La evaluación de un niño sordociego puede ser complicada debido a la falta de herramientas estandarizadas. Se recomienda utilizar evaluaciones funcionales e informales que observen las habilidades de comunicación, académicas, sociales y de vida diaria del niño. Estas evaluaciones deben incluir diferentes entornos y la participación de un equipo multidisciplinario. El objetivo es identificar las fortalezas y necesidades del niño para brindar el apoyo adecuado.
3. El niño sordociego tiene gran dificultad para
percibir de manera global, conocer e interesarse
por su entorno. Las más valiosas fuentes de
información, vista y oído están cuando menos
limitadas, pues aún en el caso de pérdida parcial
en ambos sentidos, la información que obtiene
es incompleta o está distorsionada. Sabe poco o
nada sobre lo que sucede en torno a él y su
mundo es un caos en constante cambio si no se
le proporciona la información necesaria
ordenada para que tenga sentido y de forma que
pueda ser percibida por él.
4. Es una discapacidad única que resulta de la
combinación de dos deficiencias sensoriales
(visual y auditiva). Tiene entidad propia y genera
en las personas que la padecen, necesidades
especiales debidas esencialmente a la dificultad
de percibir, conocer y por tanto interesarse por el
entorno que les rodea y a los problemas de
comunicación que de ello se derivan. Ha de
considerarse por tanto que las personas
sordociegas requieren estrategias de
intervención que garanticen al nivel de educación
y atención adecuado para desarrollar una vida de
calidad acorde a sus características.
5. Conectar al niño con la realidad que le rodea de
forma tal que pueda conocerla y participe de ella,
propiciando situaciones de interacción comunicativa
en diferentes contextos que sean motivantes.
Desarrollar comunicación y cuando sea posible
lenguaje a través de una sistemática que, apoyándose
en el conocimiento de la realidad cercana, le permita
estructurar esquemas de conocimiento que
favorezcan el interés por otras realidades.
Desarrollar tanto como sea posible su potencial
individual, sus capacidades y habilidades, para
hacerle útil a si mismo, a su familia y a la sociedad en
la que vive.
6. La evaluación de un niño con sordo-ceguera para identificar sus
destrezas y necesidades puede ser complicada. No hay
herramientas estándar desarrolladas específicamente para
estudiantes con sordo-ceguera. A menudo es más difícil para los
evaluadores identificar lo que su hijo sabe y puede hacer, y no
sólo el impacto de su discapacidad. Cada niño tiene una
combinación diferente de pérdidas sensoriales, así como posibles
dificultades cognitivas, físicas y emocionales. Pudieran existir
también significativas complicaciones médicas y de salud. Las
Directrices proporcionan información importante a considerar
por usted y por el resto del equipo en el proceso de evaluación:
¿Quién debe participar en la evaluación?, ¿Qué conocimientos y
experiencia son importantes para los evaluadores?, ¿Qué
herramientas deben utilizarse en la evaluación? ¿Qué tipo de
evaluación se debe hacer?, ¿Qué información debe recopilarse, y
cómo?, ¿Cuál es su papel en la evaluación de su hijo?
7. Cada persona sordociega a quien nos enfrentamos es
“única” por lo que antes de iniciar la intervención de la
evaluación, debemos analizar:
Origen de la sordoceguera. Etiología y momento de
aparición.
Tipo y grado de pérdida visual.
Tipo y grado de pérdida auditiva.
Si existen o no déficits asociados.
Desarrollo y momento cognitivo y comunicativo en que se
encuentran
Familia y entorno socioculturales en el que se mueve.
8. 1.- La comunicación precede al lenguaje y hay diferentes modos de comunicarse.
2.- La interacción personal es el gran motivador de la comunicación y la interacción
social el gran motivador del lenguaje.
3.- La observación del comportamiento del niño, atendiendo a cualquier detalle que
pueda ser entendido como comunicativo y la consistencia en la respuesta del
adulto son fundamentales para favorecer el desarrollo de la comunicación
4.- Un ambiente confortable y previsible ofrece seguridad y favorece la
interacción.
5.- Los intercambios comunicativos deben tener un ritmo que envuelva la
participación de los interlocutores propiciando la armonía y sincronización de las
actuaciones.
9. 6.- En la medida que el intercambio comunicativo es acompañado por una narrativa
ajustada al contexto y a las características del niño, ésta facilita la significación
al tiempo que ofrece un modelo de lenguaje más amplio.
7.- El niño debe ser entendido como un partícipe activo de la comunicación que imita
en la medida que es imitado, y que necesita tiempo y sugerencias para ofrecer su
respuesta o mensaje.
