Los estereotipos de género son ideas simplificada1
1. Los estereotipos de género son ideas simplificadas, pero
fuertemente asumidas, sobre las características de varones y
mujeres, que se traducen en una serie de tareas y actividades
que les asigna cada cultura (roles de género).
La construcción social y subjetiva del género comienza
desde el mismo momento del nacimiento, e incluso antes,
desde el vientre materno, con las ensoñaciones de los futuros
padres acerca del bebé que está por llegar. A lo largo de
nuestra vida, en la familia, en la escuela, y en
nuestro ambiente relacional se nos dice qué está bien y qué
no lo está siendo hombres o mujeres, desde la forma de
vestirnos a la manera de hablar, de expresarnos,
comportarnos, a qué podemos jugar o en
qué deportes participar. Al margen de la dotación biológica
o genética que diferencia a los machos de las hembras, el
hecho de ser mujer u hombre implica un largo proceso de
culturización, aprendizaje y adaptación a los roles
establecidos.
El género es una representación cultural, que contiene ideas,
prejuicios, valores, interpretaciones, normas, deberes,
mandatos y prohibiciones sobre la vida de las mujeres y de
los hombres. Es así como se considera que los hombres y las
mujeres no son iguales, debido a que cada uno tiene su
propia función en la vida, "según el tipo ideal históricamente
gestado, la mujer, toda mujer auténtica, está adornada de
unas características que la distinguen del varón: es dulce y
tierna, coqueta y astuta, preocupada por lo concreto, incapaz
de interesarse por cuestiones universales, sentimental,
intuitiva, irreflexiva y visceral" También se puede establecer
una aproximación a las características que impone la cultura
patriarcal a la subjetividad femenina, tales como el
2. imperativo de belleza, la predisposición natural al amor, la
consideración de la identidad de la mujer sujeta a la
maternidad y el mandato de la mujer como cuidadora y
responsable del bienestar ajeno.
En internet encontraron más de 20 mil sitios web, grupos de
redes sociales, portales, blogs, salas de chat, videos y juegos
que promueven la violencia racial además de los grupos que
promueven mensajes discriminatorios en internet, y que se
canaliza a través de la red social más concurrida del planeta:
Facebook, en los cuales se pueden leer mensajes que atentan
contra los derechos y la dignidad de las personas, ya sea por
motivos raciales, religiosos, de sexo, nacionalidad o por
pertenecer a un grupo social lo cual se comprueba con un
simple recorrido por los miles de grupos que tiene la red
social de Facebook. Cabe resaltar que Facebook es una red
social que cuenta con más de 200 millones de usuarios
activos y más de 25 millones de grupos y que es tierra de
nadie donde no existe legislación que lo regule haciendo
mucho más difícil regular a los grupos discriminatorios y
conductas sociales que se han extendido a internet.
Las redes sociales se han transformado en un medio de
comunicación común entre adolescentes y adultos. Estos
sitios promueven y permiten que las personas puedan
intercambiar información personal, compartir fotos, vídeos,
usar blogs y mensajes instantáneos para comunicarse.
IMPACTO DE LAS REDES SOCIALES EN LOS
JOVENES
Al hacer uso de las redes sociales, como facebook, por
ejemplo, colgamos todo, exteriorizamos todo nuestro
3. mundo privado. “No solo ponemos en bandeja al
mundo entero nuestros secretos, sino que, si somos
victimas de un “hackeo”, podemos peligrar en muchos
sentidos por que solemos hablar todo tipo de temas
por las redes sociales. A la larga la tecnologia no
midifica o mejora nuestro comportamiento”. Asi lo
señala la Mg. Jerjes loayza javier, quien añane que
que perdedor, en bueno madida, la capacidad de
reflexionar a fondo.
Facebook o del WhatsApp, nos lleva a comunicarnos
entrecortadamente, como si habláramos. Nos
acostumbramos a responder, a colgar fotos, a
comentar y a vivir virtualmente, en la total inmediatez.
El espacio tiempo da lugar al espacio velocidad.
Ejemplo de ello es que ya casi pocos jóvenes usan el
correo electrónico. Todo lo envían como archivo
adjunto en sus charlas entrecortadas del WhatsApp o
del Facebook", comenta.
