El documento describe la emoción de la ira, sus componentes cognitivos, fisiológicos y conductuales. Explica que la ira surge de forma natural ante situaciones que se perciben como amenazas o frustraciones y tiene la función de dar energía para superar dificultades, aunque en exceso puede llevar a la agresión. También analiza formas de controlar la ira como evitar su acumulación, desarrollar autocontrol y usar técnicas de relajación.
Psicología: Revista sobre las bases de la conducta humana.pdf
La ira, sus causas y formas de control
1. República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria
Universidad Yacambu
Cabudare – Edo. Lara
Alumna: Anny G. Quintero C.
C.I.:25.923.913
Exp: HPS-151-01423
Sección: ED01D0V
2. La ira, según Raymond Novaco; es una emoción que tiene una
función comunicativa muy importante a la hora de expresar
emociones negativas pero que suele confundirse con la
agresión, que es un comportamiento. El limite es difuso pero
existe y mientras la primera es una emoción intensa, rápida que
se expresa con resentimiento, furia e irritabilidad, la segunda es
una expresión comportamental violenta que debe regularse.
La ira es una emoción que se caracteriza por un incremento rápido del ritmo cardíaco, de
la presión arterial y de los niveles de noradrenalina y adrenalina en sangre. También es
común que la persona que siente ira se enrojezca, sude, tense sus músculos, respire de
forma más rápida y vea aumentada su energía corporal.
Siendo una emoción relacionada con el impulso agresivo, algunos expertos señalan que la
ira es la manifestación de la respuesta que emite el cerebro para atacar o huir de un
peligro. Por otra parte, el estado mental propio de los momentos de ira vuelve a los
individuos más instintivos y merma nuestra capacidad para razonar.
La ira surge de manera natural y automática y toma una forma concreta a la hora de ser
expresada por cada individuo. Esta emoción tiene como función dar energía al organismo,
ayuda a persistir en ciertos momentos y en lo que concierne al grupo social, moviliza
contra sentimientos de opresión, dando lugar a fortalecer la unión pero está emoción no
es nada útil en una intensidad muy elevada y corre el riesgo de tomar la forma de un
comportamiento violento .
3. La ira está compuesta por factores cognitivos (pensamientos),
fisiológicos, conductuales y sociales.
Esta compuesta en primer lugar por el factor cognitivo, ya que el
individuo se enfada no por lo que sucede, sino por el significado que
se le da a ese hecho. De esta manera se desarrollan normas internas
de “cómo deben ser las cosas” y “cómo deben comportarse las
personas”. Si el comportamiento observado de otros o las
circunstancias no son las esperadas probablemente se engendra un
desacuerdo interior que triga diferentes emociones, siendo una de
ellas la ira. Lo fisiológico también desempeñará una influencia
notable, se da por ejemplo si se tiene la tensión alta o la tensión
muscular se estará más predispuesto a sufrir un ataque de ira.
La conducta y el entorno serán igualmente relevantes para
desarrollar está emoción, las personas que desarrollan hábitos de
agresividad o que carecen de habilidades de conducta en ciertas
situaciones, fácilmente harán uso de la ira para resolverlos. Por lo
tanto, la capacidad de resolución de problemas iría ligada también a
esta respuesta.
4. Por otra parte podemos observa la estrecha relación que mantiene la ira y
el dolor.
Según Harry Mills, en su articulo publicado “Phychology of Anger” (2005),
la ira es caracterizada como una “segunda emoción” enmascarada por el
dolor y que el autor llama “emoción sustituto”, esto es; la gente cambia su
dolor por ira para liberarse de algo que le duele mucho , que no se soporta
como manera de protegerse del sufrimiento, evitando así lidiar con los
propios sentimientos. Es una manera de ocultar la realidad de la propia
vulnerabilidad ante algo que nos hace sufrir. También afirma que la ira
crea un sentimiento de justicia y de poder como manera de protección, lo
que hace que el individuo se aleje de sí mismo y culpe a los demás.
Como vemos, es un tema muy extenso en el que se mezclan muchos
componentes sociales, fisiológicos, conductuales y cognitivos. Se
relaciona también con el dolor, la rabia, la injustica y se aleja de la
introspección de sí mismo, cuando se cree que son los demás quienes
lo hieren.
5. La ira puede surgir como consecuencia de un estado de inseguridad, envidia,
miedo, etc.
La ira puede aparecer también cuando se es incapaz de afrontar una situación
concreta, pudiendo herir o molestar la forma en que actúan las personas en el
entorno.
En resumen, la ira o la agresividad suelen aparecer en situaciones que se
perciben como una amenaza. Por tanto, la ira está fundamentada en
sentimientos como el temor, el miedo, la frustración o incluso en cansancio.
Cuando el individuo se siente frustrado ante algo, se puede reaccionar de
varias maneras. Para el caso que nos ocupa, una de las posibles reacciones
ante la frustración es la ira. La agresividad, por su parte, es la manifestación
exterior de la cólera que se siente.
La ira aparece de un modo automático ante algunas situaciones que se
obstaculizan para lograr fines u objetivos.
