El documento discute tres problemas en el sistema educativo panameño: 1) la falta de una política para promover el aprendizaje continuo de los docentes, 2) que el sistema educa de manera efectiva a las elites pero margina a los grupos más pobres, y 3) que los supervisores de las escuelas no están cumpliendo adecuadamente con sus funciones. También propone dos áreas de modernización: la administración de las escuelas y los métodos de enseñanza.