Las personas que tienen una buena salud emocional son aquellas que mantienen una armonía entre lo que piensan, lo que sienten y lo que hacen. Son personas que se sienten bien consigo mismas y que establecen relaciones positivas con su entorno
1. Salud emocional
La salud emocional es un estado
de bienestar que tiene que ver con saber
manejar nuestras emociones, y
expresarlas de manera positivas como
el amor, la alegría, la esperanza, el buen
humor, y liberarnos o controlar las
emociones negativas como el odio, la
ira, los celos, la culpa y la envidia; Es
tener una actitud positiva frente a la
vida, sentirse bien consigo mismo y con
los demás.
Las personas que tienen una buena salud emocional son
aquellas que mantienen una armonía entre lo que piensan, lo que
sienten y lo que hacen, son personas que se sienten bien consigo
mismas y que establecen relaciones positivas con su entorno.
Esta capacidad relacional para entablar y mantener buenos
vínculos con los demás es de suma importancia para determinar el
grado de salud psíquica del que goza alguien. De hecho, para el
psicólogo Abraham Maslow, uno de los fundadores de la corriente
humanista, “la persona psicológicamente enferma es aquella que
nunca ha tenido suficientes buenas relaciones con los otros”.
Una buena salud emocional se manifiesta en que la persona no
se deja arrebatar por sus emociones, esas respuestas
psicofisiológicas a ciertos estímulos que, una vez elaboradas, se
convierten en sentimientos. Por tanto, las emociones vienen a ser
2. como descargas que acontecen en un breve espacio de tiempo y que
van a dar lugar a los sentimientos, en cuya elaboración ya entran otros
ingredientes como la voluntad, el perdón, la experiencia, etc. de la
persona para atemperar esa primera reacción psicofisiológica. Por
tanto, las personas emocionalmente sanas no pierden el control sobre
sus sentimientos, pensamientos y comportamientos.
Cuando las emociones negativas (ira, rabia, etc.) son muy
intensas y nos abruman, pueden provocar fuertes sentimientos de
odio, tristeza, ansiedad, que a su vez afectan a nuestros pensamientos
y nuestros comportamientos. Es decir, que estas emociones tan
impetuosas terminan tiñendo toda nuestra visión del mundo y nuestra
forma de estar en él.
Además, nuestro cuerpo reacciona según la forma de sentir,
pensar y actuar de cada uno de nosotros. Por ejemplo, supongamos
que tenemos un problema laboral o afectivo por el que nos sentimos
muy estresados, ansiosos, enfadados o tristes. Si estos sentimientos
se intensifican excesivamente y se prolongan mucho en el tiempo, es
muy probable que nuestro cuerpo reaccione y genere lo que se
denomina “la respuestaal estrés”.Así,la aparición de un herpes labial,
jaquecas, una presión arterial elevada o una úlcera estomacal es, con
frecuencia, la consecuenciade la vivencia de un fuerte estrés. Esto se
explica por la íntima conexión que existe entre el cuerpo y la mente.
3. Las emociones afectan a nuestra salud
Cuando estamos sometidos a una situación muy estresante, por
ejemplo la muerte de un ser querido, nuestro sistema inmunológico se
debilita y disminuyen nuestras defensas por lo que es más fácil que
seamos más propensos a padecer gripes, catarros, enfermedades
infecciosas, etc. Asimismo, nuestro sistema cardiovascular se
encuentra afectado por un aumento de la presiónarterial, lo que puede
traducirse en que incrementemos nuestro riesgo de padecer una
dolencia coronaria. Igualmente, a causa de nuestros problemas
emocionales, nuestro sistema gastrointestinal va a segregar más
ácidos gástricos, lo que es probable que derive en problemas
digestivos que, si se cronifican, pueden terminar en reflujo, gastritis,
úlcera, etc.
Por otra parte, las emociones también están íntimamente
relacionadas con nuestro estilo de vida. Continuando con el ejemplo
anterior, cuando estamos inmersos en una situación en la que nos
sentimos muy estresados (un divorcio, un despido, etc.) es muy
frecuente que incurramos en hábitos no saludables. Por ejemplo, el
nerviosismo nos puede llevar a fumar más cigarrillos, darnos
atracones de comida o consumir más bebidas alcohólicas para calmar
la ansiedad, dejar de hacer ejercicio físico con regularidad porque no
tenemos ganas, tomar más tazas de café de lo que es aconsejable,
etc. Estos malos hábitos, junto con otros factores que acompañan al
estrés como el insomnio y una alimentación desequilibrada, terminan
también por hacer mella en nuestra salud física.
4. ¿Cómo mejorar nuestra salud emocional?
#1.- Reconocer las emociones
Lo primero es reconocer lo que sentimos y comprender por qué
lo sentimos. Descifrar las causas de nuestra tristeza o nuestra ira es
imprescindible para que luego podamos gestionar de manera
adecuada lo que condiciona nuestro estado de ánimo.
