LA ESPIRITUALIDAD QUE NOS ANIMA EN LA ACCIÓN CARITATIVA Y SOCIAL
Reflexión y lúcida clarificación de la experiencia espiritual desde el compromiso caritativo con la sociedad.
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #4.pptx
La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa
1. Reflexiones y marcos de acción
9
Laespiritualidadquenosanimaenlaaccióncaritativaysocial
Laespiritualidadque
nosanimaenlaacción
caritativaysocial
9
Embajadores, 162
28045 Madrid
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SECRETARÍA GENERAL DE
POLÍTICA SOCIAL Y CONSUMO
DIRECCIÓN GENERAL
DE POLÍTICA SOCIAL,
DE LAS FAMILIAS
Y DE LA INFANCIA
MINISTERIO
DE SANIDAD, POLÍTICA SOCIAL
E IGUALDAD
GOBIERNO
DE ESPAÑA
Vicente Altaba Gargallo
ISBN 978-84-8440-550-4
2.
3.
4. Reflexiones y marcos de acción
9
La espiritualidad que
nos anima en la acción
caritativa y social
Vicente Altaba Gargallo
5. Edita:
Cáritas Española Editores
Embajadores, 162
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ISBN:
978-84-8440-550-4
6. A ti,
que vives el servicio a los pobres
como don del Espíritu
y eres testigo de que la lógica del mercado
puede trascenderse
con la lógica del don y la gratuidad.
7.
8. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
7
Presentación ......................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 9
Introducción .......................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 13
1. Espiritualidad trinitaria que hunde sus raíces en la entraña
amorosa de nuestro Dios .............................................................................................................................................................................................................................. 19
2. Espiritualidad histórica, de ojos y oídos abiertos a la realidad de
los pobres ................................................................................................................................................................................................................................................................................................................. 25
3. Espiritualidad encarnada que hace de la persona el centro de la
acción caritativa y social ................................................................................................................................................................................................................................ 33
4. Espiritualidadtransformadoraquenossitúaalladodelospobres
y contra las causas de la pobreza ................................................................................................................................................................................. 39
5. Espiritualidad de la ternura que nos hace apreciar lo débil y
pequeño ......................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 45
6. Espiritualidaddelagraciaquenoshacevivirelcompromisocomo
vocación y don ....................................................................................................................................................................................................................................................................................... 51
7. Espiritualidad de comunión, para acoger al otro como un regalo
y promover su participación ............................................................................................................................................................................................................ 57
8. Espiritualidad de discernimiento para optar a la luz del Evangelio ... 63
Índice
Í
9. Cáritas
8
Reflexiones y marcos de acción
9. Espiritualidad pascual que nos hace testigos de fortaleza y
esperanza ........................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 69
10. Espiritualidad eucarística, alimentada y celebrada en el
sacramento de la Eucaristía ........................................................................................................................................................................................................ 75
11. Espiritualidad de la pobreza evangélica que nos hace sencillos
y pobres ...................................................................................................................................................................................................................................................................................................................... 81
12. Espiritualidad evangelizadora que hace presente en el mundo
la buena noticia del amor misericordioso de Dios ............................................................................. 87
Anexo: Oraciones para terminar la reflexión personal o grupal .............................. 97
Siglas y abreviaturas ............................................................................................................................................................................................................................................................................ 103
El autor ........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................ 107
10. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
9
«Ojalá escuchéis hoy su voz» (Salmo 95).
Una de las características de nuestro mundo, repetida incansablemente por Benedicto
XVI, es el llamado «eclipse de Dios» (M. Buber). Dios no es noticia, desarrollamos
nuestra vida cotidiana desde la ausencia transparente de Dios. Incluso los que nos
llamamos y consideramos creyentes vivimos de manera opaca la presencia de nuestro
Dios.
Esta alerta nos concierne, especialmente, a los que estamos vinculados al ejercicio de
la Caridad. Podemos descubrir, en muchas ocasiones, cómo «gradualmente la vida se
va diluyendo en mero compromiso» (H. de Lubac) y, por lo tanto, va disolviéndose
lo nuclear de nuestro ser.
En este Año de la Fe, a los cincuenta años del Concilio Vaticano II, es esencial para
todo el Pueblo de Dios volver a la «fonte donde todo mana» (San Juan de la Cruz).
y este libro es una viva invitación, una lúcida clarificación y un pedagógico itinerario
para la vida en el Espíritu.
Es una invitación porque nos transparenta de forma lúcida cómo el cultivo de la
espiritualidad es indispensable para la acción sociocaritativa, cuestión esencial, en
primer lugar, porque «la fe tiene vocación de experiencia» de Dios (H. de Lubac) y
sin ese cultivo originario es fácil perder el horizonte de nuestra vida y compromiso.
y en estos momentos históricos en los que hemos perdido todas las cartas de
navegación es imprescindible volver a mirar las estrellas. En un mundo desnortado
P Presentación
11. Cáritas
10
Reflexiones y marcos de acción
y sin rumbo volver la mirada a quien es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6)
es una necesidad existencial de las personas.
En segundo lugar, es forzoso ponernos en manos del Espíritu para que nos sustente
en tiempos de turbación y zozobra histórica. El desánimo, desaliento y «cansancio
del alma» (Santa Teresa de Jesús) nos embarga en nuestro transitar, especialmente a
quiénes intentamos caminar con los pobres y excluidos, convirtiéndonos en cómplices
de la desesperanza. Los cristianos que vivimos en las fronteras del olvido, en los
márgenes oscuros de nuestras sociedades en el compromiso por la dignidad de
los excluidos tenemos la responsabilidad de construir o, mejor dicho, de compartir
Esperanza. Y nuestra Esperanza nos viene de más allá de nosotros mismos, porque
es un regalo del Dios de Jesús.
La reflexión de nuestro buen amigo Vicente Altaba, es una lúcida clarificación de la
experiencia espiritual desde el compromiso caritativo. Sabemos que en la historia
de la espiritualidad, en la teología y en la vida de los grandes místicos ha existido
una gigantesca lucha contra los límites del lenguaje para expresar la experiencia del
Misterio. La poesía mística es un elocuente ejemplo de este profundo esfuerzo por
contar, expresar y compartir lo más hondo de nuestro existir que es «más elevado
que lo más alto de mí mismo; más íntimo a mí que mi propia intimidad» (San Agustín).
Sin embargo, en este libro brota de manera sencilla y con un lenguaje accesible y
fluido qué significa la vida en el Espíritu.
y esta vida en el Espíritu no consiste en volar hacia lo Absoluto desentendiéndonos
del mundo, sino que es una vida en el Espíritu encarnada en la historia. En definitiva,
es «espiritualidad cristiana». Este aspecto es esencial destacarlo en tiempos de «new
age», de orientalismos místicos y espiritualismos múltiples «ad hoc». La espiritualidad
cristiana es encarnada, histórica y comprometida. El Espíritu del Dios cristiano es
«Espíritu en el mundo» (K. Rahner). La espiritualidad cristiana es presencia convocada
al compromiso, pues estamos «incondicionalmente concernidos» (P. Tillich) con el
mundo desde nuestra opción creyente.
Si este estudio es una viva invitación y una lúcida clarificación, además, y no menos
importante, es un excelente itinerario pedagógico. Es un libro práctico para poder
compartir en comunidad, para hacer discernimiento sobre nuestras vidas, para
12. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
11
valorar nuestra acción caritativa. Nos abre con suma facilidad esferas de la realidad
ignotas o poco transitadas en nuestro compromiso cotidiano y nos sirven de guía
para ejercer la Caridad a la «luz de la verdad» (Benedicto XVI).
En el momento que vivimos de turbulencia histórica, desde el seguimiento de Cristo
sabemos que es necesario recrear la vida, y en ninguna parte se está erigiendo la vida
tal como Dios la quiere si no es liberando a los pobres, a los olvidados y humillados,
a los excluidos, a los últimos que habitan en las fronteras de la dignidad. Por ello,
esta serena provocación de Vicente a la espiritualidad cristiana es una invitación al
compromiso y esta convocatoria al compromiso es una invitación a la espiritualidad
cristiana.
Compromiso con los últimos y vida en el Espíritu nacen hermanados en la experiencia
del Dios de Jesús, como se expone a lo largo de esta obra. Por ello, como cristianos
estamos llamados a situarnos a los pies de la cruz, con los crucificados de la tierra,
«fijos los ojos en Jesús, el que inició y completa nuestra fe» (Heb 12, 2). Es la
experiencia a la que nos invita y conduce el autor en esta reflexión.
Sebastián Mora
Secretario General de Cáritas Española
13.
14. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
13
La razón última de la acción caritativa y social de la Iglesia está en Dios, que es
amor, nos ha manifestado en Cristo su amor preferencial por los pobres y sigue
suscitando este amor en la comunidad cristiana por la presencia y acción del
Espíritu.
El ministerio de la caridad se inserta en el corazón mismo de la vida en el Espíritu,
así como la animación de la caridad en la comunidad, tarea fundamental en el
ejercicio de la caridad, es obra de cada uno de nosotros y de toda la comunidad,
pero es, sobre todo, obra del Espíritu.
El Espíritu Santo, por el que confesamos que Jesús es el Señor y por el que
formamos parte de un cuerpo en el que cada uno ponemos nuestros dones
y carismas al servicio de los demás, en especial de los más débiles
, es el que
suscita en la Iglesia el carisma de la caridad, fundamento del correspondiente
ministerio de servicio a los pobres. De ahí que necesitemos una profunda
espiritualidad si queremos ejercer el ministerio de la caridad y animar la caridad
en la comunidad.
