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Pedagogía de la pregunta
La pregunta como elemento esencial del método socrático indujo
al educador brasileño Paulo Freire a construir toda una pedagogía
alrededor de la pregunta. No es posible, exponer con detalle la
trascendencia de esta experiencia y su método que revolucionaron
la educación de América Latina, por lo que nos limitaremos a
breves referencias, dejando para los maestros la decisión de
profundizar esta teoría pedagógica. En el portal de Google se
destacan más de 100.00 mil páginas sobre la pedagogía de la
pregunta (febrero, 2012).
Paulo Freire en su libro La pedagogía de la pregunta, plantea
que “los maestros y alumnos, se reúnen en el aula de clase para
plantearse preguntas acerca de los problemas prácticos de sus
vidas, de sus comunidades y del conocimiento que esperan
construir”. Para el maestro Freire, la pregunta es el eje
medular, es el activador del pensamiento y del discurrir sobre
los diferentes asuntos que se plantea el grupo como tarea.
“Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre
estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los
profesores contestan a preguntas que los alumnos no han
hecho”. En esa frase se resume una idea esencial. Desde el
ámbito de la enseñanza-aprendizaje de las ciencias, un objetivo
prioritario es que los estudiantes utilicen con eficacia sus
conocimientos y habilidades en la resolución de situaciones
problemáticas. En este proceso de resolución, diferentes
investigaciones educativas recomiendan fomentar el
planteamiento de preguntas por parte del estudiante. Es a
partir de la didáctica de resolución de preguntas problema en
el aula como se puede conceptualizar y fortalecer el
aprendizaje de los estudiantes y, de modo complementario, el
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desarrollo de sus capacidades intelectuales superiores. Freire
nos dice que “el origen del conocimiento está en la pregunta, o
en las preguntas, o en el mismo acto de preguntar; bien puede
decirse que el primer lenguaje fue una pregunta, la primera
palabra fue, a la vez, pregunta y respuesta, en un acto
simultáneo”. Con ello, Freire nos quiere significar que la
pregunta es de naturaleza humana, y por tanto, el hombre
como ser histórico-social se debe a que ha logrado constituir
un lenguaje articulado y pensado a partir de la formulación de
sucesivas preguntas. En la medida en que el hombre que posea
suficientes elementos lingüísticos tenga la posibilidad de pensar
mejor, y poseer una mayor capacidad y calidad en su
pensamiento, desde luego, podrá formularse preguntas con
mayor sentido.
Enrique Margery dice que si la misión de la Educación es
prepararnos para el mundo y facultarnos para la autonomía, la
libertad, la creatividad (el ejercicio de la vida), necesitamos
una educación para la incertidumbre, para una realidad
cambiante que cumpla lo siguiente:
1. Promueva la indagación. Según John Dewey, las preguntas
son “las manos con las que exploramos el mundo”. Así, en la
escuela deberíamos conocer las características de una buena
pregunta, para aprender a preguntar mejor.
2. Valore el error y la cooperación. En la escuela tradicional el
error es algo malo y las pruebas son individuales. En la escuela de
la pedagogía de la pregunta se valora el aprendizaje colectivo,
aprendizaje social (a decir de Konrad Lorenz: “Frente al
peligro, la cooperación es buena”) y se sabe que los errores
son centrales en el aprendizaje (cuando son reprimidos, no
jugamos a aprender, sino a no equivocarnos).
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Potencie la capacidad de localizar y utilizar información. Es
decir, las herramientas para realizar proyectos, plantear y
resolver problemas, generar conexiones entre diferentes
saberes y utilizar creativamente lo que ya conocemos para dar
con lo nuevo.