2. La ira, rabia , enojo o furia es
una emoción que se expresa a través
del resentimiento o de la irritabilidad.
Los efectos físicos de la ira incluyen
aumento del ritmo cardíaco de la presión
sanguínea y de los niveles de adrenalina
y noradrenalina. Algunos ven la ira como
parte de la respuesta cerebral de atacar o
huir de una amenaza o daño
percibidos. La ira se vuelve el
sentimiento predominante en el
comportamiento, cognitivamente, y
fisiológicamente cuando una persona
hace la decisión consciente de tomar
acción para detener inmediatamente el
comportamiento amenazante de otra
fuerza externa. La ira puede tener
muchas consecuencias físicas y mentales.
3. Las expresiones externas de la ira se pueden encontrar en la expresión facial, lenguaje
corporal, respuestas fisiológicas, y ,en momentos, en actos públicos de agresión.
Humanos y animales por ejemplo hacen fuertes sonidos, intentan verse físicamente más
grandes que el agresor o el oponente, mostrar los dientes, y mirarse fijamente. La ira es
un patrón de comportamiento diseñado para advertir a agresores para que paren su
comportamiento amenazante. Rara vez ocurre un altercado físico sin una previa
expresión de ira de por lo menos uno de los participantes. Mientras la mayoría de los
que experimentan ira explican su despertar como un resultado de "lo que les ha pasado a
ellos," los psicólogos apuntan que una persona irritable puede fácilmente estar
equivocada porque la ira causa una pérdida en la capacidad de auto-monitorearse y en la
observación objetiva.
4. Comprendiendo la manifestación de la Ira.
La ira como todas las demás emociones es una reacción compleja en la que se ponen en
funcionamiento tres tipos de respuestas.
La primera es una respuesta corporal, en la que nuestro cuerpo se activa para la defensa o el
ataque. Nuestro ritmo cardiaco aumenta al igual que nuestra respiración se acelera, nuestros
músculos se tensan y el flujo sanguíneo se dispara preparándonos para actuar ante una amenaza
percibida.
Cuando este estado de excitación permanece estamos más predispuestos a actuar de forma
impulsiva llegando a emitir conductas agresivas.
La segunda es una respuesta cognitiva, es decir, depende de nuestra manera de interpretar las
situaciones. Cuando estamos inmersos en una situación, esta por si sola no tiene ningún valor
emocional, es la valoración personal que hacemos de ella la que le confiere un significado. De
esta manera, las emociones están en función de nuestros pensamientos, así que cuando
interpretamos una situación como un abuso, una injusticia, una falta de respeto o como un
obstáculo para conseguir una meta, sentimos ira. Pensamientos del tipo "esto es intolerable",
"como se atreven a tratarme así" "pero quien se cree que es", "la vida se empeña en ponerme
trabas" etc., son el combustible perfecto para incrementar y prolongar los sentimientos de ira
aumentando la posibilidad de ser agresivos.
5. La última respuesta de la ira tiene que ver con la gestión conductual en estas situaciones. La
conducta en estas circunstancias está orientada para defendernos de aquello que se interpone un
nuestro camino y para ello se genera una energía interna que mueve a la "destrucción" del
obstáculo. Ahora bien, no debemos confundir la emoción de la ira con la agresividad, ya que ésta
es una de las múltiples maneras de gestión emocional. Experimentar y expresar la ira a través de
la agresividad depende de las conductas que hayamos aprendido a lo largo de nuestra vida.
No obstante hay otras conductas en la gestión de la ira que no están orientadas a la destrucción del
obstáculo sino a la resolución de problemas.
6. Tres tipos de ira son reconocidos por
los psicólogos:
* “Ira precipitada y repentina” por Joseph Butler, un
obispo del siglo VIII, está conectada al impulso de auto
preservación. Es compartida por humanos y animales y
ocurre cuando están atormentados o atrapados.
* “Ira estable e intencionada” y es una reacción a una
percepción de daño o trato injusto por otros de manera
malintencionada. Esta forma de ira y la anterior son
“episódicas”.
* El tercer tipo de ira es, sin embargo, recurrente y está
relacionada más con los rasgos de carácter que con los
instintos o pensamientos. Irritabilidad, resentimiento y
actitudes de mala educación son ejemplos de este tipo
de ira.