¿Pero qué queremos decir cuando hablamos de espiritualidad? ¿Tiene algo que ver
la espiritualidad con nuestra acción caritativa y social? ¿Será la espiritualidad una
Con esto hacemos referencia directa a su fundamento teológico, cristológico y pneumatológico, es decir,
trinitario. Cfr. Cáritas Española: Reflexión sobre la identidad de Cáritas, Madrid, 1997, I. En adelante será citado
con la sigla RIC.
Cfr. 1Cor 12, 3b-7. 11ss.
I Introducción
15. Cáritas
14
Reflexiones y marcos de acción
forma de escapar, de huir de la cruda y dura realidad o, por el contrario, será lo
que nos mueve y anima en el ejercicio de la caridad?
Espiritualidad viene de espíritu. Y hablar de espíritu, en castellano, es hablar de
ánimo, aliento, valor, energía, fuerza. Según esto, hablar de espiritualidad de la
acción caritativa y social es hablar de lo que anima, alienta, da fuerza y energía a
nuestra acción caritativa y social. En este sentido cabe hablar de muchas y diferentes
espiritualidades, inspiradas en diversos patrimonios culturales, morales y espirituales
.
Pero espiritualidad en sentido cristiano significa algo más. La espiritualidad cristiana
viene del Espíritu, con mayúscula, pues, «cristianamente hablando, no puede
haber más espiritualidad que la que viene del Espíritu Santo»
. En este sentido
hablar de espiritualidad tiene una clara connotación religiosa y significa reconocer
que el Espíritu es el que nos mueve a amar a los hermanos y el que nos anima,
alienta, orienta, da fuerza y abre perspectivas y posibilidades nuevas en el servicio
del amor, en el servicio de la caridad.
En Cáritas decimos que hay ejercicio organizado de la caridad porque hay pobres
y porque hemos sido ungidos por el Espíritu para dar la Buena Noticia a los
pobres: «El mismo Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio
a los pobres conduce a sus discípulos hacia la misión de continuar la obra
salvadora entre los más abandonados»
.
No obstante, queremos significar que el término pobre debe interpretarse en
sentido amplio, pues, como muy bien precisa Benedicto XVI, aun en el supuesto
de una sociedad justa en que no hubiera pobres, siempre sería necesario el
ejercicio de la caridad, ya que «siempre el ser humano tiene y tendrá necesidad
de amor», así como siempre será necesaria «la caridad social» que anima a los
cristianos a configurar rectamente la vida en sociedad y a atender a los hombres
Cfr. Joaquín García Roca: Espiritualidad para voluntarios, Madrid, 2012. En este libro estudia la espiritualidad
en la acción social desde la óptica de buscar la convergencia en un espacio y una ética común donde lograr
el encuentro entre las diferentes espiritualidades en favor de la sociedad inclusiva que necesitamos en este
mundo globalizado.
Comisión Episcopal de Pastoral Social: LaIglesiaylospobres,Madrid, 1994, n. 130. En adelante este documen-
to será citado con la sigla IP.
RIC, I. 3.
16. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
15
en todas sus necesidades. Dicho con otras palabras, siempre será necesario
«curar dolencias» y «expulsar demonios» que oprimen y esclavizan la vida del
hombre, y a eso nos manda el Señor
.
Hoy, sin embargo, en el contexto de injusticia y de pobreza en que vivimos, bien
podemos decir que la razón sociológica de Cáritas está en el servicio a los más
pobres, y la razón teológica, en el mandato nuevo del amor y en el Espíritu que
nos mueve a ser Buena Noticia para los pobres.
Esta motivación teológica la recuerdan con toda claridad los obispos de la CEPS:
«La Iglesia puede y debe hacer suya la proclamación de Jesús en la sinagoga de
Nazaret, al comienzo de su vida pública. Cuando le invitan, según costumbre a
dirigir la palabra a los asistentes, en aquel momento diríamos programático, que
era como la introducción y explicación de su misión, retomando las palabras
de Isaías, dice solemnemente: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me
ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Noticia —el Evangelio, diríamos
nosotros—, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a
los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del
Señor”. Y añadió después, al comenzar su comentario: “Esta Escritura que acabáis
de oír, se ha cumplido hoy (Lc 4, 18-21)”».
Jesús se siente ungido y enviado por el Espíritu y este mismo Espíritu es el que nos
ha ungido y enviado a cada uno de nosotros desde el bautismo para anunciar la
Buena Noticia a los pobres. De tal manera esto es así que en nuestro servicio de la
caridad no podemos caer en la tentación —cosa que ha sucedido en ocasiones—
de disociar o contraponer acción y contemplación, compromiso y oración, lucha
por la justicia y vida espiritual, como si se tratara de realidades independientes y
hasta contrapuestas, puesto que el Espíritu no es algo ajeno y extraño a nuestro
ser y hacer, sino el aliento, el latido, el principio vital de cuanto somos y hacemos.
Benedicto XVI: Encíclica Deus caritas est, 2005, n. 29. En adelante será citada con la sigla DCE. También el
Concilio nos propone una caridad que abarque a todos los hombres y a todas sus necesidades: Cfr. CONCI-
LIO VATICANO II, decreto Apostolicam actuositatem, n. 8. En adelante citado con la sigla AA.
Cfr. Mt 10,8.
Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española.
IP, n. 24.
17. Cáritas
16
Reflexiones y marcos de acción
Nuestra acción caritativa y social no se sostiene en sí misma y por sí misma.
Dice relación intrínseca a dos polos de referencia que hemos de tener siempre
presentes porque son los que, conjuntamente, le dan sentido y consistencia. Éstos
son el Espíritu del Señor que nos hace testigos de su amor y la realidad de los
pobres, de los seres humanos que claman en su indigencia por la necesidad de
experimentar la fuerza salvadora del amor.
Tan importante es no disociar la acción caritativa y social de la espiritualidad que
los obispos nos dicen que «hemos de acudir con nuestra oración perseverante al
Espíritu Santo para que nos encienda en el fuego de su amor; para que veamos
al pobre como Cristo lo ve, le amemos como Cristo le ama y le sirvamos como
Cristo le serviría en su tiempo, y quiere seguir haciéndolo en el nuestro, ahora
por medio de nosotros»a0.
Desde este punto de partida, queremos plantear dos cuestiones de fondo
referidas a nuestra espiritualidad en la acción social:
1.ª ¿Qué aporta la espiritualidad cristiana a nuestra acción caritativa y social? ¿Es
la espiritualidad la que nos dice lo que debemos hacer y el modo concreto
como lo hemos de hacer?
2.ª ¿Cómo hacer de la acción social una verdadera experiencia espiritual? ¿Qué
acentos o características deberíamos potenciar para que nuestra acción sea
una verdadera experiencia del Espíritu?
A estas cuestiones responde la presente reflexión que quiere ayudarnos a
descubrir y enfrentar dos desafíos fundamentales: cómo una espiritualidad
cristiana da calidad humana y nuevos horizontes a la acción social, y cómo ésta
puede y debe ser en sí misma una auténtica experiencia espiritual cuando se
realiza desde la vida en el Espíritu.
Indirectamente, al afirmar las notas de la propia espiritualidad, responderemos
también a una tercera cuestión que nos podemos plantear: ¿qué aporta una
a0 IP, n. 30.
18. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
17
espiritualidad cristiana a la búsqueda de una espiritualidad de convergencia
en favor de la solidaridad universal? Pues estamos convencidos de que la
convergencia en favor de elementos comunes sólo es enriquecedora cuando se
parte del reconocimiento claro de la propia identidad, no cuando en pro de la
unidad se produce una disolución de la identidad.
Y lo primero que queremos señalar para situar la reflexión es que la espiritualidad no
nos da las técnicas y herramientas operativas para el hacer social, no nos da el cómo
instrumental de la acción, para lo que necesitamos las mediaciones de las ciencias
humanas y sociales, pero la espiritualidad es el alma, el espíritu de lo que tenemos que
hacer. Nos da motivaciones y convicciones para la acción, así como nos ofrece criterios
de acción y sentido para todo lo que hemos de hacer y podemos haceraa
.
¿Cuáles son esas características básicas que nos ofrece la espiritualidad cristiana
y que se traducen en motivaciones, actitudes, criterios y sentido de todo lo
que hacemos? Las vamos a presentar desde doce perspectivas diferentes y
mutuamente complementarias, siempre a la luz del dinamismo que el Espíritu es
capaz de generar en la comunidad eclesial y en cada uno de nosotros.
Al final de cada uno de los capítulos ofrecemos un cuadro con una guía para la
reflexión personal o grupal, esperando que pueda contribuir a una lectura más
reflexiva de los contenidos que se exponen y a una interiorización y vivencia más
personal de los mismos.
Terminaremos con un Anexo en el que ofrecemos algunas oraciones que pueden
ser útiles para ponernos en manos del Espíritu tras cada una de las reflexiones
que invitamos a hacer al final de cada capítulo. A este anexo remitiremos al
terminar cada una de ellas.
Con esta obra completamos la trilogía que hemos querido dedicar al cuidado
de la acción caritativa vivida a la luz del Espíritu: El ministerio sacerdotal en Cáritas
(2010), Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación (2011) y La espiritualidad
que nos anima en la acción caritativa y social (2012).
aa Cfr. AA, n. 8.
19. Cáritas
18
Reflexiones y marcos de acción
No puedo cerrar esta introducción sin una palabra de reconocimiento y gratitud a
los amigos y compañeros en el servicio a los pobres que han tenido la amabilidad
de leer estas obras antes de publicarlas y de hacerme oportunas aportaciones
y sugerencias para que respondan con fidelidad a la espiritualidad que vivimos y
queremos alimentar desde Cáritas en el servicio de la caridad.
