1. La Madremonte
En el nacimiento de las quebradas de las peñas, la que cruza por el pie del caserío de
San Fernando, en el municipio del Líbano, había una vez unos mineros trabajando unas
minas al pie de la casa, entonces, en vista que la mina no le dio resultado, llamaron a
un especialista de los metales, de los mineros de Sanata Teresa. Vinieron dos
especialistas; yo he sido curioso desde mi juevntud, toda la vida. Yo había pasado en
cacería por allá en ese rincón, entonces yo me encontré un panal de piedras, en un
cerro. ¡Muy lindas! ¡Hermosas!, Unos pedestales lindos allá en una roca, un filón grande
de caliza, en los nacimientos de esa quebrada.
Yo pasé el informe a los tales mineros que vinieron de la mina de Santa Isabel. Ellos
me convidaron que me daban propina y que fuera haber dónde estaba el filón.
Hicimos un fiambre grande de gallina y papas; bien grande para comer allá. Nosotros
dimos con el filón; cuando nosotros estábamos al pie del filón y los señores alcanzaron
a pegar unos martillazos para sacar unos bocados de piedra, para traer la muestra; se
sintió un ruido por debajo del agua embarradísima, después de estar bajando agua
limpia. Habíamos cuatro: los dos mineros, el que estaba trabajando en la mina y yo
que era el guía, de un momento a otro comenzaron a trastear palos. Dijimos nosotros
que como hay oso tmabién puede ser oso, preparamos la escopeta, cuando vimos
aparecer allá encima de la peña un monstruo, íntegro vestido de puro musgo y ramas
de palo, plumas de animales. Eso si la vimos perfectamente pero no le pudimos ver
únicamente de la cintura para arriba.
Entonces una señora de bastante edad supremamente fornida de gorda, con unos
dientes pero así de para arriba. Unos caninos pero la cosa más espantosa. Nosotros nos
quedamos mirándola con ese asombro; cuando nosotros nos quedamos mirándola, se
fue haciéndonos como queriéndonos acercar ante nosotros. Los cuatro no sabíamos para
dónde íbamos, qué piedras ni nada sino corra y detrás sentíamos un ruido y un grito
detrás; hasta que llegamos a un potrero donde había un ganado. El ganado de don
Neptalí Colorado, que es compadre mío. Cuando ya llegamos al abierto, el potrero
donde estaba el ganado, pegó el último grito y desapareció. Nosotros salimos mejor
dicho los calzoncitos eras como palomos en la mano, lista, es la madremonte, todo
visto.