Psicología: Revista sobre las bases de la conducta humana.pdf
Cardiología: Enfermedades pericárdicas y tumorales
1. CONFERENCIAS / Cardiología
Enfermedad pericárdica y tumores cardíacos
Mª Josefa Fernández del Palacio DVM, PhD, Dipl ECVIM-CA (Cardiology)
El pericardio es la estructura que envuelve al corazón y la salida de los grandes vasos. Anatómicamente está
especializado para cumplir complejas funciones, activas y pasivas.1 Está formado por dos capas que incluyen nervios,
vasos sanguíneos y linfáticos: a) pericardio parietal, la más externa y b) pericardio visceral, la interna. Entre ellas se
encuentra el espacio pericárdico que contiene una pequeña cantidad de fluido (ultrafiltrado del plasma, bajo en
proteínas y células), cuya principal función es la de lubricar las superficies internas del saco pericárdico. En base a la
estructura y localización, el pericardio sirve para proteger al corazón de patologías de órganos adyacentes, prevenir la
dislocación del mismo y evitar la sobredistensión cardiaca. A pesar de ello, se ha demostrado que el pericardio no es
esencial para el desarrollo de una funcionalidad cardiovascular normal. Sin embargo, cuando enferma puede poner en
peligro la vida del animal.2
Las enfermedades que afectan al pericardio en perros y gatos pueden ser de tipo congénito (poco frecuentes), tales
como las hernias peritoneopericardio diafragmáticas y los quistes cardiacos y de tipo adquirido (más frecuentes) tales
como la efusión pericárdica, pericarditis constrictiva y tumores pericárdicos.
AFECCIONES CONGÉNITAS
Hernia peritoneopericardio diafragmática
Consiste en una comunicación persistente entre las cavidades peritoneal y pericárdica que permite el paso de
estructuras abdominales dentro del saco pericárdico. Aunque la hernia está presente al nacimiento en la mayoría de los
casos, el comienzo de los signos clínicos puede ocurrir a cualquier edad o no aparecer, siendo identificada, de forma
incidental, cuando se realizan radiografías torácicas o en necropsia.2
Cuando están presentes, los signos clínicos se relacionan con el sistema grastrointestinal (vómito, diarrea, pérdida de
peso) y respiratorio (intolerancia al ejercicio, disnea-taquipnea y tos), siendo menos frecuente el taponamiento cardiaco.
El examen radiográfico puede hacer sospechar el defecto mediante alteraciones en la densidad radiográfica en la porción
caudoventral del espacio pericárdico. Ventralmente a la vena cava caudal puede aparecer un remanente mesotelial
persistente indicativo del borde dorsal de la hernia. La ultrasonografía y el contraste de bario (si existen asas
intestinales) permiten realizar el diagnóstico.
El tratamiento de este proceso es quirúrgico, pero si se ha diagnosticado en animales adultos de forma incidental,
debería considerarse la necesidad o no de la resolución quirúrgica.
Quistes pericárdicos
Son poco frecuentes en perros y no descritos en gatos. Los signos clínicos más frecuentes, tales como sonidos cardiacos
atenuados, venas yugulares distendidas, ascitis y pulsos femorales débiles son debidos generalmente al taponamiento
cardiaco. El diagnóstico se efectúa mediante ecocardiografía bidimensional. La escisión quirúrgica del quiste junto con
una pericardiectomía parcial son el tratamiento de elección.2
Published in IVIS with the permission of the editor Close window to return to IVIS
Proceedings of the SEVC-AVEPA Conference, Barcelona 2007
2. AFECCIONES ADQUIRIDAS
Efusión pericárdica
Es la patología cardiaca adquirida más frecuente en perros y esporádica en gatos. Se trata de un incremento del
volumen del fluido dentro del saco pericárdico. Las efusiones pericárdicas pueden inducir cuatro estadios funcionales:1
a) producción lenta de fluido no detectado; b) efusión sin compresión cardiaca; c) efusión que se produce a un ritmo
suficiente para ocasionar compresión cardiaca, pero controlada por mecanismos compensadores y d) taponamiento
cardiaco es decir, la situación clínica en que la efusión pericárdica causa incremento de la presión dentro del saco
pericárdico por encima de la presión en cavidades derechas, ocasionando trastorno hemodinámico. En este caso, el
colapso de atrio y ventrículo derechos determina una restricción del llenado cardiaco y por tanto una reducción de la
precarga y del gasto cardiaco.2 En los casos de efusión pericárdica aguda (sangrado agudo en pacientes con
hemangiosarcoma de atrio derecho o rotura de atrio izquierdo en perros con endocardiosis valvular mitral) se produce
un incremento súbito de la presión intrapericárdica, no permitiendo una distensión de la fibrosa y adaptación
apropiadas, lo que conduce a una caída brusca del gasto cardiaco con hipotensión, colapso y síncope. En los casos de
efusión pericárdica crónica, el saco pericárdico puede albergar mayor volumen de fluido debido a una mayor capacidad
de distensión del pericardio. Sin embargo, la elevada presión venosa sistémica junto con la activación de los
mecanismos compensadores neurohormonales (debido a la disminución del gasto cardiaco), ocasionan retención de
fluido y signos de fallo cardiaco congestivo (ascitis, hepatomegalia, distensión/pulsación yugular y a veces efusión
pleural).
