprocidad es una virtud social que lleva a la creación de prosperidad.
Además, hace una reflexión sobre el fenómeno norteamericano de princi-
pios de siglo, y sostiene que la capacidad para trabajar juntos y
cooperativamente fue el capital social que logró que para los años cincuenta
Estado Unidos se hubiera convertido en el poder económico dominante en
el mundo.
Al examinar la situación actual de Norteamérica, Fukuyama plantea que
gran parte de la pérdida de confianza que los norteamericanos sienten entre
sí (en 1960 al preguntarles si consideraban que la mayoría de la gente era de
fiar, el 55% respondió que sí; en 1993 la cifra había caído al 36% ) se debe
56
LIGHT y KELLER. op. cit., p. 65.
57
MONTEGOMERY, Jame. «Job. Research and Network compositon: implications of
the strength of -weak-ties hypotesis». En: American Sociological Review, 1993.
58
GONZÁLEZ María. «Aprender a organizar una red social.» En: El Tiempo, Santafé de
Bogotá (9 octubre de 1995), p. 5. C.1.
59
FUKUYAMA, Francis. «El modelo norteamericano y la reacción del individualismo».
En: «Lecturas Dominicales» de El Tiempo, Santafé de Bogotá (27 de agosto de 1995), p. 6-7.
148
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
a la revolución de los derechos: se amplían los derechos individuales frente
a los de la comunidad. Así, dice el autor, la preocupación del individuo
solitario y su esfera absoluta de autonomía ha debilitado todas las formas de
vida grupal.
Otra perspectiva de las funciones de las redes sociales la encontramos en
la estrategia denominada promoción de la salud, donde las redes se perfilan
no sólo como un instrumento para el análisis de las relaciones humanas,
sino también como un interesante factor de desarrollo, ya que las redes
sociales hacen parte de la evolución social del ser humano como una estra-
tegia adaptativa de organización colectiva para la supervivencia. Hecho que
pone de manifiesto que tal vez la habilidad más importante para vivir, en
términos de la capacidad humana, para interactuar en red, es la habilidad
para la cooperación60
.
En este punto es conveniente recordar la distinción entre redes sociales y
apoyo social. Las redes, como lo ya hemos visto, hacen referencia a las ca-
racterísticas estructurales de la relación, mientras que el apoyo hace referen-
cia a las funciones que desarrolla esa red y a sus posibles efectos sobre el
individuo y su comunidad.
Aunque hay un gran cúmulo de conocimientos acerca del funciona-
miento de las redes sociales, todavía hay una sorprendente necesidad de
información en relación con el uso de los datos teóricos obtenidos de las
investigaciones, es decir, se necesita conocer mejor cómo traducirlos a es-
trategias específicas de intervención. En los últimos 20 años muchos estu-
dios han enfatizado la importancia de las redes como mediadores sociales
para la protección de la salud, la prevención de desórdenes mentales y del
comportamiento. Así como de los efectos perjudiciales del aislamiento so-
cial.
El trabajo con las redes supone aceptar que las comunidades poseen
grandes recursos y potencialidades que, en reciprocidad, permiten multi-
60
BOHÓRQUEZ, Marta, REALES, Eduardo y RUEDA, Diana. Lineamientos conceptuales
de las Redes Sociales. Universidad del Colegio Mayor de Cundinamarca. Santafé de Bogotá,
1993. Documento de trabajo, p. 17.
149Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
plicar y usar racionalmente esos recursos; que la red es parte de la solución
de los problemas de las personas que se encuentran en ella; que son dinámi-
cas y cambian en la medida en que las necesidades así lo exijan.
Una de las grandes virtudes de los pobres es su potencialidad de acción
colectiva. Debe descartarse el elitismo de los «donantes» y que las comuni-
dades pobres no necesitan que las dirijan. A medida que se les abran opor-
tunidades fijarán su propio rumbo y se darán sus propios líderes. Los pro-
gramas contra la pobreza deben basarse firmemente en la movilización so-
cial respaldada por oportunidades económicas viables. La potenciación so-
cial debe ir de la mano de la potenciación económica. Las redes sociales,
con su enorme capacidad de movilización de recursos, tanto emocionales
como instrumentales, en ambientes urbanos deprimidos o al interior de las
organizaciones61
, se convierten en una herramienta fundamental en la bús-
queda de soluciones efectivas frente al fenómeno de la reducción de la po-
breza, que debe ser un objetivo central de las reformas de la estructura de
gobierno de un país. Deben descentralizarse el poder político y los recursos,
para lograr que el gobierno esté más cerca de la gente y sea más transparen-
te. Debe promoverse una sociedad civil vibrante mediante el aumento de la
capacidad local y el fomento de la potenciación de la gente. De hecho,
encontramos en la China62
un ejemplo reciente del aprovechamiento esta-
tal de las redes sociales existentes en una comunidad de agricultores para
reducir los niveles de pobreza, a través de un proyecto estatal que optimiza
los intercambios que se producían informalmente entre los campesinos.
«Lo que hace tan impresionante al proyecto no es la velocidad de su desarro-
llo», señala Wu Jianhua, coordinador de UPWARD, «sino el gran impacto en
la reducción de la pobreza en uno de los condados más pobres de la provincia».
Es decir, en la medida en que se pueda favorecer el libre desarrollo de estas
redes de apoyo, las comunidades en desventaja socioeconómica podrán ir
generando nuevos caminos para alcanzar su bienestar.
61
MOLINA, José Luis. El organigrama informal en las organizaciones. Una aproxima-
ción desde el análisis de redes sociales. Divisió d’ Antropologia Social Universitat Autònoma de
Barcelona. Barcelona, 1999.
62
CGIAR. «Proyecto UPWARD reduce la pobreza en China» International Agricultural Research.
Zhejiang, 1997.
150
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
Se hace evidente la importancia del apoyo que encuentran las personas
al interior de sus redes sociales. Se potencializa el poder de las personas no
sólo para ayudarse a sí mismas sino también para ayudar a otras personas a
ayudarse a sí mismas.63
La ayuda mutua, instrumental y emocional al inte-
rior de las redes, al contrario de otras formas más tradicionales de ayuda,
permite satisfacer necesidades humanas básicas como las necesidades de
seguridad, afecto sentido de pertenencia y autoestima,64
y promueve la ac-
ción social que puede orientarse a la búsqueda de acciones efectivas para
superar la pobreza en cada comunidad.
No existen acercamientos a la redes que sean universalmente aplicables,
ni métodos de apoyo que tengan siempre éxito. Es importante que los nue-
vos intentos de aproximación a los recursos de la red incorporen compo-
nentes de intervención que hayan demostrado su efectividad. Sin embargo,
cada región, cada país, debe encontrar sus propias formas, teniendo en cuenta
su historia y su idiosincrasia.
Como ha señalado Cameron65
, aunque la mayoría de las investigaciones
son de naturaleza correlacional y no pueden legítimamente utilizarse para
establecer relaciones causales, siguen constituyendo una excelente razón
empírica para creer en la importancia de las redes sociales en la lucha con-
tra la pobreza.
Sin embargo, no hay que perder de vista que las actividades informales
de la red y la ayuda espontánea ocurren con tanta asiduidad a nuestro alre-
dedor que frecuentemente pasan desapercibidas. Fenómeno que Warren66
había descrito como la «red invisible», en la que se producen millones de
transacciones informales de ayuda. Una red tejida por una combinación de
vecinos, amigos, familiares, compañeros de trabajo, proporciona recursos y
apoyo que son vitales para el bienestar de las personas y las comunidades
donde viven. Los miembros de estas comunidades tienen habilidades espe-
ciales que pueden ser utilizadas para desempeñar una tarea de interés co-
63
HESS, R. Self-help as a service delivery strategy, 1982.
64
GRACIA, Enrique. El apoyo Social en la intervención comunitaria. Barcelona, Paidós, 1997.
65
CAMERON, G. The potential of informal support strategies in child welfare, 1990.
66
WARREN, D.I Helping networks: how people COPE with problems in the urban community.
Sound Bend, 1981.
151Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
mún o movilizar a otros miembros de la comunidad alrededor de proble-
mas locales comunes.
Todos estos hallazgos nos hacen reflexionar sobre los planteamientos
teóricos de Weber,67
que preveía que las redes sociales informales quedarían
anticuadas en una sociedad industrial moderna. El problema de los plan-
teamientos teóricos de Weber es que no son consistentes con la evidencia
empírica. Evidencia que, de hecho, sugiere que las redes como éstas desem-
peñan un rol fundamental en la sociedad moderna y que el Estado y las
grandes organizaciones operan más eficazmente cuando trabajan en estre-
cha colaboración con ellas.
El conocimiento de las redes permite entonces idear nuevas alternativas
para alcanzar las metas que con respecto a las comunidades en condiciones
de pobreza se han trazado el Gobierno Nacional, el Programa de las Nacio-
nes Unidas para el Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo y
demás organismos de la banca multilateral, entre otros.
A MODO DE CONCLUSIÓN
REFLEXIÓN SOBRE EL CAMBIO SOCIAL
Y LAS REDES SOCIALES
El cambio, como aspiración permanente del hombre en su búsqueda de
mejores niveles de vida, ha determinado el surgimiento de muy diversos
planteamientos, respuestas y alternativas de acuerdo con los puntos de vis-
ta, concepciones e intereses de los sectores sociales.
Cada propuesta se formula sobre un esquema conceptual; un diagnósti-
co económico, histórico y político; una valoración específica de cada ele-
mento y factor social; y en el contexto de una estrategia orientada a la rea-
lización de un proyecto que satisface las expectativas de sus promotores. Tal
es el caso de los teóricos del campo social: Karl Marx, Max Weber, Emile
Durkheim y Talcott Parsons, entre otros.
67
LITWAK, E. The role of formal and informal networks in providing help a to older people.
1990.
152
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
No existe un parámetro único para calificar o juzgar las propuestas del
desarrollo, pues cada una parte de un supuesto teórico propio, que le
autoconfiere legitimidad y validez suficiente para reclamarse a sí misma
como la solución.
