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Montevideo, 28 de marzo de 2014
CIRCULAR 5 / 2014
SRES. INSPECTORES NACIONALES Y DEPARTAMENTALES,
DIRECTORES Y COORDINADORES DE DEPARTAMENTOS Y
PROGRAMAS:
El primer Acuerdo Nacional, enmarcado por las líneas de acción
establecidas en el Coloquio Educativo 2014, consignó la importancia
de la Evaluación en Línea como un sistema de producción de
conocimiento pedagógico-didáctico acerca de los aprendizajes de los
alumnos en tres áreas del Currículo oficial. Por ello se promoverá “la
sistematización de una evaluación formativa en el mes de junio para
todas las escuelas del País en concordancia con el derecho del niño y su
familia a acceder a una buena educación para la cual es imprescindible
la evaluación”. El CEIP ha optado por esta modalidad de evaluación (en
línea) para todas las escuelas en esa etapa del año, sin desconocer
otras que puedan corresponder”. (Circular 4 de Inspección Técnica
24/03/2014)
Se establece que el cumplimiento de esta instancia de evaluación,
será un compromiso que asumirá cada institución con cada uno de sus
alumnos. Los equipos están actualmente trabajando en la elaboración
de los instrumentos, integrados por técnicos e inspectores.
Se cree oportuno recuperar los conceptos compartidos el año
pasado en el encuentro de inspectores que se realizó para analizar los
resultados de la evaluación formativa 2013 a fin de aportar al debate,
siempre enriquecedor, que se genera en el seno de los Acuerdos de
Inspectores. Se ofrece el documento a continuación.
ACERCA DE LOS APRENDIZAJES Y LA EVALUACIÓN
En la actualidad ningún docente se atrevería a discutir la decisiva
influencia que tiene la evaluación sobre los procesos de enseñanza y de
aprendizaje. Gulikers, Bastiaens y Kirschner (2004) lo resumen de
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forma contundente: “Aprendizaje y evaluación son dos caras de la
misma moneda, e influyen fuertemente el uno en la otra. Para cambiar el
aprendizaje del alumno en la dirección del desarrollo de competencias
auténticas es necesaria una enseñanza basada en competencias
auténticas, alienada con una evaluación basada también en
competencias auténticas” (citado en el artículo de Monereo).
Este es un concepto del Dr. Carlos Monereo Font recientemente
analizado en el ámbito de la UNED en un documento que ha
denominado “La evaluación auténtica”.
En esa definición se involucra el concepto de competencias,
término que genera tanto simpatías como disgustos.
Nuestra evaluación en Línea maneja ese concepto así como las pruebas
PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE).
La aplicación del término competencias al campo de la educación
es de fines del siglo XX y principios del XXI. Refleja los intereses de un
sector de la sociedad que pone el énfasis en impulsar que la educación
formal ofrezca resultados tangibles, resultados que se traduzcan en el
desarrollo de determinadas habilidades en el individuo que le permita
incorporarse al mundo del trabajo de manera eficaz. Se trata de un
tema propio del momento actual porque responde a múltiples
influencias de esta sociedad, de una economía globalizada que
compara la productividad de los diferentes países colocando a los
trabajadores y profesionales en una permanente comparación de sus
capacidades englobadas bajo el término competencias. Prácticamente
todas las reformas educativas realizadas en lo que se denomina la
segunda generación de la era de la calidad, están orientadas hacia la
estructuración curricular por competencias.
La propia PISA comenzó a usarlo posteriormente a 2001, en
sustitución de los conceptos de “aprendizajes de habilidades y
destrezas para la vida” que manejara anteriormente.
En este sentido, el empleo de la noción competencias responde
simultáneamente a dos inquietudes centrales, una proactiva que busca
impulsar un trabajo educativo con una orientación clara hacia la
resolución de problemas del entorno, y al mismo tiempo, otra, reactiva
de manera implícita, de rechazo a la perspectiva enciclopédica,
centrada en la memorización, que ha creado un “saber escolar” como
parte de los rituales de las instituciones educativas, cuya relevancia
empieza y termina en la escuela, careciendo de alguna utilidad o
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ventaja para la vida real de los individuos.