7. Potencialmente, la ira puede movilizar recursos
psicológicos y determinación para impulsar la corrección de
conductas equivocadas, la promoción de justicia social, la
comunicación de los sentimientos negativos y la reparación
de agravios. Asimismo, puede facilitar la paciencia. Por
otro lado, la ira puede ser destructiva cuando no encuentra
su salida apropiada en la expresión. En su forma fuerte
disminuye la capacidad para procesar información y para
ejercer el control cognitivo de la conducta. Una persona
enfadada puede perder su objetividad, la empatía, la
prudencia o la consideración y puede causar daño a
otros. Hay una clara distinción entre la ira y la agresión
(verbal o física, directa o indirecta), incluso a pesar de que
se influyen mutuamente. Mientras que la ira puede activar
la agresión o aumentar su probabilidad o intensidad, no es
ni necesaria ni una condición suficiente para la agresión.
8. …En cualquier caso, desde una perspectiva funcionalista, la ira es vista como una emoción
que se ha desarrollado para perfeccionar la adaptación y supervivencia de la especie (Izard, 1977).
La ira tienen una variedad de funciones adaptativas, que incluyen la organización y regulación de
procesos internos psicológicos y fisiológicos relacionados con la auto-defensa, a la vez que la
regulación de conductas interpersonales y sociales (Averill, 1982), ya que los síndromes
emocionales estarían construidos de acuerdo a los roles sociales (Averill, 1993).
La relación entre la ira y la agresión no está del todo clara, y en ocasiones, la agresión ha sido
considerada como expresión de la ira, pero en otros casos puede servir como función nuclear o
instrumental (Lemerise y Dodge, 1993). Algunos trabajos (p.ej. Cornell, Peterson y Richards,
1999) han mostrado como el autoinforme de ira es una medida válida en la predicción de la
conducta agresiva, al menos en muestras juveniles, sin embargo, a pesar de estos resultados o de
las propuestas e investigaciones realizadas por Berkowitz o Averill, la ira ha de ser entendida, no
sólo como una respuesta distinta a la agresión, sino también como una respuesta emocional
completa en sí misma, lo que significa que la ira no siempre haya de llevar inevitablemente a la
agresión. Para Izard (1993), la ira, por sí sola, puede servir a importantes funciones, indicando que
la expresión de la ira puede prevenir una agresión, aunque en realidad, la función directa de la ira
es la de favorecer y mantener altos niveles de energía, de manera que esta intensa activación que
caracteriza a la ira pueda acelerar las funciones mentales y motoras y mantenerlas en periodos
alargados de tiempo.
9. Desde la perspectiva de las últimas propuestas del modelo de Scherer (1999a) a partir de su ya
clásico sistema de chequeos de evaluación de estímulos, la ira aparece relacionada de la siguiente
forma con sus dimensiones de valoración.
En cuanto a la dimensión de evaluación de la novedad, la ira presentaría una alta sorpresividad, y
una baja familiaridad y baja predictibilidad. El placer intrínseco no se presenta como una
dimensión relevante en la ira, pero sí la facilitación de metas, destacando que la situación es
evaluada como un obstáculo, altamente probable y urgente.
En lo referente a la dimensión que evalúa el potencial de afrontamiento Scherer destaca que el
agente causal es otro y el motivo es intencionado. En la ira, además, el evento ante el que se da
esta respuesta emocional es valorado como incompatible con los estándares externos y también
internos.
En definitiva, Scherer (1997) entiende que la ira aparece provocada por eventos valorados como
obstáculos en la consecución de metas, como inmorales y muy injustos, y causados por otros.
10. En la sociedad moderna, la ira es vista como una respuesta inmadura o incivilizada
a la frustración, la amenaza, violación o pérdida. Por el contrario, mantener la calma ante una
provocación se considera admirable. Este condicionamiento puede causar expresiones
inapropiadas de ira como los estallidos de violencia incontrolada, la ira mal dirigida o la represión
de todos los sentimientos cuando estos, en teoría, serían una respuesta adecuada a la situación. La
ira que está constantemente "embotellada" puede conducir a la persistencia de los pensamientos o
acciones violentas, las pesadillas y los síntomas, incluso físicos. La ira también puede agravar
enfermedades de salud mental, problemas como la depresión clínica. La ira puede avivar las
llamas de la paranoia y el prejuicio, incluso en condiciones normales y situaciones cotidianas.
La gente tiende a expresar su ira pasiva o agresiva a través del comportamiento de atacar o huir.
En la ira pasiva o "de huida", la respuesta es la represión y la negación del comportamiento
agresivo. Sin embargo, la ira agresiva se caracteriza por el comportamiento agresivo, que está
asociado con la respuesta de "atacar", así como el uso de la fuerza física y verbal, a los abusos y
herir a otros.