Sin embargo, más allá del debate sobre las alternativas surge la necesidad
de avanzar por el camino del Desarrollo Integral de la sociedad, para resol-
ver problemas que afectan a la mayor parte de la población. Bajo esta óptica
es preciso considerar que no se trata de diseñar proyectos ideales y utópicos
de fantásticos logros, con pretensiones de monumento a la felicidad eterna;
tampoco suele trastocarse, como suele ocurrir, el concepto de Desarrollo
por el simple crecimiento de los indicadores estadísticos que mantienen las
condiciones de pobreza generalizada.
Es preciso que la estrategia de cambio sea concebida y formulada, tanto
en el corto como en el mediano y largo plazo, bajo el criterio de la objetivi-
dad y tomando como base las fuerzas y capacidades existentes. Eso quiere
decir que los elementos del Cambio Social surgen desde la inmediatez del
contacto cotidiano y se proyectan a las relaciones futuras y sólo son posibles
en la medida en que la sociedad se permee a la interacción humana, permi-
ta el fortalecimiento de las Redes de Intercambio Social o Campos Rela-
cionales Totales de las personas que están unidas, directa o indirectamente,
mediante varias comunicaciones y compromisos que suelen ser espontá-
neos, a través de los cuales se busca dar y obtener recursos materiales o sim-
bólicos.68
La estrategia de cambio debe superar, además, el coyunturalismo nacido
de la visión inmediatista del pequeño afán por logros rápidos; y, también, el
reducido horizonte generado por la miopía histórico-geográfica, que no ha
advertido con oportunidad el curso de los acontecimientos mundiales. La
lucha contra la pobreza no puede llevarse a cabo sin contar con la participa-
ción activa de las personas pobres, por lo cual ésta exige la creación de
instancias de diálogo y concertación que posibiliten dicha participación.
Tarea que se ve favorecida por una organización de los individuos que les
68
LIGTH y KELLER, op. cit.,p. 63.
153Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
permita llevar a cabo diversas actividades destinadas tanto a mejorar sus
ingresos y a acceder a los servicios sociales como también a hacer valer sus
puntos de vista, defender sus intereses y negociar sus relaciones frente a
terceros y frente a los estados.69
La participación y la organización de las personas pobres constituyen
dos elementos clave en la estrategia de lucha contra la pobreza, pues hacen
que la economía social sea un instrumento privilegiado de esta lucha.
No podemos imaginarnos que el siglo XXI nos sorprenda en condición
de país industrializado. Los problemas acumulados por siglos no pueden
ser resueltos en meses. Pero tampoco podemos pensar que nos resignare-
mos a la inercia de la actual crisis con mayores niveles de pobreza, inflación,
delincuencia y descomposición moral. El primer lustro del siglo debe ser
convertido en una sólida plataforma para el Desarrollo Nacional. Creemos
que es un deseo realizable, pues como hombres somos seres inacabados en
un proceso constante de crecimiento que suele apoyarse, como dice
Sorokin70
, en la experiencia de generaciones previas y que hace uso de la
memoria colectiva para hacer frente a las dificultades. Ese andamiaje de
comunicación, interacción y el compartir facultades, tales como la imagi-
nación, el análisis, la síntesis y la generalización, serán los faros que guíen el
proceso evolutivo que implica el cambio de esa naturaleza.
Frente a una situación como la que enfrentamos es preciso que el tejido
de relaciones entre las personas tengan un aspecto que facilite esos cambios:
La solidaridad. Por lo tanto, se requiere un alto nivel de confianza entre los
miembros para poder proporcionar transferencias e intercambios. Una vez
establecida la red se generan modalidades de intercambios que pueden clasi-
ficarse en un continuo de reciprocidad, desde la más generalizada y exocén-
trica, como las de las familias extensas, hasta la más formal y ego-céntrica
como las redes de vecinos no emparentados. Como el cambio surge en
respuesta a una situación de crisis, se requiere alta cohesión entre las perso-
nas de la red de relaciones, y aunque algunos autores sostienen que en situa-
ciones de desventaja socio-económica la formación de grupos es precaria,
69
OIT. Pobreza y exclusión social. Organización Internacional del Trabajo, 1999.
70
AYALA, F. Introducción a las Ciencias Sociales. Madrid, Aguilar, 1979, p. 123.
154
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA
creemos, por el contrario, que el hecho de compartir una cotidianidad llena
de limitaciones los hace partícipes de un mismo destino y, por ende, tam-
bién los involucra en las decisiones que se tomen respecto al futuro de la
comunidad, pues deben ser adaptativos frente a las situaciones que el día a
día les presente. Sin duda, esa solidaridad que facilita el cambio se amalga-
ma en las estrategias de supervivencia de miles de personas que cohabitan
en condiciones de extrema pobreza. Se sabe que la gente marginada y afec-
tada por coyunturas especiales adopta mecanismos de supervivencia71
, los
cuales han sido descritos desde diversas concepciones: La economía infor-
mal, descalza o el cotidiano rebusque que ilustra algunos de estos mecanis-
mos. Adicionalmente, las redes de intercambio social, tanto de amigos, ve-
cinos y familiares, donde las personas se dan y reciben cosas, se constituyen
también en uno de los mecanismos de supervivencia de que se hace alu-
sión. Se puede afirmar entonces que las redes de intercambio social son
mecanismos que utilizan las personas en condiciones de extrema pobreza
para subsistir, por lo cual se convierten en un factor importante del cambio
social.
En esta perspectiva, el Desarrollo Nacional deseado dejará de ser un
buen deseo para convertirse en realidad el día que avancemos de manera
sostenida en medio de un equilibrio económico racional, sin descuidar los
aportes de grupos de personas que se enfrentan con las dificultades y en-
cuentran formas aceptables de superación. El Desarrollo no es un eterno
imposible ni un logro instantáneo. Es un proceso que obedece a los condi-
ciones existentes en cada sociedad. En la nuestra, concretamente, será un
proceso que avanzará en etapas; en la primera de las cuales debemos prestar
atención a los aspectos relevantes relacionados con las redes de ayudas que
se forman en cada uno de los sectores sociales, para diseñar así estrategias de
apoyo efectivo a los procesos de cambio allí generados.
71
ARRIETA, D. y CASADIEGO, D. Redes Sociales pertenecientes a sectores en desventaja
socioeconómica del barrio 20 de Julio. Tesis. Barranquilla, 1993, p. 11.
155Redes sociales y pobreza
Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000
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156
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Redes sociales y pobreza

  • 1. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=21300506 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Camilo Madariaga Orozco, Omar Sierra REDES SOCIALES Y POBREZA Psicología desde el Caribe, núm. 5, enero-julio, 2000, pp. 127-156, Universidad del Norte Colombia ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Psicología desde el Caribe, ISSN (Versión impresa): 0123-417X psicaribe@uninorte.edu.co Universidad del Norte Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
  • 2. 127Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 REDES SOCIALES Y POBREZA* Camilo Madariaga Orozco**, Omar Sierra*** Resumen El ser humano tiene una gran capacidad de adaptarse y transformar las condiciones ambientales para vivir de mejor forma, aun en las situacines más adversas. Estos procesos de transmisión de conocimiento son pasados de generación en generación y se constituyen en el principal mecanismo de adaptación de la especie humana; cada cultura crea un estilo de vida que permite a sus integrantes sobrevivir y reproducirse en un entorno particular. En los ambientes de pobreza, a través de los años de investigaciones que hemos terminado en el marco del Centro de investigaciones en Desarrolo Humano, las redes sociales ha sido uno de los mecanismos más acertados e interesantes que los pobladores de las comunidades pobres practican para superar sus problemas. Producto de las investigaciones hemos hecho un análisis específico de cómo se comportan las redes en esos ambientes de pobreza crítica. Palabras claves: Pobreza, redes sociales, cambio social. Abstract Human being has a great capacity to adapt him/herself and to transform the * Este artículo es producto de los resultados de la línea de investigación en Redes Sociales, adscrita al CIDUHM. ** Psicólogo; Doctor en educación; Investigador de la línea de Redes Sociales del CIDHUM, Universidad del Norte. (e-mail: emadari@uninorte.edu.co). *** Psicólogo; Magister en Desarrollo Social, Universidad del Norte; Investigador de la línea de Redes Sociales. (e-mail: osierra@uninorte.edu.co). Fechaderecepción:Mayode2000
  • 3. 128 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA POBREZA Mientras la quinta parte de la población de nuestro planeta viva en la pobreza absoluta, no puede haber estabilidad real en el mundo. A los que viven en la pobre- za [...] los estamos escuchando. Les pido que nos digan cómo podemos trabajar para responder a sus aspiraciones; no por ustedes sino con ustedes. Kofi Annan. Secretario General de las Naciones Unidas La pobreza no conoce fronteras geográficas, se esparce por todos los continentes y está presente tanto en países industrializados como en países en desarrollo, aunque en diferentes grados. Causa niveles inadecua- dos de vida, salud precaria, hambre, viviendas insalubres, falta de vivienda, desempleo, exclusión social y analfabetismo. Trunca la vida de 1.500 millo- nes de personas, número que se incrementa en por lo menos 25 millones al año. La mayoría son mujeres, niños y ancianos. El Informe Mundial de la Salud de 1995 encontró que la pobreza extrema es el asesino más despiada- do y la mayor causa de sufrimiento en el mundo. En la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de 1993 se afir- mó que la pobreza extrema y la exclusión social constituyen una violación de la dignidad humana. En otras conferencias mundiales recientes de las Naciones Unidas, especialmente en la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social de 1995, celebrada en Copenhague, la Comunidad Internacional se comprometió a planear políticas, estrategias y acciones concretas encami- nadas a la erradicación de la pobreza. La Declaración de Copenhague re- afirmó que el derecho al desarrollo, el cual implica la erradicación de la pobreza, es un derecho humano fundamental. environmental conditions in order to live in a better way, even in the more adverse conditions. This knowledge is transmitted from one generation to another and this process of transmission constitutes the main mechanism of adaptation of human specie. Each culture creates a life style which enables its inhabitants to survive and reproduce in a particular surrounding. In environments of poverty, through years of researches carried out by the Human Development Research Center of Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia, the social networks have been one of the sounder and more interesting mechanisms practiced by community population in order to overcome their problems. Key words: Poverty, Social networks, Social change
  • 4. 129Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 La Década Internacional para la Erradicación de la Pobreza (1997-2006)1 ha sido proclamada por las Naciones Unidas. El tema especial elegido para 1998, en el contexto de la Década y de la celebración del quincuagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue «Po- breza, derechos humanos y desarrollo». Es claro que para ningún ser humano es ajeno el término «pobreza». Es un vocablo que describe la situación de buena parte de los habitantes del mundo. Sin embargo, el hecho de utilizar cotidianamente esta palabra no significa que todos le demos la misma connotación. De hecho, habrá tan- tos significados como personas la utilizan. Así como para El Banco Intera- mericano de Desarrollo (BID)2 , al igual que para Adler de Lomnitz3 , la pobreza está fundamentalmente ligada a la falta de acceso, ya sea por razo- nes de control o propiedad, a los bienes productivos y financieros, para Martínez Nogueira4 la pobreza no sólo se manifiesta en los consumos o re- cursos a los que no tienen acceso sectores importantes de la población, sino que implica también una marginación del ejercicio pleno de la ciudadanía. Para Suárez5 , en cambio, cuando se habla de pobreza, de una u otra manera se está hablando de carencias para la satisfacción de necesidades considera- das esenciales en una sociedad y en un espacio temporal determinado. De otro lado, Madariaga6 plantea que la pobreza siempre presupone desvali- miento y una posición baja en la jerarquía social o inferioridad personal. Como puede verse, la pobreza tiene muchas dimensiones. La preocupa- ción por determinar quiénes resultan afectados por ella y el deseo de medir- la han oscurecido a veces el hecho de que la pobreza es demasiado compleja para ser reducida a una dimensión única de la vida humana. Ha pasado a 1 ONU. Centro de Información Naciones Unidas. Erradicación de la pobreza. México, 1999. 2 LUSTIG, Nora y DEUTSCH, Ruthanne. El BID y la reducción de la pobreza. Washington D.C., Dic., 1998. 3 ADLER DE LOMNITZ, Larissa. ¿Cómo sobreviven los marginados? México, Siglo XXI, 1981, p. 17. 4 MARTÍNEZ NOGUEIRA, Roberto. La pobreza, un programa de acción. Buenos Aires, Forges, 1992, p. 93. 5 SUÁREZ, Francisco. Educación y pobreza. Cides. Buenos Aires, 1992, p. 15. 6 MADARIAGA, Camilo. «Desarrollo humano sostenible y pobreza». Universidad del Norte, Barranquilla, 1994, p. 18.