Entre los educadores y especialistas en educación existen
posiciones muy encontradas en relación a las competencias; unos las
rechazan por el sentido practicista que subyace en su formulación, por
considerar que el término competencias es totalmente opuesto a una
de las finalidades sustantivas de la educación: formar al ser humano. Al
rechazarlo consideran que se está concediendo una prioridad excesiva
al mundo del trabajo, a la inserción eficiente en una sociedad
productiva en detrimento de una mínima formación conceptual y del
abandono a un conjunto de valores que permiten apoyar el proceso de
constitución de lo humano en la persona.
Por su parte, quienes defienden el empleo del concepto
competencias consideran que constituye una reforma singular a la
educación, la cual la llevará a superar múltiples deficiencias como la
falta de calidad; señalan que en muchos países del orbe se está
asumiendo esta orientación; manifiestan el carácter innovador y
pragmático que tiene una educación por competencias.
Entre los extremos de quienes desconfían y quienes defienden
las propuestas de trabajar competencias en la educación se elude
analizar las perspectivas conceptuales desde las cuales se están
construyendo los discursos educativos sobre este tema. Reconocer la
existencia de estas tendencias y analizar sus contenidos conceptuales
será un elemento que ayude a clarificar las posibilidades y limitaciones
que tiene este proyecto aplicado a la educación. No obstante eso no
suceda (y es de esperar que un debate de este tipo no llegará a una
conclusión que deje a todos conformes) la pregunta que cabe es: ¿Qué
haremos mientras tanto? Es oportuno anteponer unas formas de
evaluar con otras generando una querella del tipo: evaluación en línea
vs evaluación conceptual ?
Así por ejemplo la evaluación en línea determina evaluar cuatro
competencias para Matemáticas: comprender conceptos, ejecutar
algoritmos, comunicar y resolver problemas que van acompañados
de procesos cognitivos que tienen su correspondencia en los
contenidos del programa. Las preguntas y actividades que se proponen
evidencian un esfuerzo singular por buscar que un alumno no
reproduzca la información, sino que emplee la misma, en la resolución
de problemas lo más cercano posible a la realidad. Esta idea busca
trastocar de fondo la visión enciclopédica que ha acompañado el
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trabajo escolar. Es una visión que no se contradice con el Programa ni
con su sustento teórico por el contrario, parece coincidir con él y con
que estas competencias y procesos cognitivos de la Matemáticas sean
generales y pertinentes también a otras áreas del Conocimiento.
Este supuesto debate nos invita a orientarnos muchísimo más
hacia cómo orientar la organización y gestión de los aprendizajes para
generar una articulación diferente entre el mundo real y lo que
aprende un estudiante, entre lo que se propone aprender y el deseo del
alumno, y así lograr un encuentro entre el proyecto de enseñanza
construido desde el docente con el proyecto de aprendizaje del
alumno (si es que lo tiene, o de lo contrario ayudarlo a construir uno)
Superar la enseñanza enciclopédica, trascender el saber escolar
para establecer el saber para la vida es algo que en estos momentos
resurge como una aspiración, no sólo de los teóricos o prácticos, sino
además de las familias, del gobierno, del mundo empresarial y del
trabajo porque, recordemos que la Educación es un fenómeno social
que involucra a todos y no sólo a los educadores y expertos.
Quizá sea el momento de analizar el enfoque de competencias
para determinar si es significativo en las aulas; determinar si eso es un
problema constitutivo de la educación, de los sistemas educativos, de
los proyectos curriculares, de las pruebas en gran escala, del trabajo
pedagógico de los docentes y de las formas de aprendizaje que han
adquirido los alumnos en su tránsito por la escolaridad. Seguramente
pueda encontrarse un equilibrio entre las políticas educativas
orientadas a obtener productos, a preocuparse legítimamente por los
resultados como forma de establecer la correspondencia del gasto
económico y “rendir cuentas” a la sociedad, y los procesos educativos.
