2. Desde épocas prehistóricas, el ser humano ha demostrado
una naturaleza salvaje.
El mando de estos grupos fue ostentado primero por el más
fuerte, después por el más anciano, y finalmente por el más
sabio. Es así como nace el poder, que se relaciona desde su
origen con la violencia legítima
3. Uno de las primeras civilizaciones en legitimar la
violencia es la Antigua Roma.
El poder de ejercerla se concentra en los patricios,
es decir, la clase dominante de esa época, por lo
que los plebeyos tratan de quitarles ese poder a lo
largo de su historia.
4. Los romanos dan la pauta para legitimar la violencia
mediante el Derecho.
Surge la “utrumque gladium”, o “Teoría de las Dos
Espadas”, mediante la cual el poder, y por lo tanto la
violencia legítima, se dividen en :
El poder espiritual, representado por el Papa.
El poder temporal, representado por los reyes.
5. Se deja de concentrar el poder en la Iglesia, y
en el Rey, y finalmente se crea al Estado, con
el pacto social.
El Estado pasa a ser el encargado de ejercer
la violencia, paradójicamente para evitarla de
manera continua
6. De esta forma, el Estado se vuelve el encargado de
ejercer la violencia de manera legítima, y al mismo
tiempo, de evitarla en sus dominios.
El individuo renuncia
a su violencia individual por una
sociedad más justa.
El Derecho es el que legitima y criminaliza
a la violencia.
7. En consecuencia, la violencia legítima es necesaria en
el Estado para preservar la paz, pero solo cuando ésta
está bien conducida, y se aplica con criterios de justicia
y equidad.