  • 5. 130 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA ser común que los países fijen una línea de pobreza basada en el ingreso o en el consumo. Aunque este concepto se ocupa de una dimensión impor- tante de la pobreza, da sólo una imagen parcial de las muchas formas en que se puede afectar la vida humana. Alguien puede disfrutar de buena salud y vivir mucho tiempo pero ser analfabeto, con lo cual queda excluido del aprendizaje, de la comunicación y la interacción con otros. Otra perso- na puede estar alfabetizada y ser muy bien educada pero ser susceptible de morir en forma prematura por características epidemiológicas o disposi- ción física. Todavía una tercera persona puede estar excluida de la partici- pación en el importante proceso de adopción de decisiones que afectan su vida. La privación de ninguno de ellos puede comprenderse por el nivel de su ingreso. Además, la gente entiende la privación de manera distinta, y cada perso- na y cada comunidad tiene su propia definición de la privación y las des- ventajas que afectan sus vidas. Podemos ubicar hasta ahora tres perspectivas de la pobreza: • Perspectiva del ingreso. Una persona es pobre sólo cuando su nivel de ingreso es inferior a la línea de pobreza que se ha definido. Como se ha dicho, muchos países han adoptado líneas de pobreza de ingreso para vigilar los progresos hechos en la reducción de la incidencia de la pobre- za. Con frecuencia se define la línea de pobreza en términos de tener ingreso suficiente para comprar una cantidad determinada de alimen- tos. • Perspectiva de las necesidades básicas. La pobreza es la privación de los medios materiales para satisfacer en medida mínimamente aceptable las necesidades humanas, incluidos los alimentos. Este concepto de priva- ción va mucho más allá de la falta de ingreso privado: incluye la necesi- dad de servicios básicos de salud y educación y otros servicios esenciales que la comunidad tiene que prestar para impedir que la gente caiga en la pobreza. Reconoce además la necesidad de empleo y participación. • Perspectiva de capacidad. La pobreza representa la ausencia de ciertas capacidades básicas para funcionar, una persona que carece de la opor-
  • 6. 131Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 tunidad para lograr algunos niveles mínimamente aceptables de esos funcionamientos. Los funcionamientos pertinentes a este análisis pue- den variar de los físicos, como estar bien nutrido, estar vestido y vivir en forma adecuada, evitar la morosidad prevenible, hasta logros sociales más complejos, como participar en la vida de la comunidad. El criterio de la capacidad concilia los conceptos de pobreza absoluta y relativa, ya que la privación relativa de ingreso y productos puede provocar una privación absoluta de capacidad mínima. Aun cuando toda esta gama de posiciones tiene elementos comunes, sus diferencias hacen difícil aproximarse a una definición globalmente acepta- da de un concepto con tan alta carga valorativa como es la pobreza. Lograr entonces una definición que se adecúe a los múltiples escenarios donde es utilizado el término «pobreza» es una tarea ardua y complicada, tanto por la propia naturaleza del tema como por la ausencia de un cuerpo teórico den- tro del cual se inscriba el concepto, y permite fijar límites conceptuales con otros relacionados. Además, es fundamental tener en cuenta las diferencias de facto que existen entre los grupos a los que comúnmente llamamos po- bres. No es lo mismo ser pobre en Barranquilla que en Santafé de Bogotá o Sincelejo. También existen diferencias entre los pobres del Tercer Mundo y los de los países industrializados. Mientras para unos el problema se refiere a la insatisfacción de necesidades básicas y escasos ingresos, para los otros la principal preocupación es la discriminación, el racismo y la consecución de una vivienda decente.7 Son diferencias tanto cualitativas como cuantita- tivas. Altimir8 proporciona una definición de pobreza que recoge muchos de los elementos mencionados y que sirven como punto de partida para avan- zar hacia otros aspectos que están relacionados con el problema: 7 CAVELIER CASTRO, Andrés. «Subdesarrollo en el primer mundo». En: ElTiempo, Santafé de Bogotá (18 de febrero de1996), p. 2B c 1-2-3-4. 8 ALTIMIR, Oscar. La dimensión de la pobreza en América Latina. Naciones Unidas, Cepul, 1978, p. 2.
  • 7. 132 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA Pobreza es, ante todo, un síndrome situacional que se asocia al infra- consumo, la desnutrición, precarias condiciones de habitabilidad, bajos niveles educacionales, malas condiciones sanitarias, una inserción ya sea inestable, ya sea en estratos primitivos del aparato productivo, un cuadro actitudinal de desaliento con poca participación en los mecanismos de integración social y quizás una escala particular de valores diferenciada en alguna medida de la del resto de la sociedad. La pobreza de las vidas y las oportunidades –o la pobreza humana– tiene un carácter multidimensional y diverso en vez de un contenido uni- forme. Es, como se ve, un problema de múltiples facetas. Hay que considerar el concepto de «síndrome situacional» como algo dinámico que fluctúa de acuerdo con las relaciones de los pobres con los grupos de poder dentro de la sociedad, ello con el fin de no vincular la pobreza tan estrechamente con la desigualdad social, como tradicionalmente se ha venido haciendo en términos de equivalencia. A partir de la definición que proporciona Altimir podríamos tratar de acercarnos a las causas que han generado una situación social de tal natura- leza, y asumir la pobreza como un fenómeno de abordaje multidimensional, pues ser pobre no implica serlo en todos las dimensiones que enumera el mencionado autor. Es decir, una persona puede tener carencias mayores en vivienda y en vestimenta, pero en alimentación estar mejor que en las otras dos, aunque el nivel de información al que pueda tener acceso sea extrema- damente bajo, y así sucesivamente. Dice Suárez 9 que el no analizar el conjunto de dimensiones y quedarse con el nivel de ingresos, midiendo indirectamente el nivel nutricional, es empobrecer en grado extremo el co- nocimiento de la pobreza como fenómeno social, pues es altamente proba- ble que cada configuración, perfil o tipo de pobreza tenga su explicación y, por tanto, su abordaje propio en términos de políticas y programas de acción social. De hecho, como ya lo habíamos mencionado, los pobres no conforman un bloque único. 9 SUÁREZ, op. cit., p. 16.
  • 8. 133Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 Tradicionalmente, las definiciones de pobreza se han agrupado en dos grandes tendencias: las que la entienden como situación o como relación. Cuando el abordaje se hace desde la primera opción, los pobres son ese subgrupo social que no cuenta con los recursos necesarios para la satisfac- ción de necesidades básicas. Mientras que el optar por el segundo camino, es decir, entender la pobreza como relación, se encubre, según Suárez,10 la idea de la desigualdad social y el intento de vincular a los pobres con el todo social. El tratamiento que se dé al problema depende del enfoque que se adop- te a la hora de medir la pobreza y plantear las estrategias para tratar de su- perarla. Los enfoques para conceptualizar sobre pobreza van unidos muy estre- chamente a los métodos de medición de la misma. Como ya habíamos mencionado en párrafos anteriores, un primer en- foque, propuesto por la CEPAL11 , consiste en definir una línea de pobreza, que se utiliza para separar a los pobres de los que no lo son, y equivale al ingreso que es necesario tener para destinar al rubro alimentación un mon- to equivalente al costo de una canasta de alimentos. La línea de indigencia correspondería exactamente al costo de la canasta de alimentos. De acuer- do con ello, pobres son aquellos que, dado su ingreso, no satisfacen plena- mente los requerimientos nutricionales. Los indigentes serían entonces aque- llos que aunque destinaran todo su ingreso a alimentación, no cubrirían los requerimientos nutricionales mínimos. La canasta de alimentos se «construye» respetando las pautas culturales de consumo de una sociedad en un determinado momento histórico y se adecúa a los requerimientos calórico-proteicos definidos por la FAO-OMS para cada edad, sexo, intensidad de actividad laboral, situación psicológi- ca. Se dice que éste es un enfoque coyuntural, pues el ingreso es un ele- 10 Ibíd., p. 18. 11 ALTIMIR, op. cit., p. 31.
