2. Ratón Pérez nació en tiempos remotísimos, cuando las madres ofrecían los dientes de leche de sus hijos a los roedores, para que los niños crecieran fuertes y sanos. Desde entonces este extraordinario ratón, sobre todo en nuestro país, recoge los dientes que los niños colocan bajo la almohada y deja, a cambio, moneditas o regalos Luis Coloma convirtió a su personaje en un elegante ratón de ciudad. Su casa y su familia encarnan las costumbres, usos y aficiones de la clase media acomododa de la época.
3. Alfonso XIII nació en Madrid el día 17 de mayo de 1886, hijo de Alfonso XII y María Cristina de Austria. Reinó en España desde el mismo día de su nacimiento, porque su padre había muerto, hasta la proclamación de la República en 1931. El manuscrito autógrafo del padre Coloma, con su firma y una dedicatoria al rey Alfonso XIII, está encuadernado en piel verde con broche y cortes dorados. Se conserva en la cámara de seguridad de la Real Biblioteca de Palacio.
4. La reina M.ª Cristina llamaba a su hijo Bubi en la intimidad. Coloma llama Buby al rey protagonista de su cuento. El rey niño Buby I colocó su diente debajo de la almohada, como es costumbre hacer, y esperó impaciente la llegada del ratoncito. Ya se había dormido, cuando un suave roce lo despertó. El Padre Coloma describe así el encuentro del pequeño rey protagonista del cuento con el Ratón Pérez: «Entre la muerte del Rey que rabió y el advenimiento al trono de la Reina Mari-Castaña, existe un largo y obscuro periodo en las crónicas, de las que quedan pocas memorias. Consta, sin embargo, que floreció en aquella época un rey, Buby I, gran amigo de los niños pobres y protector decidido de los ratones...»
5. «A poco abría Buby mucho los ojitos, luchando contra el sueño, que se los cerraba: cerróselos al fin del todo, y el cuerpecillo resbaló buscando el calor de las mantas, y la cabecita quedó sobre la almohada, escondida tras un brazo, como esconden los pajaritos la suya debajo del ala». «De pronto, sintió una cosa suave que le rozaba la frente. Incorporóse de un brinco, sobresaltado, y vió delante de sí, de pie sobre la almohada, un ratón muy pequeño, con sombrero de paja, lentes de oro, zapatos de lienzo crudo y una cartera roja, terciada a la espalda». Tras las respectivas presentaciones y varios intentos de cogerle el rabo, Buby consiguió convencer y acompañar a Ratón Pérez en su peligrosa misión nocturna, pasando por la acogedora casita de Ratón Pérez, donde residía con su mujer y sus hijos, hasta la buhardilla donde vivía muy pobremente Gilito, un niño que como él también esperaba su visita. Para ello Buby fue transformado en ratón:
6. «Ratón Pérez saltó de repente sobre su hombro, y le metió por la nariz la punta del rabo: estornudó estrepitosamente el Reyecito, y por un prodigio maravilloso, que nadie hasta el día de hoy ha podido explicarse, quedó convertido, por el mismo esfuerzo del estornudo, en el ratón más lindo y primoroso que imaginaciones de hadas pudieran soñar: Era todo él brillante como el oro, y suave como la seda, y tenía los ojitos verdes y relucientes como dos esmeraldas cabochón». En su extraordinario viaje, Buby descubrió que había niños muy diferentes, que pasaban hambre y frío pero que también eran sus hermanos porque todos eran hijos de Dios.
7. «Era su carrera desatinada, obscuro el camino, húmedo y hasta pegajoso, y cruzábanse á cada paso con bandadas de diminutas alimañas, que á tientas les pinchaban y mordían».
8. «A poco entraron en una suave explanada, que venía a desembocar en un sótano ancho y muy bien embaldosado, donde se respiraba una atmósfera tibia, perfumada de queso. Dobláronse una enorme pila de éstos, y encontráronse frente a frente de una gran caja de galletas Huntley. Allí era donde vivía la familia de Ratón Pérez, bajo el pabellón de Carlos Prast...». Fue famosa la tienda de Carlos Prast –aunque realmente fueron dos: una confitería y una tienda de ultramarinos– por la calidad de sus productos y la buena atención de sus vendedores. Así describe su actividad un cronista de la época: La casa del Ratón Pérez. Calle del Arenal, 8
9. «Las aves vuelan como cuando estaban vivas; es decir, desaparecen del escaparate como por arte de magia; los jamones desaparecen también, como si permanecieran todavía unidos al cuerpo de sus sabrosos propietarios; los vinos se venden en tal cantidad, que de momento no hay para qué preocuparse de la cuestión suscitada con Francia; los dulces se expenden á su vez por toneladas... En fin, aquello es un delirio gastronómico que bien vale, por la extraordinaria gula que representa, una confesión... fuera de abono».
10. «Al calorcito de la lumbre oculta bajo el rescoldo, dormía el temido Don Gaiferos, gatazo enorme, cartujano, cuyos erizados bigotes subían y bajaban al compás de su pausada respiración... La guardia ratonil, inmóvil, silenciosa, preparada, mordiendo ya casi el cartucho, protegía el paso del rey Buby, formando desde el dormido Don Gaiferos hasta los dos agujeros de entrada y de salida, el formidable triángulo romano de la batalla de Ecnoma... Era aquello imponente y aterrador...»
11. «Era aquello un cuchitril infecto, en que el techo y el suelo se unían por un lado, y no se separaban lo bastante por el otro, para dejar cabida a la estatura de un hombre. Entraba por las innumerables rendijas el viento helado del alba, que ya clareaba, y veíanse por debajo de la tejavana del techo, grandes cuajarones de hielo. No había allí más muebles que la silla que servía de observatorio al rey Buby, un cesto de pan vacío, colgado del techo a la altura de la mano, y en el rincón menos expuesto a la intemperie, una cama de pajas y de trapos en que dormían abrazados Gilito y su madre».
12. Quiso el Padre Coloma, con este pequeño rey sembrar, la idea de que todos los hombres somos hermanos: ricos y pobres, buenos y malos. Bajo su título, escribió estas palabras, que luego volvió a repetir en otros cuentos por él publicados:
13. Luis Coloma Este cuento va dedicado a ese niño/a que todavía llevamos dentro... Garabatos_2002 (a.s.b.) 2008