Según la naturaleza del fluído, las efusiones se clasifican en1,2: a) Trasudados (hernias peritoneopericardio
diafragmáticas, fallo cardiaco congestivo derecho, quistes, hipoalbuminemia o incremento de la permeabilidad vascular);
b) Exudados (pericarditis infecciosa, idiomática); c) Hemorragias (idiomática, más frecuente o secundaria a neoplasias,
rotura de la pared atrial, traumatismo torácico, punción cardiaca y coagulopatías); d) Quilo, muy poco frecuente en
animales.
Evaluación clínica del paciente con efusión pericárdica: Los animales pueden presentarse en la consulta con historia de
síncopes, signos de colapso cardiovascular o de fallo cardiaco congestivo derecho.2 La combinación de distensión y/o
pulsación venosa yugular, variación de la presión arterial con la respiración y atenuación de sonidos cardiacos a la
auscultación sugiere la presencia de efusión pericárdica.3 Aunque los hallazgos electrocardiográficos no son ni sensibles
ni específicos de los pacientes con efusión pericárdica, en algunos animales pueden aparecer: reducido voltaje de la
onda R, alternancia eléctrica y elevación del segmento ST.2 La radiología torácica puede ser normal (efusión leve) pero
en casos de grandes volúmenes es característica la cardiomegalia generalizada y la pérdida de los contornos cardiacos.
La presencia de tumores de base cardiaca origina generalmente desplazamiento de la tráquea dorsalmente y hacia la
derecha. La ecocardiografía es la técnica más sensible y específica para la detección de las efusiones pericárdicas,
permitiendo estimar el volumen y en muchos casos determinar la causa. La acumulación de fluido aparece en la imagen
como un espacio hipoecógeno que se extiende desde el ápex hasta la base. Los tumores pueden visualizarse dentro de
las cavidades, infiltrando el miocardio o alrededor de los grandes vasos en la base del corazón. La visualización del
colapso diastólico de las paredes de las cavidades derechas indica una elevada presión intrapericárdica con
taponamiento. Los análisis laboratoriales pueden ser reflejo de las causas de la efusión: un incremento de los leucocitos
puede indicar inflamación, infección o hemorragia; la elevación de los eritrocitos nucleados circulantes se ha descrito en
los hemangiosarcomas de bazo y corazón; el análisis de la efusión generalmente indica la naturaleza de la misma
(trasudado, exudado o quilo) así como los cultivos bacterianos de las efusiones, evaluación sérica para la detección de
hongos y virus (gatos) pueden ser positivos en casos de pericarditis. Las troponinas séricas se elevan en casos de
neoplasia cardiaca.3 El examen de las células de la efusión generalmente no aportan muchos datos sobre la causa de la
misma salvo en pacientes con linfoma o inflamación séptica. Aunque se ha sugerido que un pH bajo del fluido puede
sugerir efusión idiopática o inflamación y un pH elevado neoplasia, en un estudio reciente no se obtuvieron resultados lo
suficientemente concluyentes como para utilizar este parámetro para determinar la causa de la efusión.3
Tratamiento de la efusión pericárdica/taponamiento cardiaco: aunque depende de la etiología, es preciso estabilizar el
paciente realizando pericardiocentesis en los casos de taponamiento cardiaco y extrayendo la mayor parte del fluido
(salvo en casos de rotura de atrio izquierdo o coagulopatías).2 Los diuréticos y los venodilatadores están
contraindicados (especialmente en pacientes sintomáticos) ya que reducen el llenado ventricular predisponiendo a la
hipotensión, síncope y fallo renal. La furosemida a dosis bajas puede administrarse posteriormente a la
pericardiocentesis en los pacientes con signos de fallo cardiaco congestivo derecho con el fin de potenciar la eliminación
de sodio y la corrección de los signos clínicos. El tratamiento quirúrgico, realizando una pericardiectomía parcial, por
debajo del nervio frénico, puede ser necesario en perros jóvenes con efusiones hemorrágicas idiopáticas recurrentes.4
En los casos de pericarditis infecciosa supurativa, además de antibioterapia específica es preciso el drenaje pericárdico y
la eliminación del mismo posteriormente, con el fin de evitar la constricción pericárdica. El tratamiento de las causas
específicas de infección requiere terapia específica añadida.