Una consecuencia de esta actitud, indica Jerjes, es
que a los jóvenes les cuesta hilvanar ideas en párrafos
enteros, puesto que han acostumbrado sus mentes a
la oralización del pensamiento, es decir, al aquí y
ahora. "No hay proyección reflexiva de ningún tipo.
Hacemos lo que nos place y decimos lo que
pensamos, vivimos el presente como si fuera lo único
que importara. Denomino a esto un carpe diem
desvirtuado o enloquecido".
No obstante, así como vivimos el día a día,
contradictoriamente todo cuanto publicamos es
perennizado en la red, por más que nos esforcemos en
borrarlo tiempo después. Las fotos o nuestras
4. opiniones pueden quedar grabadas en alguna
memoria curiosa. "En el mundo cara a cara eso sería
normal, decir tonterías o burlarnos los unos de los
otros es algo cotidiano, pero ¿y qué si lo establecemos
en la red? ¿Ello no podría llegar incluso a representar
un grave peligro para nuestro futuro? Estamos en
tiempos hedonistas en donde el mañana parece
importar poco", asevera Loayza Javier.
A decir del docente sanmarquino, en las redes sociales
nuestras propias emociones derivan, cada vez más, en
un desinterés por lo social o lo colectivo. "En las redes
sociales la privacidad tanto propia como ajena es su
máximo valor, junto a consumos superficiales, sin
contenido reflexivo alguno. Es el consumo masivo de
lo irrelevante. Si ello fuera solo así, no habría que
protestar al respecto; el problema es cuando este tipo
de consumo se va imponiendo a todo aspecto de la
vida juvenil".
Precisó que los movimientos ciudadanos juveniles que
utilizan las redes sociales como impulso para sus
objetivos son la excepción, no la regla. Las redes
sociales
El caso de los gamers es paradójico, pues sus
miembros deben estar juntos,
afirmándose una simbiosis entre lo virtual y lo corpóreo
interactivo.
son en primera y común instancia, para el uso
cotidiano y privado, más que para empoderamientos
colectivos repentinos e inesperados. "Lo que vemos
cada vez más es un divorcio con los problemas que
acontecen en nuestra sociedad. Son tiempos egoístas
5. en donde, al parecer, incluso el presente no merece
atención, en la medida que no nos entretenga", anota
Loayza Javier.
Perfil del usuario
Para el sociólogo sanmarquino, el perfil del joven
usuario de tecnologías virtuales se ha democratizado.
Los establecimientos para videojuegos en línea, por
ejemplo, se pueden ubicar en todos los distritos, sin
mayor diferenciación estratificada. Los smartphones se
han popularizado al punto que no implican un signo de
poder económico.
En cuanto al género, Jerjes Loayza señala que las
mujeres son más dependientes tanto de los chats
online, como del WhatsApp, así como de las redes
sociales, colgando cuanto suceda o publicando cuanto
piensen. "Los hombres también lo hacen, pero en
menor medida, aunque no por ello lo hagan poco.
Puede deberse a un patriarcalismo imperante que
incita a que las mujeres se expongan más que los
hombres, quienes son, a la larga, los que se sienten
con el derecho de sojuzgar al género femenino; algo
definitivamente incoherente", asevera.
En cuanto a edades se refiere, a medida que son más
jóvenes o adolescentes, su uso es aún más excesivo.
Sin embargo en los últimos dos años se aprecia un
uso constante en jóvenes y adultos que bordean los 30
años.
Conectividad e indiferencia
Con las tecnologías virtuales, el tú a tú o cara a cara
viene perdiendo su valía. "Para nosotros, los adultos,
las tecnologías son un complemento para la
6. centralidad del cara a cara. Para las nuevas
juventudes el cara a cara es un complemento de la
centralidad virtual. Nuestros círculos se cierran cada
vez más ya que tenemos la capacidad de eliminar,
colgar o evitar todo tipo de relación incómoda. Todo en
la lejanía. No fortalecemos nuestras relaciones
sociales: las volvemos más inestables", manifiesta
Jerjes Loayza.
Asimismo, tendemos a volvernos indiferentes en las
redes sociales. "Son conocidos los “selfies” o bromas
en torno a desgracias de todo tipo. Se cotidianizan las
carencias y las tragedias al punto de encerrarnos,
cada vez más, en nuestros propios problemas,
olvidándonos de que somos parte de un todo social",
dice.
