Este documento resume el contenido de la revista "Voz y Movimiento" del Centro Político Mexicano. El artículo principal analiza por qué algunos mexicanos tienden a agredir o estereotipar a otros mexicanos de diferentes estados. El autor argumenta que esto se debe a prejuicios y a la tendencia a pre-juzgar a los demás basados en su lugar de origen, en lugar de valorar las cualidades individuales de cada persona. El documento hace un llamado a dejar de ver al otro como enemigo y aceptarnos unos a
1. VOZ Y MOVIMIENTO
Órgano de difusión de Centro Político Mexicano
Año 15. N. 169 Septiembre de 2013
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En éste número:
Ø ¿Por qué agredimos a otros mexicanos?
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2. VOZ
Y
MOVIMIENTO
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3. 3
EDITORIAL
E n é s t e m e s , t a n
importante para todos los
mexicanos, en éste mes
patrio, consideramos que
era necesario hacer una
reflexión en torno a cómo
nos percibimos al interior
del país. Para ello, hemos
tomado como punto de
partida un fenómeno que
es muy llamativo en
a l g u n o s f o r o s d e
discusión virtuales: un
pleito recurrente en el que
a l g u n a s p e r s o n a s ,
habitantes de estados del
n o r t e ( a u n q u e n o
exclusivamente del norte)
insultan a los habitantes
del Distrito Federal y
viceversa.
Estas “discusiones”
generalmente carecen de
argumentación y se
centran en lo que creen
que es o en cómo creen
que son los otros: en
suma en prejuicios.
P o r e l l o , e n é s t e
septiembre, dedicamos
éste número a ésta forma
de comportamiento de
algunos mexicanos, con
el fin de que pensemos
en cómo esto influye en la
forma de relacionarnos
entre nosotros.
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¿Por qué agredimos a otros mexicanos?
Es muy común (o por lo menos así me ha tocado
escuchar) que en algunos estados de la República
Mexicana hay una forma estereotipada y denigrante
de ver a las personas que habitan el Distrito Federal;
es incluso común escuchar frases como “haz patria y
mata a un chilango”. Cualquiera pensaría que, siendo
todos habitantes de éste hermoso país que es
México, podría desarrollarse una cierta hermandad
entre nosotros, a tal punto de defendernos ante
ataques externos (cuando los hubiera): la realidad es
que muchos ataques provienen del interior mismo.
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Esta postura es lo que algunos estudiosos denominan
como regionalismo, y que hace alusión a que, aún
reconociendo que dentro del país hay una comunidad
política superior, se defiende de manera específica
una de sus partes es decir, una región. Lo de
“comunidad política superior” no implica menosprecio
a las capacidades políticas de los diferentes estados,
únicamente es una alusión a la manera en que se ha
concentrado el poder en la capital mexicana.
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Esta postura sería
positiva si con ella se
buscara adecuar las
acciones del Estado a
l a s n e c e s i d a d e s
específicas de cada
l o c a l i d a d , l o c u a l
redundaría en un mayor
y mejor acercamiento de
los ciudadanos a cómo
gestiona el Estado.
Desafortunadamente, en
el tema que me permito
abordar, no es ese el
caso.
El regionalismo, como
tal, implica un amor a la
propia región, lo cual no
solo es positivo, sino
encomiable. El problema
es cuando mentalmente
se hace una oposición
entre eso que amamos y
e l r e s t o , q u e l o
p e r c i b i m o s c o m o
amenazante, peligroso o
que atacamos por una
aparente visión de
m e n o s p r e c i o h a c i a
aquello que es diferente
de nosotros.
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C a b e a c l a r a r q u e
también el menosprecio
se registra en el otro
sentido: gente que vive
e n e l D . F. y q u e
erróneamente ve como
por debajo del hombro a
los que viven en otros
e s t a d o s , a l o s
“provincianos”.