  • 9. 134 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA mento coyuntural. Como se comprenderá, esta delimitación plantea infi- nidad de inconvenientes, dado que los requerimientos varían de un grupo poblacional a otro. Un segundo enfoque conceptualiza la pobreza desde una perspectiva estructural12 , es decir, se refiere a aquellas situaciones más permanentes que afectan el bienestar de las personas y de la sociedad en general en aspectos fundamentales como: mal cuidado de la salud, vivienda inadecuada, servi- cios inadecuados, entre otros. A esta visión estructural responde el índice de necesidades básicas insa- tisfechas (NBI), medida de pobreza de uso en Colombia desde 198713 y que toma como base el censo de 1985. La metodología NBI define la pobreza en términos de cinco indicadores: a) Vivienda inadecuada (según materiales de pisos, techos y paredes). b) Falta de acceso a servicios públicos (electricidad, agua potable, sanea- miento). c) Alta densidad de ocupación del hogar (más de 3 personas por habita- ción) . d) Niños en edad escolar que no asisten a plantel educativo. e) La alta dependencia ( más de tres personas por ocupado) El hogar se define como pobre si adolece de cualquiera de las cinco condiciones. En los últimos años, el índice NBI ha venido ocupando un lugar impor- tante como indicador de pobreza en Colombia, y el gobierno lo ha emplea- 12 MADARIAGA, op. cit., p. 20. 13 MAY, Ernesto. La pobreza en Colombia. Un estudio del Banco Mundial. Santafé de Bogotá, Tercer Mundo, 1996, p. 8.
  • 10. 135Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 do con frecuencia en la focalización de los programas públicos para la re- ducción de la pobreza. Sin embargo, la comparación directa con el índice basado en ingresos (línea de pobreza ) revela algunos problemas potenciales de este indicador.14 De hecho, en un documento CONPES, presentado en un reciente consejo de Ministros, se encuentra consignada la propuesta del Departamento Nacional de Planeación acerca de los cambios que se deben realizar en el NBI. Se propone utilizar el índice de calidad de vida (ICV), que involucra variables no incluidas en el indicador de necesidades básicas insatisfechas. 15 La situación de los pobres al interior de la estructura social no es recien- te en la historia del hombre. Ha sido un fenómeno que ha permanecido por años, y se ha hecho evidente en mayor o en menor grado en los diferentes sistemas sociales. Siempre han existido pobres, pero las condiciones de los pobres de este tiempo difieren substancialmente de las de otras épocas. No es necesario reiterar con mucho énfasis que la Revolución Industrial pro- dujo grandes cambios en la distribución del poder y la riqueza y pese al nivel alcanzado por nuestra sociedad en el campo científico y tecnológico, las distancias entre los grupos sociales, lejos de zanjarse, se agudizan, lo cual está relacionado con la vigente teoría de la estructura social, que no es otra cosa que la distribución del poder y de la riqueza . A lo largo de toda la historia han existido desigualdades sociales 16 . No ha surgido aún la, para muchos, utópica sociedad igualitaria que supere un fenómeno tan ligado al devenir humano. En las diversas sociedades, el sistema de distribución del poder y del dinero ha asumido formas distintas a lo largo de la historia. En todas, pobres han sido aquellos que han poseído menos poder y riqueza. El pobre siempre ha carecido de elementos mate- riales y cuotas de poder, pero en las sociedades preindustriales, agrícolas, etc., las diferencias entre el resto del grupo social no eran muy evidentes, pues lo que se apetecía, se necesitaba, era poco. Se producía lo que se nece- sitaba y se consumía todo lo producido. No había excedente. 14 Ibíd., p. 9. 15 MACÍAS Adriana. «Se desinfla la pobreza en Colombia». En: El Tiempo, Santafé de Bogotá (6 de octubre de 1996), p. 4 C, c 1-6. 16 SUÁREZ, op. cit., p. 11.
  • 11. 136 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA En la sociedad industrial, esta situación ha cambiado substancialmente, pues el excedente es enorme y se distribuye de acuerdo con las cuotas de poder. A los pobres no les llega prácticamente nada y, en consecuencia, carecen de poder y riqueza, por lo cual son atrapados en un círculo vicioso que parece no tener salida. De acuerdo con esto, la pobreza se ha «institucionalizado», de modo que al no poder superarla, los integrantes de esos grupos han quedado fue- ra del sistema y se ha convertido en una institución con sus normas y valo- res propios, sin entrar a participar en el estratificado social17 . Tristemente, según lo indican las tendencias18 , la pobreza actual se transmite de genera- ción en generación como una impronta; los hijos de pobres serán pobres. En América Latina, la situación de este grupo social se ha venido ha- ciendo crítica a raíz de la crisis socioeconómica de los países del área. Crisis que sobreviene después de lo que se conoce como los años dorados (1945- 1973), período en el que los indicadores sociales como salud, vivienda, educación, servicios públicos presentaron repuntes importantes que aun- que no redujeron el número de pobres, sí su participación respecto del total de la población. Ferrer 19 sostiene que en la década de los sesenta la pobreza afectaba al 50% de la población, mientras que a comienzos de la década de los ochenta la proporción había caído al 40%. A partir de 1980, los modelos económi- cos de los países latinoamericanos sucumbieron frente a los nuevos vientos de la economía internacional: el cambio en la composición del comercio y los ofrecimientos de créditos fáciles por parte de la banca privada. Los défi- cits fiscales de los países del área encontraron terreno abonado en el ilimita- do crédito internacional. América Latina se endeudó, y a partir de entonces el principal lastre que han tenido las políticas sociales tendientes a superar la pobreza ha sido el servicio de la deuda externa 20 . Esta situación trajo 17 Ibíd., p. 13. 18 MAY, op. cit., p. 13. 19 FERRER, Aldo. La crisis socioeconómica de América Latina y las políticas de ajuste. Cides. Buenos Aires, 1992. 20 SUNKEL. Oswaldo. «Del desarrollo hacia adentro al desarrollo desde dentro». En: Integración y equidad. Democracia, desarrollo y política social viva la ciudadanía. Santafé de Bogotá, 1994, p. 102.
  • 12. 137Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 consigo un deterioro económico y social de los países afectados. La transfe- rencia de grandes recursos al exterior para servir la deuda aceleró la toma de medidas de ajuste, redujo el gasto al nivel de los bienes y servicios disponi- bles y repartió al interior de cada país el costo del ajuste. Es decir, se redujo el gasto de los diversos sectores sociales. El sector público de estos países no generó un superávit operativo entre sus ingresos y egresos que les permitie- ra utilizarlo para cumplir con los acreedores internacionales, por lo que sólo pudieron elegir entre dos caminos, igualmente insidiosos: financiar el déficit aumentando la base monetaria a través de créditos del banco cen- tral, para lograr equilibrio entre la oferta y la demanda por medio del in- cremento de precios al consumidor, en lo que se conoce como ajuste infla- cionario, pues generan inflación; o el otro sendero, que es el aumento de la deuda interna, que reduce los créditos disponibles para el sector privado y aumenta las tasas de interés. De acuerdo con Ferrer 21 , «el ajuste inflacionario agrava los problemas planteados por la crisis y la deuda externa». Los países deudores no sólo reducen su nivel de vida y las inversiones, sino que soportan un salto inflacionario que multiplica las dificultades. De hecho, el proceso de ajuste recayó esencialmente en los pobres 22 , y entre ellos, en los sectores más desprotegidos 23 . En los años noventa, a partir de la experiencia de la década anterior, se afianzó un nuevo modelo económico, impulsado por organismos interna- cionales y la banca transnacional24 , fundado en la libertad de mercados, reducción del Estado, eliminación del proteccionismo y la liberación de la inversión extranjera, buscando con ello un impacto importante a largo pla- zo sobre el desarrollo humano y social y la protección del medio ambiente en América Latina. Colombia acogió ese modelo, y hoy, cuando ya estamos experimentando algunos de los efectos, se escuchan voces que cuestionan o defienden las consecuencias de esa elección. 21 FERRER, op. cit., p. 8. 22 SUNKEL, op. cit., p. 20. 23 FERRER, op. cit., p. 10. 24 SUNKEL, op. cit., p. 115.
  • 13. 138 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA LA POBREZA EN COLOMBIA Abordar el estudio de la pobreza en Colombia requiere un análisis cuida- doso, por cuanto las cifras arrojadas por los dos métodos que tradicional- mente se han usado en este país para medir el problema, línea de pobreza e índice de necesidades básicas insatisfechas, arrojan resultados disímiles. 25 Mientras para unos, contrariando la percepción del ciudadano común, las condiciones de vida del colombiano medio han venido mejorando substancialmente en las últimas décadas y la pobreza ha venido decrecien- do en forma constante, bajando de un nivel estimado en 50% de la pobla- ción en 1964 al 27% en 199226 , para otros, la pobreza, lejos de disminuir, ha aumentado, pues si bien la pobreza absoluta se redujo en seis puntos porcentuales entre 1978 y 199227 , a partir de esa fecha se ha venido incrementando anualmente hasta llegar al 52% en 1996.28 En lo que sí han coincidido todos los indicadores es en el hecho de que la pobreza se ha concentrado en el área rural, donde vive el 70% de los pobres del país29 , mientras que en las zonas urbanas el descenso en la pobre- za ha sido más pronunciado. Entre 1972 y 1995, el índice de pobreza pasó de 51.3% a 44% debido, en gran parte, al más rápido crecimiento económi- co de las actividades urbanas y al sesgo, urbano de la política social. 30 La diferencia que se presenta entre los resultados de los diversos sistemas de medición de la pobreza que existen en el mundo y que se utilizan en Colombia, radica, entre otras cosas, en que los instrumentos registran un mayor margen de error, pues no tienen en cuenta factores internos como 25 TOVAR. Edmer. «Pobreza, la cifra es lo de menos». En: El Tiempo, Santafé de Bogotá (26 de mayo de 1996), p. 4 c , Ed.1-2-3-4-5-6. 26 LONDOÑO, Luis. «Colombia vive mejor que hace 25 años». En: Avance 1. Santafé de Bogotá, 1995, p. 10. 27 MAY, op. cit., p. 6. 28 SARMIENTO, Eduardo. «Un error matemático hizo el milagro social». En: Avance 1. Santafé de Bogotá, 1995, p. 11. 29 MAY, op. cit., p. XXIII. 30 CUMBRE RURAL. «Violencia golpea más a la población pobre». En: El Espectador, Santafé de Bogotá (junio de 1996), p. 8B, Ed.1-2-3-4-5-6-.
