Este documento discute la importancia de la participación de las familias en la educación de sus hijos y las barreras que existen entre las escuelas y las familias. Algunas escuelas levantan barreras que dificultan la participación de los padres, pero los expertos argumentan que tanto las escuelas como las familias deben trabajar juntos y abrir más vías de comunicación para mejorar los resultados educativos de los estudiantes.
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
Lectura grupal obligatoria
1. La escuela permeable
Una mayor implicación de las familias mejora los resultados
Algunos colegios obstaculizan la participación externa, pero no todos los padres están dispuestos a
trabajar con el maestro
ELISA SILIÓ / IVANNA VALLESPÍN 2 ABR 2014 - 22:32 CET
Una madre y un hijo dibujan juntos. / LIAM NORRIS (GETTY)
Las familias deben implicarse en la educación de sus hijos. Eso nadie lo duda y los
estudios avalan la mejora de los resultados académicos cuando eso ocurre. Pero no todos
los padres están animados a participar de la vida escolar, ni todos los centros abren sus
puertas al exterior para que la formación de los niños fluya también de fuera a dentro. Se
trata, dicen los especialistas, de fomentar las vías de participación y comunicación entre
escuela y familias, mejorar la predisposición a colaborar de ambas partes y favorecer la
conciliación laboral con el horario escolar, como principales medidas. Pero no es fácil, y
cada vez que se menciona un problema educativo, como los malos resultados de los
alumnos españoles en la prueba de resolución de problemas cotidianos, se desentierran
las culpas. ¿Qué responsabilidad tienen las familias y cuánta los docentes?
“Tras unos años en que las familias casi eran apartadas de las escuelas porque se
pensaba que la educación debía quedar solo en manos de expertos, ahora se ha pasado a
implicarlas más en todo el proceso”, explica Ismael Palacín, director de la Fundación
Jaume Bofill, experta en temas educativos. Y añade que “se ha pasado incluso a
culpabilizarlas” de los malos resultados de los estudiantes.
De la importancia de la implicación de las familias en el rendimiento de los estudiantes
da cuenta el informe PISA 2009. En aquellos casos en que los padres leían a sus hijos a
menudo durante el primer año de primaria, los adolescentes obtuvieron 25 puntos más de
media que sus compañeros. Diferentes estudios coinciden en que los padres cada vez
2. están más encima de los estudios. El 80% de los niños de primaria reciben ayuda y el 45%
de los de secundaria, según la Encuesta sobre los hábitos de estudio de los niños
españoles de TNS Demoscopia.
“Los padres están ahí. No es verdad que deleguen la
responsabilidad en la escuela”, afirma tajante Marta Comas,
antropóloga, educadora social y directora del estudio de la
Fundación Jaume Bofill ¿Cómo participan madres y padres en la
escuela?, realizado a partir de una encuesta a 1.500 familias
catalanas con hijos de hasta 16 años. El informe revela que a más
nivel formativo y más poder adquisitivo, las familias se implican más en todos los ámbitos.
Mientras el 73% los padres con estudios primarios asisten a actividades de la escuela
(fiestas o charlas) y el 23% participa activamente en las AMPA, los porcentajes se elevan
al 85% y 30% respectivamente cuando se poseen títulos universitarios.
La implicación en el caso de familias monoparentales (por problemas de conciliación) y de
inmigrantes es más reducida. En cuanto a este último colectivo, los expertos de la Bofill
descartan el argumento de “choque cultural” para explicar su menor participación y lo
justifican en la confluencia de elementos como el bajo nivel económico y formativo con una
mayor probabilidad de movilidad o cambio de escuelas debido al trabajo de los padres.
“Pero a iguales condiciones económicas y de movilidad entre inmigrantes y autóctonos, se
igualan también los niveles de participación. El echar raíces y establecer lazos con la
comunidad es clave para superar las barreras de participación”, apunta el informe.
Hay otros motivos, más relacionados con costumbres y hábitos. “Algunos padres
desconocen hasta qué punto es correcto implicarse, hay miedo a invadir el terreno del
profesorado. Y por parte de los maestros, hay miedo a que no sea respetado su criterio
profesional”, señala Jordi Garreta, profesor de Sociología de la Educación en la
Universidad de Lleida.
