1. El pasado de la psicología
Hasta el siglo XIX la psicología no era una disciplina
formal. Por supuesto, la mayoría de los grandes
pensadores de la historia, desde Aristóteles a
Zaratustra, se planteaban cuestiones que en la
actualidad
serían
consideradas
psicológicas.
Querían conocer cómo se recoge la información a
través de los sentidos, cómo se emplea para
resolver problemas y cómo nos hace actuar de
manera noble o cobarde; se preguntaban sobre el
carácter lábil de las emociones y si es posible
controlarlas o son ellas las que nos gobiernan; al igual que los psicólogos
actuales, querían describir, predecir, comprender y modificar el comportamiento
con el fin de contribuir al conocimiento y aumentar la felicidad humana. Pero a
diferencia de los psicólogos actuales, los pensadores del pasado no solían
basarse en la evidencia empírica y muchas de sus observaciones estaban
basadas en anécdotas o descripciones de casos individuales. Esto no quiere decir
que los predecesores de la psicología moderna estuvieran siempre equivocados,
sino que muy al contrario muchas de sus intuiciones y observaciones se
confirmaron posteriormente. El médico griego Hipócrates (460-377a. c.), padre de
la medicina moderna, observando pacientes
con lesiones en la cabeza llegó a la conclusión
de que el cerebro tenía que ser la fuente última
de «placeres, alegrías, risas y bromas, así
como de penas, dolores, tristezas y lágrimas».
y de hecho así es. Durante el siglo I a. C., los
filósofos estoicos observaron que las personas
no se entristecen, se enfadan o se ponen
nerviosas por los acontecimientos reales sino
2. por las interpretaciones que hacen de esos acontecimientos. y así es. En el siglo
XVII, el filósofo inglés John Locke (1643-1704) argumentó que la mente funciona
mediante la asociación de ideas que surgen de la experiencia, una propuesta que
sigue influyendo hoy en muchos psicólogos.
El nacimiento de la psicología moderna
A la vez que la frenología alcanzaba la cima de su popularidad, hombres y
mujeres en Europa y América, pioneros de la psicología, comenzaron a emplear el
método científico en la investigación psicológica. En 1879, Wilhelm Wundt (18321920) estableció oficialmente el primer laboratorio psicológico en Leipzig,
Alemania. Wundt estudió Medicina y Filosofía y escribió sobre psicología, fisiología
, historia natural, ética y lógica, pero es especialmente admirado por los psicólogos
por haber sido el primero en anunciar en 1873 que iba a intentar hacer de la
psicología una ciencia y porque su laboratorio fue el
Primero que publicó sus resultados en una revista científica. Aunque el laboratorio
de Leipzig comenzó siendo sólo unas cuantas habitaciones en un viejo edificio,
rápidamente se convirtió en el lugar al que tenía que acudir todo aquel que
quisiera ser psicólogo, por lo que muchos de los pioneros estadounidenses
recibieron allí su formación. Los investigadores del laboratorio de Wundt no
estudiaban toda la diversidad de temas que trata la psicología actual, sino que se
concentraban en el estudio de sensación, percepción, tiempos de reacción,
3. imaginación y atención, y evitaban el aprendizaje, la personalidad y la
psicopatología.
El método de investigación preferido por Wundt era la introspección sistemática,
en la que sujetos voluntarios aprenden a observar, analizar y describir
cuidadosamente sus propias sensaciones, imágenes mentales y reacciones
emocionales. Este procedimiento no era sencillo y los sujetos tenían que realizar
10000 observaciones de práctica antes de poder participar en estudios reales. Una
vez entrenados, podían emplear hasta 20 minutos en describir las experiencias
vividas anteriormente durante un experimento que había durado 1,5 segundos.
Aunque Wundt confiaba en que la introspección sistemática produjera resultados
fiables y verificables , la mayoría de los psicólogos la acabó rechazando por ser
demasiado subjetiva. No obstante Wundt cuenta con el reconocimiento de haber
iniciado el movimiento que hizo de la psicología una ciencia.