  • 14. 139Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 la violencia 31 generada por la guerrilla, los paramilitares y el narcotráfico32 . Frente a esta situación, y teniendo en cuenta que la selección de un indicador de pobreza puede tener notables consecuencias para la acción gubernamental, ya que en la identificación de la gente pobre importan las diferencias de definición33 , el gobierno colombiano, bajo la influencia de los organismos internacionales de crédito, en particular del Banco Mun- dial, ha adoptado una política social con una característica novedosa: la focalización dirigida a las poblaciones con mayor carencia y riesgo.34 Por conducto de la Misión Social del Departamento Nacional de Planeación se ha venido revisando la metodología del índice de necesidades básicas insa- tisfechas y se ha trabajado un nuevo índice de pobreza, en el cual se inte- gran informaciones sobre vivienda, servicios, ingresos, empleo, capital hu- mano y otros factores que inciden en el nivel de vida, el cual abarca factores más diversos que los comprendidos en el actual índice NBI. El nuevo índi- ce mide la profundidad de la pobreza35 . Es así como en el artículo 30 de la ley de competencias y recursos de 199336 se define la focalización como el proceso por el cual se garantiza que el gasto social se asigna a los grupos de población más pobres y vulnerables. Ante el imperativo de focalizar el gasto social surge el interrogante acerca de cómo llegar a los grupos objetivos de la población de acuerdo con lo establecido en la Constitución y las leyes. Para llegar a los grupos objetivos, en los países de América Latina se han utilizado, de manera más o menos constante, tres métodos: 37 31 TOVAR, op. cit., p. 4c. 32 CUMBRE RURAL, op. cit., p. 8b. 33 GLEWWUE, P. y VANDER, Gaug J. «Identifying the poor in developing countries: Do Different definitions Matter?» In: World Development, vol. 18, 1990, p. 812. 34 MARTÍNEZ NOGUEIRA, op. cit., p. 30. 35 MAY, op. cit., p. 12. 36 LEY 30 de Competencias y recursos, 1993. 37 GROSH, Margaret. From platitudes to practice: targeting social programs in Latin America. Lactd regional study. Banco Mundial. Washington D.C., 1992.
  • 15. 140 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA - Focalización por programa: Se invierte en programas que se sabe de ante- mano llegan a los grupos objetivos del gasto. Por ejemplo, un programa materno-infantil que llega a madres y niños. - Focalización geográfica: Invertir en zonas pobres, identificadas de ante- mano mediante mapas de pobreza constituidos con la información del DANE y de otras organizaciones de la zona objetivo. Por ejemplo, mapas epidemiológicos y la estratificación de las ciudades que se usa para esta- blecer tarifas diferenciales en servicios públicos. - Focalización individual, familiar o por hogar: Contempla la selección pre- cisa de cada uno de los beneficios del programa de gasto social. En Co- lombia se ha optado por este último método. Para esta focalización individual, el Departamento Nacional de Plane- ación ha diseñado un instrumento que permite obtener información socioeconómica confiable y actualizada. Este instrumento, el cual se cono- ce como sistema de selección de beneficiarios para programas sociales (SISBEN)38 . En el país se ha iniciado la identificación individual de las personas po- bres a través de este instrumento, y se espera que la acción del Estado pueda llegar a los sectores pobres más vulnerables de la población: mujeres emba- razadas, ancianos, niños, mujeres jefe de hogar y discapacitados, entre otros, con el fin de que el Estado pueda, ahora sí, comenzar a pagar la deuda social con los pobres.39 Entendida ésta como el compromiso que tiene el Estado de recuperar el ostensible deterioro en los niveles de vida de los sectores más desprotegidos de la población, para que de este modo pueda implementar acciones destinadas a reducir la extensión y la intensidad de la pobreza que agobia a la gran mayoría de los habitantes de este país. 38 DEPARTAMENTO Nacional de Planeación. Sistema de Selección de beneficios para programas sociales. Misión Social. Santafé de Bogotá, 1994, p. 3. 39 SUNKEL, op. cit., p. 122.
  • 16. 141Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 LAS REDES SOCIALES FRENTE A LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA La eliminación de la pobreza humana es un imperativo moral. La libertad de la pobreza es un derecho inalienable. ¿Qué está haciendo la comunidad internacional para erradicar la pobre- za humana? ¿Qué está haciendo cada país? ¿Cuál es la contribución de los donantes y los organismos internacionales para lograr este objetivo mun- dial? Estas son algunas de las preguntas que plantea y trata de responder un nuevo informe del PNUD40 , «Superar la pobreza humana», que se lanzó a escala mundial para institucionalizar el «Día Mundial para la Erradicación de la Pobreza». En 1995, la comunidad internacional contrajo compromisos firmes en la «Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social» para superar la pobreza. Uno de los mensajes importantes del informe del PNUD es que los ricos no pueden presumir que ellos saben qué es mejor para la gente. El informe observa que los pobres tienen la mayor motivación e interés comprometido en el resultado de los esfuerzos nacionales e internacionales por mejorar su situación. Es necesario que los sistemas de gobierno estén en medida suficiente descentralizados, abiertos y transparentes para que pue- dan responder a sus prioridades. Y las comunidades de pobres tienen que ser capaces de movilizarse y organizarse para alcanzar sus propios objetivos. El informe recuerda a la comunidad del desarrollo que son los pobres quie- nes más saben acerca de la pobreza. Por lo tanto, la evaluación de la pobre- za debe incorporar el tipo de participación que permita a los pobres expli- car su condición, expresar sus necesidades y propiciar sus propias solucio- nes. 40 PNUD. Superar la pobreza humana. PNUD / División de Asuntos Públicos. Washington D.C., 1998.
  • 17. 142 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA Se hace necesario entonces, y antes de entrar de lleno a la conceptualiza- ción de las redes sociales como elemento importante en la lucha contra la pobreza, hacer claridad sobre algunos conceptos relacionados y que facili- ten el abordaje de un tema tan complejo. Así, el proceso en el cual unas personas se orientan hacia los otros y actúan en respuesta de los comporta- mientos de unos a otros es lo que denominamos interacción social. 41 Te- niendo en cuenta que éstos se unen entre sí para alcanzar una serie de me- tas y satisfacer un conjunto de necesidades que solos no podrían o no sabrían como hacerlo 42 . La idea fundamental es que existe una tendencia básica en el ser humano que le lleva a afiliarse a los demás. La interacción queda así reducida a sus aspectos más materiales, y se hablará de interacción siempre que confluyan en espacios y tiempos varios individuos que de uno u otro modo se necesitan entre sí. Ligth sostiene, por su parte, que las redes sociales no son más que el tejido de relaciones entre un conjunto de personas que están unidas directa o indirectamente mediante varias comunicaciones y compromisos que pue- den ser vistos como una apreciación voluntaria o espontánea, que es heterogénea, y a través de los cuales cada una de ellas está buscando dar y obtener recursos de otros.43 Definición que, consideramos, incluye todos los elementos que se men- cionan en los anteriores intentos de conceptualización y que proporcionan una visión mucho más amplia acerca de las redes sociales. Todas estas definiciones hacen referencia a una serie de relaciones interpersonales, y revelan su carácter cotidiano como forma de propor- cionarse apoyo, ya sea moral, económico o social, con base en ciertas condi- ciones. De esta forma se puede apreciar que lo cotidiano no sólo se refiere a las actividades de producción y al consumo de los bienes económicos sino que abarca también, en el mismo grado de importancia, actividades afectivas representadas en la creatividad y la acción histórica, en la imaginación y el juego, el lenguaje, la comunicación y en todas aquellas que tengan que ver 41 PERLMAN, citado por MARTÍNEZ, R. y VIDES, M., op. cit., p. 12. 42 MORALES. Francisco. Psicología Social. Madrid, McGraw- Hill, 1994, p. 28. 43 LIGTH, Donald y KELLER, Suzanne. Sociología, p. 63.
  • 18. 143Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 con el percibir, sentir y pensar que le permiten al hombre inventarse modos de vivir que le ayuden a afrontar las situaciones de su vida, entre ellas, las de carencia. En esta cotidianidad, las redes sociales representan una serie de interac- ciones sociales en las que las instituciones tradicionales como la familia, la vecindad y la amistad les permiten a los individuos enfrentarse a situacio- nes adversas. Además, a partir de las definiciones es posible identificar los elementos que se encuentran implicados en su conformación: - Vecindad física o propincuidad: Que facilita el manejo continuo y recípro- co de intercambio. - Relativa semejanza socioeconómica: Que pretende establecer relaciones de reciprocidad. - Confianza: Variable que refleja el deseo o disposición para establecer o sostener una relación de intercambio recíproco .44 De este modo, el establecimiento de las redes reconoce la confianza como el sentimiento que permite entablar una relación con el otro a sabiendas de la igualdad de condiciones, donde ninguna de las partes posee mucho más que la otra, lo que permite aún más el acercamiento. Ambos factores uni- dos facilitan las relaciones de intercambio y reciprocidad entre los habitan- tes de las zonas marginadas. La confianza depende de un gran número de factores, tanto objetivos como subjetivos. En primer lugar, está la cercanía social ideal: los parientes consanguíneos de la familia nuclear normalmente gozan del máximo de confianza; a éstos les siguen los parientes consanguíneos de segundo grado, y los parientes afines, aunque en este nivel la confianza dependerá de la historia de la relación que dé la categoría formal. Un segundo factor que influye en el grado de confianza es la cercanía física. Esto se debe a que la implementación efectiva de los modos de com- 44 ADLER DE LOMNITZ, op. cit., p. 209.