Pero, ¿qué es lo que nos
impulsa a atacar de esa
manera a nuestros
compatriotas, ya sea que
vivan en uno u otro
estado? Cualquiera
pensaría que hay en
esas actitudes un cierto
s e n t i m i e n t o d e
superioridad que hace
que unos digan que son
m á s t r a b a j a d o r e s ,
limpios, honestos, etc.
q u e l o s d e l D . F. ,
mientras que estos
u b i c a r í a n s u
superioridad en sentirse
más cultos, más de
mundo, progresistas y
educados que los de
algunos otros estados.
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Pero lo que sucede es
que ninguna de las dos
posturas es cierta. Es
más, en honor a la
v e r d a d , e s a s
características arriba
enunciadas las poseen
muchos mexicanos, sin
necesidad de que nos
limitemos a un área u
otra de la República.
¿Por qué entonces ese
afán de atacar al otro?
Quizá el riesgo no está
en que lo sintamos
diferente y que, por
t a n t o , a t a q u e m o s
aquello que difiere de
cómo somos. Quizá el
verdadero peligro que
perciben quienes se
centran en esos ataques
e s , j u s t a m e n t e ,
descubrir cuán iguales
son a aquello que
denostan.
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Pensemos, por ejemplo,
que la multiculturalidad
del Distrito Federal está
d a d a p o r l a g r a n
cantidad de personas
que han llegado de los
diferentes estados y se
han quedado a vivir y
trabajar aquí. Esas
personas, al dejar sus
lugares de origen en
aras de encontrar otro
tipo de vida, pueden
sentir la tentación de
menospreciar a los de
“provincia” porque no
quieren parecerse a
ellos. Y no es que dejen
de querer sus raíces, es
c a s i m á s b i e n u n
mecanismo de defensa
que les hace rechazar
sus orígenes por temor a
seguir siendo eso “un
provinciano”. Es incluso
u n a m a n e r a d e
adaptarse, si se quiere
errónea, pero al fin y al
cabo una manera de
querer integrarse a su
nuevo ambiente. Ejemplo
de ello son los padres
que, en algunos estados,
prohíben a sus hijos
h a b l a r s u l e n g u a
materna, por miedo a
q u e l o s r e c h a c e n :
rechazan aquello que
puede causar que los
demás no los acepten,
como protección, como
defensa.
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Si ese es el caso, claro que hay una reacción defensiva
de los otros, que sienten, con justa razón, que les están
dando un trato indigno, un trato de menosprecio.
Aunque también sucede que a veces atacamos aquello
que anhelamos, para que duela menos el no tenerlo: tal
vez sin querer se anhelan las comodidades que hay en
la capital o los beneficios que a sus ojos pudieran tener
sus habitantes.
Pero en el fondo, el gran problema, es que tendemos a
estereotipar y a pre- juzgar. Quienes inician esos
ataques (que me ha tocado observar en distintos foros
y redes sociales) no atacan argumentando, más bien es
como una reacción visceral. Vale la pena que
pensemos en esto porque un México dividido (por las
razones que sean) no conviene a ningún mexicano.
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Vale la pena darnos
cuenta que la presencia
del otro nos enriquece,
n o s n u t r e , n o s
acompaña. En la medida
en que dejemos de
percibir al otro como un
enemigo al que hay que
atacar, en esa misma
m e d i d a e s t a r e m o s
aceptándonos como
seres completos, no sólo
queriendo ver la parte
nuestra que nos gusta,
sino siendo conscientes
de aquello que, en
n o s o t r o s m i s m o s ,
r e c h a z a m o s … p a r a
finalmente integrarlo e
integrarnos.
Antonio Pardo Figueroa
12. COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL DE CENTRO POLÍTICO
MEXICANO
2011- 2014
Presidente
Profesor.
José
Alberto
Mejía
Mendoza
Vicepresidente
Lic.
Virgilio
Onofre
Or5z
Consejero
General
Lic.
Isabel
Mendoza
García
Coordinador
General
C.
Pedro
Jesús
Sánchez
Román
Secretario
General
C.
Víctor
Federico
Pons
Iniestra
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