Proceedings of the SEVC-AVEPA Conference, Barcelona 2007
3. PERICARDITIS CONSTRICTIVA
Esta afección pericárdica descrita en perros consiste en una alteración del llenado diastólico debido a la incapacidad de
distensión del pericardio, pero sin taponamiento.2 Este aparece engrosado con fibrosis de ambas hojas, visceral y
parietal, importantes adhesiones y solamente una pequeña cantidad de fluido.2 La efusión-constricción pericárdica
aparece, generalmente, secundaria a inflamación crónica, hemorragia recurrente o neoplasia. En algunos perros con
inflamación crónica el espacio pericárdico es muy reducido y el corazón se encuentra encajado en un saco rígido no
distensible, impidiendo la distensibilidad de los ventrículos, reduciendo el gasto cardiaco y ocasionando signos de fallo
cardiaco derecho o biventricular.2 La ecocardiografía Doppler puede ser útil para establecer el diagnóstico ya que
aparecen variaciones del flujo de entrada atrioventricular relacionadas con las fases de la respiración, es decir
disminución de las velocidades del flujo transmitral durante la espiración.1,2 El tratamiento de elección para corregir la
constricción es la eliminación quirúrgica del pericardio, incluyendo la hoja visceral, es decir decorticación del epicardio.2
TUMORES CARDIACOS
Los tumores que afectan al corazón son poco frecuentes tanto en humana como en animales. Las últimas publicaciones
indican que en el perro los tumores primarios son más frecuentes que las metástasis5 y que los hemangiosarcomas
seguidos de los chemodectomas son los tipos de tumores más diagnosticados.2,5 Sarcomas indiferenciados, mixomas,
carcinoma tiroideo ectópico, fibroma, fibrosarcoma, rabdomiosarcoma, condrosarcoma y mesotelioma han sido descritos
también.5 En los gatos los tipos más frecuentes son los linfomas, chemodectomas, hemangiosarcoma mestastásico,
fibrosarcoma y carcinoma de glándula mamaria. Los signos clínicos causados por los tumores cardiacos dependen más
de su localización anatómica y trastornos hemodinámicos que de sus tipos histológicos. Pueden ser responsables de
efusiones pericárdicas severas, disfunción ventricular, arritmias cardiacas y obstrucción de los tractos de salida
ventricular y tracto de entrada atrioventricular.6 La ecocardiografía bidimensional constituye el procedimiento
diagnóstico de elección para la identificación de tumores y masas del corazón, aunque en algunos casos puedan ser
necesarios la resonancia magnética o la tomografía, junto con la biopsia.1,4 El tratamiento de los tumores cardiacos
dependerá del tipo de tumor, aunque en general se basará en una combinación de quimioterapia, cirugía y radiación.2
BIBLIOGRAFÍA
1. Spodick DH: Pericardial diseases. En: Brawnwald E, Douglas PZ, Libby P (eds). Heart disease. A textbook of
cardiovascular medicine. WB Saunders, Philadelphia, 2001:1823-1877.
2. Sisson D, Thomas WP: Pericardial disease and cardiac tumors. En: Fox P, Sisson D, Moise NS (eds). Texbook of
canine and feline cardiology. Principles and clinical practice. 2nd ed. WB Saunders Company, Philadelphia,
1999:400-425.
3. Fine DM, Tobias AH, Jacob KA: Use of pericardial fluid pH to distinguish between idiopathic and neoplastic
effusions. J Vet Intern Med 2003;17:525-29.
4. Aronsohn MG, Carpenter JL: Surgical treatment of idiopathic pericardial effusion in the dog: 25 cases (1978-
1993). J Am Anim Hosp Assoc 1999;35:521-25.
5. Ware W, Hopper DL: Cardiac tumors in dogs:1982-1995. J Vet Intern Med 1999;13:95-103.
6. Fernández del Palacio MJ, Talavera J, Bayón A et al. Left ventricular outflow tract obstruction secondary to
hemangiosarcoma in a dog. J Vet Intern Med 2006; 20:
Proceedings of the SEVC-AVEPA Conference, Barcelona 2007