1. LA TAREA DE FORMARSE
Formarse no puede ser más que un trabajo sobre sí mismo, tener la tarea de
formarse es una orden paradójica. La profesión de enseñante ha estado
subordinado a la adquisición de conocimientos y a la realización de cursos, integrar
el saber que se debe transmitir e incentivarse bajo control en la práctica de la
clase es, sin duda, el doble objetivo de esta formación: formación requerida,
formación dada y seguida.
Pero la misión de formarse toma hoy en día otra connotación. La formación de los
enseñantes surge de la problemática general de la formación, de esa problemática
que se desarrollo a partir de las experiencias de movimientos juveniles, de la
educación popular y de la formación profesional, y de la problemática de la
formación de adultos utilizada para tareas de dirección, de organización-
Esta problemática se construyo fuera del mundo de la enseñanza, en rivalidad con
ella, lo que significa frecuentemente contra ella.
El advenimiento de la formación, sus planes de estudios, sus diplomas, sus
maestros y a través de ellos, la formación de los enseñantes, se inscribe en un
contexto histórico y cultural que la subdetermina. Una formación que responda a
todas las interrogantes, a todos los desordenes, a todas las angustias de los
individuos y de los grupos desorientados y movilizados por un mundo en constante
mutación.
La formación como una función social de transmisión del saber, como suele decirse
del saber-hacer o del saber-ser, que se ejerce en beneficio del sistema
socioeconómico o, más generalmente, de la cultura dominante. La formación como
un proceso de desarrollo y de estructuración de la persona que lo lleva a cabo bajo
el doble efecto de una maduración interna y de posibilidades de aprendizajes de
reencuentros y de experiencias.
La formación puede verse también como una institución, es un dispositivo
organizacional que, por ejemplo, está hecho de programas, planes de estudio,
certificaciones, y construcciones.
Especificidad de la formación de los docentes, es un proceso de desarrollo
individual tendiente a adquirir o perfeccionar capacidades, capacidades se sentir,
actuar, imaginar, comprender, aprender, y utilizar el cuerpo.
2. La formación incluye también las etapas de la vida escolar con sus éxitos y sus
fracasos, las capacitaciones programadas para esto o aquello, es decir, los caminos
marcados e instrumentos que emprenden obligatoria o facultativamente el trayecto
de la formación.
Una de las especificaciones que tiene la formación de los enseñantes es que es
una formación doble, es decir, el oficio de enseñante exige una formación
científica, literaria o artística, y una formación profesional que a veces se reduce a
una formación pedagógica, pero la cual ahora se reconoce que incluye otros
aspectos que se relaciona con la inserción institucional, con las tareas de
concertación, de gestión y orientación.