Tres psicologías pioneras
Durante las primeras décadas de existencia de la psicología como disciplina
formal, tres fueron las escuelas psicológicas más populares. Una desapareció
pronto, otra dejó de existir como escuela independiente pero siguió manteniendo
su influencia y la tercera sigue viva a pesar del apasionado debate que existe
sobre si pertenece o no al ámbito de la psicología científica.
Estructuralismo: Las ideas de Wundt, algo modificadas, fueron difundidas por
uno de sus alumnos, E. B. Titchener (1867-1927), con el nombre de
estructuralismo. Al igual que Wundt, los estructuralistas querían descomponer las
sensaciones, imágenes y sentimientos en sus elementos básicos, de la misma
manera que la química describe el agua en términos de átomos de hidrógeno y
oxígeno. Por ejemplo, se pide a alguien que escuche el golpeteo de un metrónomo
y diga exactamente la que oye. La mayoría de los participantes suelen decir que
perciben un patrón (algo así como CLIC, clic, clic, CLIC, clic, clic), , pese a que los
golpes que produce el metrónomo son en realidad iguales. En otros casos se les
4. pedía que descompusieran los elementos del sentido del gusto al morder una
naranja (dulzor, acidez, humedad, etc.). Sin embargo, a pesar del programa de
investigación intensivo realizado, el estructuralismo fue desapareciendo porque la
explicación del pensamiento ha de ir más allá de descubrir los elementos
componentes de una sensación o imagen y sus conexiones. Años después del
abandono del estructuralismo,
Wolfgang Kohler (1959) y sus compañeros
recordaban su experiencia como estudiantes: «Lo que nos incomodaba era. ..la
implicación de que la vida humana, aparentemente tan llena de color, tan intensa
y dinámica, no era más que un aburrimiento tremendo». La confianza del
estructuralismo en la introspección también con llevó
problemas, ya que a pesar del entrenamiento exhaustivo de los participantes en
los experimentos, éstos no siempre daban informes congruentes. Si se les pedía
que imaginaran la que se les viniera a la mente al oír la palabra triángulo, la
mayoría decía crear la imagen visual de una forma con tres lados y tres ángulos,
pero uno podría decir que era una forma roja brillante con ángulos iguales y otro
que se trataba de una forma giratoria sin color y con un ángulo mayor que los
otros Iados. Algunos incluso decían poder pensar sin tener que formarse ninguna
imagen visual (Boring, 1953). De esta forma, era, por tanto, difícil conocer cuáles
son los atributos mentales básicos de un triángulo.
Funcionalismo: Otro de los primeros enfoques
de la psicología científica, el funcionalismo,
ponía el énfasis en la función o en
propósito
el
de la conducta más que en su
análisis o descripción Uno de sus líderes fue el
filósofo, médico y psicólogo estadounidense
William James (1842-1910) quien argumentaba
que buscar los elementos integrantes de la
experiencia, como habían hecho Wundt y Titchener, era una pérdida de tiempo
porque el cerebro y la mente están en permanente cambio. Las ideas estables,
sobre los triángulos o cualquier otra cosa, no son lo que se entrevé a la luz de «las
candilejas de la conciencia». Intentar captar la naturaleza de la mente a través de
5. la introspección, escribió James (1890/1950), es como «asir una peonza para
coger su movimiento, o intentar encender la luz tan rápidamente que podamos ver
cómo es la oscuridad». Donde los estructuralistas se preguntaban qué pasa
cuando un organismo hace algo, los funcionalistas se preguntaban cómo y por
qué. Esta postura, en parte, estaba inspirada por las teorías evolucionistas del
naturalista británico Charles Darwin (1809-1882). Darwin había defendido que la
tarea de la Biología no era la mera descripción, por ejemplo del plumaje del pavo
real o las manchas pardas de los lagartos, sino la de intentar comprender la
contribución de estos atributos a la supervivencia, por ejemplo porque sirvieran
para atraer a la pareja o para ocultarse a la vista de los enemigos. De igual forma,
los funcionalistas querían conocer cuál era la contribución de conductas
específicas y procesos mentales a la adaptación de personas o animales al medio,
y por ello, se pusieron a buscar las causas subyacentes y las consecuencias
prácticas del comportamiento y los procesos mentales.