  • 19. 144 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA portamiento esperado depende de la oportunidad real de realizarlo. Si se vive lejos y no hay oportunidad de intercambio regular, no habrá plena oportunidad de cultivar la confianza; a mayor intercambio mayor confian- za. Aunque el intercambio puede tomar muchas formas, está dirigido co- múnmente por la norma (un valor o una regla) de reciprocidad. Cuando alguien nos hace un favor o nos regala algo de valor, la reciprocidad exige que devolvamos el gesto de bondad. Los vínculos sociales creados por estos sentimientos de obligación mutua son intangibles pero muy fuertes. De hecho, el componente universal de los códigos morales es la regla de reci- procidad. Debemos devolver ayuda, no perjuicio, a quienes nos han ayuda- do. Esta norma es tan universal como el tabú y el incesto 45 . Posiblemente, la norma sea universal, pero el grado de nuestra obliga- ción de reciprocidad varía de acuerdo con las circunstancias. Nos sentimos profundamente endeudados con determinada persona cuando de improvi- so ésta se sacrifica en gran medida en nuestro favor; pero ya no lo sentimos tanto cuando el sacrificio es pequeño y era esperable.46 La norma de reci- procidad rige con más fuerza nuestras interacciones con nuestros iguales. Quienes no se sienten ni inferiores ni dependientes de otros sentirán con mayor apremio la necesidad de corresponder; sin embargo, en la norma de reciprocidad se establece una jerarquía: primero se socorre a la familia; en segundo lugar a los amigos y vecinos, y finalmente a los extraños.47 La reci- procidad funciona mejor en grupos pequeños, en los cuales se volverá a interactuar con la gente a la cual hemos favorecido. Además, Tyler sostiene que los individuos tienden a poseer un sentido de reciprocidad cuando su cultura valora dimensiones como el respeto por los otros, un sentido de igualdad y justicia, un sentido de mejoramiento personal o ganancia al ayu- dar, y un sentido de responsabilidad por los otros.48 A este respecto, el 45 MYERS, David. Psicología social. México, Panamericana, 1993, p. 378. 46 TESSER, P., citado por MYERS, op. cit., p. 378. 47 MYERS, op. cit., p. 380. 48 TYLER, Forrest. «Psicología comunitaria». En: Revista Latinoamericana de Psicología. Vol. 1, Nº 16, 1984, p. 86.
  • 20. 145Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 antropólogo Germán Ferro49 sostiene que las comunidades indígenas pro- ducen más y mejores seres humanos porque en su cultura hay un elemento fundamental en las relaciones de reciprocidad, la cual lleva a establecer como norma social la solidaridad. De estas condiciones se desprende que la red de intercambio es una estructura dinámica a la que día a día se agregan nuevos miembros, la ma- yoría de los casos parientes, es decir, cambia y evoluciona continuamente, dependiendo de las necesidades e intereses de los participantes,50 y se convirte en el mecanismo cotidiano para la supervivencia de las personas que viven en condiciones de extrema pobreza. Así, según los investigadores, queda planteado en estas comunidades un objetivo «conscientemente genérico» que se orienta a resolver, mediante su interrelación y solidaridad, sus diferentes problemas. Ello explicaría el con- tenido de valor positivo de dichas comunidades, expresado concretamente en su capacidad de proteger al individuo en condiciones de pobreza. Como se ya se mencionó, las redes de intercambio vienen a suplir nece- sidades de diferente índole entre las personas de condiciones en desventaja socioeconómica que las conforman: el apoyo proporcionado por las redes se hace a través de dos mecanismos: apoyo emocional y ayuda instrumen- tal.51 El primero hace referencia al apoyo que se ofrece en situaciones emo- cionales críticas, tales como la pérdida de un familiar, enfermedades graves, etc. La ayuda instrumental se refiere a aspectos como proporcionar dinero, servicios varios o información útil. Dentro de este contexto, las redes se configuran como un mecanismo de sobrevivencia que ofrece un bienestar social y económico tanto para solucionar problemas coyunturales como para ayudar a garantizar la satisfacción de necesidades básicas que permitan generar fuentes de trabajo e información que sirva para incrementar las oportunidades de vivienda, salud y educación. De este modo, tal como lo 49 FERRO, Germán. «La amistad no es consumo». En: ElTiempo, Santafé de Bogotá (15 de septiembre de 1996), p. 9b c-5. 50 TYLER, op.cit., p. 88. 51 CAPLAN, Gerard. Sulport Systems and community mental Health. Nueva York, Behavioral Publications, 1974.
  • 21. 146 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA revela el estudio realizado por Adler de Lomnitz52 en una barriada de Ciu- dad de México, las redes cumplen diferentes funciones, y señala que los bienes y servicios que se reciben por medio de la red son los siguientes: información, préstamos, servicios, y apoyo moral. Además, las redes de in- tercambio suplen, mediante la ayuda mutua, los efectos de la inseguridad laboral. Es decir, estas redes representan, de hecho, un sistema de seguro comparativo informal e incluyen entre sus múltiples funciones las de alojar y alimentar a los migrantes durante el período inicial de su adaptación a la ciudad, y la de mantener a los pobladores en zonas pobres durante los fre- cuentes episodios de desempleo o incapacitación. La red, dice Foster53 , cubre numerosas funciones cuando escasea el ali- mento o el dinero, en crisis, en algunos casos de muerte, y muchas otras situaciones pueden aumentarse con ayuda económica, espiritual y física. Los compromisos mutuos ocupan, en estas relaciones, el lugar de muchas actividades de formas más desarrolladas como el Seguro Social, un sistema eficaz de policía, facilidades cooperativas y de créditos, etc. Es importante destacar aquí que la red también desempeña una función de protección contra la agresión, pues proporciona un refuerzo de solidari- dad social, mutuo respeto y afecto personal.54 Así, las redes surgen como una posibilidad para propiciar el desarrollo del ser humano y, por consi- guiente, el desarrollo social. Debemos reconocer a la red como un espacio potencial para el desarrollo social y humano, y es un paradigma completa- mente distinto frente a las aproximaciones que hasta ahora se han propues- to en la búsqueda del hasta ahora esquivo desarrollo. La red también puede ayudar en la consecución de empleo,55 depen- diendo de la naturaleza de los vínculos entre las personas. En el proceso de búsqueda de empleo, las personas utilizan sus redes sociales para potenciar 52 ADLER DE LOMNITZ, op. cit., p. 169. 53 FOSTER, George. Las culturas funcionales y los cambios técnicos. México, Fondo de Cultura Económica, 1966, p. 92. 54 QUIROZ, Margarita. «Redes de prevención y atención a la violencia intrafamiliar». En: Violencia intrafamilar. Memorias. Medellín, 1993, p. 164. 55 ECHEVERRY DE FERRUFINO, Ligia. La familia de hecho en Colombia, p. 115.
  • 22. 147Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 sus contactos externos, pues las investigaciones muestran que las personas más útiles para suministrarnos trabajo no son aquéllas hacia las cuales nos sentimos más cercanos. Comúnmente, nuestros contactos más fructíferos son las personas que no vemos con frecuencia y con las cuales tenemos vínculos emocionales débiles.56 Esto se debe a que los vínculos más cerca- nos en su red social tienden a estar conectados a muchas de las mismas personas de la cuales se forma parte, mientras que los vínculos débiles tie- nen lazos con muchas personas que no se conocen. Los vínculos débiles, por lo tanto, ofrecen una mayor escala de información que aquella que los amigos cercanos y su familia pueden suministrar.57 La naturaleza de la red social de una persona puede tener importantes consecuencias para su carre- ra. En todos los países pobres de Latinamérica han ido asumiendo que una de las formas de solucionar los problemas más agudos es volviendo los ojos a las redes de apoyo de las comunidades 58 , y se ha comenzado a perci- bir a éstas como una estrategia para el desarrollo. Desde hace algún tiempo se ha venido estudiando la relación entre re- des sociales y desarrollo. Fukuyama 59 propone que la confianza que genera reciprocidad es una virtud social que lleva a la creación de prosperidad. Además, hace una reflexión sobre el fenómeno norteamericano de princi- pios de siglo, y sostiene que la capacidad para trabajar juntos y cooperativamente fue el capital social que logró que para los años cincuenta Estado Unidos se hubiera convertido en el poder económico dominante en el mundo. Al examinar la situación actual de Norteamérica, Fukuyama plantea que gran parte de la pérdida de confianza que los norteamericanos sienten entre sí (en 1960 al preguntarles si consideraban que la mayoría de la gente era de fiar, el 55% respondió que sí; en 1993 la cifra había caído al 36% ) se debe 56 LIGHT y KELLER. op. cit., p. 65. 57 MONTEGOMERY, Jame. «Job. Research and Network compositon: implications of the strength of -weak-ties hypotesis». En: American Sociological Review, 1993. 58 GONZÁLEZ María. «Aprender a organizar una red social.» En: El Tiempo, Santafé de Bogotá (9 octubre de 1995), p. 5. C.1. 59 FUKUYAMA, Francis. «El modelo norteamericano y la reacción del individualismo». En: «Lecturas Dominicales» de El Tiempo, Santafé de Bogotá (27 de agosto de 1995), p. 6-7.