Cada vez más la tecnología envuelve a sus usuarios,
los que resuelven
necesidades sociales sin necesidad de interactuar
directamente unos con otros.
En definitiva, estamos ante un tiempo en que los
adolescentes, frente al abandono de sus padres y
adultos, sólo pueden hacer uso de los contenidos que
los medios de comunicación les ofrecen para alcanzar
y formar su identidad. Para por medio de ellos
construir su identidad con criterios más o menos
acordes a la realidad en que viven, siempre en función
de la capacidad de reflexión, análisis y fortaleza de
identidad con que se les haya apoyado en la familia.
Como ejemplo está el caso de los adolescentes,
hombres y mujeres, que ven series de televisión para
adquirir información sobre temas de cortejo y valores y
7. juicios y sexo y un largo etcétera, siempre que en casa
no se les hable abiertamente al respecto, y esto es así
aunque a ambas partes les cuesta admitirlo
Como reflexiones finales nos permitimos señalar que:
el papel asignado a los medios de comunicación en la
construcción de la identidad juvenil difiere de unos
especialistas a otros. Hay quienes se sitúan en una
posición radical atribuyéndoles el poder de sustituir sus
experiencias reales. Es el caso de Thompson (1998) y
Hartley (1999). Otros, en cambio, reconocen la
importancia que poseen en la elaboración de la
identidad pero se sitúan en una perspectiva más
prudente, considerando que su contribución es
complementaria de las experiencias reales (Lindlof y
Grubb-Swetnam, 1996; Liebes, 1999). Esta última
posición se halla más acorde a los resultados
observados en la realidad, más que en los postulados
teóricos.
El joven construye su propia manera de pensar en un
proceso entre la experiencia directa, de lo que vive en
su entorno, y lo que los medios masivos de
comunicación les dicen tanto a padres como a hijos
que se espera de la conducta adolescente. Como
recordaba Bruner (1990), el relato, es decir, el modo
mediante el cual edificamos nuestra experiencia
personal tiene sus propios perfiles en lo que las
personas dicen de sí, y en lo que ven, que puede ser
una novela, una película, una serie televisiva o un talk
show. Y se manifiesta preponderantemente en la
conducta de los adolescentes cuando
8. a estos no se les enseña a reparar y/o analizar la
dinámica de su cotidianeidad familiar y social. En este
sentido, los medios de comunicación constituyen un
conjunto de herramientas de las que se sirven los
receptores en tanto que espacios simbólicos de gran
riqueza, y los adolescentes se vinculan con ellos
construyendo significados diversos que después
utilizan en sus experiencias y en la elaboración de su
identidad.
Ante la honestidad de algunos jóvenes en la actualidad
es posible escuchar y -con lo dicho en el presente-
comprender para ellos; la realidad está formada por
aquello a lo que aspiran, y que desde luego no es lo
que papá y mamá les han dicho que es en lo que
deben poner atención. Un profesor universitario
contaba la anécdota de que al preguntar a su hijo
¿Pero que, no te gusta ir a la escuela para aprender?,
el segundo sin algún titubeo contestó ¡No, a mi me
gusta ir a la escuela para estar con mis amigos y
platicar de la tele, las películas y los videojuegos!
Para los jóvenes la realidad tiene más de real, cuando
viene de los medios que cuando viene de los padres,
insistimos, porque estos ultimo desconectan sus
vivencias de las de sus hijos, quedándoles a estos lo
que los medios les dan. No hay ingenuidad ni
capacidad para la sorpresa. Se puede decir que quien
así se expresa es un individuo descreído,
autocomplaciente y desconfiado de la búsqueda o
seguimiento de metas que inspiren y aporten un
beneficio más social que no deje de pasar por lo
personal.
9. Sólo sabemos que del compromiso con el entorno
desde la reflexión apenas quieren saber nada. No
cabe duda de que algo debe estar ocurriendo en el
interior de los adolescentes ante el tamaño de la
información que ahora tienen delante y antes sus
padres no. Porque si hay un colectivo capaz de dar
vida a ese enjambre de símbolos procedente del
entorno mediático son los adolescentes. Cuanto
emerge de ellos es una auténtica caja de herramientas
con la que experimentan y labran su identidad: "Tienen
razón, pues, aquellos que, como Boullier (1991),
consideran irrelevante el momento de la recepción, ya
que la verdadera influencia de la pantalla está en otro
sitio.