El documento describe el carisma claretiano como una gracia especial que Dios otorga para anunciar el Evangelio y buscar la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Se centra en San Antonio María Claret, quien recibió esta gracia con una inquietud misionera para que Dios sea conocido, amado, servido y alabado. El carisma claretiano enriquece a la Iglesia y ayuda a seguir a Jesús anunciando el Reino de Dios.