“Si el niño tiene problemas en la escuela y no se siente bien, no va a hacer nada por atraer
a sus padres a ese entorno”, añade Maria Jesús Comellas, profesora del Departamento de
Pedagogía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona. Para esta experta, a veces
las propias escuelas levantan muros con actos tan visibles como no dejar que los padres
pasen de la puerta principal, excepto en preescolar o para las fiestas. “Es una barrera
simbólica y afectiva. Esto no ayuda para que los padres establezcan un vínculo con la
escuela. A veces también falla la actitud, porque los profesores están a la defensiva”,
tercia Comellas, que apuesta por abrir nuevas vías de participación a las familias. Una
actitud que choca si se compara con Finlandia, por ejemplo, donde un contribuyente puede
sentarse en una silla y seguir una clase para comprobar si su dinero se invierte bien.
“La relación con la escuela parece más cercana en primaria porque te acercas a
buscarles, pero en realidad es tan opaca y cerrada como en secundaria. No sabes nada de
la movilidad de la plantilla, del fracaso escolar...”, sostiene Isabel Ordaz, de la asociación
Otra escuela es posible, que crearon hace seis años un grupo de padres en Madrid. “La
educación de mis hijos es la misma que recibí yo. Memorizar y memorizar. Algo tiene que
cambiar”, añade.
3. Muchos centros están rompiendo estos muros. En la
escuela Els Encants de Barcelona realizan la que llaman
entrada relajada. A las 9 de la mañana y durante media hora
los padres pueden entrar en la clase. Durante este tiempo
los profesores aprovechan para contactar individualmente con los padres y el alumno y
mantienen una charla, por ejemplo, sobre cómo han pasado la noche. También se hace
participar a los padres, invitándoles a que hagan alguna actividad relacionada con su
profesión. “Si el padre es economista, puede llevar las cuentas. Si es jardinero, puede
ocuparse de las plantas. Si es cocinero, que se encargue de la comida. Todos los padres
deben aportar sus habilidades y capacidades, sean cual sea su nivel formativo. Y la
escuela deber saber darles valor y aprovecharlas”, apunta Comas.
“Los padres se desvinculan cuando los niños crecen y hay que decirles: „Oiga, que su hijo
no es tan mayor, que está en una edad muy fastidiada y hay que estar pendiente de él‟. Y
lo que pasa es que al final, quien viene a hablar con el tutor es el padre del niño que va
bien”, defiende al gremio José Antonio Martínez, director de la federación de directores de
centros públicos. “Existen mecanismos en los centros para que los padres se informen.
Por ejemplo, el programa educativo está en la web. Lo que no podemos es enfrentarnos
profesores y padres”, añade.
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Pero la crisis está demoliendo muchas de estas barreras mentales y costumbristas,
dejando paso a una actitud más práctica y de convivencia ante las dificultades
económicas. Se empezó por pequeños actos, como aunar esfuerzos para limpiar el
colegio, darle una mano de pintura o arreglar desperfectos. Pero con el enquistamiento de
la crisis y el empobrecimiento de muchas familias, las AMPA, a pesar de haber perdido la
mayoría de las subvenciones públicas, están organizándose para facilitar libros de texto,
becas de comedor o incluso ropa de abrigo para las más necesitadas.
“Deapartaralosprogenitoressehapasadoaculparles”,opinaotro
analista
A la hora de hacer los deberes, la implicación de los padres varía. Se vuelcan al comienzo;
lo hacen un 88% de padres con hijos en los dos primeros cursos de primaria. Este
porcentaje retrocede hasta el 60% al final de este ciclo. En cambio, al acabar la ESO solo
un 26% ayuda siempre a su hijo. “A lo mejor piensan que ya son más autónomos, pero
posiblemente haría falta una mayor supervisión”, apuesta Comas. “La ayuda no tiene que
centrarse en los contenidos, sino en la gestión del tiempo, en el interés por lo que sucede
en la escuela, en la supervisión de la realización de los deberes…”, remacha el filósofo
José Antonio Marina, presidente de la fundación Universidad de Padres.
Pero, ¿qué papel educativo juega la escuela y cuál la familia? Comellas define los
cometidos: “Los maestros son los especialistas del aprendizaje, tienen unos conocimientos
que muchas familias no poseen. La escuela también es el núcleo de desarrollo social y
afectivo. La familia debe aportar estos vínculos afectivos y enseñar los quehaceres de la
vida cotidiana. Enseñar a poner una lavadora o coger un metro es trabajo de los padres,
4. no de la escuela”. Pero esta experta destaca un “espacio común” entre ambos lugares, en
el que “se ayude al niño a madurar, a hacerlo autónomo y enseñarlo a espabilarse”.
