Michael Bay logra una historia más entretenida que su anterior película gracias a un guión llevado con naturalidad y sin riesgos de perder la pauta. Las tomas fotográficas plasman bien la belleza de ambos mundos con una iluminación mejor trabajada. El villano interpretado por Patrick Dempsey representa un personaje oscuro en el que parece haberse centrado más el guión.
2. Michael Bay acostumbra a prescindir de una firmeza en el guión que resulta necesaria
para mantener una continuidad prolongada. Con su nueva película, logra incumplir su
canon, y forma una historia bastante más entretenida que su anterior entrega. Por
supuesto, otro elemento que ha tenido que obviar con respecto a la penosa Venganza
de los Caídos ha sido ese pésimo sistema humorístico que intentó encajar, de manera
contraproducente.
En este caso, la película no lleva consigo un ritmo frenético, a pesar de sus increíbles
efectos visuales, al igual que en su anterior entrega, pero logra resaltar más un
argumento que está llevado con naturalidad y sin riesgos de perder la pauta del guión.
Por otra parte, la ausencia de Megan Fox no se hace notar, pero da la sensación de
que un pequeño tirón del guión habría sido bastante original, pero este asunto habla
por si solo; no hacen falta explicaciones.
Las tomas fotográficas resultan ideales a la hora de plasmar la belleza desconocida de
ambos mundos, compaginan perfectamente con un ambiente menos sombrío que las
anteriores entregas, algo que, por supuesto, logra una iluminación bastante mejor
trabajada que el uso de la luz solar en la anterior entrega.
Otro tópico del cine de Michael Bay es la falta de significado en sus obras. Es obvio
que intenta resaltar la humanidad de los actos que cometemos, así como la libertad
que se le ha de entregar a todos los ciudadanos, pero estos mensajes quedan
plasmados de maneras muy pobres, entre situaciones cogidas con pinzas en las que
no tienen cabida ciertos diálogos con estas temáticas de conversación (si podemos
definir conversación como “combate de robots donde uno de ellos comienza a
charlar”)
Los papeles más contundentes recaen en los secundarios “ de lujo”, como el de
Frances Macdormand, perfecta como de costumbre, en un papel que resulta muy
contradictorio, hecho que muy probablemente sea símbolo de autocrítica. Otro papel
que no acaba de funcionar es el de Bruce Brazos realizado por John Malcovich, quien
continúa en la estela de interpretación “cómico-realista” que vimos en RED.
El villano interpretado por Patrick Dempsey resulta bastante digno de mención por
representar un idóneo personaje caracterizado por la oscuridad de un ego que forma
un guión que parece haberse centrado en este papel más que en ningún otro.
Michael Bay no resulta un director que llegue a compaginar la acción con el
argumento, como por ejemplo, Martin Campbell, y que deja tras de si una estela de
imperfecciones que tendrá que perfilar.