2. Alexandre Aja puede presumir de un dinamismo más convencional que el empleado
por Wes Craven en Las Colinas Tienen Ojos, así como de una visión plusmarquista a
la hora de rodar semejante film. Con Piraña 3D, donde las influencias del director Joe
Dante permanecen muy por debajo de las requeridas en un remake, Aja consigue re-
afirmar que su valor en cuanto a dirección se refiere puede absorber las incoherencias
de sus guiones.
Tal y como vimos en Las Colinas Tienen Ojos, todo un sentimiento de autocrítica
reafirmado constantemente a lo largo del film puede derivar a un argumento viable,
y de ahí, a un sencillo entretenimiento, y en Piraña 3D, Aja obvia los tópicos de la
Serie B, apenas roza las figuras políticas de ambicioso interés turístico (Murray
Hamilton en Tiburón), y consigue repetir la fórmula, haciendo de la película un
entretenido divertimento, menos exasperante que su anterior film.
Un reparto poco habitual y que no ha sido exprimido con la suficiente firmeza, cuya
mayor parte resaltó a mediados de los años 90, en el que podemos encontrar a una
talentosa y desaprovechada Elisabeth Shue, y a un discreto Ving Rhames. Papeles
carismáticos (y breves) corresponden a los secundarios interpretados por Christopher
Lloyd y a Richards Dreyffus, este último apenas goza de 3 minutos del largometraje.
La británica Kelly Brook ejerce una actuación bastante forzada, que únicamente llena
el elenco por otras razones ajenas a su interpretación.
Piraña 3D supone un aplaudido regreso a las cintas veraniegas de Serie B, en la se
intenta aportar la coherencia necesaria para hacer de la película un entretenimiento de
calidad que no supone ninguna pérdida de tiempo, aunque da la sensación de que
podría haber aportado más de lo que ofrecía en un principio.