Permitidme que concluya expresando un profundo deseo: que la reflexión sobre
la espiritualidad que aquí ofrecemos avive en nosotros la experiencia del Espíritu
que nos habita y contribuya a que la acción caritativa y social nos ayude a crecer
en santidad, en vida vivida en el Espíritu puesta gratuitamente al servicio de los
demás.
20. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
19
1 Espiritualidad trinitaria que hunde
sus raíces en la entraña amorosa
de nuestro Dios
«El Espíritu es esa potencia interior que armoniza su corazón [el corazón de
los creyentes] con el corazón de Cristo y los mueve a amar a los hermanos
como Él los ha amado, cuando se ha puesto a lavar los pies de sus discípulos
(cfr. Jn 13, 1-13) y, sobre todo, cuando ha entregado su vida por todos (cfr. Jn
13, 1; 15, 13). El Espíritu es también la fuerza que transforma el corazón de la
Comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo del amor del Padre, que
quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia»as
.
La caridad, como virtud teologal que es, hunde sus raíces en Dios, «es una fuerza
que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta», dice Benedicto
XVIad. Y sabemos por la fe que en el misterio hondo de nuestro Dios, en la Trinidad,
el Espíritu es el Amor, el que hace que la relación entre el Padre y el Hijo sea
relación de pura donación, de reciprocidad total, de amor absoluto y gratuito, de ser
enteramente el uno para el otro. El amor constituye el corazón del misterio trinitario,
de ahí que profesar la fe en la Trinidad —Padre, Hijo y Espíritu Santo— equivale a
creer en un solo Dios que es Amor y que es familia, es comunidad de vida y amoraf.
San Agustín dice que «ves la Trinidad si ves el amor». A la inversa podemos nosotros
decir que si ves el amor ves la Trinidad. Es más, si vives el amor vives la Trinidad,
porque Dios es amor y donde hay amor allí está Dios. Por eso decimos que la
espiritualidad de Cáritas es trinitaria. Este mismo Espíritu que vive en el misterio
as DCE, n.19.
ad Ibíd.
af Cfr. Benedicto XVI: Carta apostólica Porta Fidei, 2011, 1. En adelante será citada con la sigla PF.
21. Cáritas
20
Reflexiones y marcos de acción
hondo de Dios es el que habita en nosotros y nos hace ser esa comunidad de vida
y amor que queremos ser y vivir en nuestras relaciones humanas y en el ejercicio
de nuestra caridad como expresión y signo del amor de nuestro Dios.
Es el Espíritu el que hace, como dice San Juan de Ávila, que Dios ame tanto al
hombre que parece que ande tras él muerto de amores: «¿Qué viste, Señor,
en este hombre, que tanto lo amáis, que parece que andáis muerto por él de
amores?». Y la razón, dirá el Santo, «es que moraba Dios en el hombre»ag
. Dios
mora en el hombre por su Espíritu. Pues bien, ese mismo Espíritu que llena la
tierra, que habita en la humanidad y en el corazón de los creyentes, es el que nos
mueve a amar y poner nuestras vidas al servicio de los hermanos.
La fuente de nuestra caridad es Dios y el fundamento de nuestra espiritualidad está
en el amor de nuestro Dios, en ese amor del Padre que se nos ha comunicado
en Cristo por la efusión del Espírituah
. No hay caridad sin Espíritu y no hay acción
caritativa y social sin espiritualidad, sin vida en el Espíritu. Sin espiritualidad Cáritas
se reduciría a una obra social o a una empresa de servicios sociales.
Aquí tenemos una primera clave de nuestra espiritualidad: «Hay Cáritas, ante
todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para anunciar el Evangelio
a los pobres, sigue suscitando en la Iglesia el amor a los pobres», dice Cáritas
Española al hablar de su propia identidadaj
. Y hay Cáritas, podemos decir
también, porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y esa imagen
de Dios que somos la vivimos en el amor, siendo y haciendo familia, siendo y
construyendo comunidad, con un amor que no se expresa sólo en la solidaridad,
sino en la fraternidad que nos recuerda que todos somos iguales e hijos de un
mismo Padre.
En consecuencia, vivir la caridad implica vivir en Dios, tener una profunda
experiencia del amor de Dios. Él nos amó primero, dice Juanak
. Nuestro amor
ag Cfr. Carta S. Juan, Sermones.
ah Cfr. Jn 20,22. Cfr. CIV, n.5.
aj RIC, p. 16.
ak Cfr. 1Jn 4, 10.
22. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
21
nace de Dios y se nutre de la experiencia de sentirnos hijos amados de Diosal.
Por eso la caridad, dice Benedicto XVI, es don: «Don recibido y ofrecido»s0.
Primero recibido y desde la experiencia del amor recibido, amor ofrecido.
Hoy, cuando estamos tan urgidos por tantas demandas que nos desbordan,
tenemos el peligro de perdernos en el activismo, en lo mucho que hay que
hacer, perdiendo el hontanar y el horizonte de lo que hacemos. Y cuando
vivimos en una cultura del «hombre sin vínculos» y del «amor líquido» —como
dice Z. Bauman—, porque ha perdido el eslabón para ligarse de manera firme
y estable con los otros, corremos el riesgo de basar nuestras relaciones en
vínculos centrados en el propio yo y los propios interesessa
. En este contexto,
más que nunca, necesitamos cuidar la mística, la unión profunda con el Señor y la
configuración con Él, hasta armonizar nuestro corazón con el corazón de Cristo
para poder amar como él ama, servir como él sirve y dar la vida como él la da.
Necesitamos que sea Dios el eslabón firme y duradero de nuestro amor.
Esta espiritualidad trinitaria nacida de la experiencia del amor de Dios es la
que nos posibilita y nos capacita para amar a los hermanos y nos descubre algo
muy importante: que lo prioritario en el servicio caritativo y social es el amor y
que los que trabajamos en el campo caritativo y social estamos llamados a «ser
instrumentos de la gracia para difundir el amor de Dios»ss.
Es mucho lo que hay que hacer y mucho lo que hay que dar, pero no podemos
olvidar que lo prioritario para nosotros ha de ser esto, ser instrumentos del
amor de Dios y dar amor, porque el amor es lo que salva. Y la fuente de este
amor —«la fonte que mana y corre», como diría San Juan de la Cruz—, está
«escondida en Dios»sd
. Por eso necesitamos acudir permanentemente en la
oración al Espíritu Santo para que nos lleve a la fuente, para que nos encienda en
el fuego de su amor.
al Cfr. Cáritas Española: Modelo Acción Social, Madrid, 2009, p. 16. En adelante será citado con la sigla MAS.
s0 Benedicto XVI: Encíclica Caritas in veritate, 2010, n. 5. En adelante será citada con la sigla CIV.
sa Cfr. Zygmunt Bauman: Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Madrid, 2011, pp. 7 y 10.
ss CIV, n. 5.
sd Cantar de la alma que se huelga de conocer a Dios por fe.
23. Cáritas
22
Reflexiones y marcos de acción
El profeta Oseas nos transmite con un lenguaje verdaderamente gráfico y lleno
de ternura la naturaleza del Dios-Amor y la prioridad de la experiencia del amor
de Dios para poder amar. El amor de Dios, dice, es el de un padre que recuerda
a su hijo cómo lo amó, lo sacó de la esclavitud y lo sostuvo suavemente de la
mano. Un padre que lo llevó en brazos, lo alzó hasta sus mejillas, se inclinó para
enseñarle a andar. Un padre que une a su hijo con lazos de amor y cuerdas de
ternura y cuyas entrañas se estremecen cuando su hijo se olvida y aleja de él. Es la
experiencia de este amor entrañable de Dios la que hace posible para el profeta
que el hombre sea capaz de amar a Dios y, en él, amar a los hermanos y rehacer
la justicia y la vida de la comunidadsf
.
Y en este momento complejo que vivimos en que detrás de la crisis económica
y política se esconde la crisis moral que nos ha llevado a destruir el proyecto
comunitario del «nosotros», queriendo construir la sociedad sólo desde el valor y
consistencia del «individuo», necesitamos recuperar la dimensión comunitaria, ya
que el ser humano no es un individuo, sino una persona y, en consecuencia, un ser
comunitario, como nos recuerda la Trinidad.
Esta espiritualidad trinitaria es la que nos hace recuperar dos dimensiones
fundamentales de la vida y la convivencia humana: el concepto de fraternidad,
que va más allá de la solidaridad, pues nos remite a un Dios Padre de todos, y
la dimensión comunitaria y social del ser humano que nos hace comprendernos
no como individuos aislados, sino como seres sociales y miembros de una misma
familia humana, como seres llamados al diálogo, a la comunicación, a ser los unos
en relación con los otros, desde los otros y para los otros.
Sólo la espiritualidad que hunde sus raíces en la experiencia profunda de Dios
rompe las disyuntivas entre individuo y comunidad, entre acción y contemplación,
entre lucha por la justicia y vida espiritual y nos ayuda a ejercer el ministerio de la
caridad como un servicio, más que como un trabajo, como un estilo de vida, más
que como una actividad, como una expresión del amor de Dios, más que como
un mero servicio social.
sf Cfr. Os 11, 1-9; Cfr. Ez 36,26ss.
24. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
23
Y sólo la espiritualidad que nace de la comunión con un Dios Padre de todos
es capaz de hacer del servicio caritativo y social una tarea de construcción de
fraternidad, el fundamento sólido de la comunidad.
Para la reflexión personal o grupal
1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la
espiritualidad trinitaria.
a) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
b) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
c) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la
espiritualidad trinitaria.
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
3. ¿Mi espiritualidad es trinitaria?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
25. Cáritas
24
Reflexiones y marcos de acción
5. Oración:
a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi
acción caritativa y social.
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de
las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.
26. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
25
2 Espiritualidad histórica, de ojos y oídos
abiertos a la realidad de los pobres
«El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto la opresión con que
los egipcios los oprimen»sg
.
Nuestro Dios no es un Dios encerrado en sí mismo. Es comunicación y donación
en el seno mismo de la Trinidad y es un Dios que se hace comunicación y donación
fuera de sí mismo en la obra de la creación. La creación entera, especialmente el
ser humano, es fruto de un Dios que, por amor, entra en éxtasis, sale de sí mismo,
y se nos hace don en el tiempo, en la historia y en toda la creación.
Por eso la creación entera, si sabemos mirarla y leerla desde la fe, es reveladora
del amor de nuestro Dios. Y el tiempo para nosotros, si sabemos mirarlo desde la
fe, es un «kairos», es tiempo de Dios, tiempo oportuno que nos revela el poder
creador y salvador de nuestro Dios; tiempo propicio y favorable que el Señor
nos da para ser con él creadores y salvadores, para desarrollar la creación que ha
puesto en nuestras manos, construir comunidad y avanzar en la construcción de
la justicia y la fraternidad.
Pero el amor de Dios manifestado en la creación se nos ha revelado sobre todo
en el ser humano, hecho a su imagen y semejanza. De ahí que, mirados y leídos
desde la fe, amor a Dios y amor al hombre están tan íntimamente relacionados,
tan estrechamente entrelazados «que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte
también en ciegos ante Dios»sh
.
sg Ex 3, 9-10.
sh DCE, n. 16.
27. Cáritas
26
Reflexiones y marcos de acción
Dios ha querido manifestar su amor de tal manera en toda la creación que
la primera tarea que nos ha encomendado es amarla, cuidarla, cultivarla y
desarrollarla. La caridad no es ajena al cuidado de la naturaleza, de tal modo
que el cuidado del medio ambiente y de todo lo relacionado con la ecología es un
elemento primero de la expresión de la caridad. Así se entiende la invitación de
San Juan de Ávila: «Pon los ojos en todo este mundo, que para ti se hizo todo por
sólo amor, y todo en él y todas cuantas cosas hay en él significan amor y predican
amor y te mandan amor»sj
.
De manera muy especial hemos de tener ojos y oídos abiertos a todo lo
relacionado con lo que el Papa Benedicto XVI define como una «ecología de
la persona humana»sk
, pues tenemos el peligro de estar muy atentos a todo lo
relacionado con el medio ambiente descuidando el elemento fundamental del
mismo que es el ser humano. No se pueden exigir los deberes que tenemos con
el medio ambiente y no respetar los que tenemos con la persona humana.
Por eso, el amor nos abre los ojos y el corazón a la creación entera y, de manera
especial, al ser humano. El amor nos ayuda a ver al hermano y a cargar con él.
Lo ha expresado con un lenguaje lúcido y profundo el Papa en el mensaje de
Cuaresma de 2012, cuyo título, tomado de la Carta a los Hebreos (10, 24), decía:
«Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras».
El Papa nos invita a estimular y animar la caridad y, para ello, nos hace dos
llamadas muy actuales y sugerentes en estos tiempos de desorientación y de
crisis que estamos viviendo: la primera es a «fijarnos». Fijarnos en lo que pasa
en nuestro entorno y en lo que «pasan» muchos de los que están en nuestro
entorno. Es la llamada a observar bien, a estar atentos, a mirar conscientemente, a
darnos cuenta de la realidad social, económica y política que nos envuelve, porque
en ella podemos escuchar el susurro de Dios que se nos manifiesta y habla en sus
criaturas y en lo que el Concilio Vaticano II llamó «los signos de los tiempos»sl
.
sj Tratado del amor de Dios, n. 2.
sk CIV, n. 51.
sl VATICANO II: Constitución pastoral Gaudium et spes, 1965, n. 4.
28. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
27
En una cultura tan individualista como la que vivimos, puede resultar extraña una
llamada a fijarnos los unos en los otros. Es más, no faltará quien pueda interpretar
una llamada así como una invitación al chismorreo o a la intromisión irrespetuosa
e indebida en la vida e intimidad del otro. Sin embargo, es ésta una llamada del
Espíritu que nos hace bien en un momento social como el que estamos viviendo.
La caridad comienza por fijar la mirada en el otro y estar atentos los unos a los
otros. La solidaridad comienza por no mostrarse extraños e indiferentes a la
suerte de los otros. El primer paso para construir un mundo diferente es tener los
ojos bien abiertos para ver, los oídos atentos para escuchar y el corazón sensible
para conmoverse y, tras la conmoción, actuar, como hizo Dios ante su pueblo,
diciendo a Moisés tras ver la opresión de su pueblo y escuchar su clamor: «Ve,
pues yo te envío al Faraón para que saques a mi pueblo de Egipto»d0.
La caridad nos hace abrir la mirada al mundo insolidario e injusto que hemos
hecho —he visto cómo los oprimen—, nos hace fijarnos en los que sufren a
nuestro lado, escuchar su clamor, y desde ahí salir del encierro egoísta en
nuestros propios intereses y buscar lo que es bueno no sólo para mí, para cada
uno aisladamente, sino para los otros, para la comunidad en la que vivimos y cuyo
presente y futuro compartimos.
Hoy no podemos vivir ajenos al drama de los que no tienen trabajo, a las
empresas abocadas a reducir plantilla o a cerrar las puertas, a las familias con
todos sus miembros en paro, a los jóvenes excluidos del mercado de trabajoda.
Como tampoco podemos ser insensibles ante los sueldos escandalosos de
directivos de instituciones financieras sostenidas con dinero público o a los
millones y miles de millones de beneficios que declaran algunas empresas
mientras despiden obreros y reducen salarios. Así como no podemos permanecer
ciegos y vivir de espaldas al genocidio de pueblos indígenas, al hambre, a la falta
de atención sanitaria y de educación, al tráfico de armas y de personas y a la
d0 Ex 3, 9-10.
da Cuando escribimos esto, a mediados del año 2012, en España 5.700.000 ciudadanos no tienen trabajo,
el 24,6% de la población activa; son miles las empresas abocadas a reducir plantilla o a cerrar las puertas;
1.770.000 familias tienen a todos sus miembros en paro; más del 52% de nuestros jóvenes están excluidos
del mercado de trabajo.
29. Cáritas
28
Reflexiones y marcos de acción
explotación a que son sometidos tantos millones de hombres y mujeres en
nuestro mundo.
Pero no sólo estamos llamados a fijarnos. El Señor nos llama a hacernos cargo
los unos de los otros. Aquella pregunta que Dios dirige a Caín y recoge el
libro del Génesis, «¿qué has hecho de tu hermano?», es la pregunta que se nos
hace a todos nosotros en este momento histórico: ¿tú, financiero, empresario,
funcionario, sindicalista, obrero..., qué has hecho con tu hermano? Y no vale
responder como Caín: «¿Soy acaso guardián de mi hermano?»ds. No vale decir
que yo me ocupo de lo mío, de mi sueldo o mi negocio, y nada tengo que ver con
mi hermano, nada que ver con el derroche de los poderosos y el hambre de los
pobres, con los especuladores del dinero y los empresarios y emprendedores sin
recursos financieros.
La caridad nos pide que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado
recíproco, por atender no sólo a nuestro bien, sino al bien del otro, en especial
de aquéllos que promueven y crean puestos de trabajo y de los más pobres y
necesitados.
No podemos vivir y caminar cada uno a nuestro ritmo sin fijarnos y hacernos
cargo de los que están apaleados y tirados al borde del camino, como recuerda la
parábola del Buen Samaritano, ni podemos encerrarnos en el disfrute de nuestra
seguridad e intereses endureciendo el corazón con una «anestesia espiritual»dd
—así la llama el Papa— que nos hace ciegos, sordos e insensibles ante el
sufrimiento de los pobres, como el rico epulón del que habla el evangelio.
Es momento para fijarnos, para conmovernos y movernos, para cargar los unos
con los otros si es que queremos otro modo de vida y convivencia, si estamos
dispuestos a trabajar juntos por una sociedad que supere vicios del pasado y abra
caminos nuevos a ese horizonte de justicia, de austeridad, de trabajo y bienestar
para todos que es posible si dejamos de anteponer los propios intereses y
buscamos decididamente, aun a precio de renuncias, lo que es mejor para todos.
ds Gn 4, 9.
dd Cfr. Mensaje de Cuaresma 2012, antes citado.
30. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
29
Nuestra caridad necesita partir de una mirada muy atenta a la realidad. Descubrir
la situación de los pobres y escuchar su clamor es lo que debe conmover nuestro
corazón, como conmovió el corazón de Dios ante su pueblo en Egipto y como
tantas veces, nos dice el Evangelio, conmovió a Jesús ante los pobres. Con
una conmoción que dio paso a la acción y a una acción salvadora, liberadora,
sanadora, transformadora.
De manera muy especial, hay que tener una mirada muy atenta a la realidad para
descubrir los nuevos rostros de la pobreza y las respuestas nuevas que desde
Cáritas nos podemos plantear.
En un momento en que tenemos el peligro de refugiarnos en el sálvese quien
pueda o de ceder a la resignación, Cáritas tiene la misión de ser vigía a favor de
los pobres, de abrir y ayudar a abrir los ojos y los oídos de la comunidad cristiana
y de toda la sociedad a la situación de los más pobres y de unir fuerzas para hacer
posible que busquemos decididamente lo que es mejor para todos, en especial
para los más débiles y pobres.
La caridad está llamada a ser un signo luminoso de la compasión de Dios que nos
llama a estar al lado de los que sufren y dejar que se nos conmuevan las entrañas
como se le conmovían a Jesús ante un leproso, ante una multitud hambrienta,
ante una viuda que pierde a su hijo, ante el saqueado y tirado al borde del
caminodf
.
