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Rubéola
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Rubéola
Definición:
La rubéola es una infección respiratoria muy
contagiosa entre niños y adultos mayores
provocada por el virus del mismo nombre.
Causas
Se transmite entre personas por la vía aérea, a
través de los estornudos y tos de un individuo
enfermo o bien por el contacto con superficies
contaminadas (pañuelos, vasos, o manos).
Cuando el virus se introduce en el organismo,
pasa a la sangre atacando a los glóbulos
blancos, que a su vez transmiten la infección a
las vías respiratorias, la piel y otros órganos.
El periodo de incubación de la enfermedad
(tiempo que transcurre desde que se entra en
contacto con una persona enferma hasta que
comienzan a desarrollarse los síntomas) suele
oscilar entre dos y tres semanas. A su vez, una
persona infectada por el virus de la rubéola
puede transmitir la enfermedad a otras personas
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dos días antes de que los síntomas se
muestren, no desapareciendo el riesgo de
contagio hasta una semana después de la
aparición de los signos de la enfermedad.
Signos y síntomas
La rubéola se caracteriza por la aparición de
pequeñas erupciones en la piel de un color
rosáceo que se inician en la cabeza y progresan
hacia los pies, haciéndose más intensa en el
tronco, que no provocan picores ni molestias y
suelen desaparecer en pocos días. Las
erupciones suelen mostrarse uno o dos días
después del contagio. Junto a las manchas
rojizas, los síntomas de la rubéola son bastante
similares a los de un síndrome gripal, con
malestar general, fiebre poco intensa,
enrojecimiento de los ojos, dolor de garganta
(faringitis) e inflamación dolorosa de ganglios
alrededor de la nuca y en la región posterior de
las orejas.
Mientras que en los niños la rubéola suele
revestir escasa gravedad, acompañándose
algunas veces de otitis (infecciones de oídos),
es más frecuente la complicación de la
enfermedad entre los adultos que la padecen,
que pueden sufrir otras patologías más graves
provocadas por bacterias, como neumonía o
encefalitis (en uno de cada 1000 casos).
Diagnóstico
El diagnóstico de la rubéola es difícil ya que las
erupciones en la piel suelen ser poco intensas y
de escasa duración. No obstante, se investiga el
posible contacto con una persona enferma,
aunque es posible conocer, mediante un análisis
de sangre, si la persona ya ha padecido la
enfermedad y por tanto es inmune.
Tratamiento
No existe un tratamiento específico para la
rubéola. Se sugiere reposo y aislamiento, así
como mitigar la fiebre y el malestar general,
como si se tratara de un proceso gripal. Hay que
acudir al pediatra si el niño con rubéola respira
con dificultad o la tos dura más de cuatro o
cinco días. Se administran antibióticos en caso
de infecciones bacterianas (otitis o neumonía).
Prevención
La vacuna triple vírica, que protege frente a la
rubéola, el sarampión y las paperas, se muestra
eficaz en casi la totalidad de las personas a las
que se le administra. Es una vacuna combinada
que se recomienda en la niñez. Es aconsejable
administrar la primera dosis cuando el niño
cumple 15 meses, aunque en algunos casos no
proporciona la inmunidad adecuada, por lo que
se suele facilitar una segunda dosis antes de la
escolarización (entre los cuatro y los seis años)
o antes de la adolescencia (entre los once y los
trece años). En cualquier caso, también se
recomienda la vacunación en personas adultas
que no recibieron la inmunización durante la
infancia.