1. Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 44, marzo 2010
Foto:Baharri
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Efrén Martín, Gerente de y profesor de la Universidad de Deusto
www.fvmartin.net
Estás en el Purgatorio y frente a ti hay dos
puertas iguales: una conduce a la salvación y
otra a la perdición….eternas. Sólo puedes hacer
una pregunta a uno de los dos guardianes que
te escoltan. Ambos son iguales en apariencia,
pero no en el fondo. Uno es un ángel que
siempre dice la verdad y otro un demonio que
siempre miente, pero no puedes distinguirlos.
¿A quién preguntar y qué?
A cualquiera de ellos, la misma cuestión: “¿Qué
puerta me indicaría tu compañero, si le
pregunto por la que lleva al Cielo?”.
El que dice siempre la verdad señalaría la
contraria, al ponerse en el lugar del que siempre
miente. El que siempre miente señalaría
igualmente la contraria a la que
verdaderamente indicaría su alter ego.
Sencillamente, se ha de elegir la contraria a la
indicada, para salvarse.
En este mundo, la mentira y la verdad se
mezclan en proporciones similares. ¿Mentimos
todo el tiempo? Ciertamente, no. ¿Decimos
siempre la verdad? Ciertamente, no.
Poco importa que no tengamos mala
intención, la consecuencia para nuestras
decisiones es igualmente grave: las decisiones
eficaces se basan en la verdad y las ineficaces
en el engaño; siendo el autoengaño una fuente
ilimitada de auto sabotaje.
Es una cuestión de lógica matemática:
negativo sobre positivo (deformar u ocultar
información) y positivo sobre negativo
(difundir falsos rumores) es siempre negativo,
es decir, un engaño:
Continuamos confiando en quien cambia el
significado de las palabras, invocando
grandes principios tras los que se ocultan
siniestros propósitos. Nos engañamos
creyendo que su naturaleza puede cambiar.
Dejamos de aceptar cheques sin fondos,
pero seguimos fiándonos de promesas que
nunca serán respaldadas por los hechos.
No menos ridículo y dramático resulta
aferrarse a unas creencias que nos
impulsan a la destrucción y auto
destrucción, en nombre de una verdad
filosófica, política, económica o religiosa.
Unas creencias que a las generaciones
venideras les parecerán tan increíbles como
a nosotros las de nuestros antepasados.
Somos demasiado simples al creer que
verdad y mentira son dos realidades
separadas, desde el momento en que lo
que para unos es cierto, para otros es falso.
Para defender la verdad, sirve la misma
lógica matemática, pero al revés: positivo
sobre positivo (difundir la verdad, sin ofender
ni temer a la reacción de otros); y negativo
sobre negativo (ocultar la verdad a quien la
oculta). Ambos resultados son positivos.
Confía en tu sabiduría y –si estás muy
confuso- recuerda que puedes elegir lo
contrario de lo que te aconsejen. Siguiendo
con nuestro ángel y demonio: pregunta a
cualquiera de ellos por la puerta del Infierno y,
para salvarte, ¡hazle caso! Pero no te dejes
engañar por la piel de cordero del embustero
que finge, ni del sincero que se auto engaña.
SSee aassttuuttoo,, ssee uunn ccoorrddeerroo ccoonn ppiieell ddee lloobboo.