Este documento contrasta dos tipos de debate: el diálogo socrático y la discusión sofista. El diálogo socrático busca la verdad a través de preguntas y escucha activa sin prejuicios, mientras que los sofistas usan la persuasión y la retórica para vencer en debates sin importar si se dice la verdad. Para ser un buen entrenador se necesita adoptar el enfoque socrático de abordar conversaciones sin prejuicios y con el objetivo de comprender al otro más que ser comprendido.
1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 12, abril 2007
Foto:Baharri http://confidenciasdeungerente.blogspot.com
Efrén Martín, gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
“Los puñales y las lanzas dejaban vestigios de
sangre; las flechas podían ser vistas a
distancia, los venenos terminaban por ser
detectados y evitados. Pero la palabra
conseguía destruir sin dejar rastro”.
(Paulo Coelho).
Hoy en día, es creciente el número de
personas que nos ganamos la vida hablando:
formadores, vendedores, políticos, directivos,
etc. Debería decir escuchando, pero no me
atrevo; y mucho más importante: ¿construimos
o destruimos con ello?
El arte de la conversación se ha reavivado en
seminarios, conferencias, encuentros, foros,
tertulias, y…coaching. Pero en este campo,
casi todo fue descubierto ya por los griegos. En
esencia, existen dos tipos de debate: el
diálogo socrático y la discusión sofista.
Conviene no confundirlos porque la segunda se
disfraza de primero, anulándolo.
Sócrates, el hombre más sabio de Grecia,
preguntaba y escuchaba en busca de una
verdad honesta, aunque fuera incómoda, y
estaba dispuesto a cambiar sus prejuicios; es
más, prescindía de ellos desde el inicio, con su
“sólo sé que no se nada”.
Los sofistas, en cambio, eran exitosos
oradores, que dominaban el arte de
persuadir por medio del gesto y la palabra.
Cuidaban su imagen, usaban ropas
llamativas, dramatizaban sus declamaciones
y no dudaban en utilizar -con astucia- la
doblez de las palabras. No buscaban que
prevaleciese la verdad sino su interés y, a
cambio de dinero, enseñaban a vencer en
los debates. Hacían fama y fortuna,
contribuyendo al descrédito de la palabra;
porque el ingenio humano permite trucar el
lenguaje, deformándolo y cambiando a
conveniencia el significado de los términos.
El manipulador busca siempre convencer y
nunca ser convencido; engañando a quienes
suponen un uso honesto del lenguaje y no
perciben que el combate verbal está
amañado de antemano.
Hoy en día se dice que cualquiera puede
ser un buen Coach. No estoy en absoluto de
acuerdo. Hace falta para ello:
o Abordar la conversación sin prejuicios, sin
imaginar lo que el otro está pensando.
o Ofrecer y pedir la aclaración del significado
atribuido a las palabras utilizadas.
o Impedir malentendidos, equívocos y juegos
malabares con el lenguaje.
o Anteponer el comprender al ser
comprendido, ayudando al otro a expresar
sus legítimos intereses e ideas.
o Escuchar con la intención de descubrir en
qué tiene razón y no sólo en qué está
equivocado, con ánimo de abandonar la
propia convicción si es más débil que la
ajena.
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