“La educación camina sobre dos patas: la instrucción y la formación de la personalidad. De
la instrucción se ocupa la escuela, de la formación de la personalidad, los dos”, opina
Marina. “Y cuando los padres se retiran de estas funciones, los docentes deben
compensarlo. Somos los grandes cuidadores de la infancia y de la adolescencia”.
Este alejamiento durante la secundaria de los padres se produce también en las
actividades escolares. Si la asistencia a estos actos llega al 90% de las familias en infantil,
en la ESO se queda en el 53%, según la Bofill. Los expertos aclaran que influye el que los
institutos públicos no acostumbran a organizar muchos festejos abiertos a las familias —
solo lo hace el 44%—, mientras que abren el 82% en la privada y concertada.
Para Comas, los institutos públicos “suspenden” en muchos de los indicadores de
relaciones con las familias y apuesta por reforzarlos. “Las familias deberían estar más
presentes en la secundaria en el ámbito lúdico y educativo. Como en la orientación
profesional para los años futuros”, apunta la profesora.
En cuanto a la relación directa entre familias y escuela, el informe asegura que el 89% han
asistido, al menos, a una entrevista con el tutor. “Hay padres, sobretodo en secundaria,
que explican que solo van a ver al tutor si se produce algún incidente, pero defienden que
sus hijos no dan problemas y no ven necesario entrevistarse con el profesor”, explica
Sandra Escapa, investigadora de la Fundación Bofill. Con el fin de acabar con esta
desconexión entre los centros y los hogares, hace unas semanas el sector de la
concertada lanzó un manifiesto para que se reconozca por ley una flexibilidad laboral para
hacer un seguimiento educativo.
Estas barreras en la conciliación aumentan la brecha entre los centros escolares y los
hogares pese a marchar juntos en las mareas verdes contra los recortes educativos. “Hay
una falta de comunicación, un recelo destructivo entre escuela y familia”, subraya Marina.
Y lo achaca a dos factores importantes. “El actual predominio de la cultura de los derechos
sobre una cultura de los deberes. Todos somos muy rápidos en exigir a los demás, y muy
lentos en exigirnos a nosotros mismos”, reflexiona, “y muchos padres piensan que una
crítica a sus hijos es una crítica hacia ellos, y responden violentamente”. El trato al maestro
ha dejado de ser reverencial como antaño y ahora es de tú a tú.
Una de las vías más habituales que tienen las familias para implicarse en la escuela es
inscribirse en las asociaciones de padres y madres de alumnos, las AMPA. Según la
encuesta catalana, un 84,4% de familias están asociadas a una de ellas y un 27% participa
activamente. El resto aduce desinterés por la tarea que realizan o porque no pueden pagar
la cuota. Pero a pesar de las dificultades, las familias no renuncian del todo y apuestan por
la educación de sus hijos. Un botón: el porcentaje de escolares españoles que cursan todo
un año en el extranjero ha crecido un 23% en dos años.
5. El auge de la ‘educación en la sombra’
Cuanto mayor es el niño, más temen los padres tener que ayudarle con las tareas al volver del trabajo.
Por ello acudir a clases de refuerzo en una academia o recibir clases particulares en casa se ha
convertido en algo habitual en muchos hogares. Es lo que los británicos llaman Shadow
Education (educación en la sombra). En 2011 se contabilizaban hasta 18.000 pequeñas empresas
dedicadas a ello en España.
Los datos de PISA 2009 indican que el 60% de los chicos de 15 años españoles habían recibido clases
particulares. Es una proporción que se puede considerar alta si la comparamos con la media de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE (51%). Y coloca a España como el
segundo país de Europa que más utiliza este recurso, por detrás solo de Grecia.
“Al ser una actividad privada, es utilizada prioritariamente por las familias de más alto rango social,
económico y educativo, hecho que afectaría profundamente la equidad y la cohesión”, denuncia Ariadne
Runte-Geidel, profesora de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Jaén, en su estudio La
incidencia de las clases particulares en España en los datos de PISA.