#2.- No reprimir nuestros sentimientos
Si, por ejemplo, sentimos celos, no es buena idea ocultarlo y
hacer cómo si eso no fuera con nosotros. Tarde o temprano este
sentimiento saldrá a la luz, quizás en el momento más inoportuno; y si
ha estado reprimido, es probable que muestre su cara con una
virulencia desproporcionada. Si nos sentimos estresados o con
ansiedad y lo ocultamos en nuestro interior sin compartirlo con nadie,
nos puede hacer sentir mucho peor. Es mejor compartir nuestras
preocupaciones con una persona que sepa escuchar, con alguien de
confianza.
Si no contamos con un oído amigo con el que sincerarnos,
siempre existe el recurso de acudir a la ayuda de un profesional. En
cualquier caso, nunca se deben dejar pudrir los sentimientos en
nuestro interior, porque eso termina afectando a nuestra salud mental
y a nuestra salud física.
5. #3.- Aprender a expresar los sentimientos de manera adecuada
Si algunas actitudes de nuestros seres queridos nos están
haciendo sentir mal, lo lógico es hacérselo saber a estas personas
cercanas, pero de manera adecuada. Esto significa que debemos ser
asertivos, debemosdejarnos de rodeos y expresar cómo nos sentimos
y qué es lo que nos molesta, pero nunca ser agresivos con la otra
persona, porque entonces se imposibilita cualquier posibilidad de
diálogo.
#4.- Relativizar los problemas
Nunca merece la pena sufrir por los pequeños contratiempos de
la vida cotidiana como pueden ser los atascos de tráfico. Asimismo
tampoco merece la pena discutir por los temas que suelen generar
enfrentamientos: política, fútbol…
Pero, incluso, los problemas de verdad tampoco hay que
sobredimensionarlos. Hay que darles el valor que tienen, pero salvo
contadas excepciones no deberían anular nuestra vida. Por ejemplo,
uno no debería obsesionarse con los problemas laborales. Nuestra
vida no es solo el trabajo. Aunque se trate de un ámbito importante, no
es el único. Tenemos otros ámbitos como la familia, los amigos,
nuestras aficiones, que igualmente tenemos que cuidar y disfrutar.
Aunque existan problemas en algún ámbito de nuestra vida,
también tenemos que aprender a enfocarnos en las cosas positivas
que tenemos.Siempre veremos la botella medio vacía si nos dejamos
tomar por los sentimientos negativos, pero seremos más felices si nos
acostumbramos a verla medio llena.
6. #5.- Centrarse en las soluciones
Los problemas forman parte de la vida, de cualquier persona;
pero también la búsqueda de soluciones. Superar las dificultades está
estrechamente vinculado con nuestro desarrollo y crecimiento como
persona. Para resolver los problemas lo mejor es adoptar una actitud
proactiva, lo que significa tomar la iniciativa y actuar de manera
creativa confiando en nosotros mismos. En este sentido, la salud
emocional está relacionada de manera muy directa con el optimismo,
la autoestima y la capacidad de encontrar soluciones imaginativas a
los problemas.
#6.- Potenciar las relaciones positivas
Cuando los problemas se comparten,
‘pesan’ mucho menos. Por ello, resulta muy
beneficioso para la persona cultivar las
relaciones sociales y familiares.
Siempre es más fácil resistir frente a las
adversidades de la vida cuando formamos
parte de una red tejida con vínculos afectivos
que si permanecemos aislados.
#7.- Mantener una vida equilibrada
Para tener una buena salud emocional es
importante alimentarse de manera saludable,
mantener hábitos de descanso adecuados y
realizar ejercicio de forma regular.
7. La práctica habitual del deporte genera endorfinas, las
“hormonas de la felicidad”,y alivia las tensiones acumuladas. Además,
si se trata de un deporte colectivo, su práctica puede ser una
excelente escuela de convivencia y estrecha las relaciones humanas
con los miembros de tu equipo.
Para que una alimentación sea equilibrada y sana es necesario
que sea variada y ligera. Deberemos, por tanto, evitar las comidas
pesadas y comer en exceso, así como el abuso de las bebidas
alcohólicas.
Para descansar de manera adecuada, necesitamos habituarnos
a irnos a acostar a una hora determinada para dormir los suficiente, no
ver programas televisivos que nos causen tensión poco antes de irnos
a acostar y no excedernos con las bebidas excitantes ni con el alcohol.
#8.- Aprender a relajarse
La buena salud emocional se pone de manifiesto por la
capacidad para afrontar la vida con tranquilidad. Es necesario
aprender a relajarse. En esto nos pueden ayudar la práctica de
disciplinas como el yoga, la natación, la meditación zen… Es
importante apoyarnos en alguna de estas actividades para equilibrar
nuestro cuerpo, calmar nuestra mente y manejar nuestras emociones.
En definitiva, el buen cuidado de la salud emocional está
vinculado de manera directa con el desarrollo de una sana autoestima
y de la confianza en uno mismo, con la capacidad de establecer y
mantener relaciones positivas y duraderas con los demás, con las
ganas por estar siempre dispuesto a aprender, con la flexibilidad
mental para adaptarse a los cambios, con optimismo.