1. EL PRÍNCIPE
Esta importante obra escrita por Nicolás Maquiavelo, es un tratado de teoría política,
corresponde al proceso de transito de la Europa Medieval a los tiempos modernos, sobre
cuyas bases surgió el modelo capitalista.
La libertad mental conquistada por el hombre del Renacimiento y que lo apartaba de
dogmas para enfrentar de manera más creadora la realidad material, representa la nueva
organización sobre las relaciones sociales. Referente a los tratos personales habla sobre
los tipos de personas existentes, basados o ejemplificados en hechos reales.
Este manual de gobierno, exclusivo para príncipes de la época, puede ser utilizado en
ciertas partes en la actualidad, ya que el autor se basa o se guía por la mente del hombre
y como este reacciona a diversas situaciones.
Se clasifica los tipos de principados, según su opinión y las características y exigencias de
cada uno, que determinan las medidas a tomar por el nuevo gobernante para garantizar
su poderío. Estos principados son los hereditarios, que son los más fáciles de conservar,
y los nuevos, que son del todo nuevos, se llaman mixtos.
Respecto a los tipos de gobiernos, considera dos: los asistidos por siervos, donde el
príncipe tiene mayor autoridad y le serán fieles si no los oprime y el asistido por nobles,
siempre fáciles de sobornar por su descontento, el consejo al gobernante es recordar que
no puede cambiar a todos sus súbditos, pero si puede cambiar o crear nuevos nobles.
Si el príncipe posee un Estado, se sostiene a sí mismo con un ejército respetable e
integrado por sus propios súbditos y una ciudad bien fortificada. Solo los principados
eclesiásticos pueden prescindir de la milicia, pues su poder radica en la religión. El
príncipe solo debe preocuparse por su ejército, pues no debe delegar su control en nadie.
Es vital cuidar del bienestar de sus ministros para asegurar su lealtad y debe pedir
consejo solo cuando él y no otros lo considera necesario, y entonces preguntar a menudo,
escuchar con paciencia y ofenderse si le mienten.
Concluye que la fortuna solo rige la mitad de los resultados y la otra mitad determinan los
actos humanos. Es preferible ser impetuoso y no cauto, pues la fortuna varía.