En Asia, los altos resultados en esta evaluación internacional no solo se relacionan con la metodología en
las aulas, sino con las horas pasadas en clases extraescolares. Sus familias se gastan verdaderas
fortunas en garantizar que sus hijos reciben una educación exquisita que les permita ascender
socialmente. En China, por ejemplo, la educación supone un 20% de los gastos de las familias. Y recoger
los frutos de estos esfuerzos se convierte casi en una obsesión que acaba por martirizar a los alumnos. El
pasado año, en un caso extremo, dos adolescentes se quitaron la vida al no ser capaces de terminar a
tiempo sus deberes.
Si tenemos en cuenta todas las edades desde la infancia a la adolescencia, el 44% de los chicos en
España toman clases de una actividad no deportiva, un porcentaje en la media mundial. Del fútbol o el
yudo se ha pasado al Kumon para mejorar en Matemáticas, o a aprender chino. Crece el porcentaje
incluso en países en los que las familias eran reacias a los complementos, como Alemania, Noruega o
Francia, donde acuden el 20%.
6. ÍNDICE
1. Enumerar las situaciones más habituales en que se produce la relación familia-
escuela.
2. Causas del desencuentro familia-escuela: barreras que dificultan las relaciones entre
padres y centro educativo.
3. Señalar las diferencias en cuanto al tipo de relación con escuelas, dentro de la familia,
atendemos a las siguientes variables: género, nivel académico de padres/madres, poder
adquisitivo, estructura/desestructura familiar, etnia, rendimiento educativo de los hijos,
nivel educativo en que están sus hijos…
4. Enumerar las soluciones que se están dando a fin de paliar la diferente relación
familiar-escuela. Aportar algún modelo de relación que, a vuestro juicio, pueda mejorar
esta relación.
7. 1. SITUACIONES RELACIÓN FAMILIA-ESCUELA.
Reuniones particulares/entrevistas tutor.
AMPAs.
Reuniones grupales.
Charlas.
Fiestas/eventos específicos del centro.
2. CAUSAS DESENCUENTRO FAMILIA-ESCUELA.
Horario laboral.
Miedo a invadir el terreno del profesor.
Disminuye la involucración cuando el niño crece.
Miedo por parte del profesor de no ser respetado = profesor a la defensiva.
Los alumnos no motivan a los padres a participar en su entorno escolar.
Tienen que conciliar la vida familiar y profesional de los padres.
Falta de innovación en los colegios a la hora de abrir las puertas a los padres o
recibir a los padres de los alumnos.
3. DIFERENCIAS TIPO DE RELACIÓN CON ESCUELAS.
Generalmente, las madres se involucran más en las relaciones con la escuela que los
padres de los alumnos.
Los padres con mayor nivel educativo suelen relacionarse más con la escuela y
también, se interesan más las familias cuyos hijos tienen buen rendimiento
académico.
La escuela está abriéndose para que los padres con menor nivel socio-económico-
cultural participe en la escuela según los trabajos que realizan; por ejemplo:
jardinero, cocinero... Es decir, que los padres aporten habilidades y capacidades y
que éstas sean valoradas.
Hay diferencias en cuanto a la estructura familiar. Por ejemplo; un niño o niña con
padres separados, sufren poca coordinación entre ellos, lo que se refleja en la
coordinación con la escuela.
8. En cuanto a la etnia, algunas diferencias culturales también se ven afectadas en las
relaciones familia-escuela. Por ejemplo, generalmente, la etnia gitana suele
implicarse menos en la relación con el entorno escolar de sus hijos.
Sólo se implican si hay un problema en la conducta o rendimiento académico de sus
descendientes.
4. SOLUCIONES.
Los padres trabajen en la escuela.
Participación activa de la familia en el aula, participando en algunas sesiones.
Por ejemplo: en el Segundo ciclo de Educación Infantil, los padres asisten a las
clases para contar cuentos, explicarles cómo trabajan y en qué (profesión).
También pueden participar los abuelos contando historias, enseñando juegos
antiguos, etc.
Incorporar rasgos de la metodología de las Comunidades de Aprendizaje.
Aumentar la transparencia en la metodología empleada en el aula, ofreciendo a
los padres una guía fácil de acceso a los contenidos, actividades y vivencia en el
aula mediante herramientas tecnológicas (por ejemplo, blog).
Plantear salidas, excursiones o acampadas a la que asistan tanto padres, como
profesores y alumnos.