No necesariamente debe haber oposición entre ambos conceptos:
resultados y procesos son, perfectamente, cara de una misma
moneda.
A menudo los debates educativos incluyen discusiones que se
plantean con falsas oposiciones enfrentando posturas que desde el
inicio se presentan como irreconciliables: evaluación formativa en
línea versus formación conceptual, políticas focalizadas versus
políticas universales, educación para el trabajo versus educación
humanista, cuando en realidad la propia concepción de educación
encierra una antinomia que puede integrarse en una relación dialéctica
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así como la complejidad del hecho educativo, por ser un hecho social,
implica asumir la educación desde una perspectiva teórico y práctica,
con enfoques eclécticos, donde la teoría, al aplicarse a la práctica, sufre
adaptaciones para que se concreten, aplicándose criterios pragmáticos
necesarios para que las cosas sucedan.
Estamos seguros de que no sólo existe un factor detrás de esta
dificultad para avanzar en otra ruta en el campo de la educación.
También es cierto que hay una peligrosa perspectiva de
incertidumbres en este tema, porque si bien es cierto que no sabemos
cómo orientar un plan o programa de estudios por competencias,
tampoco nos ha ido mejor con los objetivos generales, particulares,
específicos, operacionales, como tampoco con los “perfiles de salida”,
objetivos y contenidos, conceptuales, actitudinales, entre otros.
Y no es que la incertidumbre sea mala de por sí ya que ésa es la
cualidad casi permanente de la postmodernidad, sino que el peligro
sobreviene por el parálisis que puede producir esta indefinición del
“qué hacer?”.
Este cuestionamiento nos obliga a dar respuestas a los docentes
que deben educar a los alumnos ahora y que no tienen tiempo para
esperar que los teóricos, las autoridades de la educación, los
inspectores, nos pongamos de acuerdo en las orientaciones.
Nuestra invitación es a adicionar y no restar esfuerzos en un
escenario complejo, cambiante pero a la vez prolífico y repleto de
posibilidades. También a reafirmar la autenticidad de la evaluación, en
cualquier modalidad, en especial la evaluación en línea por las ventajas
que posee y que esa autenticidad sea apreciada por los actores que van
a trabajar directamente con ella: los alumnos y maestros en el doble
propósito de incidir sobre la enseñanza y el aprendizaje.
Por otra parte, debe destacarse la oportunidad que ofrece la
evaluación en línea de generar prácticas de socialización en la
comunidad profesional cuyos intercambios se centrarán no sólo en los
aprendizajes de los alumnos sino en la generación de saberes
didáctico-prácticos de los docentes.
Sólo a través de la evaluación podrá mejorar la enseñanza. Sin
embargo hay que reconocer que cualquier evaluación responde a un
arbitrario, no hay forma de que sean justas u objetivas, ya que todo
tipo de evaluación contiene algún tipo de error como cualquier tipo de
actividad humana.
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Estas ideas, creo que pueden servir para agregar más elementos
a las discusiones que hemos compartido en los acuerdos, sobre todo el
último. Los Inspectores son pieza clave en la mejora de la educación,
sobre todo en lo que tiene que ver con las estrategias concretas para el
cambio a través de la buena gestión de los recursos que tenemos, que
no son pocos.
Veamos este sistema de evaluación como una propuesta de
calidad, una estrategia pedagógica democratizada por la tecnología,
una oportunidad de reflexión que podrá involucrar al alumno y hasta
su familia si lo propiciamos y por supuesto, brindar al supervisor un
espacio más de orientación sobre las prácticas.
María Cristina González
Inspectora Técnica
BIBLIOGRAFÍA:
Monereo, Carlos “la autenticidad de la Evaluación” (2009) Innova Universitas
Díaz-Barriga, Ángel (2011), “Competencias en educación. Corrientes de
pensamiento e implicaciones para el currículo y el trabajo en el aula”, en Revista
Iberoamericana de Educación Superior (RIES), México, UNAM-IISUE/Universia, vol.
II, núm. 5,
Meirieu, Phillipe (2002), Aprender, sí. Pero ¿cómo?, Barcelona, Octaedro