“Una mujer estaba agonizando. De pronto tuvo la sensación de que era llevada al cielo y presentada ante el Tribunal.
-¿Quién eres?, dijo una voz.
-Soy la mujer del alcalde, respondió ella.
-Te he preguntado quién eres, no con quién estas casada.
-Soy la madre de cuatro hijos.
1. “Una mujer estaba agonizando. De pronto
tuvo la sensación de que era llevada al cielo y
presentada ante el Tribunal.
-¿Quién eres?, dijo una voz.
-Soy la mujer del alcalde, respondió ella.
-Te he preguntado quién eres, no con quién
estas casada.
-Soy la madre de cuatro hijos.
2. -Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos
tienes.
-Soy una maestra de escuela.
-Te he preguntado quién eres, no cuál es tu
profesión.
Y así sucesivamente. Respondiera lo que
respondiera, no parecía poder dar una
respuesta satisfactoria a la pregunta: ¿Quién
eres?
-Soy una cristiana.
-Te he preguntado quién eres, no cuál es tu
religión.
3. -Soy una persona que iba todos los días a la
Iglesia y ayudaba a los pobres y necesitados.
-Te he preguntado quién eres, no lo que
hacías”.
(A. Melo, La oración de la rana I. Sal Terrae,
1988)
4. No es fácil conocer nuestro
verdadero nombre, saber
quienes realmente somos.
Porque los nombres que
tenemos son provisionales.
Sirven para llamar o para
fichar a una persona, pero
nada dicen de su verdadera
identidad, de lo que siente,
de lo que sueña, de lo que
vive y de lo que hace. Son
nombres enteramente
convencionales.
5. Por eso no es difícil casarse con un
desconocido. Aunque sepamos su nombre de
pila y algunas de sus buenas o malas
costumbres. Pero se puede hacer del
matrimonio un largo camino hacia la conquista
del nombre propio y personal. Es el que se
consigue a base esfuerzos derrochados, de
ideales perseguidos, de amores sembrados, de
obras realizadas, de oraciones elevadas, de
lágrimas o de sangre vertidas. Este cambio de
nombre no es como el de los artistas, para
halagar. Ni como el de espías, para ocultar su
verdadero personalidad. Es un nombre
personalizado y para siempre.
6. ¡Qué bien que en la familia cada uno se
llamara por este verdadero nombre! Es decir,
por lo que siente, por lo que piensa, por lo que
espera, por lo que ama. Coincidiría con lo
mejor de nosotros mismos que tenemos para
ofrecer a los demás. Nos llamaríamos, por
ejemplo, hijo de la paz, flor de la justicia, río
de verdad, tormenta de amor, arco iris de
amistad, playa de hospitalidad, ángel del
servicio, diamante de paciencia, libertad
contagiosa…
Claro que no todos los nombres serían así de
lindos y sugestivos. Otros tendrían nombres de
fieras, reptiles, oscuridades y frustraciones.
7. En la Biblia tenemos muchos nombres
escogidos por Dios. Conocemos
especialmente el de Abrahám: “padre de
multitudes”; el de Israel: “fuerte como Dios”;
el de Juan: “favor de Dios”; el de Jesús que
es a la vez nombre, credo y sacramento.
Preciosos son los nombres reservados por Dios
para Sión:
-”Paz en la justicia. Gloria de piedad”
(Baruc 5,4)
-Te llamarán mi favorita y a tu tierra
desposada” (Is 62,4)
8. - “Te llamarán Ciudad de justicia. Villa –leal”
(Is 1,26)
-“Ciudad de Fidelidad, Monte de Santidad“
(Zac 8,3)
-“Y la llamarán así: Señor- nuestra- Justicia”
(Jer 33,16)
-“Diré a <No-mi –pueblo>:<tú-mi-pueblo>”
(Os 2,25)
Está Sión, la novia de Dios, no es
naturalmente, la antigua Jerusalén, sino toda
comunidad creyente, tú.
9. “Dios te dará un nombre para siempre” (Baruc
5,4). Dios te dará un nombre nuevo. No vayas
a pensar que es el que te mereces. Será un
nombre nuevo, sorpresivo, gratuito. Te lo
prepara Dios, pero hace que sea tuyo. Es a la
vez don y conquista, gracia y tarea. Podría
sonar así: Alabanza de gloria, Acorde de amor,
Racimo vivo, Hijo de lágrimas, Doble de Cristo,
Portador de paz. O tal será un nombre con
luces y sombras. No sabemos.
10. Pero ¿cómo nos llamaremos en la vida
verdadera? ¿Cuál será nuestra verdadera
identidad?
(Rafael Prieto Ramiro, Fuego en la tierra.
Adviento y Navidad 1988, pp 35-37)
11. PARA REFLEXIONAR
1. Ser casado/a, ser padre/madre, tu
profesión, tu religión, lo que haces…
pueden conducirte al olvido de lo que eres
realmente. En ti en concreto, ¿cuál de esas
cosas influye más?
2. Hay nombres falsos, provisionales,
convencionales. Hay nombres para halagar
e incluso para ocular la verdadera
personalidad. ¿Cuáles son los que tú utilizas
en ese sentido?
3. Pero hay también nombres propios y
verdaderos, los que dicen algo de lo que
sentimos, pensamos, esperamos y amamos.
¿Cuál es tu nombre verdadero? Escoge uno
de los que aparecen en el texto o invéntalo.
12. 4. ¿Cuál será el nombre nuevo, sorpresivo,
gratuito que Dios ha preparado para ti?
¿Has pensado alguna vez en él?