11. Síntomas de la Ira.
El enfado puede ser de uno de los dos tipos principales: ira pasiva e ira agresiva. Estos
dos tipos de cólera tienen algunos síntomas característicos:
Ira pasiva
La ira pasiva puede expresarse de las siguientes maneras:
Desapasionamiento: evitar expresar comentarios/críticas abiertamente para expresarlos a
espaldas del otro, o susurrar, evitando el contacto visual como desprecio a los demás.
mostrar indiferencia o sonrisas falsas, mirando impasible, falta de decisión, adormecer los
sentimientos con el abuso de drogas, comer en exceso, dormir demasiado, no responder a
la ira de otro, frigidez, caer en prácticas sexuales que deprimen la espontaneidad y
convertirse en objeto de los participantes, pasar grandes cantidades de tiempo con
máquinas, objetos o actividades intelectuales, hablar de frustraciones sin expresar
sentimientos.
Derrotismo: predisponer a uno mismo o a los demás al fracaso, elegir a personas poco
confiables de las que depender, ser propenso a los accidentes, tener bajo rendimiento,
impotencia sexual, expresar frustración por cosas insignificantes, haciendo caso omiso de
las serias.
Manipulación mental: provocar a la gente y a continuación mostrarse condescendiente con
ellos, o quedarse al margen, chantaje emocional, falsa tristeza, fingir una enfermedad,
sabotear las relaciones, provocar sexualmente, utilizar a un tercero para transmitir
sentimientos negativos, negar dinero o recursos.
Autoculpabilidad: disculparse continuamente, ser demasiado crítico, invitar a la crítica.
Autosacrificio: mostrar sufrimiento y negarse a recibir ayuda o mendigar agradecimiento.
Comportamiento obsesivo: ser excesivamente limpio y ordenado, mantener todo bajo
control constantemente, mantener dietas excesivas o comer excesivamente, exigir que
todos los trabajos se hagan a la perfección.
Evasividad: dar la espalda en una crisis, evitar los conflictos, no responder a las
discusiones, llegando a convertirse en fóbico.
12. Ira agresiva.
Ira que impide el consentimiento en las acciones que desarrolla el ser humano. Se crea por:
*Vulnerabilidad de los sentidos.
*Incentivación de las condiciones del espacio.
*Creación de odio hacia algo o alguien.
13. Consecuencias de los efectos de la Ira.
Cuando no tenemos control de la ira, ésta puede ser destructiva. Los estudios muestran que los
ataques de ira frecuentes y excesivos pueden usualmente ocasionar depresión. Considere los
resultados de un importante estudio llevado a cabo por investigadores en la Escuela de Medicina
Johns Hopkins (Johns Hopkins School of Medicine). Los investigadores recogieron cuestionarios
que fueron contestados por más de 1.100 estudiantes de medicina desde 1948 hasta 1964. Entre
otras cosas, los estudiantes describieron la manera como reaccionaban ante situaciones
estresantes. Comparando los resultados con registros de salud en los próximos 30 a 40 años, los
investigadores concluyeron que los estudiantes impetuosos tenían el doble de posibilidades de
caer finalmente en la depresión. También tenían posibilidades casi dos veces y media mayores de
sufrir ataques cardíacos.
14. Simplemente desahogando la ira no se resuelve el problema; de hecho, esto reforzará viejos
patrones trillados en la relación y mantendrá el status quo, de acuerdo con la psicóloga Harriet
Lerner. Algunas veces puede ser útil sólo desahogar algo de la cólera (sin ser ofensivo), pero esto
usualmente garantizará que nada cambiará. Como lo señala Lerner en “The Dance of Anger”,
“Los sentimientos de depresión, baja autoestima, autotraición e inclusive de odio por nosotros
mismos son inevitables cuando peleamos, pero continuamos sometiéndonos a circunstancias
injustas, cuando nos quejamos pero vivimos de una manera que traiciona nuestras esperanzas,
valores y potenciales o cuando nos encontramos satisfaciendo el estereotipo de la sociedad de la
persona criticona, implacable, destructiva”.
Y la rabia no necesariamente desaparece cuando llega la depresión. De hecho, los desórdenes del
temperamento pueden sólo echar más leña al fuego. De acuerdo con un informe reciente en
Journal of Clinical Psychiatry (revista de psiquiatría clínica), cerca de una de cada tres personas
deprimidas son también abiertamente hostiles. Frecuentemente la hostilidad está acompañada de
culpabilidad, ansiedad, recelo y preocupaciones por la salud. Además, muchas personas
deprimidas presentan “ataques de cólera”. La molestia más leve puede ocasionar aceleración de
los latidos del corazón, sudoración, sofocos y opresión en el pecho.
