2. Los griegos y romanos definirían un canon
estético de proporciones y formas
armónicas que posteriormente
evolucionaría con el arte bizantino y el
Renacimiento.
Con la modernidad, la búsqueda de la belleza
y sus postulados alcanzan nuevos horizontes
en la filosofía y en el arte, particularmente
gracias a Emanuel Kant y sus reflexiones
sobre la estética trascendental.
3. El pensamiento del filósofo alemán Friedrich
Nietzsche (1844-1900) atraviesa los
cuestionamientos de la estética. Sus
proposiciones se introducen dentro del trabajo
de Nietzsche de cuestionamiento sobre la
genealogía de los valores (ver Unidad 4) y
plantean una perspectiva diferente sobre el
origen de lo bello en el arte y el valor de los
sentidos estéticos del ser humano.
4. Los artistas dionisiacos buscan en la
embriaguez para alcanzar un estado de unidad
con el todo. Lo dionisiaco desborda la forma y
devuelve a un estado primigenio, de pureza: el
olvido del sí mismo. Encontraremos a Dionisio,
entonces, con mayor fuerza en artes como la
música o la danza, cuyos orígenes en el
Helesponto y Roma están relacionados con las
religiones paganas.
5. Esta analogía resulta esclarecedora al
momento de comprender la propuesta
principal de la filosofía nietzscheana: el
filósofo teutón crítica y explica la
decadencia de la filosofía y los valores
occidentales modernos. Su máxima de
que el hombre debe ser superado: es
decir, superar los valores y las maneras
de ser del hombre moderno, occidental.
El arte estimula la voluntad de poder.
¿Cuál es el interés del artista? ¿Quién
mira lo bello de forma desinteresada? El
arte es apariencia, pero no simple
reducción de la realidad al plano de la
representación y el símbolo; es más bien
una duplicación y una elevación de lo
real. Entonces, el arte estimula la vida;
es apariencia y embellecimiento
premeditado en la conducta creadora.
Nietzsche reclama una estética de la
creación; la esclarece mediante el mito
de Pigmalión.