  • 23. 148 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA a la revolución de los derechos: se amplían los derechos individuales frente a los de la comunidad. Así, dice el autor, la preocupación del individuo solitario y su esfera absoluta de autonomía ha debilitado todas las formas de vida grupal. Otra perspectiva de las funciones de las redes sociales la encontramos en la estrategia denominada promoción de la salud, donde las redes se perfilan no sólo como un instrumento para el análisis de las relaciones humanas, sino también como un interesante factor de desarrollo, ya que las redes sociales hacen parte de la evolución social del ser humano como una estra- tegia adaptativa de organización colectiva para la supervivencia. Hecho que pone de manifiesto que tal vez la habilidad más importante para vivir, en términos de la capacidad humana, para interactuar en red, es la habilidad para la cooperación60 . En este punto es conveniente recordar la distinción entre redes sociales y apoyo social. Las redes, como lo ya hemos visto, hacen referencia a las ca- racterísticas estructurales de la relación, mientras que el apoyo hace referen- cia a las funciones que desarrolla esa red y a sus posibles efectos sobre el individuo y su comunidad. Aunque hay un gran cúmulo de conocimientos acerca del funciona- miento de las redes sociales, todavía hay una sorprendente necesidad de información en relación con el uso de los datos teóricos obtenidos de las investigaciones, es decir, se necesita conocer mejor cómo traducirlos a es- trategias específicas de intervención. En los últimos 20 años muchos estu- dios han enfatizado la importancia de las redes como mediadores sociales para la protección de la salud, la prevención de desórdenes mentales y del comportamiento. Así como de los efectos perjudiciales del aislamiento so- cial. El trabajo con las redes supone aceptar que las comunidades poseen grandes recursos y potencialidades que, en reciprocidad, permiten multi- 60 BOHÓRQUEZ, Marta, REALES, Eduardo y RUEDA, Diana. Lineamientos conceptuales de las Redes Sociales. Universidad del Colegio Mayor de Cundinamarca. Santafé de Bogotá, 1993. Documento de trabajo, p. 17.
  • 24. 149Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 plicar y usar racionalmente esos recursos; que la red es parte de la solución de los problemas de las personas que se encuentran en ella; que son dinámi- cas y cambian en la medida en que las necesidades así lo exijan. Una de las grandes virtudes de los pobres es su potencialidad de acción colectiva. Debe descartarse el elitismo de los «donantes» y que las comuni- dades pobres no necesitan que las dirijan. A medida que se les abran opor- tunidades fijarán su propio rumbo y se darán sus propios líderes. Los pro- gramas contra la pobreza deben basarse firmemente en la movilización so- cial respaldada por oportunidades económicas viables. La potenciación so- cial debe ir de la mano de la potenciación económica. Las redes sociales, con su enorme capacidad de movilización de recursos, tanto emocionales como instrumentales, en ambientes urbanos deprimidos o al interior de las organizaciones61 , se convierten en una herramienta fundamental en la bús- queda de soluciones efectivas frente al fenómeno de la reducción de la po- breza, que debe ser un objetivo central de las reformas de la estructura de gobierno de un país. Deben descentralizarse el poder político y los recursos, para lograr que el gobierno esté más cerca de la gente y sea más transparen- te. Debe promoverse una sociedad civil vibrante mediante el aumento de la capacidad local y el fomento de la potenciación de la gente. De hecho, encontramos en la China62 un ejemplo reciente del aprovechamiento esta- tal de las redes sociales existentes en una comunidad de agricultores para reducir los niveles de pobreza, a través de un proyecto estatal que optimiza los intercambios que se producían informalmente entre los campesinos. «Lo que hace tan impresionante al proyecto no es la velocidad de su desarro- llo», señala Wu Jianhua, coordinador de UPWARD, «sino el gran impacto en la reducción de la pobreza en uno de los condados más pobres de la provincia». Es decir, en la medida en que se pueda favorecer el libre desarrollo de estas redes de apoyo, las comunidades en desventaja socioeconómica podrán ir generando nuevos caminos para alcanzar su bienestar. 61 MOLINA, José Luis. El organigrama informal en las organizaciones. Una aproxima- ción desde el análisis de redes sociales. Divisió d’ Antropologia Social Universitat Autònoma de Barcelona. Barcelona, 1999. 62 CGIAR. «Proyecto UPWARD reduce la pobreza en China» International Agricultural Research. Zhejiang, 1997.
  • 25. 150 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA Se hace evidente la importancia del apoyo que encuentran las personas al interior de sus redes sociales. Se potencializa el poder de las personas no sólo para ayudarse a sí mismas sino también para ayudar a otras personas a ayudarse a sí mismas.63 La ayuda mutua, instrumental y emocional al inte- rior de las redes, al contrario de otras formas más tradicionales de ayuda, permite satisfacer necesidades humanas básicas como las necesidades de seguridad, afecto sentido de pertenencia y autoestima,64 y promueve la ac- ción social que puede orientarse a la búsqueda de acciones efectivas para superar la pobreza en cada comunidad. No existen acercamientos a la redes que sean universalmente aplicables, ni métodos de apoyo que tengan siempre éxito. Es importante que los nue- vos intentos de aproximación a los recursos de la red incorporen compo- nentes de intervención que hayan demostrado su efectividad. Sin embargo, cada región, cada país, debe encontrar sus propias formas, teniendo en cuenta su historia y su idiosincrasia. Como ha señalado Cameron65 , aunque la mayoría de las investigaciones son de naturaleza correlacional y no pueden legítimamente utilizarse para establecer relaciones causales, siguen constituyendo una excelente razón empírica para creer en la importancia de las redes sociales en la lucha con- tra la pobreza. Sin embargo, no hay que perder de vista que las actividades informales de la red y la ayuda espontánea ocurren con tanta asiduidad a nuestro alre- dedor que frecuentemente pasan desapercibidas. Fenómeno que Warren66 había descrito como la «red invisible», en la que se producen millones de transacciones informales de ayuda. Una red tejida por una combinación de vecinos, amigos, familiares, compañeros de trabajo, proporciona recursos y apoyo que son vitales para el bienestar de las personas y las comunidades donde viven. Los miembros de estas comunidades tienen habilidades espe- ciales que pueden ser utilizadas para desempeñar una tarea de interés co- 63 HESS, R. Self-help as a service delivery strategy, 1982. 64 GRACIA, Enrique. El apoyo Social en la intervención comunitaria. Barcelona, Paidós, 1997. 65 CAMERON, G. The potential of informal support strategies in child welfare, 1990. 66 WARREN, D.I Helping networks: how people COPE with problems in the urban community. Sound Bend, 1981.
  • 26. 151Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 mún o movilizar a otros miembros de la comunidad alrededor de proble- mas locales comunes. Todos estos hallazgos nos hacen reflexionar sobre los planteamientos teóricos de Weber,67 que preveía que las redes sociales informales quedarían anticuadas en una sociedad industrial moderna. El problema de los plan- teamientos teóricos de Weber es que no son consistentes con la evidencia empírica. Evidencia que, de hecho, sugiere que las redes como éstas desem- peñan un rol fundamental en la sociedad moderna y que el Estado y las grandes organizaciones operan más eficazmente cuando trabajan en estre- cha colaboración con ellas. El conocimiento de las redes permite entonces idear nuevas alternativas para alcanzar las metas que con respecto a las comunidades en condiciones de pobreza se han trazado el Gobierno Nacional, el Programa de las Nacio- nes Unidas para el Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo y demás organismos de la banca multilateral, entre otros. A MODO DE CONCLUSIÓN REFLEXIÓN SOBRE EL CAMBIO SOCIAL Y LAS REDES SOCIALES El cambio, como aspiración permanente del hombre en su búsqueda de mejores niveles de vida, ha determinado el surgimiento de muy diversos planteamientos, respuestas y alternativas de acuerdo con los puntos de vis- ta, concepciones e intereses de los sectores sociales. Cada propuesta se formula sobre un esquema conceptual; un diagnósti- co económico, histórico y político; una valoración específica de cada ele- mento y factor social; y en el contexto de una estrategia orientada a la rea- lización de un proyecto que satisface las expectativas de sus promotores. Tal es el caso de los teóricos del campo social: Karl Marx, Max Weber, Emile Durkheim y Talcott Parsons, entre otros. 67 LITWAK, E. The role of formal and informal networks in providing help a to older people. 1990.
  • 27. 152 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA No existe un parámetro único para calificar o juzgar las propuestas del desarrollo, pues cada una parte de un supuesto teórico propio, que le autoconfiere legitimidad y validez suficiente para reclamarse a sí misma como la solución. Sin embargo, más allá del debate sobre las alternativas surge la necesidad de avanzar por el camino del Desarrollo Integral de la sociedad, para resol- ver problemas que afectan a la mayor parte de la población. Bajo esta óptica es preciso considerar que no se trata de diseñar proyectos ideales y utópicos de fantásticos logros, con pretensiones de monumento a la felicidad eterna; tampoco suele trastocarse, como suele ocurrir, el concepto de Desarrollo por el simple crecimiento de los indicadores estadísticos que mantienen las condiciones de pobreza generalizada. Es preciso que la estrategia de cambio sea concebida y formulada, tanto en el corto como en el mediano y largo plazo, bajo el criterio de la objetivi- dad y tomando como base las fuerzas y capacidades existentes. Eso quiere decir que los elementos del Cambio Social surgen desde la inmediatez del contacto cotidiano y se proyectan a las relaciones futuras y sólo son posibles en la medida en que la sociedad se permee a la interacción humana, permi- ta el fortalecimiento de las Redes de Intercambio Social o Campos Rela- cionales Totales de las personas que están unidas, directa o indirectamente, mediante varias comunicaciones y compromisos que suelen ser espontá- neos, a través de los cuales se busca dar y obtener recursos materiales o sim- bólicos.68 La estrategia de cambio debe superar, además, el coyunturalismo nacido de la visión inmediatista del pequeño afán por logros rápidos; y, también, el reducido horizonte generado por la miopía histórico-geográfica, que no ha advertido con oportunidad el curso de los acontecimientos mundiales. La lucha contra la pobreza no puede llevarse a cabo sin contar con la participa- ción activa de las personas pobres, por lo cual ésta exige la creación de instancias de diálogo y concertación que posibiliten dicha participación. Tarea que se ve favorecida por una organización de los individuos que les 68 LIGTH y KELLER, op. cit.,p. 63.