Así ha de ser nuestra espiritualidad, una espiritualidad atenta a la realidad de los
pobres, que se conmueve ante ellos, denuncia su situación y carga con ellos de
manera transformadora y liberadora. Hoy necesitamos cultivar una mística de ojos
abiertos, como dice J. B. Metz, hablando del clamor de la tierra: «La experiencia
de Dios inspirada bíblicamente no es una mística de ojos cerrados, sino una
mística de ojos abiertos; no es una percepción relacionada únicamente con uno
mismo sin una percepción intensificada del sufrimiento ajeno»dg
.
df Cfr. Mc 1, 41; Mt 15, 20; Lc 10, 25-37.
dg Johann Baptista Metz: El clamor de la tierra, Estella, 1996, p. 26.
31. Cáritas
30
Reflexiones y marcos de acción
En este sentido hablamos de espiritualidad histórica. No nos referimos, por tanto,
a una espiritualidad anclada en el pasado y ajena al presente, sino todo lo contrario.
Nos referimos a una espiritualidad bien atenta al momento histórico que estamos
viviendo y capaz de iluminar nuestro hacer aquí y ahora, en el momento presente.
Con otras palabras, podemos hablar también de una espiritualidad profética,
pues cuando el Espíritu se manifiesta en la historia su presencia y acción se hacen
profecía. Es la espiritualidad de esos hombres y mujeres que, ungidos por el
Espíritu, son especialmente sensibles ante la pobreza y la opresión, en nombre de
Dios denuncian la injusticia y toda forma de explotación, se rebelan ante el lujo y
la orgía de los poderosos, demandan un culto verdadero hecho de misericordia
—no de sacrificios—, y de atención a los pobres, a las viudas y a los huérfanos,
es decir, a los más pobres e indefensos, y anuncian el amor misericordioso de un
Dios comprometido en manifestar su fuerza salvadora en la historiadh
.
Este profetismo debe seguir vivo en la Iglesia, pues todos los cristianos hemos
siglo ungidos en el bautismo para ser sacerdotes, profetas y reyesdj. Somos,
por tanto, un pueblo de profetas llamado por Dios a anunciar hoy su amor
misericordioso y a denunciar toda injusticia y explotacióndk
.
Para una espiritualidad así, de tipo histórico y profético, necesitamos educar la
miradadl
y educarnos en la escucha, no sea que tengamos ojos y no veamos,
oídos y no oigamos, como aquellos ídolos de los que habla el salmistaf0
. Y hoy
hay muchos intereses dispuestos a invisibilizar a los pobres y a no dejarnos ver
la realidad de la pobreza. Así como hay muchos interesados en no dejarnos
escuchar su clamor y en callar toda denuncia profética.
dh Serían innumerables las citas bíblicas a las que podríamos apelar aquí. Para quienes no estén muy interiori-
zados en el conocimiento de los profetas les recomiendo dos libros cortos, Amós y Oseas, en los que podrán
ver expresado cuanto acabamos de decir en un lenguaje muy vivo e interpelante.
dj Así se nos dice a cada bautizado al ser ungidos con el santo crisma.
dk Cfr. IP, nn.18.19.51-53. Muy interesante lo que nuestros obispos dicen en estos números sobre el profetismo
de los cristianos y, en particular, sobre la denuncia profética.
dl Un adagio oriental dice que «una manera de que las cosas cambien es mirarlas de manera diferente», y para
nosotros una primera manera de cambiar la realidad es mirarla con los ojos de Dios, como nos recomienda
Benedicto XVI (cfr. DCE, nn. 12 y 18; CIV, n. 32).
f0 Cfr. Sal 135, 17.
32. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
31
Hemos de ver con los ojos, pero también con el corazón, desde la cercanía,
desde la empatía, y también con la razón, con una reflexión lúcida y analítica de la
realidad, y a la luz que nos da la fe, para lo cual nos ayudarán las mediaciones de
las ciencias sociales y de la Doctrina Social de la Iglesia.
Y necesitamos educarnos en la escucha para no quedarnos en la superficialidad
de lo inmediato y periférico, sino ser capaces de descubrir el clamor que nace de
lo profundo que el otro vive, siente y espera. Hemos de educarnos en la escucha
para no dar respuestas aprendidas a lo que el otro ni pregunta ni espera, para no
dar respuestas viejas a situaciones nuevas.
Sobre todo, hemos de educar nuestro corazón hasta ser capaces de identificarnos
con los pobres, hacer nuestro su sufrimiento y hacernos pobres con los pobres,
como Jesús, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobrezafa
.
Una espiritualidad así hace nuestra la bienaventuranza de Jesús: «Dichosos
vuestros ojos que ven y vuestros oídos que oyen»fs. El ministerio de la caridad es
el ojo que ayuda a la comunidad a ver la situación de los pobres, el oído que le
hace llegar su clamor, la lengua que denuncia su situación y el corazón que le lleva
a conmoverse y actuar.
Para la reflexión personal o grupal
1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la espiritualidad
histórica.
2. Resumo en tres frases lo que es una espiritualidad histórica.
a) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
fa Cfr. 2Cor 8, 9.
fs Mt 13, 16.
33. Cáritas
32
Reflexiones y marcos de acción
b) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
c) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
3. ¿Qué me pide a mí, aquí y ahora, una espiritualidad así?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
4. Oración:
a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi
acción caritativa y social.
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de
las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.
34. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
33
Espiritualidad encarnada que hace
de la persona el centro de la acción
caritativa y social
3
«El primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona
en su integridad: “Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda actividad
económico-social (GS, n. 63)”»fd
.
La espiritualidad cristiana nos da la convicción de que la persona es el centro
de la vida y de la acción social. La persona en toda su grandeza y dignidad
de hijo/hija de Dios, pues hemos sido creados a su imagen y semejanza. Una
dignidad que lleva en sí toda persona por su misma condición de persona,
más allá de las condiciones en que viva: «Esa dignidad, que deriva de la
voluntad con que Dios creó al hombre, no es algo otorgado por otros,
es inseparable del hecho mismo de vivir, aunque las condiciones reales de
existencia y el pecado personal y colectivo la condicionen y la hagan más
difícil de reconocer»ff
.
Esta es una convicción básica, irrenunciable, que hemos de mantener a toda
costa en nuestra acción caritativa y social. La persona, toda persona, tiene una
dignidad que podremos pisotear, pero que no podemos negar, porque se la
ha dado Dios y nada hay que justifique desacreditarla, puesto que «todos los
otros valores son valores en cuanto sirven a la dignidad humana y promueven
su causa»fg.
fd CIV, n. 25.
ff MAS, p. 13.
fg Z. BAUMAN, o. c., p. 111.
35. Cáritas
34
Reflexiones y marcos de acción
Si a ello añadimos que Dios en Jesús se hizo carne de nuestra carnefh, todo ser
humano, como dijo el Vaticano II en Gaudium et spes y repitió Juan Pablo II en
Redemptor hominis, es en alguna medida encarnación de Dios, pues «mediante la
encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre»fj, de
tal modo que lo que hacemos al otro se lo hacemos al mismo Cristo. Y si esto se
puede decir de todo ser humano, de manera especial se puede decir del pobre,
del hambriento, del inmigrante, del preso, con quienes Jesús se identificó de
manera especialfk
.
Por eso, el pobre es sacramento de Cristo. Como dicen los obispos españoles,
«podríamos decir que Jesús nos dejó como dos sacramentos de su presencia:
uno, sacramental, al interior de la comunidad: la Eucaristía; y el otro existencial,
en el barrio y en el pueblo, en la chabola del suburbio, en los marginados, en
los enfermos de sida, en los ancianos abandonados, en los hambrientos, en los
drogadictos... Allí está Jesús con una presencia dramática y urgente, llamándonos
desde lejos para que nos aproximemos, nos hagamos prójimos del Señor»fl
.
Más allá, pues, de las apariencias, más allá de su condición legal, más allá de su
condición social, más allá de su conducta personal, toda persona tiene una dignidad
inviolable, lo que hace que quien se dedica al servicio caritativo y social «no adopta
un tono de superioridad ante el otro por miserable que sea momentáneamente
su situación»g0
, al contrario, intenta fomentar el empoderamiento del otro
fortaleciendo sus cualidades y capacidades.
Esta conciencia de la dignidad de la persona nos da un «talante contemplativo»
en nuestra acción. Nos ayuda a ver, a mirar, a escuchar, a penetrar en el misterio
del otro. Y nos hace entender nuestro servicio no como una demostración de
nuestras habilidades, ni como dar al otro lo que a nosotros nos parece, sino hacer
lo que el otro necesita.
fh Cfr. Jn 1, 14.
fj Juan Pablo II: Encíclica Redemptor hominis, 1979, n. 13.
fk Cfr. Mt 25.
fl IP, n. 22.
g0 DCE, n. 35.
36. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
35
Es más, este carácter contemplativo nos hace descubrir y contemplar a la persona
como «lugar teológico». Nos lleva a descubrir en el pobre el rostro del Señor. El
pobre para nosotros no es sólo un dato sociológico o el objeto de nuestra acción
caritativa y social. Es lugar teológico, lugar en el que Dios está, se hace presente,
se revela y nos habla, lugar en el que podemos encontrar a Dios, amarle, acceder
a élga. El pobre para nosotros, cristianos, es todo esto si sabemos mirarlo con los
ojos de la fe, si sabemos mirarlo con los ojos de Dios y amarlo con el corazón
de Dios. Y así hemos de mirarlos. «La Iglesia y los cristianos queremos mirar a los
pobres con la mirada de Dios», dicen nuestros obisposgs.