8.- Cuanto mayor sea la frecuencia de exposición del niño a situaciones
comunicativas gratas e interesantes, lo que implica compañeros competentes en
la forma comunicativa más adecuada al niño, mayor posibilidad de que estructure
su comunicación en un lenguaje.
9.- La actividad cognitiva, comunicativa y lingüística son interdependientes.
10.- La experiencia es la base esencial de los aprendizajes. Así la adquisición del
lenguaje se produce sin instrucción sistemática a través de la experiencia en
diferentes contextos y con diferentes interlocutores válidos.
10. Debido a que no hay evaluaciones formales estandarizadas para los
niños con sordoceguera, se deben utilizar evaluaciones más
informales y funcionales. Por ejemplo, los evaluadores deben
observar a su hijo en ambientes diversos para ver cómo interactúa
y se comunica con los demás. También se debe determinar la
manera en que su hijo utiliza otros sentidos, especialmente el
sentido del tacto
Las evaluaciones funcionales se centran en la visión y audición
funcional, la comunicación, la parte académica, la competencia
social, las destrezas de vida diaria, el ocio y la recreación, el uso
de la tecnología, las destrezas motoras, la orientación y movilidad,
la formación profesional y los intereses. Para el niño con sordo-ceguera,
las evaluaciones funcionales proporcionan una imagen más
clara y precisa de las habilidades de su hijo que lo que
proporcionaría una evaluación clínica. Las evaluaciones basadas en
el currículo, en entrevistas y evaluaciones de portafolio (revisión
de las tareas para la casa y del trabajo en clase) también son
herramientas valiosas.
11. Las evaluaciones ecológicas analizan las destrezas y necesidades
de su hijo con el objetivo de determinar adaptaciones, apoyos y
acomodaciones importantes para ellos a fin de tener éxito en una
variedad de entornos. Herramientas tales como la Evaluación de
Medios de Aprendizaje pueden ayudar a determinar el mejor
medio de aprendizaje a utilizar. La evaluación de su hijo debe
incluir evaluaciones de las destrezas de alfabetización y
matemáticas de su hijo. Alfabetización: La lectura y la escritura
permiten a las personas enviar y recibir información. Su niño con
sordo-ceguera debe estar expuesto a un ambiente rico en
alfabetización y se le deben medir sus destrezas de
alfabetización. Tal vez su niño pudiera ser capaz de ver
impresión de tamaño normal con aumento, con letra grande, o
leer en Braille, ¡y convertirse en un lector! Los evaluadores
deben tener en cuenta la cantidad de exposición que su hijo ha
tenido a palabras en forma impresa o en Braille, así como a otros
tipos de lenguaje.
12. Como parte de la evaluación, el evaluador también debe exponer
a su hijo a niveles más altos de alfabetización para fomentarla y
evaluar su capacidad para moverse a niveles más altos de
alfabetización. Las Directrices incluyen preguntas importantes
para ser utilizadas por evaluadores acerca de la alfabetización.
Aritmética: Es importante que su hijo tenga la experiencia de la
utilización de objetos concretos para contar en los entornos
cotidianos. Estas experiencias son la base de las destrezas
matemáticas, o “aritmética”. Con una enseñanza eficaz, el niño
con sordoceguera puede aprender matemáticas básicas o
conceptos a nivel universitario de matemáticas en el futuro.
13. Es importante por tanto que seamos
conscientes de que la observación
minuciosa y sistemática siempre debe
formar parte del trabajo de la
evaluación y de quienes se dedican a la
educación de personas sordociegas y
de la importancia que la aptitud y
actitud del “guía” tiene en el proceso
de desarrollo de comunicación y
lenguaje del niño sordociego.
14. Para evaluar a un niño sordociego tenemos que
aprender a preguntarnos ¿Qué dice este niño?
¿Qué quiere decir con lo que hace? y recordar que
todos los niños, hasta los más pequeños y los más
discapacitados pueden decir algo a través de sus
movimientos (de los ojos, de los brazos, del cuerpo,
expresión de la cara...). Pues aunque el lenguaje no
siempre se desarrolla todos los niños se comunican,
si bien no siempre a través de comportamientos
simbólicos.
15. M. McINNES, J., TREFFRY, J. (1988) Guía para el desarrollo del
niño sordociego. Madrid, Sigo XXI de España Editores.
SOURIAU, J., NAFSTAD, A. RODBROE, I., VISSER, T.,
DAELMAN, M. (1997). Communication and Congenital
Deafblindness. Ed. Suresnes. Francia Centre National de
Suresnes.