15. Predisposición genética.
Al final del siglo XIX, Sigmund Freud, el padre
del psicoanálisis, argumentó que los individuos
nacen con un innato sentido del amor, pero que la
ira y la hostilidad llegan cuando la necesidad de
amor no es satisfecha o es frustrada. Un siglo
después, este punto de vista fue criticado por
la Sociedad Psicológica Estadounidense y por
la Asociación Antropológica estadounidense .
Esta última concluyó, en 1988, que el ser
humano no está genéticamente predispuesto
a la ira ni a la violencia, y que la violencia no
puede ser científicamente relacionada con el
proceso natural de evolución.
16. Instrumentos de evaluación
de la ira.
La escala de Estado, refleja sentimientos o acciones del tipo “estoy furioso”, “tengo ganas de
romper cosas”, etc. donde el sujeto responde en una escala de cuatro puntos, reflejando como se
siente en ese momento, y que consta de tres sub escalas: Sentimiento, Expresión Física y
Expresión Verbal.
La escala Rasgo esta compuesta por ítems del tipo “tengo un carácter irritable”, “pierdo los
estribos”, etc., a los que el sujeto contesta en una escala de cuatro puntos en función de cómo se
siente normalmente. Esta escala posee dos sub escalas, la escala Temperamento de ira (T-
Anger/T),refleja la propensión a experimentar y expresar ira sin una provocación específica;
Reacción de ira (T-Anger/R) mide las diferencias individuales en la disposición para expresar ira
cuando se es criticado o tratado injustamente por otros;
Ira Interna (AX/In), mide la frecuencia con la que los sentimientos de ira son frenados o
suprimidos;
Ira Externa (AX/Ex), mide la frecuencia con que un individuo expresa ira hacia otras personas u
objetos del entorno;
Control de Ira Interna (In/Con), mide la frecuencia con que un individuo intenta controlar la
expresión interna de su ira;
Control de Ira Externa (Ex/Con), mide la frecuencia con que un individuo intenta controlar la
expresión interna de su ira.
Expresión de ira (AX/EX), proporciona un índice general de la frecuencia con la que es expresada
la ira, independientemente de la dirección de la expresión (interna, externa).
17. Manejo efectivo de la ira.
La respuesta no está en retener toda la ira en su
interior. Si usted constantemente “reprime” su
cólera, es más probable que esta crezca, como
un volcán, hasta que usted explote en un lucha o
furia de auto derrota.
Otra técnica no efectiva para manejar la ira es el
hecho de culpar a su compañero (o a alguien
más) o utilizar el silencio y la distancia
emocional para transmitir su hostilidad. Esto no
solamente provoca una ira enfermiza, sino que
aumenta las posibilidades de que sus
sentimientos sean desestimados por irracionales
e inclusive “locos”.
18. ... La psicóloga Harriet Lerner. aconseja “lo que debe hacer” y “lo que no debe
hacer” cuando se siente encolerizado:
Hable con claridad cuando una situación sea importante para usted. Esto no significa que usted
deba convertir en un acontecimiento cada irritación menor que se le presenta, sino que usted
adopte una actitud firme frente a situaciones que lo harían sentir infeliz y resentido si permanece
callado.
Tómese un aislamiento temporal. Algunas veces una buena pelea purifica el ambiente, pero con
más frecuencia ésta solo refuerza viejos patrones. Si usted siente una rabia tan intensa que su
corazón palpita fuerte, tómese algún tiempo para aclarar las cosas antes de hablar. Hágalo en otra
parte de la casa o salga (lejos de la persona a quien estaba dirigiendo su ira inicialmente). Tómese
todo el tiempo que necesite para calmarse completamente antes de regresar.
Descubra la causa de su cólera. Pregúntese cuál es el problema real, qué parte de la situación lo
está haciendo encolerizar, lo que cree y piensa, lo que quiere lograr o cambiar, quién es
responsable de qué, qué estaría dispuesto a hacer y a no hacer. “Estas preguntas pueden parecer
simples, pero es sorprendente la frecuencia con la que marchamos hacia la batalla sin saber de qué
se trata la guerra”, dice Lerner. …
19. …
Pelee limpio. No culpe, no etiquete, no amenace, no diagnostique, no predique, no ridiculice, no
ordene ni dé ultimátum. No importa si usted se educó bajo estas tácticas poco limpias, trate de no
utilizarlas nunca en una discusión, dice Lerner. Lo que es más importante, no menosprecie ni
humille a la otra persona. (El psicólogo e investigador en problemas de pareja John Gottman ha
encontrado que el menosprecio por el compañero es uno de los mejores indicadores para predecir
el fracaso de una relación.)
