Evaluación y planificación son las dos palabras que deberían estar presentes al cierre e inicio de un año. ¿Qué hicimos bien y debería mejorarse o continuar?, ¿Qué hicimos mal y debería modificarse? ¿Qué de nuevo deberíamos hacer? y ¿Qué no deberíamos continuar haciendo?.
1. Tema: Gestión y Liderazgo 09/01/2010
Evaluación y Planificación al Inicio del Año
Por Agustín Zúñiga Gamarra
Evaluación y planificación son las dos
palabras que deberían estar presentes al
cierre e inicio de un año. ¿Qué hicimos bien
y debería mejorarse o continuar?, ¿Qué
hicimos mal y debería modificarse? ¿Qué
de nuevo deberíamos hacer? y ¿Qué no
deberíamos continuar haciendo?. Evaluar
y planificar son los estandartes. Pero las
respuestas a estas preguntas les
corresponde en primer lugar a los jefes,
conductores, o máximos responsables de las
organizaciones, sea en el hogar, club de
futbol, sindicato, concejo municipal, gobierno
regional, ministerio o país. Pues en ellos
radica la responsabilidad de conducir, guiar,
a su colectivo que lo representa. Cierto es
que en la mayoría de los casos, ellos son
designados, por lo que terminan de jefes, no aspiran a llegar a ser líderes.
Ordenan, gritan, exigen, castigan. Casi nunca, convocan, explican y convencen.
La mayoría de los responsables de las instituciones del estado en nuestro país
son jefes no líderes. Por eso se notan altos niveles de corrupción, autoritarismo,
discrecionalidad, limitada transparencia y desconocimiento al merito. Pretenden
la inmutabilidad de la actual situación, no aspiran a mejoras creativas, cuidan
más sus beneficios personales, el lucro es su emblema. Dado que no tienen
calidades de líderes carecen de valores, identidad, sentido de pertenencia a su
colectivo, su autoestima es baja y hasta no disponen del conocimiento necesario.
En contraposición el líder frente a situaciones de crisis o tránsitos difíciles,
avizora el futuro y propone el mejor camino, promueve la participación, acepta
ideas distintas, porque sabe comprender, tolerar, pero tiene el suficiente carácter
y responsabilidad para tomar decisiones. Su mayor bien es el ejemplo.
Por ello al fin de año e inicio del siguiente, los responsables de las
organizaciones (hogar, institución, municipalidad, gobierno regional y gobierno
nacional) deberían presentar a sus colectivos el balance de su gestión, señalar lo
malo, lo bueno y especialmente sus propuestas. Pero estas exposiciones solo
tendrán valides si son presentadas con indicadores, numéricos, que reflejen con
claridad sus logros y la brecha, entre el presente y el futuro propuesto. Pero para
que deje de ser demagogia una exposición de este estilo, debería acompañarse
de la estrategia que debería seguirse y del presupuesto requerido. No se puede
iniciar el año, sin hacer conocer al colectivo y comprometerlo voluntariamente a
seguir el camino propuesto. Nos tenemos que acostumbrar a evaluar
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2. Tema: Gestión y Liderazgo 09/01/2010
anualmente la gestión de los “jefes”: conocer prístinamente ¿cuánto hizo
de lo que propuso?, ¿lo hizo bien mal o aceptable?, ¿qué pretende hacer
para el próximo año? ¿Cuánto costaría? y ¿con qué gente pretende
hacerlo?. Deberíamos acostumbrarnos a mirar, a nuestra organización, como si
fuera nuestra empresa. Porque si así fuera no le renovaríamos el contrato al
gerente, que no hizo bien las cosas, que no alcanzó las metas que se propuso
durante el año transcurrido o incluso nos hizo perder. Si fuera así,
contrataríamos a otro que nos merezca más confianza, le exigiríamos en primer
lugar honestidad (incluido a su equipo) y en segundo lugar capacidad
(conocimientos).
Los que trabajamos en las instituciones públicas creemos que no somos dueños
de nada, que nuestra organización puede ser conducida como sea y por quién
fuera, con tal que nos paguen. Eso no debiera ser así, porque sí somos dueños
de ella, pues pertenecen a todos los peruanos. Y ellos (el Perú) mediante sus
impuestos nos pagan los sueldos. Así que también nosotros deberíamos ser
evaluados anualmente, y recontratados solo si hay méritos.
Pero eso no se practica en las instituciones públicas, la cultura del mérito no
existe, no se disponen de planes de carrera, hoy, se le puede entregar un cargo
al que menos mérito tiene, basta con que sea afín a la mediocridad. Aquí se
práctica lo que en el ámbito militar sería una aberración que: “el capitán mande
al coronel”, como ocurre sin vergüenza, “el bachiller manda al doctor”. Es una
farsa pedir al gobernante, que gobierno bien o haga bien las cosas, cuando
dentro de mi propia organización la administro como me place.
Hoy el indicador principal y único es el porcentaje de ejecución del presupuesto.
No se da cuenta, de su impacto en beneficio de la sociedad. Porque los
trabajadores de las organizaciones y la sociedad misma no acostumbramos a
pedírselos. He visto con perplejidad, que en algunas instituciones en lugar de dar
cuentas anuales, prefieren recitar poemas, cantar o bailar. Dentro biliosamente
me digo “uno tiene el gobernante que se merece”.
Así, el Perú no puede continuar, no podemos seguir manteniendo o siendo parte
de este engaño, por ello deberíamos promover la dación de la ley de carrera del
empleado público, y una especial del investigador científico, para no
mezclar a las instituciones que hacen ciencia de las típicamente personal de los
ministerios o dependencias públicas. Porque son distintas, esta última es más
burocrática, la primera se sustenta en la creatividad, meritocracia y estudio
permanente. Es obvio que al iniciar el 2010, nos propongamos a rechazar el
camino de la continuidad y mediocridad y optar el camino del cambio, de la
evaluación y del merito.
Lima, 9 de enero de 2010
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