  • 28. 153Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 permita llevar a cabo diversas actividades destinadas tanto a mejorar sus ingresos y a acceder a los servicios sociales como también a hacer valer sus puntos de vista, defender sus intereses y negociar sus relaciones frente a terceros y frente a los estados.69 La participación y la organización de las personas pobres constituyen dos elementos clave en la estrategia de lucha contra la pobreza, pues hacen que la economía social sea un instrumento privilegiado de esta lucha. No podemos imaginarnos que el siglo XXI nos sorprenda en condición de país industrializado. Los problemas acumulados por siglos no pueden ser resueltos en meses. Pero tampoco podemos pensar que nos resignare- mos a la inercia de la actual crisis con mayores niveles de pobreza, inflación, delincuencia y descomposición moral. El primer lustro del siglo debe ser convertido en una sólida plataforma para el Desarrollo Nacional. Creemos que es un deseo realizable, pues como hombres somos seres inacabados en un proceso constante de crecimiento que suele apoyarse, como dice Sorokin70 , en la experiencia de generaciones previas y que hace uso de la memoria colectiva para hacer frente a las dificultades. Ese andamiaje de comunicación, interacción y el compartir facultades, tales como la imagi- nación, el análisis, la síntesis y la generalización, serán los faros que guíen el proceso evolutivo que implica el cambio de esa naturaleza. Frente a una situación como la que enfrentamos es preciso que el tejido de relaciones entre las personas tengan un aspecto que facilite esos cambios: La solidaridad. Por lo tanto, se requiere un alto nivel de confianza entre los miembros para poder proporcionar transferencias e intercambios. Una vez establecida la red se generan modalidades de intercambios que pueden clasi- ficarse en un continuo de reciprocidad, desde la más generalizada y exocén- trica, como las de las familias extensas, hasta la más formal y ego-céntrica como las redes de vecinos no emparentados. Como el cambio surge en respuesta a una situación de crisis, se requiere alta cohesión entre las perso- nas de la red de relaciones, y aunque algunos autores sostienen que en situa- ciones de desventaja socio-económica la formación de grupos es precaria, 69 OIT. Pobreza y exclusión social. Organización Internacional del Trabajo, 1999. 70 AYALA, F. Introducción a las Ciencias Sociales. Madrid, Aguilar, 1979, p. 123.
  • 29. 154 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA creemos, por el contrario, que el hecho de compartir una cotidianidad llena de limitaciones los hace partícipes de un mismo destino y, por ende, tam- bién los involucra en las decisiones que se tomen respecto al futuro de la comunidad, pues deben ser adaptativos frente a las situaciones que el día a día les presente. Sin duda, esa solidaridad que facilita el cambio se amalga- ma en las estrategias de supervivencia de miles de personas que cohabitan en condiciones de extrema pobreza. Se sabe que la gente marginada y afec- tada por coyunturas especiales adopta mecanismos de supervivencia71 , los cuales han sido descritos desde diversas concepciones: La economía infor- mal, descalza o el cotidiano rebusque que ilustra algunos de estos mecanis- mos. Adicionalmente, las redes de intercambio social, tanto de amigos, ve- cinos y familiares, donde las personas se dan y reciben cosas, se constituyen también en uno de los mecanismos de supervivencia de que se hace alu- sión. Se puede afirmar entonces que las redes de intercambio social son mecanismos que utilizan las personas en condiciones de extrema pobreza para subsistir, por lo cual se convierten en un factor importante del cambio social. En esta perspectiva, el Desarrollo Nacional deseado dejará de ser un buen deseo para convertirse en realidad el día que avancemos de manera sostenida en medio de un equilibrio económico racional, sin descuidar los aportes de grupos de personas que se enfrentan con las dificultades y en- cuentran formas aceptables de superación. El Desarrollo no es un eterno imposible ni un logro instantáneo. Es un proceso que obedece a los condi- ciones existentes en cada sociedad. En la nuestra, concretamente, será un proceso que avanzará en etapas; en la primera de las cuales debemos prestar atención a los aspectos relevantes relacionados con las redes de ayudas que se forman en cada uno de los sectores sociales, para diseñar así estrategias de apoyo efectivo a los procesos de cambio allí generados. 71 ARRIETA, D. y CASADIEGO, D. Redes Sociales pertenecientes a sectores en desventaja socioeconómica del barrio 20 de Julio. Tesis. Barranquilla, 1993, p. 11.
  • 30. 155Redes sociales y pobreza Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 Referencias ADLER DE LOMNITZ, Larissa. ¿Cómo sobreviven los marginados? México, Siglo XXI, 1981. ALTIMIR, Óscar. La dimensión de la pobreza en América Latina. Naciones Unidas- Cepul, 1978. ARRIETA, D. CASADIEGO, D. Redes Sociales pertenecientes a sectores en desven- taja socioeconómica del barrio 20 de Julio. Tesis. Barranquilla, 1993. AYALA, F. Introducción a las Ciencias Sociales. Madrid, Aguilar, 1979. BOHÓRQUEZ, Marta, REALES y Eduardo. RUEDA, Diana. Lineamientos concep- tuales de las Redes Sociales.Universidad del Colegio Mayor de Cundinamarca. Santafé de Bogotá, 1993. Documento de trabajo CAMERON, G. The potential of informal support strategies in child welfare. 1990. CAPLAN, Gerard. Sulport Systems and community mental Health. Nueva York, Behavioral Publications, 1974. CAVELIER CASTRO, Andrés. «Subdesarrollo en el primer mundo». En: El Tiempo, Santafé de Bogotá (18 de febrero de 1996). CGIAR. «Proyecto UPWARD reduce la pobreza en China». International Agricultural Research. Zhejiang, 1997. CUMBRE RURAL. «Violencia golpea más a la población pobre». En: El Espectador, Santafé de Bogotá (junio, 1996). DEPARTAMENTO Nacional de Planeación. Sistema de Selección de beneficios para programas sociales. Misión Social. Santafé de Bogotá, 1994. ECHEVERRY DE FERRUFINO, Ligia. La familia de hecho en Colombia. FERRER, Aldo. La crisis socioeconómica de América Latina y las políticas de ajuste. Cides. Buenos Aires, 1992. FERRO, Germán. «La amistad no es consumo». En: El Tiempo, Santafé de Bogotá (15 de septiembre de 1996). FOSTER, George. Las culturas funcionales y los cambios técnicos. México, Fondo de Cultura Económica, 1966. FUKUYAMA, Francis. «El modelo norteamericano y la reacción del individualismo». En: «Lecturas Dominicales» de El Tiempo, Santafé de Bogotá (27 de agosto de 1995). GLEWWUE. P. y VANDER Gaug. J. «Identifying the poor in developing countries: Do Different definitions Matter?» In: World Development, 1990, vol. 18. GONZALEZ María. «Aprender a organizar una red social». En: ElTiempo, Santafé de Bogotá (9 octubre de 1995). GRACIA, Enrique. El apoyo Social en la intervención comunitaria. Barcelona, Paidós, 1997. GROSH, Margaret. From platitudes to practice: targeting social programs in Latin America. Lactd regional study, Banco Mundial. Washington D.C., 1992. HESS, R. Self-help as a service delivery strategy. 1982. LIGTH, Donald y KELLER, Suzanne. Sociología.
  • 31. 156 Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. No. 5: 127-156, 2000 CAMILO MADARIAGA OROZCO Y OMAR SIERRA LITWAK, E. The role of formal and informal networks in providing help a to older people. 1990. LONDOÑO, Luis. «Colombia vive mejor que hace 25 años Barcelona». En: Avance 1. Santafé de Bogotá, 1995. LUSTIG, Nora y DEUTSCH, Ruthanne. El BID y la reducción de la pobreza. Was- hington D.C., Dic. 1998. MACÍAS Adriana. «Se desinfla la pobreza en Colombia Barcelona». En: El Tiempo, Santafée de Bogotá ( 6 de octubre de 1996). MADARIAGA. Camilo. «Desarrollo humano sostenible y pobreza». Universidad del Norte, 1994. MARTÍNEZ NOGUEIRA, Roberto. La pobreza, un programa de acción. Forges. Bue- nos Aires, 1992. MAY, Ernesto. La pobreza en Colombia. Un estudio del Banco Mundial. Santafé de Bogotá, Tercer Mundo, 1996, p. 8. MOLINA, José Luis. El organigrama informal en las organizaciones. Una aproxima- ción desde el análisis de redes sociales. Divisió d’Antropologia Social Universitat Autònoma de Barcelona. Barcelona, 1999. MONTEGOMERY, James. «Job. Research and Network compositon: implications of the strength of - weak-ties hypotesis». En: American Sociological Review, 1993. MORALES, Francisco. Psicología Social. Madrid, McGraw-Hill, 1994. MYERS, David. Psicología social. México, Panamericana, 1993. OIT. Pobreza y exclusión social. Organización Internacional del Trabajo. 1999 ONU. Centro de Información Naciones Unidas. Erradicación de la pobreza. México, 1999. PNUD. Superar la pobreza humana. PNUD / División de Asuntos Públicos. Washing- ton D.C., 1998. QUIROZ, Margarita. «Redes de prevención y atención a la violencia intrafamiliar». En: Violencia intrafamilar. Memorias. Medellín, 1993, p. 164. SARMIENTO, Eduardo. «Un error matemático hizo el milagro social». En: avance 1. Santafé de Bogotá, 1995. SUÁREZ, Francisco. Educación y pobreza. Buenos Aires, Cides, 1992. SUNKEL. Oswaldo. «Del desarrollo hacia adentro al desarrollo desde dentro». En: Integración y equidad. Democracia, desarrollo y política social viva la ciudadanía. Santafé de Bogotá, 1994. TOVAR. Edmer. «Pobreza, la cifra es lo de menos». En: El Tiempo, Santafé de Bogotá (26 de mayo de 1996). TYLER, Forrest. «Psicología comunitaria». En: Revista Latinoamericana de Psicología. Vol. 1, Nº 16, 1984. WARREN, D.I Helping networks: how people COPE with problems in the urban commu- nity. Sound Bend, 1981.