Incorpore la palabra “YO” en su lenguaje. Use la palabra “YO” cuando expresa sus
sentimientos, por ejemplo, “YO siento esto cuando tú haces esto”. Con esta técnica se tienen
menos probabilidades de que la otra persona entre a la defensiva que cuando se le culpa y se le
critica (“Tú nunca haces lo que amenazas hacer”, “Tú me sacas de las casillas”). Lerner aconseja
tener cuidado con los “pseudo-YO”, como por ejemplo “Yo creo que eres egoísta y egocéntrico”.
Evite también las etiquetas (“Eres tan tacaño”) y trate de no diagnosticar a la otra persona y de no
decir lo que él o ella deben sentir o hacer.
Sea específico. Las peticiones vagas tales como “Necesito que te preocupes más por mí” no son
muy útiles, a menos que se den ejemplos acerca de lo que se quiere decir. (“Sólo necesito que me
escuches, no estoy buscando consejos”.)
Acepte las diferencias de opiniones. No pelee por saber quién tiene la verdad absoluta; ambos
pueden acordar que se puede estar en desacuerdo y usted no tiene que ganar todas las discusiones.
Si alguien minimiza sus sentimientos, Lerner aconseja que se le diga algo así como, “bien, te
puede parecer loco, pero eso es lo que siento”.
20. …
Dése cuenta que cada persona es responsable de su propio comportamiento. Si usted está enojado
con un hijo o con sus parientes políticos, no lance maldiciones a su cónyuge: depende de usted encontrar
la manera de manejar la situación.
No diga a las personas la manera como “deben” sentir. Puede ser tentador, pero absténgase, también,
de criticar o diagnosticar los sentimientos de alguien. Esto no significa que a usted se le deba culpar por
esos sentimientos, por su puesto. Si una persona está enojada por una decisión que usted tomó, Lerner
aconseja reconocer la ira de la siguiente manera: “entiendo que estés enojado y si yo fuera tú me sentiría
igual, pero ya lo he pensado y esta es mi decisión”.
No canalice sus sentimientos a través de una tercera persona. En lugar de decirle a su cónyuge:
“nuestro hijo está muy enojado porque trabajaste hasta tarde y no fuiste a la obra de teatro que tenía en la
escuela” dígale “estoy preocupada: Eres importante para mí y realmente quería que estuvieras allá”.
Recuerde que el cambio toma tiempo. No espere resultados rápidos de unas cuantas confrontaciones: a
usted lo pondrán a prueba una y otra vez. Prepárese para esto y habrá menos posibilidades de que lo
saquen de quicio.
21. Manejo de la ira en niños.
Existen programas específicos que pueden mostrar
los módulos de técnicas con los que se trabaja. El
primero de ellos, desarrollado por Kendall y
Braswell en 1985 se centraba básicamente en el
control de la respuesta impulsiva ante la aparición de
problemas, apoyando la intervención en el uso de
auto-instrucciones (que en estos rangos de edad
aumentan su eficacia). El programa entrenaba cinco
pasos en la resolución de un problema: 1)
reconocimiento y definición del problema; 2)
desarrollo de alternativas de solución al problema; 3)
focalización de la atención en los elementos clave
del problema; 4) elección de la potencial
mejor solución de acuerdo a la anticipación de sus
consecuencias; y 5), auto refuerzo por el uso de la
técnica. Este programa se centra en el afrontamiento
de situaciones conflictivas y por lo tanto hace
referencia a un aspecto concreto de la respuesta del
niño. Sin embargo, otros programas se centran más
en la regulación del proceso emocional y cognitivo
en la interacción
social y no tanto en la regulación de la situación.
…
22. …
El segundo programa que se presenta es el
desarrollado por Greenberg y su grupo y denominado
PATHS (Promoting Alternative Thinking Strategies)
(Bierman y Greenberg, 1996). Este programa busca el
incremento de conductas prosociales mediante los
siguientes módulos:
1) Incremento las conductas sociales positivas
mediante: a) aprendizaje de habilidades para hacer y
mantener amigos; b) desarrollo de interacciones
sociales placenteras, y c) desarrollando habilidades de
expresión de opiniones y de escucha en la interacción.
2) Desarrollo de estrategias de autocontrol y
regulación emocional: a) reconociendo extremos
afectivos y nivelándolos, b) diferenciando respuestas
emocionales de respuestas conductuales.
3) Uso de estrategias de solución de problemas: a)
parando y pensando antes de actuar; b) planteando
múltiples alternativas de solución analizando sus
potenciales consecuencias, y c) aplicando la solución
y evaluando su utilidad.