Comprender y vivir la presencia de Dios en el mundo, en el ser humano y, de
manera especial, en el pobre, y descubrir que los pobres son lugar de encuentro
con Dios no es algo periférico o añadido a la acción caritativa y social, «sino más
bien el talante, la mística y la espiritualidad en la que debe beber cotidianamente
quien se encuentra inmerso en la acción sociocaritativa de la Iglesia»gd
.
Benedicto XVI nos recuerda que «la verdadera originalidad del Nuevo Testamento
no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de Cristo, que da carne y
sangre a los conceptos: un realismo inaudito»gf
. Este realismo inaudito del amor de
Dios manifestado en Cristo se llama encarnación: «El Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros»gg
. El Verbo, la Palabra creadora y salvadora de Dios manifestada
en el Antiguo Testamento, esa Palabra que estaba en Dios y era Dios, se nos
revela ahora asumiendo desde dentro la realidad humana, haciéndose «carne»,
haciéndose «hombre» y asumiendo el ser, la vida, el tiempo y la historia del ser
humano.
La encarnación significa hambre de presencia, experiencia de cercanía, capacidad
de asumir la realidad sencilla y cotidiana, identificación con el otro en lo más
hondo, encuentro con el rostro y la historia del otro. Ahí, dice el mismo Papa, «el
ga Cfr. Vicente Altaba Gargallo: El ministerio sacerdotal en Cáritas, Madrid, 2010, pp. 20-23.
gs Conferencia Episcopal Española: La caridad en la vida de la Iglesia, Madrid, 1997, «Primera parte: Introducción
doctrinal». En adelante citaremos este documento con las siglas CVI.
gd RIC III, 5.1.
gf DCE, n. 12.
gg Jn 1, 14.
37. Cáritas
36
Reflexiones y marcos de acción
cristiano encuentra la orientación de su vivir, de su amar»gh, y ahí encontramos
en Cáritas la manera, el estilo de acercarnos a los pobres, a los que sufren, y de
compartir con ellos la existencia.
Necesitamos una espiritualidad de encarnación que nos haga descubrir el rostro de
Dios en el rostro del ser humano y que nos lleve a acercarnos a él e implicarnos en
la vida, en el tiempo, en la historia del hombre. Una espiritualidad de encarnación
que nos ayude cada día a amar al otro sabiendo que al ser humano no se le salva
desde fuera, sino desde dentro y no se le salva desde arriba, sino desde abajo,
como hizo Cristo en su encarnación. Para salvarnos se acercó a nosotros, vino a
vivir con nosotros y entre nosotros, haciéndose hombre como nosotros. Como
dice un clásico principio soteriológico, «sólo se redime lo que se asume». Dicho con
otras palabras, la encarnación es el camino que Dios eligió para la salvación.
Esta espiritualidad nos hace descubrir que nos salvamos en el mundo y con el
mundo, implicándonos en su desarrollo, no huyendo y escapando de él, así como
nos descubre que el amor al hombre pasa por promover su desarrollo integral y
defender los derechos humanos.
Esta misma espiritualidad nos hace descubrir que al análisis causal de la pobreza
y a la acción estructural contra ella se debe añadir la cercanía y la inmersión
en las condiciones de vida del pobre. Hay que trabajar en la distancia (análisis,
estructuras), pero también en la cercanía y sin que el trabajo en la distancia
justifique eludir la cercanía.
Jesús es Buena Noticia desde su inmersión-encarnación en la situación del pobre,
desde el estar de su lado y a su lado, desde la cercanía y comunión con él (tocaba
al leproso, comía con los pecadores), desde el amor entrañable y cercano, que
es el alma de la caridad. Ahí encontramos los cristianos otra clave sobre la
orientación y el sentido de nuestro amor y nuestra acción social.
La espiritualidad cristiana nos lleva a vivir la experiencia de que la encarnación se
prolonga por el misterio de la caridad cuando la comunidad cristiana y cada uno
gh DCE, n. 12.
38. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
37
de sus miembros reconocen la dignidad de los pobres, comparten sus problemas,
apoyan sus legítimas aspiraciones y se comprometen con ellos en procesos de
liberación y salvacióngj
.
Para la reflexión personal o grupal
1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la
espiritualidad encarnada.
a) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
b) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
c) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la
espiritualidad encarnada.
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
3. ¿Mi espiritualidad es encarnada?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
gj Cfr. RIC III, 5.1.
39. Cáritas
38
Reflexiones y marcos de acción
4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
5. Oración:
a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi
acción caritativa y social.
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de
las oraciones que tengo en el Anexo, páginas 97 a 101.
40. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
39
Espiritualidad transformadora
que nos sitúa al lado de los pobres
y contra las causas de la pobreza
4
«El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha enviado a
anunciar la Buena Noticia a los pobres»gk
.
La acción caritativa y social no puede servir para adormecer y tranquilizar
conciencias, ni para dejar las cosas como están: los ricos con su riqueza y los
pobres en su pobreza. El Espíritu hace nuevas todas las cosas y es capaz de
cambiar el corazón del hombre y de hacer un cielo nuevo y una tierra nueva en los
que habite la justiciagl
.
Jesús afirma expresamente que el Espíritu del Señor le ha ungido «para anunciar la
Buena Noticia a los pobres» y hará de esta opción por los pobres el distintivo de
su misión. Jesús estará con los pobres, se pondrá sistemáticamente del lado de los
pobres y los hará los destinatarios preferenciales del Reino: «Bienaventurados los
pobres porque vuestro es el Reino de Dios»h0
. Y a quienes le preguntan de parte
del Bautista si él es el Mesías, les responde: «Id y contad a Juan lo que habéis visto
y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos
oyen, los muertos resucitan, y se anuncia a los pobres la Buena Noticia»ha
. Jesús
es el Mesías que trae la salvación a los pobres y hace que su situación cambie, se
transforme.
gk Lc 4, 18.
gl Cfr. 2Pe 3, 13; Ap 21, 1.
h0 Lc 6, 20.
ha Mt 11, 4-5.
41. Cáritas
40
Reflexiones y marcos de acción
El mismo Espíritu que ungió y envió a Jesús para ponerse del lado de los pobres y
dar la Buena Noticia a los pobres nos ha ungido y enviado también a nosotros a
optar por los pobres en nuestro servicio, a ponernos de su lado y a luchar contra
la pobreza y las causas que la generan para que las cosas cambien y puedan lograr
la liberación integralhs
.
Dios no es neutral ante los pobres y tampoco nosotros podemos ni queremos
serlo. Donde el Espíritu del Señor se manifiesta y actúa las cosas cambian y se
produce una inversión de situaciones. Es lo que canta María desde la experiencia
de la irrupción del Espíritu del Señor en ella: «Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los
despide vacíos»hd
.
Nosotros queremos distinguirnos por estar del lado de los pobres y a los pies de
los crucificados de la historia, pero queremos estarlo de manera transformadora
y salvadora, para lo cual, en nuestra opción por los pobres, hemos de tener
presentes algunas claves operativas que nos pueden ayudar a vivirla en toda su
densidad.
a) Por los pobres y contra la pobreza
Lo primero que hay que notar es que hablamos de opción por los pobres y no
por la pobreza. Esto nos parece obvio, pero conviene afirmarlo. La pobreza es un
mal, porque atenta contra la dignidad de la persona y contra la equidad y la justicia
en las relaciones humanas y socialeshf
. Y si es un mal hay que luchar contra ella.
«En la perspectiva bíblica la pobreza no acontece de modo casual; antes bien, es el
resultado de una estructura social injusta que implica una ruptura de la solidaridad
y de la comunión humana»hg
.
hs Cfr. III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: Puebla. La evangelización en el presente y el futuro
de América Latina, 1979, n. 1134.
hd Lc 6, 52-53.
hf Hablamos de la pobreza como realidad sociológica, no como carisma y actitud religiosa. De ésta hablare-
mos en otro momento, en el capítulo 11.
hg RIC, p. 17.
42. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
41
Esto mismo dicen nuestros obispos: «Consideramos un bien la pobreza evangélica
que hay que fomentar; en tanto que la pobreza como indigencia, miseria y marginación
siempre representa un mal que hay que erradicar»hh
. La lucha contra la pobreza es
una exigencia de la caridad.
b) Por los pobres y contra las causas de la pobreza.
«El que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las
causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con
intrepidez», dijo Pablo VIhj
.
La pobreza no es fruto del destino ni es un fatalismo inevitable. Tiene unas causas que
la generan. Detrás de ella hay mecanismos económicos, financieros, sociales, políticos.
«La raíz de la pobreza se encuentra en la misma entraña de un sistema socioecómico
que, si no es corregido, está basado exclusivamente en la concepción utilitarista
y meramente funcional del ser humano, en la filosofía de la desigualdad, en los
“mecanismos perversos” de la ambición y del lucro desorbitados, y en la sed de poder
a cualquier precio y de cualquier manera, con todas las consecuencias que conlleva
para los débiles»hk
. Y como dice el Concilio, «hay que suprimir las causas, y no sólo los
efectos, de los males»hl
, de modo que quienes reciban la ayuda de la caridad se vayan
liberando de la dependencia externa y se vayan bastando a sí mismos.
Esto significa que nuestra acción al servicio de los pobres no puede ser nunca
tapadera de las injusticias o suplencia silenciosa ante las mismas. Debe ir, en
la medida de lo posible, a los problemas de fondo y provocar los cambios
estructurales necesarios.
Hay que evitar, pues, paternalismos que no promocionan a los pobres, sino que
los mantienen en actitud pasiva y situación de dependencia de sus bienhechores,
hh IP, p. 6.
hj Pablo VI: Encíclica Populorum progressio, n. 75. En adelante será citada con la sigla PP.
hk IP, n. 38.
hl AA, n. 8.