Las emociones no se producen sin razón, sino que cada una tiene una función
específica. En el caso de la ira, el cerebro causa este estado para preparar al
individuo y efectuar un esfuerzo superior para superar la dificultad que se ha
presentado.
6. La ira tiene distintas facetas y adquiere diferentes formas:
1. La conducta agresiva y la violencia puede aparecer como una manera
de lograr distintos objetivos cuando no se es capaz de lograr sin usar la
violencia. En este caso, podríamos hablar de una ira instrumental,
porque se emplea como un medio para obtener algo.
2. Puede aparecer la ira como explosión, a causa de haber aguantado
durante mucho tiempo una situación injusta o perturbadora. Así, las
pequeñas frustraciones diarias se van acumulando y, a base de no
expresar el malestar, se termina estallando de un momento u otro. La
solución a este tipo de círculos viciosos es gestionar adecuadamente la
ira, y no ir acumulándola hasta explotar.
3. La ira como defensa surge cuando el individuo percibe algún ataque o
se encuentra frente a una dificultad. Normalmente, se tiende a
reaccionar de forma negativa más por intuición que por los hechos
objetivos, lo que puede conducir a que la ira sea poco justificada
objetivamente.
7. Aprender a controlar la ira pasa por aprender a racionalizar algunas emociones e impulsos
irracionales y relativizar las reacciones que produzcan algunos eventos de la vida.
En caso contrario, la agresividad y la ira pueden conducir al individuo a un estado permanente de
alerta que puede generar malas experiencias personales. Por tanto, uno de los factores claves en el
manejo de la ira es el autocontrol, pero también cabe destacar las siguientes dinámicas en pos de
desarrollar la prevención de la ira:
1. No acumular ira sino gestionarla adecuadamente
Cuando algo injusto sucede y no hay reacción a ello, se va acumulando ira y enfado. Tarde o
temprano, todo este enojo que se va guardando estallará y puede dar lugar a un episodio
de violencia verbal y/o física. Por tanto, es importante afrontar los problemas con asertividad y
control, para no dejar que la bola del enfado vaya creciendo por momentos.
2. Evitar la mentalidad de ganador/perdedor
En muchas ocasiones, el individuo se enfada como reacción a la frustración de no haber logrado
algunos objetivos que se planteaba, o cuando algo no ha salido tal como lo esperaba. En estos
casos, la empatía es el rasgo distintivo entre aquellos que saben gestionar la frustración, controlar la
ira y aceptar las contrariedades con deportividad. Debemos evitar plantear las relaciones
interpersonales como un juego en que se gana o se pierde.
8. 3. Reflexionar acerca de las causas y las consecuencias de nuestra irascibilidad.
Pensar en ello y analizar si la reacción emocional es realmente justificada y nos puede ayudar. Muchas veces no
pensamos por qué estallamos en un arrebato de ira, por ejemplo cuando vas conduciendo un carro y reacciona
instantáneamente insultando o haciendo gestos a otros conductores cuando hacen algo incorrecto. En ese momento
sería vital meditar sobre el porqué se reacciona de este modo: ¿has pensado en las posibles consecuencias de tener un
episodio de ira mientras estás conduciendo? Visto así tal vez vale la pena tomarse estas situaciones de otra manera.
5. Relajación, meditación, autocontrol
La relajación es la mejor manera de prevenir los ataques de ira. Existen distintas formas de relajarse: practicar deporte,
el yoga, la meditación, el Mindfulness, tomar un baño de agua caliente, o cualquier método que pase por distraer la
mente y llevarnos a un estado de positividad.
De hecho, en los momentos concretos en que detectamos que se puede tener una reacción de ira, es una buena idea
tratar de respirar profunda y lentamente durante por lo menos veinte segundos; esto hará que el cuerpo se
desintoxique de la negatividad y la irascibilidad que se siente en ese momento.
6. Evitar situaciones y personas irritantes
Se debe evitar encontrarse en situaciones que pueden aumentar la ira o llevar a un estado negativo. También es
probable que conozcas ciertas personas que te irriten especialmente (las temidas personas tóxicas). En la medida de lo
posible, hay que tratar de evitar los contextos en el que se sepa que se puede estallar, y en cuanto a las personas que
le irritan, algunas veces será imposible no tener ningún contacto (jefes, algún familiar en concreto), por tanto, en la
medida de lo posible, habría que tratar de conversar con esa persona con el fin de que las interacciones no resulten tan
irritantes.
7. Terapia con un psicólogo
La ayuda de un psicoterapeuta profesional y acreditado puede ayudar decisivamente a gestionar este tipo de
reacciones emocionales, sobre todo cuando ha llegado un punto en que los comportamientos agresivos derivados de
un mal control de la ira son frecuentes. La terapia psicológica para estos casos está destinada a modificar actitudes que
generan situaciones de enfado, y permiten lograr una reestructuración cognitiva para que el paciente pueda gestionar
y controlar su ira. También se emplean algunas técnicas de control emocional para controlar la ira y manejar así la
agresividad.