A diferencia de lo que les había sucedido a los estructuralistas, los funcionalistas
se sintieron libres para elegir entre varios métodos y ampliaron el campo de la
psicología al estudio de la infancia, los animales, las experiencias religiosas y a lo
que James denominó «el flujo de la conciencia», metáfora que todavía se utiliza
porque refleja muy bien la sensación de que los pensamientos fluyen como la
corriente de un río, a veces plácida, a veces turbulenta. El funcionalismo, como el
estructuralismo, tuvo una vida corta como escuela psicológica porque carecía de
una teoría precisa y de un programa de investigación que consiguiera adhesiones.
Además, abrazó el estudio de la conciencia justo en el momento histórico en que
este concepto iba a caer en desgracia. Sin embargo, el énfasis del funcionalismo
en las causas y consecuencias de la conducta marcó el curso de la psicología
científica.
6. Psicoanálisis:
El siglo XIX también conoció el nacimiento y desarrollo de varias terapias
psicológicas. Por ejemplo, en Estados Unidos, el movimiento de la «cura mental»
fue inmensamente popular entre 1830 y 1900. Las «curas mentales» eran intentos
de corregir las «falsas ideas», que se decía que llevaban a la ansiedad, depresión
e infelicidad (Caplan, 1998; Moskowitz, 2001). La escuela de la Cura mental es
uno de los antecedentes de las terapias cognitivas actuales . Pero la psicoterapia
que tendría impacto mundial durante más de un siglo nació en Viena (Austria).
Mientras los investigadores europeos y americanos trabajaban en sus laboratorios
intentando hacer de la psicología una ciencia, un neurólogo desconocido, Sigmund
Freud (1856-1939), escuchaba en su consulta las narraciones de los enfermos
sobre su depresión, su nerviosismo o sus hábitos
obsesivos.
Freud llegó a la convicción de que muchos de los
síntomas que presentaban sus pacientes tenían
causas mentales y no físicas. Su conclusión fue
que el malestar que padecían se debía a
conflictos y traumas emocionales que se habían
producido durante
demasiado
la infancia
dolorosos
para
y que eran
ser
recordados
conscientemente, tales como experimentar deseos sexuales hacia la madre o el
padre. Para Freud la conciencia no es más que la punta del iceberg. Bajo la parte
visible subyace la parte inconsciente de la mente que contiene deseos no
revelados, pasiones, secretos culpabilizadores, anhelos innombrables y conflictos
entre el deseo y el deber. Muchos de estos impulsos y pensamientos son de
carácter sexual o agresivo. No solemos ser conscientes de ellos en la rutina
cotidiana, pero se dejan entrever en los sueños, los actos los fallidos, accidentes
aparentes e incluso en los chistes. Freud (1905a) escribió: «No hay mortal que
pueda guardar un secreto. Si sus labios permanecen en silencio, sus dedos
hablan. Exuda traición por los poros». Las ideas de Freud no tuvieron un éxito
inmediato. De hecho, de su primer libro, La interpretación de los sueños
7. (1900/1953), sólo se vendieron 600 ejemplares durante los ocho años posteriores
a su publicación. Sin embargo, su propuesta fue tomando forma como teoría
general de la personalidad y método de psicoterapia hasta llegar a ser conocida
como psicoanálisis. La mayoría de los conceptos freudianos fueron y siguen
siendo rechazados por los psicólogos experimentales, pero han tenido y tienen
una influencia enorme sobre la filosofía, la literatura y el arte del siglo xx. El
nombre de Freud se ha convertido en algo tan cotidiano como el de Einstein. A
partir de estos comienzos en el marco de la filosofía, las ciencias naturales y la
medicina, la psicología se ha convertido en una disciplina compleja que incluye
diferentes especialidades, perspectivas y métodos. En la actualidad es una gran
familia numerosa que sigue creciendo; sus integrantes tienen abuelos comunes,
pero algunos primos se han aliado entre sí, en tanto que otros discuten
permanentemente o no se dirigen la palabra.