43. Cáritas
42
Reflexiones y marcos de acción
pues el paternalismo puede ser una forma de mantener la pobrezaj0. Y hay que
implicar al pobre en la lucha contra la pobreza, hay que potenciar sus valores y
capacidades para que sea él el agente principal de su propio desarrollo.
Somos conscientes de que una espiritualidad así resulta «excéntrica», es decir, extraña
y extravagante para el mundo que se mueve y gira alrededor de los poderosos y sus
intereses, pero es la que nos hace situarnos y mirar la vida desde el lugar del pobre. Y
una espiritualidad así es transformadora, capaz de hacernos personas libres y liberadoras,
capaz de transformar los hábitos del corazón y también las estructuras.
Como dice el cardenal Rouco, «sin la caridad, es decir, sin la generosidad sincera,
movida en último término por el amor de Dios y del prójimo, será imposible
introducir los cambios necesarios en el estilo de vida y en las costumbres sociales
y políticas que han conducido a la crisis y que seguirán amenazantes aun cuando
hayan sido solucionados los problemas más graves»ja
.
En Cáritas decimos siempre que nuestro objetivo es la «trans-formación», es
decir, la formación para la transformación, para transformarnos nosotros y para
transformar el mundo en que vivimosjs.
Una espiritualidad transformadora necesita asumir las implicaciones sociopolíticas
que nacen del propio dinamismo de la caridad. Es lo que nuestros obispos llaman
la caridad políticajd
, entendiendo por ella «un compromiso activo y operante,
expresión del amor cristiano en favor de los demás, especialmente de los más
necesitados, y a favor de una sociedad más justa y fraterna»jf. Un compromiso que
conlleva, entre otras cosas, la defensa de los derechos humanos, la denuncia de las
injusticias, la propuesta de acciones transformadoras, la opción por los últimos y
no atendidos.
j0 Cfr. IP, n. 113.
ja ANTONIO MARÍA ROUCO, en el mensaje de apertura de la Plenaria de la Conferencia Episcopal Española,
abril, 2012.
js Cfr. Cáritas Española: Documento marco sobre la formación en Cáritas, 2011, p. 4.
jd Esta expresión fue empleada ya por Pío XII y se ha utilizado en otros muchos documentos de la Iglesia, como
puede verse en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.
jf Conferencia Episcopal Española: Los católicos en la vida pública, Madrid, 1986, n. 61.
44. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
43
En este campo hemos de distinguir lo que es el compromiso político del compromiso
en un partido político o de la política partidista. La militancia en un partido es una
forma de compromiso, pero no la única. También acompañando a los pobres en sus
esfuerzos por salir de la pobreza, denunciando las causas que la generan e intentando
transformar las estructuras que sostienen las situaciones de pobreza, estamos
realizando la caridad política y el compromiso transformador de la caridad.
Para la reflexión personal o grupal
1. Releo el texto y subrayo las ideas más importantes sobre la espiritualidad
transformadora.
2. Resumo en tres frases lo que es una espiritualidad transformadora.
a) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
b) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
c) ...............................................................................................................................................................
3. ¿Qué me pide a mí, aquí y ahora, una espiritualidad así?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
4. Oración:
a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi
acción caritativa y social.
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de
las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.
45.
46. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
45
Espiritualidad de la ternura que nos
hace apreciar lo débil y pequeño
5
«Lo necio del mundo lo ha escogido Dios para confundir a los sabios, y lo débil del
mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente
baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta»jg
.
La caridad y la tarea a la que ésta nos compromete es apasionante y tiene una
dimensión y una capacidad transformadora extraordinaria, pero no podemos
olvidar que esta fuerza es de Dios y nosotros la llevamos en vasijas de barro, como
llevamos la fejh
.
Vivimos en una cultura del triunfo y del éxito, de la exaltación de los grandes, los
fuertes, los triunfadores. Una cultura del éxito en la que todo se mide por los
resultados y los resultados inmediatos. Sin embargo, nosotros, desde el Espíritu de
Jesús, optamos por el amor a los frágiles, los débiles, los pequeños, los perdedores
en este «duelo» de intereses en que hemos convertido nuestro mundojj
: «Yo te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los
sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos»jk.
Este aprecio por lo débil y pequeño, en que consiste la ternura, no es en la
espiritualidad cristiana un premio de consolación para cuando no podemos
jg 1Cor 1, 27-29.
jh Cfr. 2Cor 4, 7.
jj Z. Bauman, en o. c., p 118, dice muy gráficamente que en esta cultura «uno sólo vale según los resultados
del último duelo», es decir, según los competidores a los que ha podido vencer y aplastar en la última lucha.
jk Mt 11, 25.
47. Cáritas
46
Reflexiones y marcos de acción
alcanzar lo grande. Lo pequeño y los pequeños tienen nobleza evangélica en sí
mismos. Las personas pobres y los medios humildes tienen en el Evangelio una
especial connaturalidad con el Reino de Dios y con sus leyes. No olvidemos que
Dios eligió lo pobre, lo humilde, lo necio de este mundo para confundir a los
grandes, los sabios, los poderosos. Porque Dios es amor no puede olvidarse de los
pequeñosjl. Porque es Padre se vuelca con especial predilección sobre sus hijos
más débiles e indefensos. Porque tiene entrañas de misericordia ama con ternura
de Madre a los más pequeños y necesitados.
La situación de crisis que estamos viviendo, con el aumento insospechado de
la pobreza y la reducción de recursos y medios, nos ha despojado en la Iglesia,
también en Cáritas, de la ilusión de llevar a cabo grandes proyectos y realizaciones
en la vida y en la acción de nuestras comunidades. Es una ocasión propicia para
que redescubramos el valor de muchas de nuestras realizaciones pequeñas y
frágiles, que nunca debimos subestimar, como el acompañamiento sencillo y
discreto desde las redes familiares y eclesiales a los pobres, la atención cordial
en nuestros servicios de acogida, las pequeñas ayudas para superar una situación
puntual de necesidad.
«Lo pequeño es hermoso», dice un refrán inglés que encierra mucha sabiduría. Y
si leemos la Escritura comprobaremos con frecuencia cómo Dios se sirvió de los
pequeños para manifestar su fuerza salvadorak0
.
Generalmente se escribe la historia de los grandes y famosos, pero el mundo se ha
movido, sobre todo, gracias a innumerables desconocidos, a hombres y mujeres
sin nombres conocidos que con su trabajo modesto y silencioso han sabido
ofrecer a otros su ayuda, su afecto y protección, transformando así la vida de los
seres humanos y los puebloska
.
jl Decía Kierkegaard: «Del Zar de las Rusias, tal vez cabría pensar que Dios se olvidara de él: ¡Dios tiene tantas
cosas de las que ocuparse…! ¡Y el Zar de las Rusias es algo tan grande…! Pero de un pájaro… no, no…
porque Dios es amor, y el amor mantiene una relación inversa a la grandeza y a la excelencia del objeto».
Citado por Luis González Carvajal en El clamor de los excluidos, Santander, 2009, p. 117.
k0 Recordemos a Gedeón eligiendo los soldados para enfrentarse a los madianitas: Jc 7, 1ss; recordemos la
elección de David para ser ungido rey: 1Sm 16,6ss; recordemos los cánticos del Siervo del Señor: Is 42-45;
recordemos a María proclamando las maravillas que Dios ha hecho en su pequeñez: Lc 1, 46ss.
ka Cfr. José María Laboa: Por sus frutos los conoceréis. Historia de la caridad en la Iglesia, Madrid, 2012, p. 19.
48. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
47
Este aprecio de lo pequeño tiene que llevarnos a superar la nostalgia en otros
momentos más favorablesks
. En tiempos difíciles, podemos caer fácilmente en la
nostalgia del pasado. La sintió Israel en los días de exilio y apretura: «Junto a los
ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar acordándonos de Sión; en los álamos de
las orillas colgábamos nuestras cítaras… ¿Cómo cantar al Señor una canción en
tierra extranjera?»kd. Cuidado con la nostalgia, pues produce tristeza y ésta genera
pasividad. Necesitamos intactas todas nuestras fuerzas para vivir y testificar nuestra
caridad.
Y el aprecio de lo pequeño debe capacitarnos a cada uno y a la comunidad
cristiana «para la no rentabilidad inmediata, para la inversión en lo “inútil” que la
sociedad excluye. Optar por el desarrollo “desde los últimos” exige apostar por los
bienes inmateriales e ir más allá de la eficacia y de la eficiencia»kf.
Los humanos no somos en realidad esos seres poderosos y satisfechos, capaces de
resolver todos nuestros problemas. En nuestra más profunda verdad somos más
precarios y desvalidos de lo que parecemos y aparentamos. Para los psicólogos
somos seres fundamentalmente carentes; de tal carencia nace el deseo humano.
Para los teólogos la precariedad es inherente a la condición humana y signo de la
contingencia de toda criatura. Y para místicos como José Jiménez Lozano, «en la
oquedad de nuestro barro breve / está la versión de Dios en pequeñez humana».
«Mater virtutum», llamaba San Agustín a la humildad y hoy es una de las virtudes
que necesitamos tener y ejercitar. «Humildad para reconocer nuestros propios
límites, nuestra propia limitación y pobreza. Humildad para reconocer que no
podemos todo, que no está todo en nuestras manos. Humildad para delegar y
para trabajar en equipo. Humildad para reconocer que con mucha frecuencia
la solución no depende de nosotros y que lo único que podemos ofrecer son
pequeños signos… Signos de ayuda, de cercanía, de solidaridad, de que otro
ks Seguimos en este punto, aplicándolas a la acción social, algunas de las ideas y expresiones literales de
los obispos vascos sobre la espiritualidad que necesitamos en momentos de crisis y que exponían ya en
su mensaje Renovar nuestras comunidades cristianas, Cuaresma-Pascua 2005, y que me parecen de suma
actualidad.
kd Sal 137
kf MAS, p. 22.
49. Cáritas
48
Reflexiones y marcos de acción
mundo es posible. Humildad que tiene que llevarnos a asumir que no podemos
todo, pero sí podemos ofrecer algunos gestos y algunas acciones significativas»kg.
Ante las demandas que con frecuencia nos desbordan y agobian tenemos el riesgo
de caer en la hiper-responsabilidad y es muy importante tener la humildad de
reconocer y aceptar que no todo está en nuestras manos, no todo depende de
nosotros y de nuestra responsabilidad. En consecuencia, responsabilizarse, en el
sentido de dar la respuesta a lo que esté en nuestras manos, sí. Responsabilizarse
en el sentido de culpabilizarse como si todo fuera como es por culpa nuestra, no.
El mismo Jesús no tuvo la pretensión de curar a todos los enfermos, de convertir
a todos los pecadores, de reformar todas las estructuras de su tiempo. Lo que sí
hizo fue realizar acciones significativas de ese Reino que anunciaba y personificaba.
Cada cual debe asumir su responsabilidad y también su debilidad, sabiendo que
«quien gobierna el mundo es Dios, no nosotros. Nosotros le ofrecemos nuestro
servicio sólo en lo que podemos y hasta que Él nos dé fuerzas», como dice
Benedicto XVIkh
. Aquí, en medio de nuestra debilidad, reside nuestra solidez y
fortaleza. Por eso, porque nuestra fortaleza está en el Señor, somos débiles, pero
no líquidos e inconsistentes, como se dice en la cultura moderna. Somos humildes,
pero no personas de tono vital bajo y pusilánime, sino firmemente esperanzados.
Porque nuestra fortaleza está en el Señor podemos presumir de nuestras
debilidades, pues en ellas se manifiesta el poder de Dios, y podemos decir con
Pablo que cuando somos débiles entonces somos fuerteskj
.
Por otra parte, no podemos olvidar que, aunque parezca débil frente a los grandes
poderes del mundo, sólo el amor es fuerte, más fuerte que el olvido, que el odio y
que la muertekk.
Esta espiritualidad del aprecio a lo débil y pequeño es la que nos libera del sueño
de las grandes realizaciones y las prisas, nos invita a priorizar y nos hace valorar y
kg V. Altaba Gargallo: o. c., p. 50.
kh DCE, n. 35.
kj Cfr. 2Cor 12, 8-10.
kk Cfr. Cant 8, 6-7.
50. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
49
promover acciones coherentes y significativas, acciones que, aunque sean pequeñas,
respondan a nuestra identidad, sean de calidad, incluyan a los pobres como sujetos
primeros de su propio desarrollo y abran caminos a un desarrollo integral.
El cantautor argentino Facundo Cabral lo decía en una de sus canciones invitando
a seguir siendo niños para no ser presas de grandes sueños y ambiciones: «Vuela
bajo, porque abajo está la verdad. Esto es algo que los hombres no aprenden jamás».
Para la reflexión personal o grupal
1. Tomo nota de las tres frases que más me han llamado la atención sobre la
espiritualidad del aprecio a lo débil y pequeño.
a) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
b) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
c) ...............................................................................................................................................................
...............................................................................................................................................................
2. Expreso con mis palabras lo que considero más importante en la
espiritualidad de la ternura.
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
3. ¿Mi espiritualidad es de aprecio a lo débil y pequeño?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
51. Cáritas
50
Reflexiones y marcos de acción
4. ¿Qué puedo hacer para crecer en ella en mi compromiso caritativo y social?
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
......................................................................................................................................................................
5. Oración:
a) Doy gracias a Dios por la acción de su Espíritu en mi vida y en mi
acción caritativa y social.
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
...........................................................................................................................................................
b) Pido al Espíritu la ayuda que necesito. Puedo hacerlo rezando una de
las oraciones del Anexo, páginas 97 a 101.
52. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
51
Espiritualidad de la gracia
que nos hace vivir el compromiso
como vocación y don
6
«Quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también
él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo. Esto es
gracia»kl
.
Nuestra sensibilidad social y la capacidad de amar son don que se nos ha dado. Y
la posibilidad de ponerlas en práctica en la acción caritativa y social también es don,
es gracia.
Esta gracia comienza en la vocación, en la llamada. El Señor llamó a los que quiso a
compartir su misiónl0
y hoy también nos sigue llamando, por nuestro propio nombre,
para estar con él y compartir su misión de ser Buena Noticia para los pobres.
Quienes tenemos fe sabemos que detrás de los acontecimientos, tras el grito de
los pobres y el clamor por una sociedad nueva en la justicia y en la paz, está la voz
de Dios que nos llama gratuitamente, y nos envía, por gracia suya, por puro don, a
ser en medio del mundo testigos de su amor y de su proyecto salvadorla.
Es la espiritualidad del don la que nos hace comprender la llamada al
compromiso caritativo y social como una vocación y vivir el compromiso, antes
que como un deber, como una gracia, como un verdadero don. Lo dice muy
kl DCE, n. 35.
l0 Cfr. Mt 10, 1-7.
la Cfr. Vicente Altaba Gargallo: Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación, Madrid, 2011,
pp. 18 y 19.
53. Cáritas
52
Reflexiones y marcos de acción
bien Benedicto XVI: «Puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cfr. 1 Jn
4, 10), ahora el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del
amor, con el cual viene a nuestro encuentro»ls
.
La conciencia del don nos lleva, en primer lugar, al agradecimiento: «Proclama mi
alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador», dice María
tras sentirse llena de graciald
. Y la conciencia del don nos lleva a la generosidad, a
la entrega generosa a quien nos ha llamado y confiado este don: «Hágase en mi
según tu Palabra»lf, soy toda tuya y estoy dispuesta a que el Espíritu haga, es lo
que dice María ante la experiencia de sentirse profundamente agraciada.
No estamos haciendo un favor a los demás. Con frecuencia pensamos: «¡Qué
suerte tienen éstos que me tienen a mí!». Es lo que muchos piensan, aunque
no lo digan. Y pensar así termina pasando factura. Facturas que pueden ser
de reconocimientos, afectos o favores. Facturas que nos hacen olvidar que los
primeros agraciados en el servicio de la caridad somos los llamados a él.
La conciencia del don, en consecuencia, también nos lleva a la gratuidad en la
acción social: «Dad gratis lo que gratis habéis recibido»lg
, con una gratuidad que
debe ser efectiva y afectiva. No hemos de cobrar ni en efectivo ni en afectivo.
Lo cual no quiere decir que no pueda haber servicios remunerados ni que los
lazos afectivos que puedan generarse sean malos. Lo malo es pasar factura
y condicionar absolutamente el servicio a la nómina o a la gratificación de la
respuesta.
El amor de Dios es enteramente gratuito, nada interesado, busca sólo el bien y
el interés del otro. Y porque queremos ser para los pobres un signo del amor de
nuestro Dios, lo nuestro es la gratuidad, a diferencia de lo que parece dominar en
esta cultura de los «individuos líquidos»lh que tienden a concentrar las relaciones
ls DCE, n. 1.
ld Lc 1, 46.
lf Lc 1, 28.
lg Mt 10, 8.
lh Expresión repetida de Z. BAUMAN en la obra citada.
54. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social
53
en las satisfacciones que de ellas se obtienen. La caridad entraña en sí misma el
dinamismo de la gratuidad y nos conduce a vivir la gratuidad en nuestro servicio y a
promover la gratuidad en las relaciones humanas y sociales.
En una institución como Cáritas hemos de cuidar todos de manera exquisita
—voluntarios y contratados— la mística de la gratuidad. No sería lógico y
coherente que midiéramos nuestro tiempo y dedicación desde el estricto sentido
de la justicia o desde la expectativa de las satisfacciones en las relaciones y
fuéramos incapaces de dar espacio a la gratuidad.
«El amor gratuito constituye la musculatura ética de la acción solidaria, que
se despliega en amor incondicional. Por el amor gratuito unos y otros somos
capaces de ayudar, de anteponer al otro, de preferir a los que están peor situados,
de luchar contra la injusticia y, de este modo, ser humanos»lj
. Por eso, todos,
voluntarios y contratados, nos hemos de caracterizar por nuestra gratuidad, pues
si prescindiéramos de la generosidad, de la capacidad de dar sin esperar nada
a cambio, Cáritas desaparecería y quedaría reducida a una institución más del
mercado de lo social.
Trabajamos por la justicia para que todos vean respetados sus derechos y a nadie
se le dé por caridad lo que se le debe en justicia, pero si de verdad queremos y
buscamos el bien de todos, especialmente de los más pobres, hay que sobrepasar
la justicia con la gratuidad. Una gratuidad que nos mueva a cada uno a dar «de lo
mío», para el bien de todos. Una gratuidad desinteresada, pues sólo el don que se
realiza a fondo perdido, sin voluntad de recuperar nada, es verdadero donlk
.
Este criterio debe afectar también al mundo de las finanzas, de la empresa y de
las instituciones lucrativas, de modo que, junto al cálculo legítimo de los beneficios
incluyan en sus proyectos y presupuestos ciertos márgenes de gratuidad como
expresión de fraternidad y en bien de la comunidadll
.
lj Joaquín García Roca: o. c., pp. 29-30.
lk Cfr. Francesc Torralba: La lógica del don, 2012, pp. 85-94.
ll Cfr. CIV, nn. 5, 6, 34 y 36.